Un par de tiros. Cuento de Sofía García

¨Mi papá bajó el volumen de la música, se escuchó silencio dentro y en la lejanía los ruidos de la calle, me miró a través del retrovisor con preocupación. El hombre se apoyó sobre el techo del carro y miró a mi papá con seriedad¨: cuento de la joven comunicadora caleña, Sofía Sierra.

Los rayos del sol se colaban a través de las ventanas del carro en el que mi papá y yo nos encontrábamos. El manejaba y yo, desde el asiento trasero, miraba lo que se encontraba más allá de las ventanas: un edificio viejo, una señora vendiendo chontaduros y un perrito que pasaba por la calle. Frenó en un semáforo y esperamos.

En la radio se escuchaba la noticia sobre la captura de otro narcotraficante “uno de los principales capos del denominado Cartel del Norte del Valle del Cauca, el rey de la amapola” decía el reportero, “ya estoy cansado de las mismas noticias, que capturaron a este y al otro, pero todo sigue igual” murmuró mi papá para sí mismo, yo aún inocente del mundo que me rodeaba le pregunté quién era ese rey de la amapola, mi papá solo me respondió que un hombre malo y cambió la emisora, ahí sonaba
una canción en italiano.

Mi papá empezó a tararear, adelantándose siempre a la letra “Sai che bevo, sai che fumo, sai che gioco anche con l’amor, sai che sono un egoista, un incosciente, prepotente nella vita come nell’amor (…)”.

Pasó un tiempo y la luz verde del semáforo volvió a prenderse. El carro de adelante, una gran camioneta, no avanzó, mi papá dejó de cantar y pitó dos veces, los carros de atrás lo imitaron, sin embargo la camioneta siguió sin avanzar. La calle era pequeña y la camioneta tapaba la vía casi por completo. Esperamos. Un hombre gordo, con los primeros botones de la
camisa desabrochados, sin pelo en la cabeza pero con un bigote frondoso, empezó a salir con parsimonia del carro, un arma se vislumbraba en su mano y se notaba que no le preocupaba que fuera vista.

Mi papá bajó el volumen de la música, se escuchó silencio dentro y en la
lejanía los ruidos de la calle, me miró a través del retrovisor con preocupación. El hombre se apoyó sobre el techo del carro y miró a mi papá con seriedad. “¿A quién le estás pitando hijueputa?” le preguntó el hombre con brusquedad, “los que están pitando son los de atrás” respondió suave mi papá, evitando mirar al hombre directamente a los ojos. El hombre dejó
de apoyarse en el techo y echó una mirada hacia atrás, luego se subió a su camioneta, siempre con el arma en su mano. Movió la camioneta dejando libre un estrecho tramo de la calle, pero permitiendo el paso de los carros.

Mi padre con rapidez y nervioso pasó por el trecho, se escucharon tiros en medio del silencio, dos. Mi papá volteó a mirarme asustado. Le habían dado a la parte baja del carro. Nunca lo había visto manejar tan rápido y sin parar hasta llegar a casa. El hombre nos había perseguido hasta ahí.

Sofía García: caleña, estudiante de comunicación social. Amante de la naturaleza, la fotografía y la lectura.