La leyenda de Little Italy en Nueva York

De este vecindario que llegaría a ocupar alrededor de 50 manzanas y albergar a una comunidad de más de 10 mil inmigrantes de origen italiano y ciudadanos italoamericanos en el corazón de Nueva York, hoy queda la leyenda y Mulberry Street. Una estrecha calle arrinconada por Chinatown y NoLIta, visitada por entusiastas neoyorkinos y paseadores del mundo quienes rastrean entre sus esquinas, locales y fantasmas, vestigios de lo que otrora fuera una de las mejores recreaciones de una aldea con el encanto y las oscuridades de la Italia sureña.

Por La Bernardi. Fotografías de David Troncoso. De este vecindario que llegaría a ocupar alrededor de 50 manzanas y albergar a una comunidad de más de 10 mil inmigrantes de origen italiano y ciudadanos italoamericanos en el corazón de Nueva York, hoy queda la leyenda y Mulberry Street. Una estrecha calle arrinconada por el distrito de Chinatown y el exclusivo barrio NoLIta, visitada en esta etapa de pospandemia por entusiastas neoyorkinos y paseadores del mundo quienes rastrean entre sus esquinas, locales y fantasmas, vestigios de lo que otrora fuera una de las mejores recreaciones de una aldea con el encanto y las oscuridades de la Italia sureña.

Expatriados. Para encontrar el alma y el espíritu de esta barriada símbolo de la italianidad y elevada a la categoría de ícono y de personaje por la literatura, el cine y el voz a voz popular en la llamada capital del mundo, remontémonos a la Italia deprimida de finales del XIX e inicios del XX, de la cual saldría una ola masiva de desterrados sureños hacia el nuevo continente.

Cientos de miles de estos nuevos exiliados llegarían a la isla de Manhattan tras el sueño americano y una buena parte de ellos se asentaría entre sus paisanos en Little Italy, una vecindad bulliciosa y superpoblada de clase trabajadora que se extendía entre Mulberry Street, Canal Street al norte y Bleecker al sur.

Estampa napolitana. Este territorio florecería en las primeras décadas del siglo pasado y se parecería a cualquiera barrio napolitano de familias compartiendo renta en edificaciones de ladrillo de mediana altura, pegadas una de la otra, con las escaleras antiincendios al exterior -t´ípicas de Nueva York- y enganchadas a las ventanas desde donde esos vecinos colgaban por igual, ropa recién lavada con el tricolor de la madre patria y la bandera del nuevo país.

Estos italianos y las nuevas generaciones italoamericanas armarían un micro mundo para acercarse a sus raíces y a su identidad mientras se abrían espacio a empujones en la sociedad y la vida norteamericana; con sus costumbres, sus tradiciones y su catolicismo para calmar la nostalgia y la malinconía que los invadía de cuando en vez.

Little Italy sería un mosaico de calles empedradas y personajes vociferantes en una mixtura de italiano revuelto con dialectos de la Italia profunda y salpicado de palabras en inglés. Muchos de sus residentes no cruzarían nunca los límites invisibles hacia la gran ciudad; su cotidianidad transcurriría en las mesas familiares y los encuentros en las festividades patronales y gastronómicas como el Festival de San Gennaro que, próximo a celebrar su centenario, aún atrae multitudes durante dos semanas cada septiembre.

Entramado neorrealista. El comercio y los mercados invadirían calles, aceras y primeros pisos para proveer al que rápidamente se convertiría en uno de los grupos étnicos más grandes e influyentes en Nueva York. Pensiones y negocios funcionarían bajo la protección y las reglas soterradas de los clanes mafiosos que operaban ahí y desde ahí, los cuales provocarían en buena parte, la estigmatización de esta colectividad.

El cine inmortalizó a Little Italy. El cine y la televisión se encargarían de construir la leyenda popular de esta vecindad, de ella saldrían jovencitos italoamericanos que escribirían su nombre en la pantalla grande. El director Martin Scorsese, quien habitaría el #232 y el #253 de Elizabeth Street con sus abuelos sicilianos, tiene una estrecha relación con este barrio, al punto que elegiría como protagonista de su película Mean Streets (1973) a Robert de Niro, quien también crecería ahí, y escogería como locación para rodar una escena, a la Basílica de San Patricio donde ejerció de monaguillo cuando niño.

Por allá en los años setenta, el maestro Francis Coppola de origen napolitano, también alimentaría el mito alrededor de este barrio con El Padrino, porque se inspiraría en su ambiente y su movida, para retratarlo y narrarlo en esta saga: rodaría la escena del bautizo en el interior de San Patricio y replicaría la procesión del Festival de San Gennaro para la muerte de uno de los jefes de la mafia. De Niro a su vez, quien debutaría como director con A Bronx Tale, filmaría con personajes de Little Italy. Y series de televisión también han aportado lo suyo, entre ellas Los Soprano, La Ley y el orden y Sexo en la ciudad.

Fundado en 1902, Angelo’s Restaurante se convertiría en toda una institución en el bajo Manhattan; cerraría sus puertas en febrero de 2018 a causa de un incendio en el edificio y no retornaría por el alza de las rentas. En 2022, abrió Casa D’Angelo inspirada en el antiguo local, con nuevos anfitrionesy ahí queda Bruno, un mesero italiano de las viejas épocas.

La transformación. Las últimas décadas del XX y las primeras del XXI serían épocas complejas para Little Italy y sus alrededores, diversos factores influirían en su transformación gradual tanto en la composición demográfica como en la cultural: las viejas generaciones se morirían; los italoamericanos insertados a esa sociedad multicultural donde crecieron, se mudarían a suburbios residenciales; otras Pequeñas Italias prosperarían en la isla; y residentes de orígenes diferentes y con otros intereses colonizarían estos contornos. Además los sitios más antiguos e históricos sucumbirían al cierre obligado por pandemia y luego, ante la disparada de las rentas.

Little Italy, una vecindad que se resiste a desaparecer y pasar al olvido, está representada hoy solo en una sola calle demarcada con letreros luminosos, la Mulberry Street, un espacio que insiste en perpetuar el legado de la italianidad y permanecer en la memoria popular a través de nuevas versiones retocadas.

Aquellos visitantes que se guían por su espíritu explorador y se adentran con otra perspectiva y en horas matutinas a este destino y sus inmediaciones, pueden admirar construcciones emblemáticas y arte urbano, encontrar objetos evocadores y percibir el eco de las buenas épocas de Little Italy, un barrio que seguirá unido a la historia y la leyenda de la ciudad de Nueva York y sus comunidades.

Con la colaboración del fotógrafo colombiano, David Troncoso, vecino de Little Italy desde hace cerca de tres décadas. https://www.davidtroncoso.com/outside