Las voces de los grandes tenores no mueren. Nos quedamos por ahí, errantes, a la espera.
En cada siglo y cada continente son muy contados los hombres dotados de las cuerdas vocales, la caja torácica y el espíritu incandescente requeridos para darnos el albergue temporal que precisamos y el alto vuelo que ansiamos.
Y cuando al fin se produce el hallazgo y se aproxima el momento de la confluencia, casi siempre nos eluden. Nos desmerecen. Nos repudian. Se nos escapan cuando los teníamos casi atrapados. O ellos a nosotras.
Después de tener la ventura de convergir por un breve espacio en el cuerpo magro y el espíritu incandescente del mío caro Enrico Caruso, he vuelto aquí, a este espacio insondable, en los confines entre el extravío y la esperanza, donde las voces de los grandes tenores aguardamos el tiempo que sea preciso para regresar.
Atentas.
Vigilantes.
Al acecho.
Juan Fernando Merino. Ha obtenido varios premios literarios colombianos y una beca nacional de novela. En España ha ganado siete concursos de cuento. Sus textos han aparecido en antologías o colecciones de cuento en Colombia, México, Estados Unidos, España y Francia. Es autor de varios libros de relato.