La emigrante italiana: la nonna Palmira Bernardi de Cavalet (1908 – 1998)

Palmira (1*) se embarcó en la aventura más grande de su vida con su pequeño hijo Américo, el 18 de mayo de 1933 en el puerto de Trieste, para buscar a su amor, al joven Reynaldo Cavalet (2*), su esposo, quien había viajado hacía más de un año a la Argentina profunda. 

¨No importa si te mojas al caminar, es agua bendita, no tienes por qué correr, solo camina siempre¨, palabras que pronunciaba ella cuando llovía y en las que se condensan la grandeza y la simplicidad de esta joven de la Italia rural que, con la fuerza de sus montañas y el arrojo de la juventud y del amor, emigró de Ponte Nelle Alpi (Belluno), la Italia Fascista y la dura Europa de entre guerras, en la búsqueda del propio territorio.

La séptima hija de Teodoro Bernardi y Regina De Fina (3*) se despidió, a sus 24 años, de sus afectos de infancia, su madre viuda, y de Paluc, la finca familiar enclavada en las Dolomitas, escenario de sus amores con el vecino picapedrero tímido, honesto y trabajador con el que se casó. Y partió a hacer la América, como en su momento lo hicieron sus hermanos mayores Virgilio, mi abuelo Antonio (4*), Mainardo y María Bernardi De Fina.

1.María y Palmira Bernardi, con sus hijos Antonio Piai y Américo Cavalet. 2 Paluc, la finca de la familia Bernardi.

Emigrantes. Desde que se subieron al tren en la estación de Ponte, Palmira y su hijo Américo (5*) -nombre premonitorio-, se convirtieron en dos emigrantes transoceánicos más, mientras recorrían ese camino hasta el puerto de Trieste en el Adriático y, luego, durante la larga travesía a bordo del trasatlántico Neptunia (7*) rumbo a América del sur, el continente que dio la mano a tantos europeos para crear una nueva vida.

Esa joven madre y esposa albergaría sentimientos encontrados: el dolor de las separaciones y el miedo de las distancias; los recuerdos de una infancia vivida entre la orfandad temprana de padre y esa guerra, la del ´14´ (8*), que dejó un territorio devastado y en la ruina económica y una generación marcada, la de su Reinaldo, quien narraría a sus nietos argentinos con una risa dolorosa y el miedo a que se repitiera esa historia, del hambre de todos los días: ¨a mis diez años caminando por ahí encontré, con uno de mis hermanos, una casa abandonada, y en una alacena una torta de polenta, dura y llena de moho verde, que raspamos y comimos¨.

Palmira, dura y sólida. Impresionante como las Dolomitas, las rocosas que rodean los parajes de Ponte, así era esta mujer que dio pelea a las dificultades. Ella era ¨cómo los pilares en los cuales se asientan las fortalezas, siempre miró hacia adelante¨, y así debió mirar con la ilusión de reunirse con su esposo, cuando el Neptunia, ese gigante de vapor se deslizó por las aguas del río de la Plata, al último de sus puertos, y divisó la multitud que se agolpaba para darle la bienvenida a los viajeros, entre ellos un porcentaje grande de parientes y paisanos ´tanos´.

Argentina. Buenos Aires fue el gran receptor de la diáspora italiana en las últimas décadas del siglo XIX hasta la mitad del XX en Argentina, un país que se preparó con tierras, trabajo duro, salarios y leyes para recibir a los inmigrantes del mundo. Y los ´tanos´ del norte, del sur, obreros, campesinos, cultivadores, panaderos, albañiles y profesores, fueron la comunidad más representativa al momento de poblar y crear la identidad argentina actual.

Reencuentro familiar. Muchos de los inmigrantes del Neptunia se quedarían en la capital que ya contaba con más de 2 millones de personas, pero otros seguirían. Palmira se adentró a la Provincia de San Luis para reencontrase con Reinaldo, quien laboraba en las canteras con un tipo de piedra muy particular, granito azul y negro, un oficio artesanal transmitido por generaciones en Ponte. Ahí, con la familia junta, Palmira laboró como muchas mujeres, preparando la comida para los obreros de la cantera. Y en Naschel nacería su segunda hija, Rensa Cavalet.

3.Rensa, Palmira, Américo y Reinaldo. 4. Palmira y Reinaldo.

Los Cavalet Bernardi en Mar del Plata. Luego saltaron hastaUnquillo (Córdoba), con sus hermosas sierras y magnífico clima, y a Tolosa, fuente de provisión de piedras para la construcción de ese populoso suburbio de La Plata, hasta llegar a Mar del Plata. Y en esa joven ciudad balneario que empezaba a brillar como destino turístico a finales de los treinta, donde estaba en auge la construcción de los tradicionales ´chalets Mar del Plata´, a partir de la materia prima extraída de las canteras que la rodean, Reinaldo, Palmira, Américo y Rensa echarían raíces, mientras al otro lado del Atlántico su familia italiana empezaba a vivir la pesadilla de la Segunda Guerra Mundial (*7).

1946. Los Cavalet Bernardi en las escalinatas de la Rambla. Al fondo el Hotel Provincial y el Casino Central del Mar del Plata.

Piedra a piedra. Y en medio de ese paisaje atravesado por las sierras que se abandonan en las aguas justo en Mar del Plata, la joven pareja con sus propias manos y el corazón, tallaría con el cincel esas piedras que son únicas por su diversidad de tonos y colores, para levantar su casa en Primera Junta, un barrio despoblado cercano a una cantera, con calles de tierra y sin acueducto, pero que con los años crecería y quedaría ubicado a 20 cuadras del centro y a unas 25 cuadras de los barrios más cotizados.

Don Reinaldo. Y fue el lugar donde Orlando Rinaldo Cavalet pasó a conocerse como ´don Reinaldo´, famoso por ser gran jugador de bochas en su querido Club Urquiza y donde este picapedrero que andaba en bicicleta y con acento italiano, también haría la fachada de piedra de la casa de su hija Rensa (6*) y su esposo Roberto Noguera, quienes serían los padres de Oscar y Claudio.

5.Rensa Cavalet Bernardi 6. Américo Cavalet Bernardi. 1946 7. Palmira y Américo. 8.Rensa con su marido Roberto y Américo con su esposa Iris

Américo y el Neptunia. Y en ese puerto sobre el Mar Argentino, el joven inmigrante italiano hizo su vida, Américo se casó con Iris Rodríguez en 1953 y tuvieron a Daniel Eduardo y Ricardo Alberto; y ahí montaría su Joyería y Relojería Neptunia: ¨Durante casi toda su vida Neptunia fue su referencia más importante y el logo del negocio fue un buque cruzando el Océano. Ahora valoro la importancia de ese nombre, de ese viaje en la historia de mi padre, a pesar de haber sido tan pequeño cuando llegó a Argentina¨, dice su hijo Daniel Cavalet.

Los nonnos. Aunque a la ´nonna´ Palmira y a don Reinaldo les llegaron los años y cuatro nietos, su aventura amorosa les perduraría toda la vida, una vida dura pero alegre en la casa donde cada noche compartieron una copita de grapa mientras hablaban en el dialecto de su tierra, fieles a sus ancestros. Ellos, como muchos inmigrantes, no volvieron a su lugar de origen, ni a sus afectos primarios y esa sensación de pérdida los acompañaría siempre, pero fueron parte importantísima de la historia argentina. Los sobreviven en Argentina sus cuatro nietos Daniel Eduardo y Ricardo Alberto Cavalet, y Oscar y Claudio Noguera; sus bisnietos Lucía, Julián, Ramona y Joaquín Cavalet, Ariel, Ignacio, Romina, Rocío y Mathías Noguera. Y dos tataranietos, Olivia y Simón.

La casa. Allí tendrían un gallinero y una huerta en un terreno baldío vecino. Él prepararía su vino de uva chinche, de la parra que cubría el patio. Y en esa casona, al lado de su mujer, él moriría por una afección pulmonar relacionada con su profesión antes de los sesenta años.

Américo, Iris, Ricardo y Daniel en la Joyería y Relojería Neptunia.

La nonna Palmira. Ella lo sobrevivió hasta los 90 años, aficionada a escuchar por radio los partidos de fútbol de Estudiantes de la Plata y la Juventus de Italia; a leer libros y ver cine del lejano oeste, a jugar las cartas, el Siete y medio y la brisca, y a cocinar las recetas de su tierra para sus nietos, como aquella Polenta que llevaba en bollos para comer en el camino a la escuela, el conejo y la tortilla de queso.

9.Periódico italiano ´Voce amica del mio paese´ 1992

Palmira fue feliz en la vida que escogió, su centro fue su familia, la italiana y la argentina,  su norte fueron sus dos hijos, Rensa y Américo, y sus 4 nietos serían sus cómplices. Siempre mantuvo los lazos con Ponte Nelle Alpi y su hermana Elide, dos años menor que ella, a través de cartas y un boletín de noticias. Parte importante de red de los afectos de los paisanos, fueron su hermana María y sus sobrinos Tony y Chochi Piai de Mendoza. Ella vivió bien, sobre todo en sus últimos años y siempre con esa nostalgia de la tierra perdida, la hermana que habitaba lejos en su querida Italia; hermana cercana en Mendoza y su hermano en la lejana Colombia.

10.Palmira y Antonio Bernardi en Mar del Plata.11. María, Antonio y Palmira en Mendoza.

Gran alegría. Una de las más grandes alegrías al final de sus días para los tres hermanos Bernardi, Palmira, María y mi abuelo Antonio, sería su reencuentro en tierras argentinas en enero de 1976, luego de más de 50 años de su despedida en Ponte. Mi tía Italia, lo calificaría como un viaje inolvidable en el que se agotó el vino en las neveras de los primos de Mar del Plata y Mendoza, con eternas sobremesas, llenas de risas, gritos y un afecto que desbordaba cada día compartido… pero ese reencuentro de tres naciones, Italia, Colombia y Argentina, amerita un capítulo aparte, como también la relación de fraternidad que se forjó entre sus descendientes.

12.Casa de Rensa Cavalet (izq.) y Roberto Noguera, a la vuelta de la casa de la nonna Palmira, junto a Fica Vidal, Gladys y Regina Bernardi. 13 y 14. Grupo familiar Mar del Plata 1976.

Ilustración de portada. Diseñadora Paula Henao. Fuentes citadas. *Gracias a la narración de los dos nietos de Palmira, Oscar Noguera y Daniel Cavalet, como también de algunas anécdotas de mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi, se ha reconstruido esta historia. Con el apoyo de Jorge Alonso Rengifo en la digitalización del archivo fotográfico de la familia.  (1*) Palmira Bernardi de Cavalet, nació el 17 de octubre de 1908, en Paluc, la finca familiar en Ponte Nelle Alpi (provincia de Belluno) y murió en su casa del Mar del Plata el 15 de octubre de 1998. (2*) Reynaldo Cavalet, nació en Ponte Nelle Alpi el 27 de diciembre de 1904. Sus padres fueron Antonio Cavalet y Francesca Francech. Murió en Mar del Plata aproximadamente en 1966 (Argentina).

(3*) Artículo La madre del inmigrante, Regina De Fina de Bernardi (1865 – 1955), publicado en el blog La Bernardi          http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/regina-de-fina-de-bernardi-1865-1955-el-coraje-de-la-madre-del-emigrante/ (*4) Antonio Bernardi De Fina: constructor italiano, nacido en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, el 6 de octubre de 1900 y fallecido en Cali, Colombia, el 25 de marzo 1977. http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/historia-constructor-italiano-en-colombia/ (5*) Américo Cavalet Bernardi, nació en Ponte Nelle Alpi en 1929 y falleció en Mar del Plata el 31 de agosto de 2000 (Argentina) (6) Rensa Cavalet nació el 06 de mayo 05 de 1934 y falleció el 21 de julio de 2003 en Mar del Plata. (7*) Los embajadores marítimos de Italia recalaron en Buenaventura (1)    http://www.labernardi.com/andes/los-embajadores-maritimos-de-italia-recalaron-en-buenaventura-1/ (8*) Primera Guerra Mundial de 1914 – 1919.

La madre del emigrante: Regina De Fina de Bernardi (1865 – 1955)

Mi bisabuela vivió no una, sino las dos guerras mundiales en Italia. Fue viuda por casi 40 años. De sus 8 hijos, 5 emigraron a América y no retornaron. Al final ella solo esperaba al cartero, en la puerta de su casa de campo.

Mamá Regina. Cuentan que su apellido era de origen francés y que partió de su pueblo en la frontera de la otrora Yugoslavia, en un coche de caballos rumbo a un pueblo en la provincia de Belluno, Ponte Nelle Alpi, a iniciar su vida de casada con papá Teodoro, mi bisabuelo, en Paluc, la finca de los Bernardi, donde ella viviría hasta el final de sus días.

Para ese entonces, la italiana era una sociedad patriarcal y machista, conservadora y católica en las últimas décadas del siglo XIX, en un país recientemente unificado. Ya se imaginarán cuál sería el papel destinado a la mujer.

El matrimonio. Escuché que mi bisabuelo fue maestro y tenía una plaza en Venecia; y que mi bisabuela manejaba la casa, criaba ovejas y sembraba cereales en un pedazo de tierra, en medio de las montañas del norte de Italia. Allí transcurrió la vida de ambos, tuvieron sus hijos, tres de ellos a finales del siglo XIX, Virgilio, Luigi e Ida, y los cinco restantes en los primeros años del XX, mi abuelo Antonio, María, Palmira, Mainardo y Élide. 

La Gran Guerra en los Alpes italianos. Cuenta la historia familiar que fue en Ponte Nelle Alpi, ese poblado alpino frente a las Dolomitas, que la historia del mundo con toda su crueldad, sacudió a nuestros bisabuelos. En mayo de 1915, Italia entró con los aliados a la Primera Guerra Mundial y abrió el frente alpino contra el gran Imperio Austro-húngaro. Y fue en las trincheras del propio vecindario que peleó para defender a su país y proteger su hogar, su hijo Antonio, mi abuelo, quien aún no alcanzaba la mayoría de edad.

La Brigada Alpina en la Primera Guerra Mundial. Mi abuelo Antonio Bernardi era veterano de la Primera Guerra Mundial.

La madre viuda. A meses de finalizar la Guerra, el destino le asestó a mamá Regina su primer golpe, el 18 de enero de 1918, Teodoro Bernardi, su esposo falleció víctima de la gripe, la pandemia más devastadora de la historia que en solo un año mató entre 40 y 100 millones de personas. En Italia se calcula que murieron alrededor de 400 mil personas.

La posguerra y la migración. Italia, era un país agrícola y pobre en las primeras dos décadas del siglo XX. Fueron sus mujeres, entre ellas mi bisabuela y sus hijas, quienes reconstruyeron la familia y el campo. Y ellas también, quienes despidieron para América a esposos, hijos y hermanos, en su mayoría de áreas rurales y ciudades de provincia, que salieron a buscar fortuna.

Sur América el destino de 5 Bernardis. Mamá Regina vio marchar a cinco de sus hijos. El mayor, Virgilio, partió a los campos petrolíferos de Venezuela, ahí la malaria lo venció. Mi abuelo Antonio se quedó a vivir en Colombia con su nueva familia. Tras él vino Mainardo, con quien trabajó en el ramo de la construcción y cuanto éste planeaba retornar para llevar recursos a la familia en Italia ante la amenaza de la Segunda Guerra Mundial, desapareció en el puerto de Guayaquil. Años después encontraron su cuerpo en el río Guayas. Las dos hijas María y Palmira, con sus esposos e hijos, vivirían en Mendoza y Mar del Plata, Argentina y ahí morirían al lado de sus familias.

1.Mamá Regina en Italia. 2. Camila Ospina, Antonio, Mainardo y Regina Bernardi de niña en Manizales, Colombia. 1930. 3. María y Palmira Bernardi con sus hijos Tony y Américo en los años 30, en Italia.

Las estaciones pasaron. En medio de la inestabilidad política y las transformaciones sociales de los años veinte y treinta, mi bisabuela viuda, acompañada de su hija menor Élide y la familia del hijo mayor, Luigi, vio pasar muchas estaciones en la finca, y con la nostalgia de los ausentes presenció los cambios que Italia sufrió en esa época, desde el nacimiento del fascismo hasta el ascenso de Mussolini y las Camisas Negras al poder.

La tarde del 10 de junio de 1940, ella tal vez escuchó con horror por la radio, que el Duce sumergió a la Italia fascista en la Segunda Guerra Mundial al lado de la potencias del Eje junto a Alemania. Y otra vez la locura de una confrontación bélica global llegó hasta la puerta de Paluc, los Alpes fueron el escenario de la primera batalla del Ejército Real Italiano, donde se enlistaron sus nietos, unos en la División Alpina y otros en la Regia Marina, donde un  nieto desaparecería en un submarino. Y luego despidió a otro nieto, a Teodoro Bernardi para Colombia antes de prestar el servicio militar. Y ella en la finca con su hija, nuera  y nietas, padecieron la capitulación italiana y la ocupación de las Fuerzas Armadas de los Aliados. Cuenta que la bisabuela escondía debajo de las camas a las mujeres jóvenes de la familia al paso de los estadounidenses.

Y en medio del caos de Segunda Guerra Mundial, se enteró y sufrió las consecuencias de la caída del Imperio Italiano y de Benito Mussolini; de la Guerra Civil Italiana, la caída de la Monarquía y del nacimiento de la República; de las tensiones habituales entre el norte industrializado y el sur agrícola.

Madre en la distancia. Cuentan que ella hasta sus casi 90 años, esperó noticias de los suyos a un océano de distancia, encomiendas y cartas que llegaron con meses de retraso, en muchos casos cortadas y censuradas, con el anuncio de nuevas familias y fotografías de nietos nacidos en tierras americanas, como una nieta colombo italiana que lleva su nombre, mi madre Regina Bernardi.

4, 5 y 6. Mamá Regina en la finca Paluc, con su hija menor Élide. 6. Con su hijo Luigi y su nuera Ángela.

Ella como tantas otras mujeres vestidas de negro como una marca por las heridas de las guerra, encarnaron la fuerza de la gran figura materna de la ´mamma italiana´ que hemos visto en el cine italiano, de la madre en la distancia que aceptó su destino con dignidad y resignación. Extraña combinación.

PD: Cuentan que mi abuelo Antonio, quien residía en Cali, se enteró muchos meses después que su madre había partido el 15 de octubre de 1955, cuando llegó una carta de su hermana Élide. Eran otros tiempos y otros medios de comunicación.