Martes, 9 de junio. De China a Medellín, sin escalas

Camilo Tafurth Moreno nos trae su propia historia sobre la pandemia. Andaba en China: ¨en Shenzhen me impresiona encontrar siempre algo nuevo a pesar de haberla visitado 3 meses antes y este sentimiento va acompañado con algo de nostalgia por la Shenzhen “vieja” que conocí hace 10 años y de la cuál tengo muy buenos recuerdos.

Camilo Tafurth Moreno tiene dos rasgos inconfundibles. Uno, es viajero empedernido (más allá de que así lo deba ser, en razón a su desempeño profesional). Y dos, es americano, del América de Cali (también empedernido). Hoy nos trae su propia historia sobre la pandemia. Andaba en China y… (mejor, léanlo). Gracias, Camilo. Cuídense por favor, porque el bicho sigue vivo y nada mejor que mantenerlo a distancia durante el largo tiempo que nos espera de cuarentena por propia cuenta.

Arrancaba este nuevo año y estaba en Bélgica en la mitad de un invierno bastante cálido. Había viajado a Europa a visitar a mi novia y a tomar algunos días de vacaciones para recargar energías para el nuevo año. 

Después de una conversación con mi jefe, parecía un buen momento para viajar a China y terminar de definir algunos proyectos para este 2020. Después de todo, faltaban sólo unos días para el Año Nuevo Chino y ya muchas fábricas ya estaban cerrando, el volumen de trabajo había disminuido y tendríamos mucho más tiempo para trabajar en estos nuevos proyectos. 

Los primeros días transcurrieron de forma normal en Shenzhen, megaciudad al sur de China donde están ubicadas nuestras oficinas. Al trabajar en esta compañía por 10 años, estoy bastante familiarizado con China y, a pesar de viajar regularmente, siempre tengo un buen sentimiento cuando viajo a este país. En Shenzhen, específicamente, me impresiona encontrar siempre algo nuevo a pesar de haberla visitado 3 meses antes y este sentimiento va acompañado con algo de nostalgia por la Shenzhen “vieja” que conocí hace 10 años y de la cuál tengo muy buenos recuerdos. 

Por otro lado, aprovecho para encontrarme con viejos amigos que a pesar de no trabajar juntos seguimos en contacto. Y, por supuesto, está la gastronomía, Shenzhen al ser una ciudad relativamente nueva y percibida como una ciudad de oportunidades, atrae a trabajadores de todo China por lo que no es fácil escoger entre las múltiples opciones, por supuesto las que tienen menú disponible con fotos ….ja ja. Siempre mi favorita es la de Sichuan. 

Dos o tres días antes de regresar a Bélgica, empezaron a llegar las noticias del llamado COVID-19 y de cómo Wuhan, en la provincia en Hubei, entraba en cuarentena total para tratar de contener los contagios. Todo esto en el medio del frenesí de la población china por viajar a sus pueblos / provincias en lo que se conoce como la migración humana más grande del planeta. 

Shenzhen está a más de 1000 kms de Wuhan, así que no estaba muy preocupado de contagiarme, pero esos últimos días pude ver como empezaría a ser la nueva realizad. Todas las personas usando tapabocas y una ciudad casi desierta debido a la pandemia y al éxodo de trabajadores para la celebración. 

Finalmente, no cambié las fechas de mi regreso ya que un par de días no hacían mucha diferencia. Al salir de China ya estaban realizando pruebas de temperatura y más o menos el 80% de las personas en mi vuelo venían con tapabocas. Al ingresar a Europa no tuve mayores problemas, sólo un poco de preocupación de mi suegra quien me hacía lavar las manos varias veces cuando llegaba a su casa.  

Una semana después volaba de vuelta a Colombia vía Estados Unidos y un día antes del vuelo, leí un artículo que decía que Estados Unidos no aceptaría el ingreso de visitantes que hubieran estado en China en los últimos 14 días. Ahí también me di cuenta de que este virus no era un problema de China solamente, era un problema global y que viajar iba a ser muy complicado en los próximos meses. 

Finalmente me enviaron por otra ruta donde no hacía escala en Estados Unidos y llegué a Colombia donde el COVID-19 todavía parecía muy lejano. En las próximas semanas estuve en Estados Unidos y Canadá por trabajo, ya empezaba el brote en Europa y afortunadamente pude regresar antes de que Colombia cerrara sus fronteras. 

Mi rutina como tal no ha sido tan afectada por la pandemia. Ya trabajaba desde casa cuando estaba en Colombia por lo que he aprendido a disfrutar el tiempo en mi apartamento. 

Obviamente he pasado por todas las etapas normales de esta cuarentena: he visto todas las series en Netflix, estoy haciendo ejercicio en casa, hemos celebrados cumpleaños vía Zoom, aprendí a cocinar platos nuevos, renové los electrodomésticos y, finalmente, he aceptado que este virus se va a quedar con nosotros por un tiempo por lo que toca ajustarse a la nueva realidad, buscar siempre lo positivo de todas las situaciones y ser agradecido por las cosas que algunas damos por sentado.