Cuentan en mi familia qué a mi bisabuelo, Luis María Ospina Arcila (1*), se le corrió la teja los últimos años, y que sus once hijos sólo se dieron por enterados cuando vieron el edificio que construía en un despeñadero de un paraje en medio de la nada, donde papá Luis literalmente se había dedicado a enterrar el dinero que recogía por la venta del ganado de sus fincas en tierras caldenses.
El tratamiento. A inicios de 1943, mamá Anita (2*), mi bisabuela, tomaría le decisión emprender el largo y difícil camino de Manizales a Bogotá con parte de su numerosa prole, para llevar a papá Luis con un galeno recién llegado de Europa, quien se había vuelto famoso por experimentar con sus pacientes una nueva terapia a punto de electrochoques para devolverles la razón con esos terribles sacudones eléctricos en el cerebro.
En Bogotá. Los bisabuelos se hospedarían varios meses con su hija Camila Ospina (3*) y su yerno italiano, el constructor Antonio Bernardi (5*), en su residencia del barrio Bosque Calderón Tejada, donde los nietos, Regina, Gladys, Italia y Mainardo, se encariñarían con ese niño abuelo que los llevaría de caminata al cerro y que sembraría una huerta en esos terrenos baldíos, tal vez con la nostalgia por su campo.
Y así, poco a poco, papá Luis se perdería en los recovecos de su memoria que lo llevarían de una época a otra, cuando huérfano de padre a los doce años saldría de Aranzazú a colonizar la zona de Dosquebradas; cuando adquiría la primera de sus haciendas, El Bosque; cuando se casaría antes de finalizar el siglo XIX, con una de las hijas de la familia de la finca vecina, en 1899; y cuando uno a uno fueron llegando los hijos y las hijas…
La muerte. A los seis meses de estadía en la capital de la República, ese arriero recio y trabajador, exhalaría su último suspiro a los 73 años, el 9 de julio de 1943, en el cuarto de sus nietas, Gladys e Italia Bernardi. Italo Mirkow, su pequeño nieto de 5 años, se encargaría de anunciar “se murió el abuelo” a todo el clan de los Ospina Mejía que había viajado para estar presente en sus últimos días, mientras subía y bajaba las escaleras de la gran casona.
Los gritos y sollozos de esas nueve hijas y los lamentos de esos dos hijos paisas, sacarían de la tranquilidad habitual a ese vecindario bogotano ´estirado, donde a las pocas horas de la muerte, desfilarían parientes y amigos para asistir a la velación de papá Luis en medio de rezos y oraciones y mucho caldo de gallina y tinto para pasar de largo, esa noche.
Entierro en chiva. Pero más aterrados quedarían en el barrio cuando en la fría madrugada, se parquearía una chiva en plena calle, ese colorido bus escalera que solo se veía en las plazas de los pueblos y en los empinados caminos de la geografía nacional para el transporte de campesinos y sus cosechas. Observarían como sus dos vecinos italianos, Antonio Bernardi y Mario Mirkow (6*), acompañados de sus cuñados, Antonio Luis y Lorenzo, sudaban subiendo con lazos y poleas los dos cajones del féretro de papá Luis y lo amarraban al techo.
A Manizales. El lloroso cortejo fúnebre de las hijas, Carmen Emilia, Benigna, Camila, Pastora, Teresa, Luisa, Emelia, Alicia y Graciela (4*), vestidas de negro riguroso, ocuparía las sillas con trastos y trebejos, incluidas las bacinillas y el fiambre para las paradas técnicas obligatorias de ese triste retorno.
El par de concuñados italianos dirían adiós a sus esposas y a la parentela Ospina, sería uno de los pocos momentos en los que ellos sentirían gran alivio de no poder sumarse a esa penosa misión de conducir el ataúd del suegro hasta Manizales por el confinamiento impuesto por las autoridades en la Capital de la República. Como estaban en plena época de la Segunda Guerra Mundial, a estos dos extranjeros les estaba totalmente prohibido moverse libremente por el territorio colombiano, ya que eran considerados enemigos del Estado Colombiano.
La sociedad manizalita y familiares de Pereira, Armenia, Circasia y Dosquebradas, se movilizarían hasta la morada de los Ospina Mejía en pleno centro, para despedir a ese hombre que había levantado su patrimonio a pulso, que dejaba como herencia seis fincas cafeteras y ganaderas en el Viejo Caldas y varios predios en esa ciudad a donde había arribado con su familia veinte años atrás a lomo de mula para instalar una compra venta de café.
La familia política. Las seis hermanas del difunto llegarían a exigirle a su cuñada, mi bisabuela, abrir el doble cajón sellado con cuatro clavos para despedirse de papá Luis, sin embargo, ella que no sobrepasaba el metro y medio y era una mujer muy dulce, fue la primera vez que impondría su autoridad para impedirlo, porque el formol ya empezaba a perder su efecto de conservación del cuerpo. Mamá Anita despacharía a la familia política con esta frase: “muerto el ahijado acabado el compadrazgo”.
La Velación. Cuentan que fue tanta la gente que subió a la sala principal para la velación por el eterno descanso de mi difunto bisabuelo, qué ante el peso de los visitantes, cedió la segundo planta durante el primer día del Novenario. ¡La casa se desfondó! Una multitud despediría hasta su última morada, una tumba en el Cementerio San Esteban, al patriarca del clan de la familia Ospina Mejía.
*Gracias a la narración de mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi Ospina se han reconstruido las vivencias de la familia Ospina Mejía en esa época.
Familia Ospina Mejía. (1*)Luis María Ospina Arcila, papá Luis´: 1870 Aranzazu – julio 9 de 1943 Bogotá (2*) Ana Joaquina Mejía Gutiérrez, mamá Anita´: 1877 Pácora – julio 22 de 1963 Manizales. (3*) Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda – hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970). Carmen Emilia Ospina de Ocampo: diciembre 1 1900 – abril 3 de 1987 Manizales. María Benigna Ospina de Restrepo: junio 27 de 1903 – abril 3 de 1991 Medellín. Pastora Emilia ´Aporita´ Ospina de Gómez: agosto 11 de 1906 – julio 24 de 1991 Manizales. Teresa Ospina de Mirkow: octubre 7 de 1907 – febrero 14 de 1993 Bogotá. Antonio LuisOspina: diciembre 21 de 1908 – marzo 20 de 2001 Cali. María Luisa Ospina de Lobo, mayo 21 de 1910 – enero 18 de 1987 Bogotá. María Emelia Ospinade Botero: marzo 19 de 1912 – febrero 7 de 1999 Manizales. Alicia Ospinade Villegas: 27 de febrero de 1915 – mayo 20 de 1997 Manizales. Lorenzo de Jesús Ospina: octubre 21 de 1919 – abril 3 de 1984 Pereira. Graciela Ospina de Moya: septiembre 16 de 1921- octubre 28 de 2013 Cali.
(5*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi Viller (hijo de Bartolo Bernardi y Yacomina Viller) y Regina De Fina Zitran. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (6*) Mario Mirkow: 2 de diciembre de 1903 en Trieste, 1977 en Bogotá.