El alma de Italia y el espíritu de dos piamonteses, Don Bosco y Giovanni Buscaglione, habitan desde hace un siglo al Colegio Salesiano San Juan Bosco de Tuluá, una de las postales más auténticas de esta población vallecaucana.
Recorramos algunos de los recovecos de la memoria del Colegio Salesiano San Juan Bosco de Tuluá, una de las postales más auténticas de esta población del centro del Valle del Cauca, desde hace un siglo.
El alma de Italia y el espíritu de dos piamonteses habitan sus patios, pasillos y salones desde hace 100 años, desde cuando la comunidad de Don Bosco, le encomendara trazar y dirigir esta obra al religioso Giovanni Buscaglione, considerado «el más prolífico diseñador y constructor de edificios religiosos en todo el país durante este periodo de tiempo¨.
La edificación recoge lo mejor del trabajo arquitectónico del hermano salesiano, el maestro Giovanni Buscaglione, quien llegaría a Colombia en 1910 y donde expandió la obra salesiana en diversas regiones: construyó gran cantidad de iglesias, colegios, seminarios, lazaretos y granjas agrícolas.
El cineasta tulueño y exalumno del Salesiano, Carlos Palau, filmaría en sus instalaciones A la salida nos vemos, largometraje que recibió el premio de Mejor Opera Prima en los Festivales de Cine de Cartagena y La Habana en 1986.
En días pasados dos tulueños caminaban por las calles del barrio Salesiano que alojan al Colegio Salesiano San Juan Bosco: el escritor y exalumno del plantel, Gustavo Alvarez Gardeazabal y una vecina del barrio, doña Gladys Lozano, heredera de las Chapetas. Fotografías cortesía del periodista William Loaiza Amador.
La Bernardi felicita en este centenario inolvidable tanto a los tulueños como a la familia salesiana y a los exlumnos y los invita a preservar y visibilizar el valor del Colegio Salesiano San Juan Bosco de Tuluá.
Este viaje histórico en Café Cultural de la emisora 88.5, fue posible gracias al aporte del poeta Omar Ortíz y del periodista Victor Diusaba. Editora y fundadora de La Bernardi, Isabella Prieto Bernardi
Una ciudad de brazos abiertos, así es Santiago de Cali, la llamada Sucursal del Cielo que hoy celebra sus 484 años de existencia, y que tiene en Cristo Rey, la escultura gigantesca de 21 metros realizada por los maestros italianos Adelindo y Alideo Tazzioli, uno de sus monumentos más emblemáticos que desde 1953 vigila a esta urbe desde su parte occidental.
Una ciudad de brazos abiertos, así es Santiago de Cali, la llamada Sucursal del Cielo que hoy celebra sus 484 años de existencia, y que tiene en Cristo Rey, la escultura gigantesca de 21 metros realizada por los maestros italianos Adelindo y Alideo Tazzioli, uno de sus monumentos más emblemáticos que desde 1953 vigila a esta urbe desde su parte occidental.
La construcción del monumento hacia 1950 en el Cerro Los Cristales
Se dice que es una de las imágenes a Cristo más hermosas y mejor diseñadas en el mundo, levantada en el Cerro Los Cristales, una loma llena de cuarzos, para conmemorar los 50 años de paz tras el final de la Guerra civil de los Mil Días, que durante cerca de tres años (1899-1902) azotó a Colombia y en la cual cerca de cien mil colombianos perdieron sus vidas.
El gestor. El religioso jesuita José Arteaga, quien pertenecía a la congregación del Colegio Berchmans, empezó a gestar esta iniciativa hacia 1949, con la idea de entregarle a los caleños una obra majestuosa en honor al Santo patrono de la ciudad, el Cristo Redentor, pero también con el fin de erradicar al demonio de sus calles.
Padre jesuita promotor y gestor de la idea.
Costó $170 mil pesos. En una suma de voluntades, primero con sus estudiantes y luego con las fuerzas vivas de una ciudad que para entonces rondaba por los 60 mil habitantes, se empeñó en recolectar los fondos que hicieran posible esta gran empresa que tuvo un costo total de $170 mil pesos.
Los hermanos Tazzioli. El diseño corrió por cuenta del arquitecto francés Maurice Laurent radicado en Cali y la maqueta inicial se le encargó al artista palmirano Gerardo Navia Carvajal, quien al parecer, abandonó el proyecto en su etapa inicial. Pero el encuentro afortunado del padre Arteaga con los hermanos Tazzioli Fontanini, permitiría llevar a feliz término esta obra.
Los hermanos italianos de Pietrasanta,Adelindo y AlideoTazzioli vivieron en Cali, ciudad donde dejaron muchísimas obras. Adelindo partió en 1973 y Alideo en 1978.
Adelindo y Alideo. El arquitecto, calculista y distribuidor del mármol de Carrera, Adelindo y el escultor y artista Alideo, originarios de Pietrasanta y egresados de la prestigiosa universidad de Carrara en Italia, estaban radicados en Cali, el primero desde 1930 y el segundo había llegado en 1934. Ellos harían su propia maqueta y empezarían la fundición en un taller de una casona del barrio Granada y la culminarían en un local del barrio San Antonio.
Se dice que esta pareja de hermanos tomó el encargo como propio y hasta de su bolsillo sacaron recursos durante los 4 años que duró su ejecución, para que la obra de arte de hierro y hormigón que pesa 464 toneladas y con una altura de 26 metros, se pudiera finalizar y así, su nombre pasara a la historia de ciudad, donde ellos se radicaron hasta el final de sus días.
La inauguración. Las crónicas de los diarios de la época registraron que la inauguración, el domingo 25 de octubre de 1953, fue multitudinaria y de alcance nacional. Que más de 30 mil personas asistieron, que desde la 5 de la mañana se inició la romería hacia el monumento y que muchos fieles hicieron el recorrido a pie mientras otros penitentes escalaron de rodillas los últimos metros.
Muchos creyentes y curiosos se movilizaron en buses y automóviles que partieron en desfile, desde el centro de Cali y pagaron 50 centavos por el pasaje, para asistir a la solemne ceremonia de bendición de Cristo Rey que duró 32 minutos.
En este día de fiesta para la ciudad, el evento transmitido por Radio Pacífico, contó en su programación con los soldados del Batallón Pichincha quienes hicieron en honor de Jesucristo, varias salvas de fusilería; la presentación de la Banda Departamental y los coros del Conservatorio Antonio María Valencia.
Hoy, 25 de julio de 2020, desde su gran pedestal del Cerro de los Cristales, la silueta de Cristo Rey con sus brazos extendidos, se erige como símbolo de paz y esperanza en los tiempos difíciles que atraviesa la ciudad.
Archivos de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero, el diario El País y de la señora Florencia Ramos