Italia, un país hecho a punta de óperas

Cuando Giuseppe Verdi se dio a conocer como compositor de óperas en 1839, Italia era un puñado de minúsculos estados. Su música estableció un lenguaje común en la lucha por unificar el país. Los del norte estaban gobernados por Austria y en el sur dominaban los Borbones españoles, pero los unía el anhelo de formar una nación independiente.
Solo en Italia podría surgir una extravagancia artística como es la ópera. Un complejo entretenimiento que también cuenta la historia de los recientes cuatro siglos.

Por Álvaro Gärtner. Cuando Giuseppe Verdi se dio a conocer como compositor de óperas en 1839, Italia era un puñado de minúsculos estados. Los del norte estaban gobernados con mano dura por Austria y en el sur dominaban los Borbones españoles. Los unía el anhelo de formar una  nación independiente.

Los sentimientos patrióticos también afloraron en Los lombardos en la primera cruzada (1843), Los dos Foscari (1844) y Juana de Arco (1845) e hicieron de Verdi el compositor de la causa nacional. Los coros Un pacto, un juramento (Ernani, 1844) y Patria oprimida (Macbeth, 1847) eran verdaderos gritos de libertad.

El fracaso de la revolución de 1848 fue un duro golpe para la causa. Desengañado, Verdi abandonó las óperas patrióticas y empezó a profundizar en la sicología de los personajes. Pero no podía desentenderse: a principios de 1850 le encargaron una para el teatro La Fenice, de Venecia. Acababa de leer el drama El rey se divierte de Víctor Hugo y quedó encantando, pero la censura en Francia lo había prohibido veinte años atrás. Presentó el libreto al Consejo de Censores de Austria y siguió componiendo. Tardó 40 días en terminar la ópera que en secreto llamaba La maldición.

Tres meses antes del estreno, “el gobernador militar de Venecia deplora que el poeta Piave y el célebre músico Verdi no hayan sabido escoger otro campo para hacer brotar sus talentos, que el de la repugnante inmoralidad y obscena trivialidad del argumento del libreto titulado La maledizione. Su Excelencia ha dispuesto vetar absolutamente la representación”. Se usó el título clandestino, averiguado por espías, para mostrar los alcances del poder gubernamental.

El secretario de La Fenice medió ante el gobierno austriaco y se impuso que la acción no transcurriera en la corte real francesa y cambiar el título. Verdi aceptó, pues quedaban intactas las principales escenas. El rey de Francia se transformó en el duque de Mantua, porque la familia Gonzaga y el ducado ya no existían, y así no ofendería a nadie. 

Se salvó el protagonista, por quien Verdi sentía predilección: un bufón deforme, amargo y mordaz, también padre amoroso, y el duque conservó su carácter cínico y libertino. Rigoletto hizo ver el sufrimiento de los oprimidos, condenó sutilmente los abusos del poder y la hipocresía de los cortesanos. Dardos contra el régimen austríaco. En 1855 los disparó contra el de los Borbones desde Las vísperas sicilianas.

Verdi volvió a sentir la censura, cuando del Teatro San Carlos de Nápoles le encargaron una ópera para el carnaval de 1858 y propuso la historia del rey Gustavo III de Suecia, asesinado en 1792. Los austriacos exigieron situar la acción en un país distinto y transformar el rey en señor feudal. Para la censura, representar un magnicidio podría sugerir ideas a los inconformes. De hecho, el día que el compositor llegó a Nápoles, atentaron contra Napoleón III en París y poco antes el rey de las Dos Sicilias había sido atacado por un soldado.

Se le ordenó reescribir toda la ópera. Verdi se negó y la dirección del teatro le propuso el libreto titulado Adelia degli Adimari, que llamaba burlonamente “degli animali” (de los animales), y lo rechazó. Fue demandado por incumplimiento de contrato y él contrademandó por daños y perjuicios. Los jueces le dieron la razón.

En 1861 surgió Italia. Fue coronado el rey Víctor Manuel II de Saboya y Verdi elegido senador en las primeras elecciones. Pero no puso fin a su carrera de compositor, ni sus óperas se libraron de vicisitudes: en 1867 estrenó Don Carlo en París, basada en la rebelión del príncipe contra el rey Felipe II de España. En ella se advierte que su percepción del poder era menos idealista, más desencantada. El público acogió con entusiasmo las primeras escenas. Pero la emperatriz española Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, ofendida por el libreto ‘antiespañol’, los clamores de libertad y la crítica al fanatismo religioso, volvió la espalda al espectáculo y todo vino abajo.

Cuando Verdi reescribió en 1881 Simón Boccanegra, le dio un carácter nacionalista que el original no tenía. El compositor era ya senador vitalicio y eso cambió su visión del argumento. En la nueva versión insertó una referencia a dos cartas de Petrarca, dirigidas a Boccanegra, primer dux de Génova, y al de Venecia, en las cuales les recordó que las dos ciudades son hijas de una misma madre, Italia. Con ello bastó para reforzar la autoridad del protagonista de la ópera. (El histórico murió en 1362, envenenado).

Se dice que Simón Boccanegra encarna lo que Verdi pudo ser y no fue en política, y plasmó en el personaje lo que quiso proyectar en la nueva Italia.

El significado político de Va’ pensiero revivió en 2012, cuando Italia conmemoró 150 años de unificación y se representó Nabucco, dirigida por Ricardo Muti. Antes, el alcalde de Roma denunció los recortes al presupuesto de cultura que hacía el gobierno de Silvio Berlusconi, quien asistió a la función.

Según Muti, “la ópera se desarrolló normalmente y cuando llegamos al famoso coro, sentí que el público se ponía en tensión, ante el lamento de los esclavos que cantan «oh patria mía, tan bella y tan perdida». Cuando llegó a su fin, el público empezó a pedir un bis [repetición], mientras gritaba «Viva Italia» y «Viva Verdi»”.

Prosiguió: “Yo no quería solo hacer un bis. Tenía que haber una intención especial”. Entonces, alguien gritó desde el palco: “¡Larga vida a Italia!”. El director se dio vuelta y mirando al público y a Berlusconi, respondió: “Estoy de acuerdo. Larga vida a Italia, pero hoy siento vergüenza de lo que sucede en mi país. Accedo a vuestra petición, no solo por la dicha patriótica que siento, sino porque esta noche, cuando el coro cantó, pensé que si seguimos así vamos a matar la cultura sobre la cual se construyó la historia de Italia. En tal caso, nuestra patria, estaría de verdad bella y perdida”. Estallaron los aplausos, incluidos los artistas en escena.

Muti agregó: “Yo he callado durante muchos años. Ahora deberíamos darle sentido a este canto. Les propongo que cantemos todos. Comenzó el canto con la gente de pies y toda la Ópera de Roma también se levantó. Algunos integrantes del coro lloraban”.

Un imperio sostenido a punta de valses. La opereta surgió hacia 1860, en medio de una crisis económica que impedía montar óperas, ideada por Jacques Offenbach, compositor germano-francés. Alterna diálogos y música. Por tener una temática ligera, casi frívola, era menos costosa.

Offenbach desafió a Johann Strauss a componerlas, cuando éste ya era autor de valses famosos, aún vigentes. Entre 1871 y 1897 escribió 16, entre las cuales El murciélago (1874), goza de enorme popularidad. Alternan valses y polcas vieneses, y alguna danza folclórica húngara, para dar la falsa idea de unidad, en un ente político forzado como fue el Imperio Austrohúngaro.

El compositor fue el símbolo del optimismo para una sociedad austríaca que estaba en decadencia, después de la guerra francoprusiana de 1870 y el surgimiento de Alemania. Ni el emperador Francisco José, ni la emperatriz Sissy, ni la clase política se percataban de ello, deslumbrados como estaban con los valses de Strauss.

Con Franz Lehár comenzó la Edad de Plata de la opereta, con el mismo esquema musical de Strauss: valses, polcas y un tema húngaro. El imperio se hundió con la I Guerra Mundial, pero Léhar mantendría el compás hasta comienzos de la II.

La música en tiempos soviéticos. Durante los primeros años del régimen comunista en Rusia en 1917, se habló de crear una nueva música, incluida la ópera, cuya popularidad serviría para divulgar el credo bolchevique. Óperas como Wozzeck de Alban Berg y Der ferne Klang (El sonido distante) de Franz Schreker, a pesar de ser burgueses (capitalistas), tenían lo que buscaba el gobierno. Pero el público prefería las obras ‘vampukistas’, que mezclaban sentimentalismo, espíritu de aventura y tramas fabulosas, contenidos en Vampuka (1909) de Vladimir Erenberg. El título se convirtió en sinónimo de absurdo.

Inspirado en Wozzeck, Dimitri Shostakóvich se propuso componer una ópera basada en el cuento La nariz, de Nikolai Gogol, en 1928. Cuando la estrenó en 1930, eran otras las políticas culturales soviéticas. El compositor fue acusado de estar sujeto al “formalismo burgués”, cuando lo correcto era el “realismo socialista”, con un lenguaje accesible al gran público. Un crítico dijo que la ópera era “una bomba arrojada por un anarquista”.

Shostakóvich ignoró las insinuaciones y en 1936 publicó Lady Macbeth de Minsk. Un artículo anónimo publicado en el diario Pravda, atribuido al dictador Josef Stalin, la tildó de “chabacana, primitiva y vulgar”. El músico fue acusado de ser “enemigo del pueblo” y estuvo a punto de ser fusilado. Con la condena de su segunda ópera, la primera quedó censurada implícitamente. Shostakóvich jamás se recuperó de ese golpe.

La ópera de la libertad. Ludwig van Beethoven expresó sus opiniones políticas en sus sinfonías n° 3 Heroica, El triunfo de Wellington y aun la n° 9 Coral, y la obertura Egmont. En cambio, el argumento de su única ópera, Fidelio (1805), exalta la lealtad y la fidelidad conyugal, porque la protagonista se disfraza de hombre para entrar a la prisión donde está su esposo como preso político de un tirano. Al conseguir su liberación, la obra se convierte en canto a la libertad. Ésta fue la razón por la cual varios teatros de ópera en Europa fueron reinaugurados con la representación de Fidelio luego de finalizada la II Guerra Mundial, que terminó con el sanguinario régimen nazi.

Epílogo. Solo en Italia podría surgir una extravagancia artística como es la ópera. Un complejo entretenimiento que también cuenta la historia de los recientes cuatro siglos.

La política subió al escenario de la ópera (I)

Junto con la salsa boloñesa, el queso mozzarella, el café capuccino y los vinos de Campania, la ópera simboliza lo italiano. Solo en Italia podría surgir semejante extravagancia artística y primer sistema multimedia de la historia, que combina canto, música, dramaturgia, actuación, danza, pintura, arquitectura y luminotecnia. La ópera no fue una expresión abstracta, sino una mirada estética e idealista a una realidad también turbulenta. Se valió de la política para salir a la luz, porque una idea tan ambiciosa necesitaba la ayuda de los poderosos.

Por Álvaro Gärtner. Junto con la salsa boloñesa, el queso mozzarella, el café capuccino y los vinos de Campania, la ópera simboliza lo italiano. Solo en Italia podría surgir semejante extravagancia artística y primer sistema multimedia de la historia, que combina canto, música, dramaturgia, actuación, danza, pintura, arquitectura y luminotecnia.

Como todo arte refinado en el Renacimiento y el Barroco, la ópera no fue una expresión abstracta, sino una mirada estética e idealista a una realidad también turbulenta. Se valió de la política para salir a la luz, porque una idea tan ambiciosa necesitaba la ayuda de los poderosos: la primera cuya música se conserva completa, Eurídice, fue compuesta por Jacopo Peri en 1600, para la boda de María de Médicis y el rey Enrique IV de Francia.

Los invitados a Florencia se deslumbraron con lo jamás visto antes. Uno de ellos, Vincenzo Gonzaga duque de Mantua, no se dejaría opacar por la familia con la cual rivalizaba en poderío y ostentación. Como su maestro de música de corte Claudio Monteverdi también asistió, le encargó una ópera basada en el mismo mito griego.

Siete años tardó el buen Claudio en pergeñar L’Orfeo, desde la perspectiva del marido de Eurídice. Con ella triunfaron los Gonzaga sobre los Médicis: la primera parte de la obertura es el himno del duque de Mantua y la ópera está entre las 100 más representadas en la actualidad, mientras la de Peri es apenas una referencia.

Desde su aparición, la ópera fue instrumento de poder. La idea pudiera extrañar hoy, cuando muchos la creen pasatiempo de viejitos ricos, con una música que no incita a tomarse ni un aguardiente. Pero si se recuerda que durante casi 300 años tuvo la influencia que hoy ejerce el cine, empieza a entenderse su importancia.

Como toda novedad de su tiempo, se necesitaba el aval de una Iglesia Católica proclive a condenar toda forma de diversión, sobre todo musical. Pero una cosa era la institución y otra sus sacerdotes, incluidos papables como Maffeo Barberini.

Cuando en 1623 fue elegido como Urbano VIII, el Colegio Cardenalicio no dio importancia a su afición por la ópera, o él supo ocultarla hábilmente. El buen pontífice decidió renovar sus propiedades personales: en 1631 despidió su viejo palacio e inauguró el nuevo con el estreno de Il Sant’Alessio de Stefano Landi. Esta ópera fue como una aristocrática versión de los pueblerinos autos sacramentales de la Edad Media.

Con la bendición papal, el experimento de Peri y Monteverdi se remontó a las alturas.

Compositor y cortesano. A los franceses del siglo XVII hacía más gracia bailar que cantar. Hasta cuando Giulio Raimondo Mazarini, un libertino militar y diplomático italiano se coló en el Palacio de las Tullerías. Por sus buenos oficios fue nombrado cardenal sin ser sacerdote, primer ministro y regente durante la infancia de Luis XIV.

El cardenal Mazarino se propuso italianizar las costumbres cortesanas. En 1652 llevó a un joven bailarín de ballet y violinista florentino llamado Jean-Baptiste Lully. Sin embargo, cuando incluyó una ópera italiana en la celebración del matrimonio del rey Luis con María Teresa de Austria, en 1660, contrató al reputado compositor Francesco Cavalli.

Éste compuso Ercole amante como un espectáculo de enormes proporciones, con una música grandiosa. Lully se encargó de los ballets. Para la escenografía fue construida sofisticada maquinaria, como un brazo mecánico capaz de desplazar a más de 50 bailarines.

El propio rey como “primer bailarín del reino”, participó en las danzas, sin verse molesto por ser comparado con un Hércules inmoral, que seduce a la novia de su hijo. La engañada esposa hace vestir al infiel con una túnica envenenada, causándole una muerte horrible. Es posible que a Luis le agradase más la alusión a su transformación de simple mortal en rey, cuando los dioses llevan el fallecido al Olimpo.

Como perfecto cortesano y hábil negociante, Lully supo ganarse el favor del monarca, quien lo nombró Superintendente de la Música de Su Majestad. Se propuso sacar una ópera netamente francesa, al combinar el teatro lírico italiano con ballet, algo no tan difícil para un bisexual como él. Si bien la idea fue de ignotos músicos de provincia, el real compositor obtuvo del rey el monopolio sobre ese género, que depuró a través de trece obras, la primera de las cuales Cadmus et Hermione (1673).

Compositor, obispo, diplomático y espía. Stefano Agostini tenía apenas once años y ya era conocido en los escenarios operísticos de Venecia. Fue llevado a la corte de Munich, donde forjó amistad con el futuro príncipe elector Maximiliano II Emanuel de Baviera. Después de ordenarse sacerdote, el italiano empezó a componer óperas, que también cantó, con una voz de alabada belleza.

Los libretos tenían marcado tono político: Marco Aurelio (1681) trata de las obligaciones del gobernante con su pueblo y su esposa. Niobe, regina di Tebe (1688) critica la arrogancia de Max Emanuel. La libertà contenta (1693) condena la promiscuidad y exalta la fidelidad, a raíz de la escandalosa relación de la princesa Sophía Dorothea con el conde sueco Philipp von Königsmarck.

Ese año, Agostini se trasladó al ducado de Hannover, donde empezó su carrera diplomática. Fue enviado a Bruselas, donde el Elector de Baviera era gobernador de los Países Bajos españoles, logrando para el ducado hannoveriano el rango de electorado. La lealtad de Max Emanuel se balanceaba entre el Imperio Alemán y la Francia de Luis XIV. El príncipe se volvió hostil con su antiguo protegido y éste renunció para no ser arrestado. Se quedó en Munich fingiéndose enfermo, para dedicarse al espionaje.

En la corte de Düsseldorf llegó a ser presidente general del gobierno y obispo de Spiga. Medió exitosamente entre el papa y el sacro emperador, siendo nombrado vicario apostólico del norte de Alemania. Y entre gestión y gestión, seguía componiendo óperas como Henrico Leone. El duque Ernesto Augusto de Sajonia-Weimar la hacía representar para “que la posteridad no olvide todos los Estados que pertenecieron a esta casa” ducal.

Steffani también intervino en las negociaciones diplomáticas anteriores a la Guerra de Sucesión española (1701-1713). Causó una penuria económica tan grande en Europa, que obligó al papado a prohibir la ópera en Italia.

Una ópera políticamente incorrecta. El teórico musical y compositor Jean-Philippe Rameau comenzó a escribir óperas pasados los 50 años de edad. La mayoría de las 31 que dejó, fueron aclamadas por Diderot y Voltaire. Con su música, el Barroco francés llegó a su punto más alto y anticipa el romanticismo del siglo XIX.

Platée fue la primera ópera cómica de Rameau. Fue estrenada en la boda del heredero al trono de Francia con la infanta María Teresa Rafaela de España, en 1745. Cuenta la historia de una fea ninfa de los pantanos, a quien algunos dioses del Olimpo hacen creer que Júpiter está enamorado de ella.​ La idea era humillarla por su aspecto. En las melodías se reiteran las asonancias en “oi” (pronunciadas “uá”, en francés), para imitar el canto de las ranas.

La novia distaba de ser bonita y sin embargo, los regios desposados disfrutaron de la representación. Rameau fue poco después nombrado Compositor de la Cámara del Rey, con elevado salario.

Libreto para criticar al enemigo. Federico II el Grande fue prototipo del monarca ilustrado: jurista, filósofo, poeta, melómano, flautista y mecenas del arte. Y un estratega militar que convirtió su país en una gran potencia europea.

Federico II el Grande de Prusia personificó en Moctezuma la visión que tenía de sí mismo y de la política. Montezuma (título original en italiano) se estrenó en Berlín, en 1755.

Cuando el compositor Carl Heinrich Graun publicó su ópera sobre Moctezuma, ya 20 años atrás Vivaldi había abordado el tema de la conquista de México.

En su época había curiosidad acerca del mundo más allá de Europa. El rey de Prusia admiraba tanto al emperador azteca Moctezuma, que se propuso escribir un libreto de ópera sobre la conquista de México, lo cual no era común en un gobernante.

Federico personificó en Moctezuma la visión que tenía de sí mismo y de la política. Como anticatólico y enemigo de España, hizo énfasis en la crueldad de los conquistadores españoles, en especial Hernán Cortés.

Encargó la música a su amigo Carl Heinrich Graun, estupendo y prolífico compositor hoy casi olvidado. Montezuma (título original en italiano) se estrenó en Berlín, en 1755.

El protagonista se presenta como un gobernante justo y respetuoso de sus súbditos. Es su deber y no un mérito. En cambio, Cortés y su lugarteniente Pánfilo de Narváez están llenos de malas intenciones, codicia e hipocresía, al aprovecharse de la hospitalidad de Montezuma para invadir Tenochtitlán. Cuando éste se entera del engaño, sigue una larga confrontación con el invasor, en la cual ambos hablan de “barbarie”, con un nuevo sentido: los bárbaros no son los indígenas, sino los conquistadores, por tramposos.

La visión Federico II el Grande acerca de esta historia, acreció la leyenda negra de la conquista española de América. Por supuesto, la ópera causó malestar en España.

Teatro y ópera revolucionarios. Las causas sociales, políticas y económicas de la Revolución Francesa están suficientemente estudiadas. No tanto, la incidencia de las obras teatrales de Pierre Agustín Caron de Beaumarchais y las óperas compuestas sobre ellas, estrenadas pocos años antes del alzamiento. Sus representaciones permitieron tomar conciencia de la situación imperante.

Lejos de ser teatro panfletario, las divertidas comedias invertían el orden: los protagonistas eran sirvientes inteligentes, que resolvían los problemas de amos aristócratas medio pendejos. La nobleza misma rio y aplaudió, por creerlo imposible.

Beaumarchais distaba de ser un revolucionario: dio clases de arpa a las hijas de Luis XV y fue su secretario. El monarca lo envió a Inglaterra, los Países Bajos, los principados alemanes y Austria, a impedir la publicación de dañinos panfletos. Fue y acusado de espionaje encarcelado. Abogó por la intervención francesa en la independencia de los EEUU y a través suyo se envió en secreto dinero a los norteamericanos. Por propia cuenta, Beaumarchais les vendió armas y municiones, que envió en una flota privada. Tenía gran habilidad para los negocios y los matrimonios: los dos primeros fueron con mujeres muy ricas y mayores, las cuales tuvieron la delicadeza de fallecer al año de casadas.

En medio de sus actividades, escribió una trilogía teatral sobre Fígaro*, un hombre del pueblo, astuto y audaz, burlón e irreverente, que siempre tiene a mano la solución para los problemas de los aristócratas. De esa forma también pone en evidencia su incapacidad y su hipocresía, con frases agudas de gran contenido social.

El primer capítulo fue El barbero de Sevilla, estrenado en 1775 con enorme éxito: Fígaro se las ingenia para arrancar a la joven y rica huérfana Rosina, de las garras de un viejo y avaricioso tutor que planea casarse con ella, para hacerse a su fortuna. El conde de Almaviva, un filipichín enamoradizo, quiere a la muchacha para sí y cuenta con la ayuda del sagaz. En 1782, Giovanni Paisiello lo convirtió en la ópera, siete años antes de la revolución. La versión más conocida hoy es la de Gioacchino Rossini (1816).

Beaumarchais publicó en 1784 Las bodas de Fígaro: el barbero está prometido con la bella doméstica Susana y el conde de Almaviva planea revivir el derecho de pernada para disfrutarla, pero es descubierto. Los novios, con ayuda de la condesa Rosina, desenmascaran al noble, un pelmazo inútil. Wolfgang Amadeus Mozart convirtió la comedia en ópera bufa en 1786. El emperador José II de Austria la consideró “altamente escandalosa” y prohibió su representación, sin impedir la publicación de la partitura, diciendo que los sirvientes iban al teatro, pero no leían notas musicales. También estuvo vetada en Francia durante más de seis años.

En 1787 fue estrenada en París la ópera Tarare, libreto del propio Beaumarchais y música de Antonio Salieri. Fueron necesarios numerosos guardias para contener la muchedumbre agolpada frente al teatro. Se esperaba que si Fígaro había criticado abiertamente la opresión feudal, la nueva obra también traería agudos mensajes políticos.

El argumento gira en torno de un déspota cruel y egoísta, que odia a su mejor soldado, de origen humilde, solo porque es feliz en su vida y amado por el pueblo, a causa de su valor y lealtad. Los sufrimientos que le inflige provocan y su derrocamiento. En su lugar es puesto el militar. El epílogo es contundente: Mortal: quien seas, príncipe, sacerdote o soldado; hombre, tu grandeza en la tierra no pertenece a tu estado; tu carácter lo es todo.

Napoleón Bonaparte afirmaría:Fígaro fue la Revolución Francesa puesta en práctica”.

Esta historia continuará…

Antonio Bernardi: Italia Caminante ´Uno dei Nostri´

Este es un homenaje de la Embajada de Italia en Colombia a Antonio Bernardi Defina, dentro del proyecto Italia Caminante- Uno dei Nostri en la XX Semana de la Lengua, la Cultura y la Memoria Italiana en el Mundo: un reconocimiento a su legado urbanístico y arquitectónico en las ciudades colombianas: Manizales, Armenia, Ibagué, Girardot, Bogotá y Cali.

Este es un homenaje de la Embajada de Italia en Colombia a Antonio Bernardi Defina, dentro del proyecto Italia Caminante- Uno dei Nostri en la  XX Semana de la Lengua, la Cultura y la Memoria Italiana en el Mundo: un reconocimiento a su legado urbanístico y arquitectónico en las ciudades colombianas: Manizales, Armenia, Ibagué, Girardot, Bogotá y Cali.

El historiador y gestor cultural, Nelson Osorio Lozano, Commendatore di Prima Classe della Stella d’Italia, ha recopilado seis historias de vida y de valor alrededor de la contribución moral y material de los migrantes italianos a nuestro proyecto de Nación.

Nelson define a Antonio Bernardi como constructor, proyectista urbano: el orgullo de edificar «a la italiana», de los Alpes vénetos al tropical Valle del Cauca. Una historia, una raíz, un árbol frondoso.

Italia caminante: la migración a Colombia y sus héroes I. El matemático Carlo Federici

Uno de los nuestros: Seis historias de vida y de valor alrededor de la contribución moral y material de los migrantes italianos a nuestro proyecto de Nación colombiana, en el marco de la celebración de la XX Semana de la Lengua, la Cultura y la Memoria Italiana en el Mundo. El primer documental es en homenaje al matemático Carlo Federici Casa: una vida para la enseñanza.

«Uno dei Nostri» – Uno de los nuestros: Seis historias de vida y de valor alrededor de la contribución moral y material de los migrantes italianos a nuestro proyecto de Nación, desde el lunes 19 al sábado 24 de octubre. Este es un proyecto de la Embajada de Italia en Colombia en el marco de Celebración de la XX Semana de la Lengua, la Cultura y la Memoria Italiana en el Mundo, a cargo del historiador y gestor cultural, Nelson Osorio Lozano, Commendatore di Prima Classe della Stella d’Italia.

El matemático Carlo Federici Casa: una vida para la enseñanza (Ventimiglia, Imperia, 1906 – Bogotá -2005). El primer documental de esta serie es un homenaje dedicado al profesor Federici, quien llegaría el 8 de abril de 1948,a Colombia, contratado como docente por la Universidad Nacional de Bogotá para su departamento de Matemáticas y donde sería un agente de cambio por su aporte metodológico de una pedagogía activa aplicada a la ciencias, específicamente en los campos de la física y las matemáticas. Sus alumnos a lo largo de cinco décadas reconocen el gran aporte de este catedrático italiano.

En la etapa final de su vida este matemático ilustre asumiría la rectoría del Colegio Italiano Leonardo da Vinci de Bogotá y en 2005 recibiría de parte del Gobierno, la nacionalidad colombiana.

Llegaron los inmigrantes italianos: sesenta novios para otras tantas caleñas

Ante la crisis económica, política y social, que todavía a principios de la década de los cincuenta se vivía en Europa por causa de la II Guerra Mundial, este selecto grupo de hombres se aventuró en 1952, con sus propios recursos a buscar un espacio en el continente suramericano. ¿Por qué Cali? y no el “sueño americano” por vía de Nueva York como era costumbre hacerlo desde el siglo XIX. O por el contrario a estos grupos le correspondió esta parte del mundo de cientos que abordaron un trasatlántico.

Por Yamid Galindo Cardona*. La historia no es de ahora, sucedió a mediados del siglo pasado. Aunque en la actualidad encontramos a muchos forasteros, entre esos italianos, que buscan una novia por estos lados del continente, casi siempre por medio de la conexión a internet o por la postulación en una agencia matrimonial; una apuesta a la que ellos en el extranjero, y ellas –estimuladas por mejorar una posición económica y social- en nuestras ciudades, apuntan.

¨La dirección de la oficina de planeación económica, dependiente de la presidencia de la república, adelanta estudios para la adjudicación de zonas en el país a los cupos de inmigración que deben llegar en el curso del año entrante, sobre todo de países europeos, principalmente de Italia, en donde se ha hecho la selección de familias de reconocida inclinación a la faena agrícola…¨

Periódico Relator 1952. La noticia fue publicada con gran relevancia en un periódico local, decía que eran jóvenes bien plantados, gentiles, simpáticos y con ganas de trabajar, llegados a la región vallecaucana el primer día del año 1952 por el puerto de Buenaventura, y hospedados en el Hotel “Los Balkanes” de la ciudad de Cali. El objetivo inicial de estos inmigrantes era trabajar y, según la entrevista que les efectuara el reportero del periódico Relator, se especializaban en diversas ramas de la agricultura, anotando:

[…] Y nos iremos directamente a la tierra. Sabemos que aquí hay posibilidades de trabajo y nosotros nos sentimos frente a este país con la vida y el porvenir por delante. Nuestro jefe el doctor Laurini, es profesional en Ciencias Agrarias. Otro de nuestros jefes es el doctor Eder Artoni, el iniciador y organizador principal de esta inmigración. Otros somos mecánicos, carroceros, electricistas, albañiles etc.
– ¿Por cuenta de quién hicieron el viaje? Con nuestros propios recursos hasta Buenaventura. Hemos traído todo lo necesario.
– ¿Cuál es el programa de ustedes? En primer término, trabajar.
– ¿Ya vieron las caleñas? Hermosísimas. De manera que nuestro segundo fin será el contraer matrimonio con ellas, ya que la mayoría de nosotros estamos solteros. Y ya los colombianos conocen los excelentes maridos que resultamos. (enero 2 de 1952, Cali).

En la foto parte de los italianos llegados a Cali. Periódico Relator, 2 de enero 1952.

El entrevistador, un poco emocionado, sigue su relato informándonos que los muchachos son alegres, locuaces y de gran viveza intelectual; agregando que cuando las mujeres los vean, “les echaran el guante para el altar, porque en verdad ellos están ideales para mejorar la raza, estamos seguros de que con esta inmigración habrá por lo menos más de 40 señoritas vallecaucanas que dejarán de ser solteras. ¡De ellas depende!”.

La llegada de tan selecta y juvenil inmigración de italianos. Igualmente, el corresponsal entrevistó al señor Lucio Velasco, jefe de economía agrícola de la Secretaría de Agricultura del Valle, quién informaba que estaba optimista con la llegada de tan selecta y juvenil inmigración de italianos quienes se iban a vincular al trabajo nacional para contribuir a la estructura económica del país, además de tener ya algunos vínculos con hacendados que les darían un espacio en sus tierras a partir de las ambiciones salariales que cada uno tuviera, y así adjudicarles un empleo. La noticia también informaba que desde Bogotá había venido un delegado del Ministerio de Relaciones Exteriores, quien agradecía, al ser interrogado, la colaboración especial de cada una de las autoridades de la región con los ilustres visitantes y, que en palabras del funcionario “traían a Colombia el aporte de sus vidas bizarras, de sus conocimientos y de su esfuerzo para tecnificar el trabajo nacional”.

Para que la información fuera completa, el diario divulgó los nombres de los llegados a la sultana del valle, clasificándolos por profesión así: –Agricultores: Guido Trauzi, Doménico Hari, Humberto Bennassi, Alfredo Amoretti, Alfonso Bordi, Sergio Corbelleta, Mauro Bruni, Maurilo Bruchi, Armando Briccoli, Doménico Del Vlaestro, Pride Busi, Hermes Tramelli, Arturo Piertalunga, Eddio Raverberi, Bruno Gruppini, Renzo ..llarl, Dorino Lodolini, Flaminio Molinari, Aldo Oposi, Odoaurdo Guatromini, Dandi Satori, Pietro Dignali, Rolando Briccoli, Sergio Orlandeli, Artemio Gotti, Soccolni Mauro, Soccoini Enrico, Luigi Vignali, Oreste Terboilli, Sartori Luigi, Sartori Dante, Pietro Ricoboni, Libio Minolí, Edio Maestro, Doménico Ferrari, Maestri Gino, Aldo Mantiagari. Constructor: Marcio Bercelli, Francisco Ferrante, Pietro Molinari, Giacobbi Testi, Marcelo Campri, Renzo Campri, Mario Folli, Villarini Gian Carbo. –Electricista: Silvio Montiverdi. –Mecánico: Pierino Montiverdi, Elio Callegari. –Electricista: Nando Piesti. –Mecánico electricista: Renzo Ramazoni. –Soldador eléctrico: Matrio Onori. –Zapatero: Alberto Avanzi.

¿Cuál es el plan de acción de los viajeros? La misma edición de prensa divulgaba la información entregada por el secretario de agricultura departamental, mencionando que los europeos habían llegado al puerto de Buenaventura a las 5 de la tarde, que tenían entre 19 y 45 años, y que sin omitir ninguna formalidad legal se les había facilitado lo concerniente al pasaporte y aduanas. Ante la pregunta: ¿Cuál es el plan de acción de los viajeros?, este representante gubernamental respondió: “Si bien es cierto que todos estos profesionales han viajado por su cuenta y riesgo, el gobierno los ha apoyado, teniendo en cuenta que su trabajo en el país debe redundar en provecho para los trabajadores y también para la economía nacional”.

Agitación en los frentes femeninos. Dos días después del despliegue periodístico ofrecido por la llegada de estos visitantes, Relator explicaba en una columna que a partir de lo narrado por los italianos -que en su gran mayoría eran solteros, garridos y laboriosos-, con respecto a buscar trabajo en la región y matrimonio con las bellezas caleñas, se había presentado agitación en los frentes femeninos:

[…] Pocos momentos después de que empezó a circular RELATOR con el reportaje, empezó a sonar el teléfono del Hotel “Los Balkanes” donde se hospedan los inmigrantes, con cordiales llamadas de saludo. En las horas de la noche llegaron comisiones de damas clarísimas quienes invitaron a varios italianos y los agasajaron en su casa y les dieron las primeras lecciones de los bailes colombianos. Los muchachos pasaron realmente horas dichosas y se muestran profundamente agradecidos de la hospitalidad cálida que han recibido en Colombia. De la ciudad hablan fervorosamente y manifiestan que Cali es un auténtico paraíso poblado de mujeres maravillosas. El jefe de los inmigrantes Eder Artoni, nos hizo hoy esta declaración: -Estoy realmente conmovido con la recepción que nos han dado las autoridades, el ilustrísimo señor obispo de la Diócesis, los industriales, los agricultores y la sociedad caleña en general. Este hecho compromete aún más nuestro anhelo de vincularnos a Colombia de corazón y eternamente. Debo manifestar mi emoción especial ante la gentileza e hidalguía de las adorables y hermosísimas caleñas quienes han sido de las primeras en darnos una excitante bienvenida (enero 3 de 1952).

La noticia expuesta trae consigo algunas conjeturas que vale la pena asumir, agregando que es la única referencia encontrada en este periódico, sin tener reseñas posteriores, pero con la posibilidad de que otros órganos periodísticos existentes en el período como eran el Diario del Pacífico y El País.

-Por la información reseñada con respecto a los empleados gubernamentales que los asistieron a su llegada al puerto de Buenaventura y la ciudad de Cali, se deduce que hubo un plan trazado que involucró a Italia y Colombia con sus ministerios de relaciones exteriores.  

¨El doctor Garcés Giraldo se mostró entusiasmado ante los comienzos de una política inmigratoria iniciada ahora por Colombia, aunque por cierto modestamente, con la llegada de 60 profesionales, especialmente agricultores procedentes de la ubérrima región de Parma, en Italia…¨

¿Por qué Cali? -Ante la crisis económica, política y social, que todavía a principios de la década de los cincuenta se vivía en Europa por causa de la II Guerra Mundial, este selecto grupo de hombres se aventuró con sus propios recursos a buscar un espacio en el continente suramericano. ¿Por qué Cali? y no el “sueño americano” por vía de Nueva York como era costumbre hacerlo desde el siglo XIX. O por el contrario a estos grupos le correspondió esta parte del mundo de cientos que abordaron un trasatlántico.

-Particular que todavía en el periodo se tenga la “intención”, dejada entrever por quien escribe la noticia en el Relator, de “mejorar la raza” –una política muy debatida en las primeras décadas del siglo XX en nuestro país- a partir de las posibles uniones matrimoniales que se den con por lo menos 40 señoritas caleñas; y que estas hubieran buscado con afán una amistad a partir de lo leído y comentado por los extranjeros hasta el punto de llevarlos a sus casas y ponerlos a tono con la idiosincrasia nacional por medio de nuestros bailes típicos.

-¿Cuántos de estos italianos fueron vinculados a la mano de obra que necesitaba la región vallecaucana?, ¿Quiénes se quedaron y se unieron maritalmente?, ¿Cuántos se dirigieron a otros espacios de Colombia?, ¿Cuántos regresaron a Italia o prosiguieron a otro país?, ¿Avanzó el sector agrícola y laboral del Valle del Cauca con los extranjeros vinculados laboralmente a partir de la idea planteada según la cual contribuirían a la estructura económica del país?

Tal vez la respuesta a las anteriores preguntas vendría de un análisis más profundo que identifique a través de censos que ciudadanos italianos se instalaron en Cali y sus alrededores, de posibles descendientes que den cuenta de esas vidas por medio de la tradición oral o por el contrario de una investigación que profundice sobre los inmigrantes que llegaron a la región vallecaucana en la postguerra.

En conclusión, hay que agregar que la noticia de los italianos llegados a Cali en 1952, se asemeja a las búsquedas de muchos nacionales que viajan al extranjero a “mejorar” su estatus de vida por medio de un empleo que le posibilite enviar mesadas a su familia, casi siempre apuntando a los Estados Unidos y España. También muy parecido a aquella quimera creada por un alcalde de Cali a unos ciudadanos desempleados que, por medio de una convocatoria, asistieron a un sorteo para ser seleccionados y llevados a España para cumplir labores agrícolas, con la diferencia que estos ilusos quedaron con la maleta hecha y las ganas intactas.

Para terminar, actualmente encontramos en los extranjeros otras razones para venir al país, fuera de estar las laborales, es costumbre que Colombia sea un punto propicio para el turismo sexual y directamente el vinculado con las drogas, paraíso especial que ofrece una gran gama de ese factor económico prohibido pero vigente.

Artículo publicado en el blog Historias en Cine-y-Filo (20/11/2009)

https://yamidencine-y-filo.blogspot.com/2009/11/

Yamid Galindo Cardona. Bogotá D.C. Colombia. Licenciado en Historia, Universidad del Valle. Magister en Historia, Universidad Nacional de Colombia. Diplomado en Gestión del Patrimonio Audiovisual, Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano.

De Turín para el mundo: arranca Terra Madre Salone del Gusto 2020 de Slow Food

Comienza en Turín y en la web el largo viaje de seis meses de Terra Madre Salone del Gusto 2020, el festival global físico y digital que celebra con el lema Nuestro alimento, Nuestro Planeta, Nuestro Futuro, el patrimonio alimenticio de los sitios más recónditos del planeta y el cual se extenderá desde el Piemonte italiano a 160 países y a cientos de miles de personas.

Por Irene Garcés Medrano*. Este jueves 8 de octubre, comienza en Turín y en la web el largo viaje de seis meses de Terra Madre Salone del Gusto 2020, el festival global físico y digital que celebra con el lema Nuestro alimento, Nuestro Planeta, Nuestro Futuro, el patrimonio alimenticio de los sitios más recónditos del planeta y el cual se extenderá desde el Piemonte italiano a 160  países y a cientos de miles de personas.

Hemos hecho una verdadera revolución: la pandemia Covid-19 nos ha estimulado a organizar un evento diferente, dijo Carla Coccolo, directora de eventos de Slow Food, quien añadió: hemos pensado en un formato que combine eventos online y presenciales, iniciativas que lleven al público a encontrarse con productores directamente en sus lugares de trabajo o asistir a conferencias desde la comodidad de casa con académicos de todo el mundo, o conocer los secretos para la preparación de una focaccia o la sidra

Turín y el Piemonte serán el centro: fue aquí donde inició en 1996 el recorrido del Salone del Gusto y es desde aquí donde simbólicamente empieza la XIII edición de 2020, con una serie de cenas, degustaciones, reuniones, talleres, conferencias, muestras, películas y conciertos durante cinco días (8 al 12 de octubre), que serán el aperitivo a los más de 200 eventos de la programación prevista hasta abril de 2021.

A través de la plataforma www.terramadresalonedelgusto.com el público podrá acceder en forma gratuita, a productores y campesinos directamente en sus lugares de trabajo, participar en conferencias con académicos de todo el mundo o, simplemente, conocer los secretos de la preparación de una focaccia o como transformar un fruto en una bebida.

Inauguración. A partir de las 12 m. se llevará a cabo el acto inaugural, intervendrán a través de video, el Presidente del Parlamento Europeo, el italiano Davide Sassoli; la vicepresidenta del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD), Marie Haga, y el presidente de Slow Food, Carlo Petrini.

La presentación del último libro de Carlo Petrini, Terrafutura. Diálogos con el Papa Francisco sobre ecología integral, está programado para el 9 de octubre.

En la tarde se iniciará con la conferencia Nuevas geografías y posibles futuros en la cual discutirán sobre cómo superar las fronteras nacionales y unir a los pueblos a partir del ecosistema en el que viven: Franco Farinelli, ex profesor de Geografía en la Universidad de Boloña y catedrático de la Universidad de Ginebra; Paul Collier, director del Centro de Crecimiento Internacional de Londres (IGC), y Virginie Raisson, analista de relaciones internacionales y directora del centro de investigación francés Lépac.

Terra Madre ofrecerá interpretaciones de lo que está sucediendo en el mundo y representa una oportunidad para pensar cómo asegurar un mejor futuro para el planeta y quienes lo viven. Según Slow Food, la única forma de garantizar una alimentación buena, limpia, saludable y justa para todos es proteger la biodiversidad en todos sus significados: desde el nivel invisible de las bacterias hasta el de las especies, los saberes y las culturas.

Tenemos la responsabilidad de informarnos, de conocer y el compromiso de salvar la biodiversidad, proteger la belleza, defender el aire, el agua limpia, y garantizar el bienestar y la salud: afirmó Serena Milano, directora de los Proyectos Slow Food sobre Biodiversidad, quien agregó que también se abordará la temática de cómo regenerar la fertilidad del suelo, conscientes de que podemos cambiar el clima incluso sentados a la mesa de un restaurante: el mundo está interconectado y las relaciones causa-efecto a menudo escapan a nuestros ojos.

Lo explica bien Larissa Bombardi, la protagonista del Food Talk del 11 de octubre, la docente sudamericana cuenta cómo Brasil consume el 25% de los pesticidas de todo el mundo, esparciéndolos en particular en las enormes plantaciones de soja y maíz, cultivos destinados a convertirse en alimento para animales (cuyos productos luego también terminan en nuestras mesas).  Y que requieren tanta tierra al punto que necesita la deforestación de grandes porciones de la Amazonía: dijo Milano.

Cali en la programación del Terra Madre 2020. Con el Convivium del Slow Food de Cali, el próximo 17 de octubre se celebrará la inclusión a la Red internacional de Mercados de la Tierra Slow Food del Mercado Orgánico de Cali Asoproorganicos, integrado por 30 campesinos y pequeños productores que representan a 70 familias del sur del Valle del Cauca y el norte del Cauca (Colombia). La programación (9 a.m. a 12 m) incluirá dos didácticas culinarias virtuales, en las cuales se reflejarán la influencia afro e indígena y la biodiversidad de la región, manifiesta en sus cocinas.

El planeta. Diálogos sobre soberanía alimentaria, agricultura regenerativa para suelos, cómo luchar contra el cambio climático, la educación alimentaria y la seguridad alimentaria, temas por los cuales el movimiento Slow Food apuesta desde hace más de treinta años, se darán desde Terra Madre Brasil (del 17 al 22 de noviembre), en Uganda donde Food Wise 2020 está programado para el 27 de noviembre, pasando por Terra Madre Filipinas.

Terra madre en clave japonesa. En Kobe (21 y 22 de noviembre), Slow Food Nippon organiza We Feed The Planet: Terra Madre en clave japonesa abordará la propiedad de semillas, pesca sostenible y apoyo a pequeñas comunidades pesqueras costeras.

*Graduada en Comunicación Social con énfasis en Periodismo, actividad que ama realizar en modo independiente en el ámbito cultural y ambiental.  Hortelana por pasión.

Historias de inmigrantes italianos en el Pacífico sur

El puerto fluvial de Barbacoas tuvo fuerte afluencia de inmigrantes europeos en el siglo XIX; quienes atraídos por la riqueza aurífera del río Telembí, llegaron a forjar un patrimonio económico, sólido como el oro de 18 quilates que extraían de sus minas. Se destacaron las familias italianas: Escruceri Andreotti, Rosasco Dallorso, Manosalva, Valente, Manzi Gallo, Solari y Cosanostra. Estos empresarios del precioso metal hacían sus exportaciones de lingotes por los puertos de Iscuandé y Tumaco (Nariño). Tres anécdotas de italianos a quienes en Tumaco les decían Bachiches.

Por Oscar Seidel*. Erozione idraulica. El puerto fluvial de Barbacoas tuvo fuerte afluencia de inmigrantes europeos en el siglo XIX; quienes atraídos por la riqueza aurífera del río Telembí, llegaron a forjar un patrimonio económico, sólido como el oro de 18 quilates que extraían de sus minas.

Se destacaron las familias italianas: Escruceri Andreotti, Rosasco Dallorso, Manosalva, Valente, Manzi Gallo, Solari y Cosanostra. Estos empresarios del precioso metal hacían sus exportaciones de lingotes por los puertos de Iscuandé y Tumaco. Con el correr del tiempo, entablaron buenas relaciones con las familias Márques y Benítez, cuyos antepasados habían nacido en Barbacoas, y quienes debido al auge comercial que tenía el puerto marítimo decidieron trasladarse de la selva al mar. Fue así como se dio la segunda ola inmigratoria de los italianos, quienes lograron abrir casas comerciales de fuertes nexos con Europa.

Pero no todos los ascendientes de italianos quisieron dedicarse al comercio, y más bien, algunos jóvenes sugirieron a sus padres que los enviasen a estudiar al país de sus abuelos. Uno de estos jóvenes fue Giacomo Manosalva, quien se decidió por los estudios de medicina en la Universidad de Palermo, y viajó hasta ese puerto del mediterráneo en el buque El Durazzo, que cada tres meses viajaba de Tumaco hacia Europa.

En el año 1926, se propagó en Tumaco la pandemia del paludismo o malaria, enfermedad tropical que casi diezma la población nativa, ya que no existían médicos ni antibióticos en el pueblo, y el incipiente hospital no daba abasto para atender la epidemia. Aprovechando que Giacomo Manosalva ya había terminado sus estudios de medicina, debieron comunicarse con él a través del famoso telegrama Marconi, para que regresara de urgencia al puerto y ayudara con sus conocimientos a disminuir el flagelo.

Cierto día, estando en su consultorio el doctor Manosalva tuvo la visita de su prima Gina Cosanostra, quien manifestó que su problema no era la malaria, sino la disfunción eréctil de su marido, el boyacense Parmenio Siachoque, personaje del altiplano que había llegado al puerto como auditor de la Aduana Nacional. Confesó Gina Cosanostra que, su marido echaba la culpa de su caída sexual al fuerte calor y al abundante espagueti que comían todos los días. No demoró mucho la consulta, puesto que el médico recetó a la prima que suministrara al marido todos los días un vaso de agua antes de acostarse, y eso sería santo remedio de La Madonna, puesto que la “preziosa” se pondría erguida como un riel del ferrocarril de Nariño. Terminó recomendando mucho juicio, y que al día siguiente le informara el resultado del tratamiento.

Amaneció. Muchos estaban esperando que hubiese noticias positivas, dado que el pueblo entero estaba enterado de la receta formulada. A eso de las nueve de la mañana, y en vista de que Gina Cosanostra no se presentó al consultorio del médico Manosalva, éste decidió ir hasta su casa. Cuando arribó al domicilio, encontró al par de esposos trasnochados y compungidos. No tardó el médico en preguntar qué había pasado. Ella tuvo que narrar que la noche anterior, tratando de asegurar una buena faena conyugal, había dado de beber a Parmenio una jarra completa de agua, y no el vaso de agua formulado, y como consecuencia, él no había tenido erección alguna, por estar orinando en el baño hasta el amanecer.

La noticia se propagó muy rápido por el puerto. Los tres personajes fueron la burla de toda la comunidad, y sus enemigos ingleses repartieron un panfleto que los involucraban con la invención de la falsa “erozione idraulica”. Para evitar el escarnio público, las dos familias decidieron irse a vivir a Italia. En la primera oportunidad que se presentó, emprendieron la tercera ola inmigratoria italiana, en el buque El Cérigo, que por esos días estaba anclado en la bahía.

La nacional è stata salvata. Era una opípara fiesta, tal como acostumbraban los italianos a celebrar el fin de año en Tumaco. De un momento a otro, Bruno – el primo camorrero – cayó de bruces al suelo, y se armó la algarabía. Yo, Salvatore, estaba mirando el mar por la ventana, puesto que la fiesta era de los mayores. Mi hermano Giacomo -quien cursaba tercer semestre de medicina en la Universidad Nacional- también estaba ausente revisando el libro de Anatomía que iba a utilizar en el próximo periodo.

Algunos alarmados comentaron que Bruno ingirió demasiada lasaña con salsa blanca y leche entera, y raviolis de requesón con tomate seco; otros de la familia especularon que era un cólico miserere o un vahído, producto de haber ingerido un vino añejo Vigna la Miccia de la Sicilia, y los más audaces se atrevieron a vaticinar que el primo se estaba haciendo el muerto para que las chicas se le acercaran.

Como el primo no despertaba, mi padre me alcanzó a ver recostado en la ventana, y gritó: “Salvatore ve a llamar a Giacomo, para que atienda esa masa informe tirada en el suelo”.

Quería además mi padre comprobar qué tanto mi hermano había aprendido en la universidad, y si la plata invertida en los estudios no era en vano. De manera diligente mi hermano se caló las gafas con lentes de aumento, se colgó el estetoscopio que mis padres le habían regalado de Navidad, y con toda la solemnidad de un galeno se puso a revisar al paciente. Le tomó la presión arterial y estaba bien, le dio algunos masajes al corazón y alcanzó a escuchar unos latidos, pero Bruno no despertaba…

La tensión empezó a aumentar en la fiesta; mi padre ya estaba desanimado porque Giacomo no reanimaba a Bruno, cuando el prospecto de médico se iluminó e hizo voltear el cuerpo, le hundió el estómago con las dos manos, y de manera inmediata se escuchó “un fuerte pedo con olor a mozzarella”. Mío caro tío Francesco que estaba pendiente de la experticia de mi hermano, como buen abogado que era, además de poseer un humor mordaz, sólo atinó a exclamar “Se salvó La Nacional”.

La fiesta continuó en medio de música napolitana, especialmente La Dona e Mobile y Funiculi Funiculà; gritaron fuertes vivas a Giacomo por el milagro realizado, y jamás volví a ver tan contento a mi padre como aquel fin de año.

Pieno Di Scarafaggi. La primera vez que el doctor Michael escuchó que su joven primo Benito estaba “lleno de cucarachas” fue en una reunión familiar de los Malatesta. Todos en la casa eran de ideas liberales, no comulgaban con los sermones de los curas, aborrecían la santa inquisición de los godos, y estaban alejados de las ideas fascistas del Duce Mussolini. Formaban parte de esa generación de jóvenes con ancestro italiano, que llegaron al Pacifico nariñense entre 1925 y 1970, unos a ejercer su profesión, y otros a manejar el negocio de la madera, con apellidos como Bernardi, Bornacelli, Montini, Minervini, Natale y Maglioni.

El refinado Benito había estudiado en el colegio de los jesuitas en Pasto, y su formación casi rayaba entre lo divino y lo perfecto. Para él no había suplicio mayor que su mamá lo llevara a pasar la Semana Santa a la finca de Bocagrande, pues no soportaba la falta de cultura del tío Gabriel, quien con dos tragos incorporados le daba por hablar de billar, y echarles vivas al partido liberal. Tampoco toleraba que se comentara sobre la pedofilia de los curas, y su costumbre de desayunar con “pollo sudado”.

El doctor Michael quien hizo sus estudios de Medicina en Guayaquil, quedó intrigado por el supuesto problema de su joven primo, y sin preguntar nada ni consultar con alguien de los Malatesta quiso sanarlo por el lado clínico, y no por el aspecto sociológico. Empezó investigando el área de la infectología, para ver si era compatible que una cucaracha viviera dentro del organismo humano sin causarle daño. Encontró que los áscaris se reproducían al interior del intestino, y que fácilmente podían vivir mucho tiempo, pero que al final causaban enfermedades parasitarias leves como anemia, y prurito anal.

Leyó libros de farmacología clínica para diagnosticar si podía darle porciones mínimas de Bórax mezcladas con agua de coco, puesto que dadas sus propiedades diuréticas le harían expulsar todos los bichos. Pero desistió de tratarlo de esa manera, porque el boticario local le aconsejó que le pudiera generar retortijones, ahogo, y secar el estómago, y allí si sería peor.

Esta inquietud de sacar las cucarachas también le fue consultada por el doctor Michael al pariente Samuel, músico de oído, quien dio una recomendación genial: “Pongamos a Benito cerca de un equipo de música, le hacemos sonar al lado de la barriga el disco de rock and roll de los años 50 de Elvis Presley, puesto que las vibraciones de las guitarras eléctricas imprimen histeria en los seres vivos, y ésta hará salir en estampida a las cucarachas”. Sin embargo, desecharon esta receta, porque en el único almacén de discos de Tumaco no encontraron existencias de este género musical, sólo había música antillana a la “tutti plen”.

Desesperado el doctor Michael por no encontrar remedio alguno, decidió consultar la última opción con el tío Francesco, quien era un abogado izquierdoso de la Universidad de Nariño. Éste le aconsejó que no “perdiera su tiempo” tratando de sanarlo por el lado clínico, dado que la solución era enviar a estudiar al refinado Benito a Bogotá, y que en cinco años verían cómo se le habían ido las cucarachas de la cabeza.

Toda la familia se puso de acuerdo. Los padres de Benito, cansados de su rigidez mental, decidieron que el hijo tenía que ser armónico con las ideas liberales, y lo matricularon en la facultad de Derecho de la Universidad Libre, cuyos postulados eran masónicos, pero, que ellos los desconocían. Al cabo del tiempo, regresó graduado de abogado al puerto, y en la reunión de bienvenida que le hicieron, se despachó con toda la doctrina Rosacrucista, explicando el significado de las columnas del templo de Salomón, la Cábala, y la expresión “entre escuadra y compás”. Habló, además, de los hijos de la viuda, sobre la vida de los grandes maestros grado 33, y que ojalá estuviera vivo el ex presidente Olaya Herrera para que arreglara este país de godos y bandoleros; lo que hizo espantar a todos los Malatesta de la reunión.

El tío Francesco, quien se había quedado libando vino con su hermano Gabriel y el doctor Michael, sólo vociferaba que habría sido mejor dejarle las cucarachas adentro de la cabeza del “iniciado” Benito, y no tener en la familia un personaje de estos que denigraba de su clásico espíritu liberal, y que había hecho pacto con Luzbel al cambiar el pensamiento jesuita por el de la masonería.

Foto de portada. Mariana Arias

*Oscar Seidel. La obra literaria de este escritor tumaqueño ha sido publicada en diferentes diarios. Tiene una columna de opinión en el periódico virtual PÁGINA10.COM de Pasto.

Ornella, la mujer más hermosa que pisó Santander de Quilichao

Nadie sabe el año exacto en que llegaron para filmar ´El Primer Amor nunca se olvida´ a Santander de Quilichao (Cauca), quizá entre 1973 y 1975, cuando Francesca Romana Rivelli, para el mundo Ornella Muti, con menos de veinte años, deslumbraba con su belleza.

Por Diego Chonta*. Nadie sabe a ciencia cierta cómo llegaron, quién escogió o quien les señaló en el mapa este pueblo alegre, casi perdido a los pies de la cordillera Central de Colombia, para filmar allí una historia que tampoco nadie supo cómo terminaba, porque nunca acabó.

 Llegaron una mañana de verano, en caravana, como suelen llegar los circos y de un momento a otro, trastocaron el tiempo, echaron para atrás el calendario, envejecieron las calles casi un siglo.

 Rellenaron con tierra roja y amarilla de las lomas de los alrededores las vías pavimentadas, ocultaron los postes de cemento de la energía para instalar sobre maderos viejas farolas de velas de cera, que alumbraban un poquito más que las luciérnagas, y el puente antiguo, de arco romano, recién inaugurado, fue la pasarela precisa para que sobre ella desfilara la mujer más hermosa del mundo. Se llamaba Ornella Muti, el nombre con el que diez años más tarde, le dieran de manera oficial, el título de la bella bellísima.

...Y el puente antiguo, de arco romano, recién inaugurado, fue la pasarela precisa para que sobre ella desfilara la mujer más hermosa del mundo: Ornella Muti. Foto de Carlos Eduardo Astudillo

 Pero aquí, en este lugar rodeado de árboles inmensos, los samanes, en estas tierras donde antes hubo oro, aquí tuvieron el gusto de saber primero que la belleza tenía un nombre.

 Los italianos llegaron también con su idioma cantado y pegadizo y revolucionaron todo, la sociedad, las mañanas tranquilas de colegio, las tardes que parecían todas de domingo y sembraron en cientos de testigos, la idea de que el cine no era tanta magia como parecía, que más bien era un plan que todos debían aprenderse de memoria. Y luego todo se juntaba.

A los pocos días ya los muchachos del colegio hablaban italiano y se despedían con arriverderchi y se saludaban con el bon giorno. Y los espaguetis de toda la vida, comenzaron a llamarse pasta.

Sin embargo, lo que más llamó la atención de aquella extraordinaria revolución de cámaras, luces, actores y extras, fue el hecho de que las mujeres de la alta sociedad quilichagueña, fuesen contratadas para hacer de lavanderas pobres en el río. Algunos dicen que las escogieron por su belleza, otros que porque el guión exigía lavanderas holandesas.

 Lo cierto es que allí estuvieron horas enteras con los pies en el agua, día tras día. Otro descubrimiento, que el cine era lento, que se hacía despacio, muy despacio y que había que repetir y repetir hasta el cansancio. Y las pobres con los pies fríos hasta que el hermano de una de ellas, se quejó al productor y solo se metieron un poco antes de dar el grito de rodando.

 Nadie sabe el año exacto en que llegaron para filmar El Primer Amor nunca se olvida,  quizá entre 1973 y 1975, cuando Francesca Romana Rivelli,  para el mundo Ornella Muti, con menos de veinte años, deslumbraba con su belleza.

¨Tenía una piel hermosa, ojos preciosos, era bella y muy simpática. Recuerdo que después de grabar las escenas a la orilla del río, se iban los actores con los vestidos de época, a tomar algo, un café, a la panadería y allí sin ningún problema, firmaba autógrafos y se prestaba para que se tomasen fotos con ella. Fue todo un espectáculo”.

 Los italianos viajaban todos los días desde Cali, alojados en el hotel Aristi, en aquel entonces, el más importante y elegante de la ciudad. No estaba muy lejos aquel pueblo que nunca en su historia de casi 400 años, había imaginado algo parecido.

Quizá García Márquez o dicen que algún escritor o alguien importante, le dio al productor la ubicación de Santander, le habló de la orilla del río y de los árboles inmensos que lo acompañan a su paso por la ciudad. Pero sea como sea, llegaron, grabaron y se fueron. Pocos lugares en el mundo, creo, han tenido ese privilegio”, dice Jerónimo Velasco, que por aquel entonces trabajaba en los juzgados.

 Algunos de los técnicos y extras y almorzaban donde doña Clemencia, en una casa de patio delantero diagonal al hospital Francisco de Paula Santander mientras que a otros le traían la comida desde el restaurante de Roxana en la capital vallecaucana. “Ella les daba una merienda en la mañana y en la tarde iban a almorzar”, recuerda Henry Mosquera.

María Mejía era muy niña cuando una mañana los italianos llegaron a su casa, amplia y hermosa, construida al estilo antiguo, justo a la orilla del río, justo también frente al puente y establecieron allí el centro de operaciones.

 “La reunión de los extras -agrega María- de las señoras que iban a meterse al río como lavanderas la hicieron aquí en casa de mis padres, estaban ella y los italianos, que daban las instrucciones. Entre las mujeres estaban Nelly Navia, Mercedes Jutchenko, Maricel Peláez. Recuerdo muy bien esos días, esos momentos”.

 Desde la ventana de la casa de paredes blancas se podía ver el puente, el trabajo del director, de los actores, de los técnicos de luces. A un lado, se  paraban los espectadores, algunos que se quedaban horas y horas. Se podía ver a Ornella con su vestido y una sombrilla de tela blanca bordada.

 “Lo único que pensaba -dice Emilio Narváez- era que de pronto faltara alguien y pidieran un extra del público y me escogieran. Me gustó el cine desde entonces y mucho más, me hubiese gustado conocer Italia. Ya había aprendido a saludar en italiano por la mañana”.

 Estuvieron muchos días grabando. Sobre el puente, sobre las calles, a la orilla del río donde las raíces de los samanes parecen brazos de un pulpo gigante. Luego grabaron en la Capilla de San Antonio en Cali.

Mi casa está casi a la orilla del río -dice Esther Emilia Villafañe- y una mañana cuando estaban en una pausa de la grabación, ella pasó por aquí y fue cuando nos hicimos la foto. Era hermosa, recuerdo que era una mujer muy linda y simpática y su esposo, Alessio, era también muy guapo”.

 Todos en Santander soñaban con el día en que llegase la película, verse allí, mirarse por una vez en el cine, en la gran pantalla del teatro Paz, que muchos años después, descansaría en paz cerrando sus puertas. Pero no pudo ser.

Nadie sabe las razones, los motivos por los que un día tal como llegaron, los italianos se fueron, dejando la película sin terminar, sin pagarle a los extras. Recuerdo que tuvimos que ir hasta el hotel Aristi en Cali a reclamar un megáfono que le habíamos prestado al director. Fue una lástima que no la terminasen”, cuenta Ciro López.

  Muchos dijeron que junto a Ornella había llegado el director Carlo Ponti, en aquel entonces esposo de Sofía Loren, con la que se había casado unos nueve años atrás, pero nadie recuerda haberlo visto. Lo cierto es que la acompañaba  Alessio Orano, con el que Ornella estuvo casada de 1975 a 1981.

La película la dirigía un argentino cuyo nombre se ha perdido en la memoria. Solo hay recuerdos para Ornella, la mujer más hermosa que jamás haya pisado estas tierras de samanes y de oro.

Fotos de Ornella Mutti, cortesía Esther Emilia Villafañe.

*Diego Chonta, periodista y escritor colombiano nacido en Santander de Quilichao (Cauca) y residenciado en Madrid.

La Bernardi en el programa ´Ernestina dalla fine del mondo´

Isabella Prieto Bernardi – la editora de La Bernardi fue invitada al programa “Ernestina dalla fine del mondo- storie di migrazioni bellunesi in America” para contar sobre sus orígenes de Ponte Nelle Alpi-Belluno y su abuelo Antonio Bernardi.

Ernestina Dalla Corte Lucio, es una profesora italo argentina, residente en Buenos Aires, quien se ha impuesto la misión de recoger los relatos de vida de los migrantes belluneses y sus descendientes en su programa “Ernestina dalla fine del mondo- storie di migrazioni bellunesi in America” en Radio ABM – voce delle Dolomiti, para mantener vivo el vínculo con Italia, con su cultura y sus tradiciones.

En este programa fue invitada Isabella Prieto Bernardi – la editora de La Bernardi para contar sobre la llegada a Colombia y su vida en este país de su abuelo italiano, el constructor Antonio Bernardi De Fina, quien nació en Ponte Nelle Alpi (Belluno) el 6 de octubre de 1900 y murió en Cali el 25 de marzo de 1977 .

Algunos italianos en Pasto (I)

Pese a las dificultades algunos europeos llegaron a Pasto. En julio 1º de 1949 vivían en esa región de Colombia: 50 alemanes, 2 austríacos, 30 españoles, 38 suizos, 6 franceses, 10 ingleses, 1 húngaro, 16 italianos, 1 portugués, 3 polacos y 5 rumanos. Estos son algunos de los italianos que llegaron después de la Primera Guerra Mundial.

Apartes del texto publicado en 2000, por Manuel Zarama Delgado, miembro de Número de la Academia Nariñense de Historia *.

¨Hasta hace algunos años que difícil era llegar y que difícil era salir de Pasto. Difícil salir porque el comportamiento cordial y generoso de los pastusos subyugaba a los forasteros. Difícil llegar porque la naturaleza lo impedía. Al norte lo obstaculizaba el Patía, que era sinónimo de insolación, paludismo, carencia de agua. Jorge Ricardo Vejarano lo llamó ¨el Valle de la muerte¨ y ¨pestífero e infernal¨.

Cordovez Maure, refiriéndose al camino que unía a Pasto con Popayán dice: ¨las veredas o caminos que debíamos transitar se hallaban en el mismo mal estado en que las dejaron los españoles, con el aditamento de la carencia de víveres y demás recursos indispensables al viajero¨.

Y luego el Juanambú, donde la verticalidad de los abismos los convierte en murallas infranqueables. Al Oriente estaba la montaña del Tábano, con sus lluvias constantes y sus bosques inconquistables. Difícil llegar por el occidente por un bosque tropical húmedo, infestado de culebras y toda clase de alimañas donde el invierno es la única estación que rige todo el año¨.

En julio 1º de 1949 vivían en esta sección de Colombia: 50 alemanes, 2 austríacos, 30 españoles, 38 suizos, 6 franceses, 10 ingleses, 1 húngaro, 16 italianos, 1 portugués, 3 polacos y 5 rumanos. De acuerdo al censo de población levantado en 1951 vivían en Nariño 281 europeos, de los cuales 149 eran hombres y 132 mujeres, discriminados de la siguiente manera: 76 alemanes, 4 austríacos, 39 italianos

Entre los italianos que llegaron después de la Primera Guerra Mundial, figuran:

Emili Perini Girardi, nació en Lario de Grumes, provincia de Trento el 17 de octubre de 1906. Los estudios secundarios y superiores los realizó en el Instituto Técnico Salesiano de Verona, donde se graduó como ingeniero mecánico. En 1925 llegó a Bogotá por convenio con la comunidad salesiana como profesor del Colegio León XIII. En 1931 llegó a Pasto contratado por gobierno departamental. Algún tiempo después fundó los Talleres Industriales Asea, donde construyó gran cantidad de elementos agrícolas. Igualmente colaboró en la instalación de la hidroeléctrica del río Bobo, para la que fabricó e instaló la tubería de conducción. Se casó en Pasto con doña Laura Rodríguez, de cuyo matrimonio nacieron: Francisco, Ana, Jorge, María Cristina, Carmen, Emilio, Jesús, Gloria, José Luis. Don Emilio fue condecorado por el gobierno de italiano con la Cruz de Caballero de la República de Italia en el año 1960…

Familia de Emilio Perini Giraldi (albúm familiar)

A mediado de los años 30 vivió en Pasto el ingeniero Libio Chavenato; su esposa Adela Sepúlveda afirmaba que era la marquesa de la Cruz de Chavenato. Tenían dos hijas: Teresa y Angelita. Fue profesor de varias materias en la Universidad de Nariño, así como del colegio Javeriano. Diseñó el aula máxima de la Universidad y la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en Catatumbo.

Mariano y Pedro Lugari. Quienes se refieren a los hermanos Lugari, los recuerdan con simpatía. El doctor Mariano dirigió una granja, que en los años treinta tenía el departamento en la hacienda Santa Rosa, en el municipio de Imués. Investigó algunas variedades de trigo, siendo el africano el que logró mayor adaptación y rendimiento en la campiña surcolombiana. Además logró la adaptación del tomate y del comino. Fue Mariano Lugari el primero que en nuestro medio fabricó la salsa de tomate. Su hermano Pedro también vivió en Pasto. Radicados en Popayán se casaron con dos hermanas Castrillón. El director del Centro Experimental Gaviotas, Paolo Lugari, es hijo de don Pedro.

Domenico Barbato. Natural de Nápoles, comerciante; llegó a Pasto en abril de 1930 y a partir del negocio de sombreros logró un buen capital. Estableció la primera fábrica de sombreros que funcionó en Pasto, localizada en La Compuerta, hoy calle 18 con carrera 20. Como técnicos trajo a sus sobrinos Gaetano Barbato, Doménico y Angelo Nocera, que regresaron a Francia de donde habían venido en 1933. Casado con Graciella Yafullo, tuvieron a Angelo que llegó a Colombia en 1946 y siguió los pasos de su padre en el comercio; casado con Rosa Stornaiuolo, tuvieron a Carmen Pía, Rosa, Santina y Angelo que fue cónsul de Italia en Pasto. Otro hijo de Dómenico fue Norberto casado con Sofía Hinestrosa y que tuvieron a Sofía Helena, Ana Isabel, Aura Inés, Mónica Lucía y Norberto José.

Nació en Vevey el 18 de junio de 1905 y murió en Pasto el 11 de septiembre de 1980, Batista Gabusi llegó a Colombia como experto en ferrocarriles. Vivió un tiempo en República Dominicana. Se estableció en Pasto donde se dedicó al comercio y también actuó como árbitro de boxeo. Murió soltero.

Antonio Brando. Por 1910, se estableció en Pasto, este relojero de profesión quien contrajo matrimonio con Isabel Solís y tuvieron por hijos a Paulina, excelente violinista de concierto quien se casó con el músico Eduardo Narváez.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, llegó desde Nápoles el técnico en la elaboración de pastas alimenticias, Francisco Sansebiero, luego del conflicto vinieron su esposa Rosa Brigante y su hija Carmelina. En Pasto nacieron: Franco y Rosalba. Años más tarde facilitó la entrada al país de su hermano Rafael, comerciante, y buen señor, ya fallecido.

En marzo de 1953 llegó Andrés Randazzo, oriundo de Sicilia, gracias a su hermano el capuchino Cósimo Randazzo, quien en ese entonces vivía en Pasto. Andrés, al igual que su hermano Antonio, lograron amasar una notable fortuna gracias al comercio. Casado con Anita Córdoba, tuvieron los siguientes hijos: Giuseppe, Giovanni, Liliana, Santina, Álvaro Andrés. Andrés fue miembro del Club Rotario ¨Pasto¨ murió repentinamente en diciembre de 1983, desaparición que fue muy sentida dado el señorío, el civismo y la pulcritud moral que lo caracterizó toda su vida.

Pedro Mario Caseta Ferrari, que nació en Caserta y en Pasto se dedicó al comercio de textiles. Casado con Luz María Vodniza, tuvieron los siguientes hijos: Pedro Mario, casado con  Sofía Belalcázar; Vicente casado con Dora Muñoz; Antonio; José; María Luisa, casada con Guillermo Ramos; Ayda, casada con Franco Martínez; Fanny, casada con Franco Martínez; Fanny, casada con Guillermo Centeno; Gloria, casada con Julio Paz. Don Pedro, hombre sencillo y bonachón, murió en 1968.

En los años treinta se estableció en Pasto el comerciante napolitano Vicente Stornaiulo, quien se casó con Jesusita Valencia y tuvo las siguientes hijas: Gloria casada con Jaime Dulce; y Doris soltera.

María Barbato y Cósimo Nocera, llegaron a Pasto poco después de su matrimonio en 1947. Sus hijos son: Josefina casada con Edgar Villareal; Doménico con la quiteña María Sol Jijón; Graciela casada con Edgar Martínez; Damián casado con Beatriz García Montalvo; Sabina casada con el general Guillermo de la Cruz; Ana María Goretti casada con José Manuel Arroyo; Patricia casada con Gerardo Santander.

Cósimo que tenía un gran parecido con el torero Manolete fue persona cordial y buen amigo, falleció en 1978. Facilitó la llegada al país de su hermano Luis, comerciante que llegó en 1954 y murió en 1975. De su matrimonio con Marina Santacruz nacieron: Luis, casado con Carmen Alicia Pérez; Maribel; y Liliana.

En octubre de 1947 llegó Angelo Stornaiulo, personaje popular en Pasto, dedicado al comercio y soltero irreductible. En 1954 llegó a Pasto Pascual Barbato, quien inicialmente se dedicó al comercio y más adelante a la agricultura. En noviembre de 1958 se casó con Marta Zarama Delgado, de cuyo matrimonio nacieron María Annunziata, María Teresa, Andrés y Martha Lucía. Mario Bruschi, de profesión mecánico y más tarde comerciante, arribó a Pasto en 1955. Está casado con Ruth Zarama, y tuvieron dos hijos: Mario ya fallecido y Pier Paolo¨.

*Manual de Historia de Pasto: (Tomo IV, 2000) Estos son algunos apartes del artículo Algunos europeos en Pasto publicado en el año 2000, que además de italianos también informa sobre otros europeos en Nariño, como españoles, franceses, suecos, holandeses, ingleses, rusos, suizos, yugoslavos y alemanes.

Agradecimiento a la familia Zarama Rincón por su autorización para publicar varios de los textos escritos por el doctor Manuel Zarama Delgado (Pasto, 1931-2020).

Fue miembro de Número de la Academia Nariñense de Historia, autor del libro: Nuestros años dorados, Pasto, su historia y sus personajes, (2017) y de numerosos capítulos de libros publicados en los Manuales de Historia de Pasto sobre: El trigo en nuestra comarca (Tomo III, 1999); Algunos europeos en Pasto (Tomo IV, 2000); Algunos europeos en Pasto (Tomo V, 2002); Algunos europeos en Pasto III, parte (Tomo VI, 2003); La carrera 27 o calle de Popayán, I parte, (Tomo VII, 2006); La carrera 27 o calle de Popayán, I parte (Tomo IV, 2006); La carrera 27 o calle de Popayán, II parte (Tomo VIII, 2006); Las guerras del día y el padre Arístides (Tomo X, 2009);  La aviación en  nuestra comarca (Tomo XIII, 2012); Monseñor Antonio María Pueyo de Val, CMF: obispo constructor de Pasto, (Tomo XVI, 2015); José Félix «El Vate» Castro: Editor, poeta y pastuso, orgulloso de su estirpe (Tomo XX, 2019); y otros capítulos de libros y artículos publicados en diversas revistas de Colombia y Ecuador .