Álvaro Prieto: el retorno a casa en la Navidad de 1950

El relato de la familia productora de panela, los Prieto Díaz de Miranda y de Cali, desde el siglo XIX hasta mediados del XX, cuando Álvaro abandona sus estudios universitarios en Atlanta para no pelear en la guerra de Corea y retorna a trabajar a Cali, la ciudad donde se unirían los caminos de dos familias.

Mientras el gobierno conservador colombiano se sumaba con más de mil hombres del Batallón Colombia y los enviaba a 15.000 kilómetros de distancia a pelear en la guerra de Corea, caleños como Álvaro Prieto Díaz (*1) abandonarían sus estudios universitarios en EE.UU. y retornarían para no atender al llamado del ejército norteamericano de participar en la defensa de la ´democracia´ occidental ante la amenaza del comunismo en Asia.

El primer gran conflicto bélico de la Guerra Fría entre EE.UU. y la antigua Unión Soviética estallaría en Corea del Sur y del Norte (1950-1953). Colombia sería el único país latinoamericano que combatiría junto a los norteamericanos contra chinos y norcoreanos. Diarios de la época: El País, Diario del Pacífico, Relator (*A).

Un caleño en Luisiana. Álvaro, el séptimo hijo de los Prieto Díaz y bachiller del San Luis Gonzaga, partiría a sus 20 años con un grupo de compañeros a la Universidad Estatal de Luisiana (LSU) que recibía a suramericanos en su campus. En 1946, él ingresaría a Negocios y Economía mientras otros se matricularían en Agricultura para aplicar sus conocimientos en la agroindustria creciente del departamento y el comercio de una ciudad que iba por la ruta de convertirse en la tercera del país.

Segregación racial. Este joven viviría alrededor de cuatro años a orillas del río Misisipi, en Baton Rouge, la capital de uno de los estados sureños con más población afro y donde la segregación racial bajo el principio de ¨separados pero iguales¨, era una dura realidad en escuelas, espacios y transportes públicos que impresionaría a Álvaro Prieto quien provenía de poblaciones con un alto porcentaje de esta población, Miranda donde había nacido (Cauca) y Cali (Valle del Cauca) donde se había criado.

Los Prieto Díaz de Miranda y Cali

Este relato se remonta al siglo XIX y a mi abuelo paterno, Manuel José Prieto (*2), cuando éste era un país federal llamado Estados Unidos de Colombia (*4). Él nacería en Cali (1880) de una familia de Caloto de la cual heredaría tierras de caña panelera en Miranda. Y de esta manera él estaría vinculado a poblaciones del estado federado más rico y grande de la unión, el Gran Cauca (*5).

Manuel José Prieto. A lo largo de su vida sería testigo de momentos históricos: presenciaría uno de los conflictos civiles más sangrientos, la Guerra de los Mil Días (1899-1902); la separación de Panamá (1903) y la construcción del Canal que uniría dos océanos; la creación del nuevo departamento del Valle del Cauca (16 de abril de 1910) y la fragmentación de la sociedad colombiana durante la Violencia de los 50. Fotografía de 22 años en Panamá.

La huida a Panamá. Al despuntar el siglo XX, cuando se impondría el monopolio departamental al alcohol, Manuel José y su hermano mayor, Federico, quienes tenían alambiques de aguardiente en sus haciendas de caña, El Pitayo y La Cañada, escaparían a lomo de caballo y atravesarían la cordillera Occidental por caminos agrestes hasta el Pacífico, para embarcarse en el puerto de Buenaventura hacia a Panamá.

Su retorno y el casorio. En ese territorio donde Manuel José permanecería tres años, trabajaría de policía, afinaría su olfato comercial y también se cartearía con Teresa Díaz (*3), una jovencita pradereña que lo había prendado en Miranda. A su regreso se casaría con ella e incursionaría en la política como concejal del Partido Liberal por esa población del norte del Cauca aunque el resto de su familia fuera ´goda´ como se les decía a los conservadores.

La familia. Y sería en Miranda (*6), que serviría de escenario de la Revolución de la Manigua durante la Guerra de los Mil Días y que sufriría por los asaltos constantes de las cuadrillas de bandoleros, donde establecerían su primera residencia Manuel José y Teresa. En esa plaza con dos ceibas gigantes y su diseño francés de 7 entradas, se encontraba la casa y la tienda de mercancía importada desde Inglaterra de los Prieto Díaz, donde se vendían telas, cobijas, sombreros, zapatos y muñecas de porcelana.

Ahí recibirían a sus 13 hijos, de los cuales sobrevivirían nueve: Carlos Antonio (1910), Daniel (1912), Telesila (1917), Beatriz 1919), Sixta Tulia (1921), Elías (1923), Álvaro (1925),  Ricardo (1927) y Ana Silvia (1930). Ellos estudiaron en la escuela del pueblo y por turnos, serían enviados a internados en Buga, Palmira y Popayán para continuar con la secundaria.

Alto, ojizarco y vestido de lino blanco y con sombrero, ´papá Manuel´ sería una figura particular por esos parajes hasta el final de sus días, fue concejal, comerciante, cañicultor y productor panelero. En sus tierras poseía caballos y un trapiche de tracción animal, similar a los muchos que operaban en el valle geográfico del río Cauca para producir la panela artesanal, ese dulce marrón que se extrae de la caña antes de que sea refinada.

La panela. En los primeros años los caballos traían las cañas de los campos al molino del trapiche del Pitayo para ser trituradas, luego de obtenerse el guarapo se vertería en pailas de cobre para cocinar este jugo a gran temperatura hasta lograr la espesura ideal de esa miel que se vaciaba en moldes de madera cuadrados y redondos hasta su solidificación. El resultado de ese proceso manual era la panela y algunas otras dulces delicias, como la melcocha, el moscorrofio y el blanquio.

Para supervisar la producción de panela, él recorrería en su montura y luego en una Ford, esos seis kilómetros polvorientos entre Miranda y El Pitayo, ubicado en Santana (Santa Ana), un asentamiento negro que proveía de mano de obra a las fincas de Pradera y Florida y a los primeros ingenios de la zona.

1936: el traslado a Cali. En plenos preparativos para celebrar el IV centenario de la capital del Valle, la mayoría de la familia se mudaría a Cali, al barrio Santa Rosa, por El Calvario (Carrera 10 con Calle 6), donde Manuel José establecería el negocio de comercialización de panela, la Agencia Prieto Díaz Hermanos.

Carlos Antonio y Daniel se quedarían al frente de la hacienda y la venta de panela. Las dos jovencitas, Beatriz y Sixta Tulia quien había sido reina de belleza de Miranda, se casarían muy pronto y conformarían las familias Hurtado Prieto y Olaya Prieto, mientras Elías, Álvaro y Ricardo ingresarían al colegio de los maristas, el San Luis Gonzaga, donde se graduarían y establecerían relaciones permanentes con Cali y Palmira.

Los años 40. Morirá Federico Prieto, solterón y rico y les dejará una buena herencia a sus dos hermanos, Manuel José y Delfín. La Primavera con ganado en sus potreros y La Cañada con su trapiche y la casa del barrio El Peñón (Calle 2 No. 2-19) donde él vivía con mamá Avelina, serían para Manuel José. Los Prieto Díaz se trastearían al oeste de la ciudad, cerca al río Cali hasta los años 50, cuando la propiedad se vendería para modernizar el trapiche de El Pitayo con un motor diésel.

El monocultivo de caña. Si bien es cierto que desde la década del 30 la caña sería un cultivo muy popular, es en los años cincuenta  cuando se promovería la incorporación de tierras al sector azucarero y la transformación de las haciendas de la región que combinaban la ganadería con la caña y el trapiche productor de miel y panela, a terrenos dedicados a la explotación del mercado del azúcar con los primeros ingenios: Manuelita, Providencia, María Luisa y Río Paila. El monocultivo de caña, la producción de azúcar y las exportaciones vendrían en los sesenta cuando Cuba fuera excluida de la cuota del mercado norteamericano.

A mediados del siglo XX, cuando el orden mundial se regía por las dos súper potencias, EE.UU. y la URSS, y el escenario nacional se teñía de rojo y azul por la violencia entre liberales y conservadores, Álvaro llegaría desde Atlanta, a Cali y al barrio El Peñón. Regresaría a trabajar al Valle del Cauca, un departamento próspero que acogía a grupos familiares de diferentes procedencias, como a los Prieto Díaz de Miranda y los italo colombianos, Bernardi Ospina. Dos familias que en Cali unirían sus caminos por medio de dos de sus hijos Álvaro y Regina, a partir de 1951.

Ilustración y animación de portada. Darío Bolívar. 

Fuentes citadas. * Agradecimiento a mi tía Silvia Prieto y los descendientes de la familia Prieto Díaz: María Teresa Hurtado Prieto, Luis Mario y Julio César Solanilla Prieto, Ricardo Prieto Guzmán y Antonella Lodollo Hurtado, por compartir sus recuerdos y apoyar la recopilación fotográfica.  (*A) Fotografías antiguas de diarios, de Cali y del río Cauca de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero y el Fondo Archivo del Patrimonio Fotográfico y Fílmico del Valle del Cauca.

(*1) Álvaro Prieto Díaz. Nació el 13 de septiembre de 1925 en Miranda (Cauca) y falleció el 6 septiembre de 1993, en Cali (Valle del Cauca) Se casó con Regina Bernardi el 19 de diciembre de 1953 y tuvieron a Adolfo, Maritza Fernanda, Liliana, Mauricio e Isabella. (*2) Manuel José Prieto. Nació el 12 de junio en 1880 y murió en marzo de 1958 en Cali. Su padre era Afanador Sánchez, su madre Avelina Prieto y sus hermanos fueron Federico y Delfín . (*3) Teresa Díaz nació en 1888 en Pradera y murió en 1971 en Cali. Hija de Simeón Barona y Teófila Díaz de Bogotá. Quedó huérfana a los 3 años. Daniel Prieto Díaz, nació el 24 de abril de 1913 y murió en Cali en junio de 1983, con Ana Joaquina tuvo a Adolfo, Guiomar, Aide, Diego y Rubén Darío. Telesila Prieto Díaz, nació el 20 de agosto de 1917 y murió en Cali el 12 de agosto de 2019, se casó con Luis Mario Solanilla y tuvieron a Luis Mario, Julio César y Miguel Ángel. Sixta Tulia nació en 1921 y murió en Cali el 9 de enero de 1995: sus hijos Olmedo, Gladys, Álvaro, Guiomar y Luz Marina Olaya. Elías Prieto Díaz, nació en febrero de 1923 y murió en Cali en julio de 1996. Ricardo Prieto Díaz nació en marzo de 1927 y murió en Palmira en febrero 12 de 2017, con Silvia Guzmán tuvieron a María Mercedes y Ricardo. Ana Silvia, nació en 1930, sus hijos Jorge, Manolo, Silvia Elena y Adriana Gómez.

(*4) Estados Unidos de Colombia fue un Estado federal creado en 1863 y disuelto en 1886, que comprendía a Colombia, Panamá, y algunas porciones de Brasil y Perú. (5*) Estado Soberano del Cauca 1857-1886 pasaría a llamarse Departamento del Cauca. (*6) Miranda (Cauca) fundada el 7 de mayo de 1899 por Julio Fernández Medina, esta población y el caserío de Santana fueron escenario de la Guerra de los Mil Díaz. En 1.903, se convirtió  en cabecera del Municipio con el nombre de Miranda, en homenaje al prócer de la Independencia, Francisco Miranda.

Denis Baldereschi: su retorno a las raíces sembrando marihuana industrial en el campo italiano

El relato de un joven agricultor, Denis Baldereschi, quien de Turín retornó a Mombercelli (Asti), la tierra de sus ancestros, cultivadores de viñedos que producían los vinos tintos piamonteses, a una propiedad abandonada por más de una década donde volvieron a germinar los frutales y él sembraría un cultivo muy controvertido, el de marihuana industrial.

Por Irene Garcés Medrano.  «El leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo», dice un proverbio chino refiriéndose a que todos los acontecimientos estarían relacionados y repercutirían los unos en los otros. No es para menos en un mundo globalizado e interconectado donde las mercancías viajan con más libertad que las personas.

Es el caso de Denis Baldereschi quien cumplió su sueño de adolescencia de vivir lejos de Turín y llevó a cabo un proceso migratorio interno: de la ciudad al campo. Él retornó a Mombercelli, en la  provincia de Asti, la tierra de sus ancestros, cultivadores de viñedos que producían los típicos vinos tintos piamonteses, a una propiedad abandonada por más de una década. Hoy en esa colina han vuelto a germinar los frutales y un cultivo muy controvertido aún, la marihuana industrial.

La tierra intacta. Un día llegó a manos de Denis un libro de Masanobu Fukuoka, el pionero japonés que demostró que era posible beneficiarse de los frutos de la tierra por medio de la agricultura de la conservación, al protegerla, volverla una aliada y no tenerla solo como fuente de explotación. El joven agricultor  retomó algunos principios de Fukuoka como dejar la tierra intacta sin ararla, cubierta con paja o plantas para permitir la restauración de microrganismos, quienes a su vez reconstruyen el suelo. Esta técnica la complementó con la permacultura o agricultura sinérgica.

El camino a sembrar cánnabis en el campo italiano. Denis se venía documentado sobre la posibilidad de sembrar la cannabis sin Tetra Cannabiol THC, -marihuana- pero desistió porque las semillas eran costosas y, al final, nadie le daba la certeza de vender la cosecha.

El reto. En el  2016 un amigo le presentó una persona que buscaba agricultores dispuestos a cultivar cannabis industrial en sus terrenos, fue así como Baldereschi se vinculó a la Asociación Canapa Val’ Susa que compra semillas y distribuye entre sus socios y les da la posibilidad de experimentar cultivando pocos metros de terreno. Denis y su compañera aceptaron el reto: los resultados fueron óptimos, en especial porque suscitaron el interés de uno de los expertos de cannabis más conocidos en Italia, el médico anestesiólogo Lorenzo Calvi, quien investiga el uso terapéutico de la cánnabis y tomó muestras de la cosecha de la pareja como objeto de estudio.

Las propiedades. Hoy en día este campesino piamontés cree firmemente que la planta cuenta con infinidad de propiedades que ameritan estudio y atención: “posee una cantidad elevada de microelementos útiles; sus raíces mejoran el terreno disponiéndolo para cultivos posteriores; mejora el aire porque captura importantes cantidades de CO2 y proporciona una elevada gama de productos sin renunciar a una impronta ecologista, sostenible y potencialmente regenerativa”.

Los beneficios del cáñamo industrial. Denis asegura que su siembra significa la revitalización de la agricultura en Italia, por qué de una cosecha se obtienen diferentes productos, semillas, fibras y resinas. Y por tratarse de una planta que se adapta a cualquier tipo de terreno, crece por doquier, señal de la biosfera que la considera útil en todas partes.

La asociación Periferizo en Italia que hace referencia a aquellas personas que han crecido en la periferia, como este joven oriundo de Falchera, uno de los barrios populares de Turín más anómalos y aislado, tiene como objetivo estudiar y aplicar las potencialidades y ventajas del cultivo de cánnabis. Asimismo, la promoción de las técnicas de cultivo y difusión de los productos derivados. Sin embargo, el mayor obstáculo encontrado hasta el momento por los socios es la falta de un  sistema que se ocupe del procesamiento de la cánnabis en su etapa final, de modo que el agricultor sepa con claridad a quién entregar la cosecha.  

Las leyes italianas. En el año 2016 se aprobó la Ley para impulsar la cadena de suministro de la cánnabis, no obstante los agricultores sufrieron la carencia de las infraestructuras necesarias en el proceso que sigue a la recolección de la cosecha. “Una verdadera lástima si se piensa que una hectárea de cáñamo, produce tanto papel como cuatro hectáreas de árboles y que el bioplástico de cáñamo es biodegradable; además, cualquier cultivo posterior se beneficiará porque el cáñamo rehabilita  el suelo”, explicó Denis.

De otra parte, existen leyes como la Ley 309/90 que clasifica, sin ningún rigor científico, toda variedad de cáñamo como estupefaciente, exponiendo a los agricultores a la acusación de venta de sustancias psicotrópicas. Actúa como un disuasivo para aquellos agricultores que desean emprender el cultivo industrial de cáñamo.

Los prejuicios.Desde mediados del siglo pasado la cánnabis medicinal ha sido considerada droga. Dicha criminalización provocó su desaparición con graves daños a los ecosistemas donde sirve como regulador biológico por su acción de mejoramiento del terreno. La prohibición del cáñamo se basa en el poder psicotrópico de su resina. Una resina que no es letal para el ser humano y que según datos científicos, puede ser de gran utilidad terapéutica.

La UE. Una importante sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea estableció que un estado miembro no puede prohibir la comercialización de Cannabidiol (CBD) producido legalmente en otro estado miembro, cuando se extrae de la planta Cannabis sativa en su totalidad y no exclusivamente de las fibras y semillas. Para la Corte, el CBD no contiene ningún efecto psicotrópico, lo que no causaría ningún daño real a la salud, por lo que no se puede equiparar a las drogas sujetas a control.

En los últimos años en Italia se registra un aumento de superficies cultivadas de cannabis, en virtud de la Ley 242/16 que abre al mercado la posibilidad del comercio de las inflorescencias con un contenido de principio activo THC dentro los límites consentidos por la ley. Tiempo atrás este país  era el segundo productor mundial de cáñamo (marihuana industrial), de hecho, en el Piamonte existe una vasta zona llamada el Canavese, -nombre que al parecer deriva de “Cannapa” – cáñamo, donde se cultivaba marihuana industrial como materia prima para tejidos, cuerdas, aislantes y medicinas

La ONU. La marihuana no será considerada una droga peligrosa como la cocaína y la heroína. La ONU, reunida en Viena el 2 de diciembre, aprobó la resolución que elimina la cánnabis  del Cuadro IV de la Convención Única sobre Estupefacientes del 1961, que incluye las drogas «particularmente nocivas y de valor médico o terapéutico extremadamente bajo«. La decisión exalta el valor terapéutico de la cánnabis y se alinea a la posición de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Esta es una decisión histórica que facilitará la investigación sobre las propiedades terapéuticas de la cánnabis. Es de señalar que  la marihuana sigue incluida entre las sustancias prohibidas pues no se hizo ningún cambio en el derecho internacional que prohíbe el uso recreativo de la cánnabis.

De otra parte, se multiplican estudios que confirman las cualidades médicas de esta planta. En Europa está la experiencia en Ámsterdam (Holanda) de los llamados Cánnabis Club que también se han incrementado en España. Canadá y Uruguay la legalizaron, el gobierno tailandés permite el uso terapéutico, en Nueva Zelanda está en acto un referéndum y parte de la opinión pública en México presiona para su despenalización.

En Estados Unidos legalizaron la producción y venta de marihuana para uso recreativo Colorado, Washington, Oregón, Alaska y el Distrito de Columbia. Y en Colombia se aprobó y se reglamentó el cultivo de marihuana con fines medicinales y científico. Un estudio de Fedesarrollo indica  los ingresos que generarían al país: en un área de 56 hectáreas, se proyectan en 99 millones de dólares en 2020 y en el 2025 alcanzaría los 791 millones de dólares.

El inicio de una década en la Sultana del Valle

Ese lunes primero de mayo de 1950, mientras el país conmemoraba el Día Internacional de los Trabajadores y en los titulares de la prensa se registraba la violencia entre liberales y conservadores, los Bernardi Ospina abordarían el tren en la Estación de Armenia, con destino a Cali, la capital del Valle del Cauca, que ya sobresalía como polo de desarrollo agro industrial, comercial y financiero.

Ése lunes primero de mayo de 1950, mientras en el país se conmemoraba el Día Internacional de los Trabajadores y se registraba la violencia entre liberales y conservadores en los titulares de la prensa, los Bernardi Ospina abordarían el tren en la Estación de Armenia, -la edificación construida 20 años atrás por Antonio- con destino a Cali, la capital del Valle del Cauca, que ya sobresalía como polo de desarrollo agro industrial, comercial y financiero.

Antonio, Camila, Regina, Gladys, Italia y Mainardo (1*), se despedirán de su familia del Viejo Caldas y de la ciudad habitaron durante doce meses como en otras ocasiones. A modo de bienvenida se colaría por la puerta del vagón  en el que se habían acomodado los seis pasajeros, la primera brisa caliente de ese territorio que bordea el valle geográfico del río Cauca.

Las inundaciones del Cauca.  Ellos descubrirían la belleza paisajística del Valle del Cauca enclavado entre dos cordilleras, la Central y la Occidental, así como también la dulzura de su mecato artesanal entre parada y parada de su travesía en la ruta ferroviaria de la derivación Zarzal – Armenia. Y con el traqueteo de la máquina aparecerían también, los estragos ocasionados por los fuertes temporales del fenómeno climático de La Niña: hectáreas anegadas de cultivos de caña, algodón, maíz, sorgo y cacao; semovientes flotando, y fincas y poblaciones ribereñas cubiertas por las aguas del Cauca y sus afluentes.

Al cabo de unas horas la ruidosa y humeante locomotora de este medio de transporte y de comunicación que se convertiría en el símbolo del progreso y el camino hacia la modernidad del departamento al acercar al interior del país con el puerto de Buenaventura y el Canal de Panamá, irrumpiría con su pito por el norte de Cali como lo había hecho estrepitosamente por primera vez en ese lejano 1915. Los niños que corrían al lado de los rieles anunciarían la parada final para alegría de los Bernardi Ospina.  

La Estación de la 25. Ellos descenderían en la antigua y bastante concurrida Estación del Ferrocarril de la Calle 25, una hermosa construcción donde la algarabía de la multitud de apresurados viajeros, personas con arrumes de maletas, vendedores ambulantes, emboladores y todo tipo de personajes tradicionales del Cali viejo, ofrecían un espectáculo revelador esta ciudad desde la cual el suroccidente colombiano se comunicaba con el mundo y a la cual arribaban 6 nuevos habitantes.  

La casa de arriendo. La familia se alojaría los primeros días en un hotel del centro mientras llegaba la mudanza con sus pertenencias. Rápidamente Camila encontraría para alquilar una vieja casona en la Carrera 9 entre Sexta y Séptima, propiedad del doctor Orozco Micolta y la señora Emma Varela, que se acomodaba a su exiguo presupuesto; y matricularía a a los dos jovencitos de la familia en sus respectivos planteles; a Italia en el Colegio La Sagrada Familia del barrio El Peñón y a Mainardo en el San Luis Gonzaga, en la sede del centro, para iniciar año lectivo en septiembre de 1950.

El constructor en acción. Muy pronto Antonio retomaría su carrera de constructor a sus casi 50 años con la gran experiencia urbanística y arquitectónica en Manizales, Armenia, Ibagué, Girardot y Bogotá que lo respaldaba. Montaría su oficina en el Edificio Hormaza (Carrera 5 con Calle 10) y su hija Gladys se desempeñaría como su secretaria y dibujante; y desde ahí contactaría a su amigo y paisano, el ingeniero romano, Renato Giovannelli, y sería éste calculista estructural quien le abriría las primeras puertas y mandaría los primeros clientes.

Fábrica de Celanese. Al poco tiempo Bernardi ya tendría dos ofrecimientos, construir el Edificio Magun en la Avenida Colombia de Cali y levantar la fábrica de Celanese en Acopi, que recibía ya para ese entonces las plantas de multinacionales que optaban por asentarse en la zona industrial del municipio vecino de Yumbo, por las ventajas competitivas que se ofrecían: exención de impuestos y menores costos de producción y distribución.

Las piezas del engranaje familiar se acomodarían. Antonio, con un sueldo mensual de solo $600 pesos se emplearía en Celanese, luego de trabajar 20 años como constructor independiente. Cada mañana durante 4 años, madrugaría para tomar el bus de la empresa llevando el almuerzo que Camila le preparaba. Ella, por su parte, quien administraba las finanzas familiares, decidiría buscar otras entradas, para ello acudiría a su primo hermano también de Santa Rosa de Cabal, Artemo Franco Mejía, para que por medio de sus buenas relaciones como gerente del Banco de Bogotá, les consiguiera puesto a las dos hijas mayores. Las dos señoritas entrarían a la vida laboral en los almacenes femeninos de más renombre de la ciudad, Regina trabajaría como vendedora del ´Van Realpe` del señor Tafur  y Gladys como cajera de ´Fantasías Femeninas´ en el edificio Zaccour.

Y el 31 de diciembre de 1950, en esa Cali atravesada por un río que con más de 200 mil habitantes se expandía a toda velocidad ante la avalancha del éxodo campesino producto de la Violencia; en esa urbe en la cual se fusionaban diversas culturas y etnias en sus calles, que ya ostentaba el apelativo de Capital Deportiva y en la cual sus noches vibraban al son de un ritmo musical venido de las Antillas; los Bernardi Ospina con el espíritu resiliente de los inmigrantes italianos y arrieros paisas, se acostarían ese fin de año con una certeza, al fin habían llegado a su ciudad.

Nota. Los anteriores artículos de esta serie de la familia Bernardi desde el momento que Antonio salió de Italia, recorrió Suramérica y llegó a Colombia en 1926 para luego recorrer diferentes ciudades del país en momentos coyunturales de la historia, los puede leer en la Categoría Antonio Bernardi de este blog.

Ilustración de portada. Diseñadora Paula Henao. Fuentes citadas. *Gracias a la narración de mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi Ospina se han reconstruido las vivencias de la familias Bernardi Ospina a su llegada a Cali. Archivo fotográfico: familia Bernardi Ospina.

(2*) Fotografías antiguas de diarios, de Cali y del río Cauca de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero y el Fondo Archivo del Patrimonio Fotográfico y Fílmico del Valle del Cauca.

(1*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi y Regina De Fina. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda – hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia. Regina Bernardi nació en Manizales el 24 de julio de 1929, actualmente vive en Cali. Gladys Bernardi nació en Manizales el 11 de mayo de 1931 y murió el 8 de abril de 2002 en Cali. Italia Bernardi nació en Armenia el 18 de enero de 1935, actualmente vive en Cali. Mainardo Bernardi Ospina, nació en Armenia el 19 de febrero de 1938 y falleció en Cali el 28 de enero de 2011.

La película de Sofía Loren

¨Sofía Loren, sin dejar ver en su rostro a los 86 años su decrepitud, representa el difícil papel de la mujer decrépita, que se derrumba en los vacíos de memoria, que se queda quieta en el tiempo de un alzheimer galopante¨: narra el escritor colombiano, Gustavo Álvarez Gardeazábal, sobre ´La vida ante sí´, la última película de la actriz italiana colgada en Netflix.

Por Gustavo Álvarez Gardeazábal*. Fue a comienzos de 1963.Ya iba a entrar a la Bolivariana. Me había graduado de bachiller en Tuluá el año anterior y convencí a Maruja Cardona, la inolvidable y nunca bien lamentada mujer que hizo de abuela sustituta y amiga del alma en el furor de mi vértigo adolescente, para que fuésemos al Teatro Ángel a ver la película más comentada y que había ganado el Oscar, ‘Dos mujeres’, de Sofía Loren.

Para Maruja, que no había vuelto al cine desde cuando quedó viuda 23 años atrás, fue sorprendente lo que había cambiado el cine, pero impactante para su especialísimo temperamento la película, y por muchos meses y años volvimos a hablar de esa escapada y de la maravillosa actriz que era Sofía Loren.

Tal vez por ello la última película de la italiana, colgada en Netflix, me ha removido recuerdos e impresiones y me puede llevar a ser sesgado a la hora de recomendarla. ‘La vida ante sí’ es una película modesta en costos y pretensiones, pero agradable, humana y sin más efectos que los causados por momentos fotográficos muy bien utilizados que economizan libreto, explicaciones y redondeos.

¨Sofía Loren, sin dejar ver en su rostro a los 86 años su decrepitud, representa el difícil papel de la mujer decrépita, que se derrumba en los vacíos de memoria, que se queda quieta en el tiempo de un alzheimer galopante¨.

Es una buena película, no cabe la menor duda. Pero la actuación de la Loren, es maravillosa. Representando el papel de una anciana prostituta judía que se sostiene criando los hijos de las antiguas compañeras  de oficio o recibiendo a los que la seguridad social italiana le facilita, Sofía Loren, sin dejar ver en su rostro a los 86 años su decrepitud, representa el difícil papel de la mujer decrépita, que se derrumba en los vacíos de memoria, que se queda quieta en el tiempo de un alzheimer galopante, pero sin dejar de mirar al espectador con la gracia de esos ojos de gacela que tantas veces le vimos en sus películas desde hace más de 60 años.

Su antagonista es Momo, un simpatiquísimo adolescente negrito del África Central que tiene la dulzura de hablar con los ojos, de ser expendedor de drogas al por menor  y de ejercer de protector hasta el final de la anciana que se derrumba . Para hacerlo, comprendiéndola y escondiéndola en un sótano que ella había ambientado para huir del mundo y sus placeres y sumergirse en los recuerdos que se le estaban yendo, forjan una relación conmovedora.

Las demostraciones de cómo puede crecer el afecto entre quien comienza la vida en medio de travesuras y quien se retira con la dignidad de las prostitutas viejas, están ejemplarizadas en esta obra rudimentaria.

Las fotografías de los rostros de Sofía y Momo reemplazan minutos enteros de filmación y dejan el sabor de una película que se puede repetir para deleite.

El Porce, noviembre de 17 de 2020.

Crónica de Gardeazábal #53 publicada con autorización del Diario CALI24HORAS (edición de noviembre 17 de 2020) www.cali24horas.com

El primer aniversario de La Bernardi

Establecimos un diálogo entre el presente y el pasado a través de esta aventura exploratoria tras la huella de la migración italiana en Colombia.
Preservamos el legado del constructor italiano, Antonio Bernardi Defina, mi abuelo, artífice de la transformación urbanística y arquitectónica de varias regiones de Colombia en el siglo XX.

  • Establecimos un diálogo entre el presente y el pasado a través de esta aventura exploratoria tras la huella de la migración italiana en Colombia.
  • Publicamos el blog de La Bernardi, una plataforma cultura digital que ya registra más de 50 mil visitas en Colombia, EE.UU., Argentina, Italia, México, entre muchos países.
  • Preservamos el legado del constructor italiano, Antonio Bernardi Defina, mi abuelo, artífice de la transformación urbanística y arquitectónica de varias regiones de Colombia en el siglo XX.
  • Revivimos por capítulos momentos de históricos del mundo y de Colombia en la voz de la familia colombo italiana, Bernardi Ospina: la migración europea a América Latina, el auge del ferrocarril y el mercado cafetero, la modernización de Armenia, la Segunda Guerra Mundial y el 9 de abril de 1948.
  • Escribimos a muchas manos esta investigación cultural que nos ha llevado por diversas regiones del país. Sumamos ya más de 30 firmas de colaboradores.
  •  Rescatamos historias y personajes para entender de dónde venimos y cómo el pasado ha influido en nuestra realidad actual.
  • Fortalecimos partir del trabajo colaborativo, el Convivium del Slow Food de Cali, perteneciente al movimiento internacional fundado en Italia que propende por alimentos buenos, limpios y justos. Se incluyó en la Red internacional de Mercados de la Tierra Slow Food al Mercado Orgánico de Cali Asoproorgánicos y se puso en marcha la Red de Cocineros Slow Food Cali.

Nuestro siguiente paso

  • Impulsaremos la marca La Bernardi, para relatar historias familiares ligadas al desarrollo del país en formatos innovadores y con un estilo particular.
  • Contaremos la llegada de los Bernardi Ospina a Cali en la década del 50, los años de las inundaciones en el Valle del Cauca, de la dictadura militar de Rojas Pinilla, de la tragedia del 7 de agosto de 1956 en esta ciudad.
  • Seguiremos reconociendo el papel del inmigrante y la inmigrante en la forjación de nuestras identidades.
  • Creceremos nuestra comunidad virtual para difundir más historias.
  • Crearemos con La Bernardi más experiencias digitales y presenciales alrededor de la italianidad actual.

1949: los Bernardi escamparon en Circasia

Los detonantes que desencadenaron el retorno al Viejo Caldas del constructor italiano Antonio Bernardi y su familia a meses de iniciar una nueva década, a la única propiedad que les quedaba en el municipio cafetero de Circasia, serían las difíciles experiencias económicas y morales que vivirían en la capital de la República durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y el recrudecimiento de la violencia bipartidista en Colombia, a partir del 9 de abril de 1948.

Los detonantes que desencadenaron el retorno al Viejo Caldas del constructor italiano Antonio Bernardi (*1) y su familia a meses de iniciar una nueva década, a la única propiedad que les quedaba en el municipio cafetero de Circasia, serían las difíciles experiencias económicas y morales que vivirían en la capital de la República durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y el recrudecimiento de la violencia bipartidista en Colombia, a partir del 9 de abril de 1948 (*).

Una familia repartida. Antonio y Camila (*2) venderían su residencia en el Bosque Calderón Tejada y se despedirían de sus más cercanos afectos en esa Bogotá que habitaron cerca de 9 años, para organizar una nueva vida en la pequeña población de Circasia (*3), con sus dos hijas mayores, Regina (20) y Gladys (18), quien ya no retornaría a las aulas universitarias de la recién abierta Javeriana Femenina, donde estudiaba Arte y Decoración (4*).

Los demás integrantes del grupo familiar quedarían repartidos en varios lugares, permanecerían internados en dos colegios de la Capital de la República, los hijos menores, Italia de 14 años y Mainardo de 11 años, a cargo de sus tíos, el amigo incondicional, el italiano Mario Mirkow y su esposa, Teresa Ospina, la hermana de Camila.

Teodoro Bernardi, el sobrino dibujante quien llegó desde Ponte Nelle Alpi (Belluno) a inicios de la guerra en 1939, luego de aprender el oficio de constructor con su tío en muchas de sus obras, entre ellas el Hotel Tocarema de Girardot (1948), se independizaría y iría bastante lejos de sus parientes y su segundo hogar, a los pozos petroleros del campo de Tibú.  

Recuperar la posesión de La Rústica. Sin embargo, el matrimonio deberá superar otro escollo antes de instalarse en ´La Rústica´, la cabaña alpina de veraneo levantada por Antonio cuando residieron en Armenia (1935*) y que por estar escriturada a su esposa, Camila Ospina, ya se había salvado de ser confiscada por el Estado colombiano durante el conflicto bélico mundial cuando el Gobierno decomisó la totalidad de la maquinaria del constructor italiano y además, despojó de propiedades y embargó cuentas y comercios de sus compatriotas, de alemanes y de japoneses domiciliados en el país, a quienes también se les prohibió circular por el territorio nacional.

Cómo durante varios años la familia no pudo salir de Bogotá, la situación había sido aprovechada por don Secundino Giraldo, el mayordomo de la propiedad rural de los Bernardi Ospina, quien se hizo a su posesión. La madre de esta familia colombo italiana, gracias al carácter batallador de sus antepasadas paisas, libraría una lucha legal y al final, rescataría la finca cafetera para convertirla en su morada temporal. Sin embargo, al llegar Camila Ospina se encontraría con un panorama desolador, los corrales del ganado y las caballerizas estaban desocupadas y los cultivos de café y árboles frutales habían sido destruidos.

El hato lechero y la aftosa. Antonio como buen alpino italiano y con mucha ilusión ante su nueva vida campestre, se propondría levantar ´La Rústica´ e invertiría su capital para montar un hato lechero de ganado Holstein con técnicas europeas. Infortunadamente en 1950, aparecería en Colombia el primer brote de fiebre aftosa, que produciría la muerte de las reses de ´La Rústica´ y los hatos vecinos.

Una nueva década. En medio de la incertidumbre económica para la familia Bernardi Ospina, daría inicio la década de los cincuenta, años tumultuosos por los múltiples sucesos violentos en la vida política del país y de muchos cambios sociales y económicos para los colombianos.

Decisiones cruciales. Para superar las adversidades económicas, los amigos de Antonio le recomendarían reabrir su oficina constructora en Armenia, como la firma de prestigio que tuvo entre 1930 y 1938. Otros, en cambio, le hablarían de las posibilidades favorables que ofrecía el puerto de Barranquilla por donde había entrado el progreso a Colombia a finales del siglo XIX y se había asentado una colonia de inmigrantes italianos próspera e influyente.

A la Sultana del Valle. Pero Antonio tendría en la mira a la capital vallecaucana por ese espíritu festivo, cordial y emprendedor de los caleños, la prometedora ciudad en la que recién desembarcado en Colombia (1926 -1927), le permitió unirse a la firma italiana de ingeniería Papio Bonarda & Co para participar en la construcción del Palacio Nacional como también disfrutar de su luna de miel (1928). Y hacia allá se dirigiría en tren con su familia, el 1 de mayo de 1950, en plena temporada invernal, a iniciar una nueva década y escribir otra etapa de su vida en Colombia.

Ilustración de portada. Diseñadora Paula Henao.  Fuentes citadas. *Gracias a la narración de mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi Ospina se han reconstruido las vivencias de las familias Bernardi Ospina y Ospina Mejía en esa época. Archivo fotográfico: familia Bernardi Ospina.

(1*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi y Regina De Fina. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (2*) Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda – hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970). (*3) Circasia, municipio de la zona cafetera de Colombia, fundado el 10 de agosto de 1884, hoy pertenece al departamento del Quindío. (*4)  La casona de la Javeriana Femenina en Bogotá, detrás del palacio presidencial, fue reducida a cenizas el 9 de abril de 1948, no volvería a abrir sus puertas

El elixir de los Bernard: 118 años de alquimia con hierbas y flores de los Alpes

Los Bernard, productores italianos de licores artesanales de hierbas y flores recogidas a mano en las montañas de Pomaretto, pequeña población entre dos valles alpinos: Val Germanasca y Val Chisone, con una tradición familiar que se remonta a 1902 y a 4 generaciones, participan con sus productos en el Terra Madre Salone del Gusto 2020, el gran evento del Slow Food que se lleva a cabo desde Turín y la región Piamonte.

Por Irene Garcés Medrano*. La magia de las hierbas ha acompañado la historia del hombre, desde la antigüedad las infusiones en alcohol eran usadas con fines medicinales. Así lo intuyó Giacomo Bernard, quien ya para 1902 extraía la mejor parte de las hierbas y flores de los Alpes italianos para preparar licores digestivos, buenos para el ánimo y el paladar.

El secreto de la montaña. Desde entonces, los secretos y saberes de este bisabuelo se han transmitido de generación en generación en su familia, hasta el día de hoy con Enrique, el responsable de la empresa es, quien enseña esos conocimientos al joven Giacomo, su hijo y representante de la quinta línea de los Bernard italianos dedicados a la alquimia de licores.

118 años. A finales del siglo XIX, Giacomo quien trabajaba en el puerto de Marsella, Francia, regresó a Pomaretto, su pueblo natal al pie de los Alpes occidentales piamonteses, y fundó una fábrica de producción de bebidas gaseosas que fueron las primeras que se hacían en Italia. Cada semana iba hasta Torino a distribuir cervezas y gaseosas en varios sitios, bares y locales de la ciudad.


Los Bernard están en Pomaretto, donde Val Germanasca se encuentra con Val Chisone. Son los Alpes piamonteses occidentales, los que en el siglo XIX encantaron a los viajeros ingleses en busca de la naturaleza. Aquí la tradición de producir licores con flores y hierbas de montaña es una antigua costumbre: ya en el siglo XIX en su libro Alle Porte d’Italia, De Amicis cuenta que «Aquí hacen licores dulces, buenas sedas, muchachas hermosas, soldados firmes «.

Años después, la familia Bernard abandonó la producción de bebidas gaseosas para concentrar todas las energías en la elaboración de los licores artesanales. A los ya existentes agregaron otros como el Barathier , el Genepi, el Genepi Blanc, el Rabarbaro (Ruibarbo), el Genzianella, el Serpoul, el Arquebuse y el Abricot, todos ellos a base de hierbas, flores nativas de las montañas aledañas y aguas de un manantial alpino, materias primas que les aportan características únicas a estos licores y los hacen protagonistas en bares, enotecas y restaurantes en Italia y en EE.UU. 

Los Bernard están presentes en el Terra Madre Salone del Gusto 2020, el gran evento que se lleva a cabo desde Turín y la región Piamonte del Slow Food, como productores de licores artesanales en su propio territorio y con una tradición familiar centenaria, acorde con la filosofía y los principios que promueve el movimiento internacional.

Sus licores son Buenos, porque el proceso de elaboración es de gran calidad, totalmente natural y sin químicos, y el resultado es la excelencia de sus productos. Son Limpios: ya que no se usan aromas o derivados químicos, cada ingrediente es natural desde la recolección de las flores a mano, florecita por florecita, el azúcar de caña blanco orgánico, el agua de un manantial de montaña y el alcohol de trigo. Producidos en modo justo: para la recolección de las hierbas y flores en la montaña se siguen criterios que garantizan el cuidado del hábitat para que al año siguiente se pueda cosechar la misma cantidad: una a una, con unas tijeras, para que las raíces sigan vivas, listas para dar más flores.   

¿Cómo se producen? Sin develar los pequeños secretos que marcan la diferencia, Enrico Bernard explica que sus licores son hechos por maceración en frío, un proceso opuesto a la destilación. Las flores secas se sumergen en el alcohol destilado que extrae los principios activos de la flor (color, perfume y el gusto) y los trasmite al licor. Luego se agrega el agua y el azúcar necesarios para ese toque final. 

La cosecha de las flores. Por años la familia Bernard se ocupó personalmente de recoger una a una, las flores que crecen a 1000, 2500 y 3000 metros de altura, de mayo a septiembre, los meses en los que  contienen la mayor cantidad de principios activos.  Pero con el aumento de  la producción buscaron recolectores, un oficio que no es fácil, porque como explica Enrico, no se encuentra en la guía telefónica. “Los recogedores son personas especializadas pero desconocidas,  se les conoce un poco a la vez, o porque ellos saben de nosotros o nosotros sabemos de ellos”.  El recolector debe tener buen conocimiento de las montañas, los senderos y los valles y de las flores, saber cogerlas en el periodo, el sitio  y el modo justo: ¨Nosotros verificamos que se recojan correctamente y hacemos la desecación para controlar que se efectúe en el modo correcto, es una labor ardua¨.  

¿A dónde van estos licores? Se venden principalmente en bares, restaurantes y enotecas. No hacen distribución en grande, también exportan a Estados Unidos donde son usados en cocteles: ¨En Italia  la tradición de los cocteles es bastante reciente, aquí nuestros licores se usan más que todo después de las comidas (digestivos),o para estar en compañía¨.

La excelencia del Genepi Blanc. Para este licor las flores se ponen en suspensión sobre el alcohol, para que los vapores del alcohol capturen el olio esencial de las flores sin entrar en contacto directo. Es un proceso lento inventado por ellos que requiere de muchos meses pero el producto que obtienen es excepcional, fino y delicadamente perfumado, el resultado es un Genepi transparente como el agua. Después de 20 años de producirlo, ya otros lo hacen porque los han copiado. Existen los productores y los copiadores, pero ellos son los productores originales.

Efectos del confinamiento. Durante el periodo de la cuarentena que determinó el cierre de bares y restaurantes, no se vendió nada porqué el 70%  del facturado de la empresa de licores proviene de ese sector. Además las personas no se podían movilizar: “tuvimos un cliente en marzo y dos facturas en abril. Prácticamente nada”, explicó Bernard.

Los cambios climáticos. Para la recolección de las flores no han tenido dificultades ligadas al clima. Son flores que en su mayor parte, se recogen en alta montaña donde ya las condiciones son difíciles, pueden presentarse problemas de sequedad prolongada que podría disminuir la cantidad de flores. Pero estas flores tienen una capacidad de sobrevivencia superior a la norma, soportan las temperaturas altas y vientos fuertes.

Plantas medicinales. Las hierbas que usan son medicinales, se emplean en tisanas curativas. El Genepi (artemisa) es una hierba que crece en alta montaña, la usan para el dolor de cabeza. 

El origen de nombres. El Barathier no saben de dónde proviene, Bernard preguntó a su abuelo pero él no lo sabía. Antes lo llamaban Amaro Cozio hasta 1902 y luego en los documentos de la familia se comenzó a escribir en la etiqueta Barathier. Los otros nombres de los licores son de flores: Genzianella, Rabárbaro (ruibarbo), Genepí (artemisa), Arquebuse es un nombre de fantasía  porqué la flor es otra; Abricot es en francés, porque en estas montañas se habla occitano, una mezcla de francés, español e italiano. Serpoul es en occitano. En italiano es Serpillo (tomillo serpol). Abricot, Barathier y Genepi Blanc, son nombres franceses como el apellido Bernard, porque el Piamonte está en la frontera con Francia.

Irene Garcés Medrano*. Comunicadora Social con énfasis en Periodismo, actividad que ama realizar en modo independiente en el ámbito cultural y ambiental. Hortelana por pasión.

https://www.barathier.it/
https://terramadresalonedelgusto.com/scheda_espositore/bernard-c/

Italia, un país hecho a punta de óperas

Cuando Giuseppe Verdi se dio a conocer como compositor de óperas en 1839, Italia era un puñado de minúsculos estados. Su música estableció un lenguaje común en la lucha por unificar el país. Los del norte estaban gobernados por Austria y en el sur dominaban los Borbones españoles, pero los unía el anhelo de formar una nación independiente.
Solo en Italia podría surgir una extravagancia artística como es la ópera. Un complejo entretenimiento que también cuenta la historia de los recientes cuatro siglos.

Por Álvaro Gärtner. Cuando Giuseppe Verdi se dio a conocer como compositor de óperas en 1839, Italia era un puñado de minúsculos estados. Los del norte estaban gobernados con mano dura por Austria y en el sur dominaban los Borbones españoles. Los unía el anhelo de formar una  nación independiente.

Los sentimientos patrióticos también afloraron en Los lombardos en la primera cruzada (1843), Los dos Foscari (1844) y Juana de Arco (1845) e hicieron de Verdi el compositor de la causa nacional. Los coros Un pacto, un juramento (Ernani, 1844) y Patria oprimida (Macbeth, 1847) eran verdaderos gritos de libertad.

El fracaso de la revolución de 1848 fue un duro golpe para la causa. Desengañado, Verdi abandonó las óperas patrióticas y empezó a profundizar en la sicología de los personajes. Pero no podía desentenderse: a principios de 1850 le encargaron una para el teatro La Fenice, de Venecia. Acababa de leer el drama El rey se divierte de Víctor Hugo y quedó encantando, pero la censura en Francia lo había prohibido veinte años atrás. Presentó el libreto al Consejo de Censores de Austria y siguió componiendo. Tardó 40 días en terminar la ópera que en secreto llamaba La maldición.

Tres meses antes del estreno, “el gobernador militar de Venecia deplora que el poeta Piave y el célebre músico Verdi no hayan sabido escoger otro campo para hacer brotar sus talentos, que el de la repugnante inmoralidad y obscena trivialidad del argumento del libreto titulado La maledizione. Su Excelencia ha dispuesto vetar absolutamente la representación”. Se usó el título clandestino, averiguado por espías, para mostrar los alcances del poder gubernamental.

El secretario de La Fenice medió ante el gobierno austriaco y se impuso que la acción no transcurriera en la corte real francesa y cambiar el título. Verdi aceptó, pues quedaban intactas las principales escenas. El rey de Francia se transformó en el duque de Mantua, porque la familia Gonzaga y el ducado ya no existían, y así no ofendería a nadie. 

Se salvó el protagonista, por quien Verdi sentía predilección: un bufón deforme, amargo y mordaz, también padre amoroso, y el duque conservó su carácter cínico y libertino. Rigoletto hizo ver el sufrimiento de los oprimidos, condenó sutilmente los abusos del poder y la hipocresía de los cortesanos. Dardos contra el régimen austríaco. En 1855 los disparó contra el de los Borbones desde Las vísperas sicilianas.

Verdi volvió a sentir la censura, cuando del Teatro San Carlos de Nápoles le encargaron una ópera para el carnaval de 1858 y propuso la historia del rey Gustavo III de Suecia, asesinado en 1792. Los austriacos exigieron situar la acción en un país distinto y transformar el rey en señor feudal. Para la censura, representar un magnicidio podría sugerir ideas a los inconformes. De hecho, el día que el compositor llegó a Nápoles, atentaron contra Napoleón III en París y poco antes el rey de las Dos Sicilias había sido atacado por un soldado.

Se le ordenó reescribir toda la ópera. Verdi se negó y la dirección del teatro le propuso el libreto titulado Adelia degli Adimari, que llamaba burlonamente “degli animali” (de los animales), y lo rechazó. Fue demandado por incumplimiento de contrato y él contrademandó por daños y perjuicios. Los jueces le dieron la razón.

En 1861 surgió Italia. Fue coronado el rey Víctor Manuel II de Saboya y Verdi elegido senador en las primeras elecciones. Pero no puso fin a su carrera de compositor, ni sus óperas se libraron de vicisitudes: en 1867 estrenó Don Carlo en París, basada en la rebelión del príncipe contra el rey Felipe II de España. En ella se advierte que su percepción del poder era menos idealista, más desencantada. El público acogió con entusiasmo las primeras escenas. Pero la emperatriz española Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, ofendida por el libreto ‘antiespañol’, los clamores de libertad y la crítica al fanatismo religioso, volvió la espalda al espectáculo y todo vino abajo.

Cuando Verdi reescribió en 1881 Simón Boccanegra, le dio un carácter nacionalista que el original no tenía. El compositor era ya senador vitalicio y eso cambió su visión del argumento. En la nueva versión insertó una referencia a dos cartas de Petrarca, dirigidas a Boccanegra, primer dux de Génova, y al de Venecia, en las cuales les recordó que las dos ciudades son hijas de una misma madre, Italia. Con ello bastó para reforzar la autoridad del protagonista de la ópera. (El histórico murió en 1362, envenenado).

Se dice que Simón Boccanegra encarna lo que Verdi pudo ser y no fue en política, y plasmó en el personaje lo que quiso proyectar en la nueva Italia.

El significado político de Va’ pensiero revivió en 2012, cuando Italia conmemoró 150 años de unificación y se representó Nabucco, dirigida por Ricardo Muti. Antes, el alcalde de Roma denunció los recortes al presupuesto de cultura que hacía el gobierno de Silvio Berlusconi, quien asistió a la función.

Según Muti, “la ópera se desarrolló normalmente y cuando llegamos al famoso coro, sentí que el público se ponía en tensión, ante el lamento de los esclavos que cantan «oh patria mía, tan bella y tan perdida». Cuando llegó a su fin, el público empezó a pedir un bis [repetición], mientras gritaba «Viva Italia» y «Viva Verdi»”.

Prosiguió: “Yo no quería solo hacer un bis. Tenía que haber una intención especial”. Entonces, alguien gritó desde el palco: “¡Larga vida a Italia!”. El director se dio vuelta y mirando al público y a Berlusconi, respondió: “Estoy de acuerdo. Larga vida a Italia, pero hoy siento vergüenza de lo que sucede en mi país. Accedo a vuestra petición, no solo por la dicha patriótica que siento, sino porque esta noche, cuando el coro cantó, pensé que si seguimos así vamos a matar la cultura sobre la cual se construyó la historia de Italia. En tal caso, nuestra patria, estaría de verdad bella y perdida”. Estallaron los aplausos, incluidos los artistas en escena.

Muti agregó: “Yo he callado durante muchos años. Ahora deberíamos darle sentido a este canto. Les propongo que cantemos todos. Comenzó el canto con la gente de pies y toda la Ópera de Roma también se levantó. Algunos integrantes del coro lloraban”.

Un imperio sostenido a punta de valses. La opereta surgió hacia 1860, en medio de una crisis económica que impedía montar óperas, ideada por Jacques Offenbach, compositor germano-francés. Alterna diálogos y música. Por tener una temática ligera, casi frívola, era menos costosa.

Offenbach desafió a Johann Strauss a componerlas, cuando éste ya era autor de valses famosos, aún vigentes. Entre 1871 y 1897 escribió 16, entre las cuales El murciélago (1874), goza de enorme popularidad. Alternan valses y polcas vieneses, y alguna danza folclórica húngara, para dar la falsa idea de unidad, en un ente político forzado como fue el Imperio Austrohúngaro.

El compositor fue el símbolo del optimismo para una sociedad austríaca que estaba en decadencia, después de la guerra francoprusiana de 1870 y el surgimiento de Alemania. Ni el emperador Francisco José, ni la emperatriz Sissy, ni la clase política se percataban de ello, deslumbrados como estaban con los valses de Strauss.

Con Franz Lehár comenzó la Edad de Plata de la opereta, con el mismo esquema musical de Strauss: valses, polcas y un tema húngaro. El imperio se hundió con la I Guerra Mundial, pero Léhar mantendría el compás hasta comienzos de la II.

La música en tiempos soviéticos. Durante los primeros años del régimen comunista en Rusia en 1917, se habló de crear una nueva música, incluida la ópera, cuya popularidad serviría para divulgar el credo bolchevique. Óperas como Wozzeck de Alban Berg y Der ferne Klang (El sonido distante) de Franz Schreker, a pesar de ser burgueses (capitalistas), tenían lo que buscaba el gobierno. Pero el público prefería las obras ‘vampukistas’, que mezclaban sentimentalismo, espíritu de aventura y tramas fabulosas, contenidos en Vampuka (1909) de Vladimir Erenberg. El título se convirtió en sinónimo de absurdo.

Inspirado en Wozzeck, Dimitri Shostakóvich se propuso componer una ópera basada en el cuento La nariz, de Nikolai Gogol, en 1928. Cuando la estrenó en 1930, eran otras las políticas culturales soviéticas. El compositor fue acusado de estar sujeto al “formalismo burgués”, cuando lo correcto era el “realismo socialista”, con un lenguaje accesible al gran público. Un crítico dijo que la ópera era “una bomba arrojada por un anarquista”.

Shostakóvich ignoró las insinuaciones y en 1936 publicó Lady Macbeth de Minsk. Un artículo anónimo publicado en el diario Pravda, atribuido al dictador Josef Stalin, la tildó de “chabacana, primitiva y vulgar”. El músico fue acusado de ser “enemigo del pueblo” y estuvo a punto de ser fusilado. Con la condena de su segunda ópera, la primera quedó censurada implícitamente. Shostakóvich jamás se recuperó de ese golpe.

La ópera de la libertad. Ludwig van Beethoven expresó sus opiniones políticas en sus sinfonías n° 3 Heroica, El triunfo de Wellington y aun la n° 9 Coral, y la obertura Egmont. En cambio, el argumento de su única ópera, Fidelio (1805), exalta la lealtad y la fidelidad conyugal, porque la protagonista se disfraza de hombre para entrar a la prisión donde está su esposo como preso político de un tirano. Al conseguir su liberación, la obra se convierte en canto a la libertad. Ésta fue la razón por la cual varios teatros de ópera en Europa fueron reinaugurados con la representación de Fidelio luego de finalizada la II Guerra Mundial, que terminó con el sanguinario régimen nazi.

Epílogo. Solo en Italia podría surgir una extravagancia artística como es la ópera. Un complejo entretenimiento que también cuenta la historia de los recientes cuatro siglos.

La política subió al escenario de la ópera (I)

Junto con la salsa boloñesa, el queso mozzarella, el café capuccino y los vinos de Campania, la ópera simboliza lo italiano. Solo en Italia podría surgir semejante extravagancia artística y primer sistema multimedia de la historia, que combina canto, música, dramaturgia, actuación, danza, pintura, arquitectura y luminotecnia. La ópera no fue una expresión abstracta, sino una mirada estética e idealista a una realidad también turbulenta. Se valió de la política para salir a la luz, porque una idea tan ambiciosa necesitaba la ayuda de los poderosos.

Por Álvaro Gärtner. Junto con la salsa boloñesa, el queso mozzarella, el café capuccino y los vinos de Campania, la ópera simboliza lo italiano. Solo en Italia podría surgir semejante extravagancia artística y primer sistema multimedia de la historia, que combina canto, música, dramaturgia, actuación, danza, pintura, arquitectura y luminotecnia.

Como todo arte refinado en el Renacimiento y el Barroco, la ópera no fue una expresión abstracta, sino una mirada estética e idealista a una realidad también turbulenta. Se valió de la política para salir a la luz, porque una idea tan ambiciosa necesitaba la ayuda de los poderosos: la primera cuya música se conserva completa, Eurídice, fue compuesta por Jacopo Peri en 1600, para la boda de María de Médicis y el rey Enrique IV de Francia.

Los invitados a Florencia se deslumbraron con lo jamás visto antes. Uno de ellos, Vincenzo Gonzaga duque de Mantua, no se dejaría opacar por la familia con la cual rivalizaba en poderío y ostentación. Como su maestro de música de corte Claudio Monteverdi también asistió, le encargó una ópera basada en el mismo mito griego.

Siete años tardó el buen Claudio en pergeñar L’Orfeo, desde la perspectiva del marido de Eurídice. Con ella triunfaron los Gonzaga sobre los Médicis: la primera parte de la obertura es el himno del duque de Mantua y la ópera está entre las 100 más representadas en la actualidad, mientras la de Peri es apenas una referencia.

Desde su aparición, la ópera fue instrumento de poder. La idea pudiera extrañar hoy, cuando muchos la creen pasatiempo de viejitos ricos, con una música que no incita a tomarse ni un aguardiente. Pero si se recuerda que durante casi 300 años tuvo la influencia que hoy ejerce el cine, empieza a entenderse su importancia.

Como toda novedad de su tiempo, se necesitaba el aval de una Iglesia Católica proclive a condenar toda forma de diversión, sobre todo musical. Pero una cosa era la institución y otra sus sacerdotes, incluidos papables como Maffeo Barberini.

Cuando en 1623 fue elegido como Urbano VIII, el Colegio Cardenalicio no dio importancia a su afición por la ópera, o él supo ocultarla hábilmente. El buen pontífice decidió renovar sus propiedades personales: en 1631 despidió su viejo palacio e inauguró el nuevo con el estreno de Il Sant’Alessio de Stefano Landi. Esta ópera fue como una aristocrática versión de los pueblerinos autos sacramentales de la Edad Media.

Con la bendición papal, el experimento de Peri y Monteverdi se remontó a las alturas.

Compositor y cortesano. A los franceses del siglo XVII hacía más gracia bailar que cantar. Hasta cuando Giulio Raimondo Mazarini, un libertino militar y diplomático italiano se coló en el Palacio de las Tullerías. Por sus buenos oficios fue nombrado cardenal sin ser sacerdote, primer ministro y regente durante la infancia de Luis XIV.

El cardenal Mazarino se propuso italianizar las costumbres cortesanas. En 1652 llevó a un joven bailarín de ballet y violinista florentino llamado Jean-Baptiste Lully. Sin embargo, cuando incluyó una ópera italiana en la celebración del matrimonio del rey Luis con María Teresa de Austria, en 1660, contrató al reputado compositor Francesco Cavalli.

Éste compuso Ercole amante como un espectáculo de enormes proporciones, con una música grandiosa. Lully se encargó de los ballets. Para la escenografía fue construida sofisticada maquinaria, como un brazo mecánico capaz de desplazar a más de 50 bailarines.

El propio rey como “primer bailarín del reino”, participó en las danzas, sin verse molesto por ser comparado con un Hércules inmoral, que seduce a la novia de su hijo. La engañada esposa hace vestir al infiel con una túnica envenenada, causándole una muerte horrible. Es posible que a Luis le agradase más la alusión a su transformación de simple mortal en rey, cuando los dioses llevan el fallecido al Olimpo.

Como perfecto cortesano y hábil negociante, Lully supo ganarse el favor del monarca, quien lo nombró Superintendente de la Música de Su Majestad. Se propuso sacar una ópera netamente francesa, al combinar el teatro lírico italiano con ballet, algo no tan difícil para un bisexual como él. Si bien la idea fue de ignotos músicos de provincia, el real compositor obtuvo del rey el monopolio sobre ese género, que depuró a través de trece obras, la primera de las cuales Cadmus et Hermione (1673).

Compositor, obispo, diplomático y espía. Stefano Agostini tenía apenas once años y ya era conocido en los escenarios operísticos de Venecia. Fue llevado a la corte de Munich, donde forjó amistad con el futuro príncipe elector Maximiliano II Emanuel de Baviera. Después de ordenarse sacerdote, el italiano empezó a componer óperas, que también cantó, con una voz de alabada belleza.

Los libretos tenían marcado tono político: Marco Aurelio (1681) trata de las obligaciones del gobernante con su pueblo y su esposa. Niobe, regina di Tebe (1688) critica la arrogancia de Max Emanuel. La libertà contenta (1693) condena la promiscuidad y exalta la fidelidad, a raíz de la escandalosa relación de la princesa Sophía Dorothea con el conde sueco Philipp von Königsmarck.

Ese año, Agostini se trasladó al ducado de Hannover, donde empezó su carrera diplomática. Fue enviado a Bruselas, donde el Elector de Baviera era gobernador de los Países Bajos españoles, logrando para el ducado hannoveriano el rango de electorado. La lealtad de Max Emanuel se balanceaba entre el Imperio Alemán y la Francia de Luis XIV. El príncipe se volvió hostil con su antiguo protegido y éste renunció para no ser arrestado. Se quedó en Munich fingiéndose enfermo, para dedicarse al espionaje.

En la corte de Düsseldorf llegó a ser presidente general del gobierno y obispo de Spiga. Medió exitosamente entre el papa y el sacro emperador, siendo nombrado vicario apostólico del norte de Alemania. Y entre gestión y gestión, seguía componiendo óperas como Henrico Leone. El duque Ernesto Augusto de Sajonia-Weimar la hacía representar para “que la posteridad no olvide todos los Estados que pertenecieron a esta casa” ducal.

Steffani también intervino en las negociaciones diplomáticas anteriores a la Guerra de Sucesión española (1701-1713). Causó una penuria económica tan grande en Europa, que obligó al papado a prohibir la ópera en Italia.

Una ópera políticamente incorrecta. El teórico musical y compositor Jean-Philippe Rameau comenzó a escribir óperas pasados los 50 años de edad. La mayoría de las 31 que dejó, fueron aclamadas por Diderot y Voltaire. Con su música, el Barroco francés llegó a su punto más alto y anticipa el romanticismo del siglo XIX.

Platée fue la primera ópera cómica de Rameau. Fue estrenada en la boda del heredero al trono de Francia con la infanta María Teresa Rafaela de España, en 1745. Cuenta la historia de una fea ninfa de los pantanos, a quien algunos dioses del Olimpo hacen creer que Júpiter está enamorado de ella.​ La idea era humillarla por su aspecto. En las melodías se reiteran las asonancias en “oi” (pronunciadas “uá”, en francés), para imitar el canto de las ranas.

La novia distaba de ser bonita y sin embargo, los regios desposados disfrutaron de la representación. Rameau fue poco después nombrado Compositor de la Cámara del Rey, con elevado salario.

Libreto para criticar al enemigo. Federico II el Grande fue prototipo del monarca ilustrado: jurista, filósofo, poeta, melómano, flautista y mecenas del arte. Y un estratega militar que convirtió su país en una gran potencia europea.

Federico II el Grande de Prusia personificó en Moctezuma la visión que tenía de sí mismo y de la política. Montezuma (título original en italiano) se estrenó en Berlín, en 1755.

Cuando el compositor Carl Heinrich Graun publicó su ópera sobre Moctezuma, ya 20 años atrás Vivaldi había abordado el tema de la conquista de México.

En su época había curiosidad acerca del mundo más allá de Europa. El rey de Prusia admiraba tanto al emperador azteca Moctezuma, que se propuso escribir un libreto de ópera sobre la conquista de México, lo cual no era común en un gobernante.

Federico personificó en Moctezuma la visión que tenía de sí mismo y de la política. Como anticatólico y enemigo de España, hizo énfasis en la crueldad de los conquistadores españoles, en especial Hernán Cortés.

Encargó la música a su amigo Carl Heinrich Graun, estupendo y prolífico compositor hoy casi olvidado. Montezuma (título original en italiano) se estrenó en Berlín, en 1755.

El protagonista se presenta como un gobernante justo y respetuoso de sus súbditos. Es su deber y no un mérito. En cambio, Cortés y su lugarteniente Pánfilo de Narváez están llenos de malas intenciones, codicia e hipocresía, al aprovecharse de la hospitalidad de Montezuma para invadir Tenochtitlán. Cuando éste se entera del engaño, sigue una larga confrontación con el invasor, en la cual ambos hablan de “barbarie”, con un nuevo sentido: los bárbaros no son los indígenas, sino los conquistadores, por tramposos.

La visión Federico II el Grande acerca de esta historia, acreció la leyenda negra de la conquista española de América. Por supuesto, la ópera causó malestar en España.

Teatro y ópera revolucionarios. Las causas sociales, políticas y económicas de la Revolución Francesa están suficientemente estudiadas. No tanto, la incidencia de las obras teatrales de Pierre Agustín Caron de Beaumarchais y las óperas compuestas sobre ellas, estrenadas pocos años antes del alzamiento. Sus representaciones permitieron tomar conciencia de la situación imperante.

Lejos de ser teatro panfletario, las divertidas comedias invertían el orden: los protagonistas eran sirvientes inteligentes, que resolvían los problemas de amos aristócratas medio pendejos. La nobleza misma rio y aplaudió, por creerlo imposible.

Beaumarchais distaba de ser un revolucionario: dio clases de arpa a las hijas de Luis XV y fue su secretario. El monarca lo envió a Inglaterra, los Países Bajos, los principados alemanes y Austria, a impedir la publicación de dañinos panfletos. Fue y acusado de espionaje encarcelado. Abogó por la intervención francesa en la independencia de los EEUU y a través suyo se envió en secreto dinero a los norteamericanos. Por propia cuenta, Beaumarchais les vendió armas y municiones, que envió en una flota privada. Tenía gran habilidad para los negocios y los matrimonios: los dos primeros fueron con mujeres muy ricas y mayores, las cuales tuvieron la delicadeza de fallecer al año de casadas.

En medio de sus actividades, escribió una trilogía teatral sobre Fígaro*, un hombre del pueblo, astuto y audaz, burlón e irreverente, que siempre tiene a mano la solución para los problemas de los aristócratas. De esa forma también pone en evidencia su incapacidad y su hipocresía, con frases agudas de gran contenido social.

El primer capítulo fue El barbero de Sevilla, estrenado en 1775 con enorme éxito: Fígaro se las ingenia para arrancar a la joven y rica huérfana Rosina, de las garras de un viejo y avaricioso tutor que planea casarse con ella, para hacerse a su fortuna. El conde de Almaviva, un filipichín enamoradizo, quiere a la muchacha para sí y cuenta con la ayuda del sagaz. En 1782, Giovanni Paisiello lo convirtió en la ópera, siete años antes de la revolución. La versión más conocida hoy es la de Gioacchino Rossini (1816).

Beaumarchais publicó en 1784 Las bodas de Fígaro: el barbero está prometido con la bella doméstica Susana y el conde de Almaviva planea revivir el derecho de pernada para disfrutarla, pero es descubierto. Los novios, con ayuda de la condesa Rosina, desenmascaran al noble, un pelmazo inútil. Wolfgang Amadeus Mozart convirtió la comedia en ópera bufa en 1786. El emperador José II de Austria la consideró “altamente escandalosa” y prohibió su representación, sin impedir la publicación de la partitura, diciendo que los sirvientes iban al teatro, pero no leían notas musicales. También estuvo vetada en Francia durante más de seis años.

En 1787 fue estrenada en París la ópera Tarare, libreto del propio Beaumarchais y música de Antonio Salieri. Fueron necesarios numerosos guardias para contener la muchedumbre agolpada frente al teatro. Se esperaba que si Fígaro había criticado abiertamente la opresión feudal, la nueva obra también traería agudos mensajes políticos.

El argumento gira en torno de un déspota cruel y egoísta, que odia a su mejor soldado, de origen humilde, solo porque es feliz en su vida y amado por el pueblo, a causa de su valor y lealtad. Los sufrimientos que le inflige provocan y su derrocamiento. En su lugar es puesto el militar. El epílogo es contundente: Mortal: quien seas, príncipe, sacerdote o soldado; hombre, tu grandeza en la tierra no pertenece a tu estado; tu carácter lo es todo.

Napoleón Bonaparte afirmaría:Fígaro fue la Revolución Francesa puesta en práctica”.

Esta historia continuará…

Antonio Bernardi: Italia Caminante ´Uno dei Nostri´

Este es un homenaje de la Embajada de Italia en Colombia a Antonio Bernardi Defina, dentro del proyecto Italia Caminante- Uno dei Nostri en la XX Semana de la Lengua, la Cultura y la Memoria Italiana en el Mundo: un reconocimiento a su legado urbanístico y arquitectónico en las ciudades colombianas: Manizales, Armenia, Ibagué, Girardot, Bogotá y Cali.

Este es un homenaje de la Embajada de Italia en Colombia a Antonio Bernardi Defina, dentro del proyecto Italia Caminante- Uno dei Nostri en la  XX Semana de la Lengua, la Cultura y la Memoria Italiana en el Mundo: un reconocimiento a su legado urbanístico y arquitectónico en las ciudades colombianas: Manizales, Armenia, Ibagué, Girardot, Bogotá y Cali.

El historiador y gestor cultural, Nelson Osorio Lozano, Commendatore di Prima Classe della Stella d’Italia, ha recopilado seis historias de vida y de valor alrededor de la contribución moral y material de los migrantes italianos a nuestro proyecto de Nación.

Nelson define a Antonio Bernardi como constructor, proyectista urbano: el orgullo de edificar «a la italiana», de los Alpes vénetos al tropical Valle del Cauca. Una historia, una raíz, un árbol frondoso.