Omero Ciai y Gabo

Gabriel García Márquez, nuestro Premio Nobel de Literatura 1982, siempre será noticia y siempre dará motivos a sus admiradores por todo el mundo para recordar anécdotas de su vida personal y de su oficio como periodista y escritor. La Bernardi habla con el periodista italiano, Omero Ciai, quien recuerda cómo conoció a Gabo en 2006.

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La Bernardi se dio a la tarea de hablar con el periodista italiano Omero Ciai, experto en informaciones de América latina quien conoció personalmente a Gabriel García Márquez y fue en 2007 uno de los pasajeros privilegiados  del “Tren de Macondo”, la ruta que llevó a Gabo a su natal Aracataca con motivo de sus 80 años.

Omero cuenta cómo llegó Gabo a su vida y cuando logró conocerlo en Cartagena en 2006, simulando que era un turista de paso por la Heroica.

Whisky y sopa de langosta, ese fue el menú de la histórica cena en las murallas de Cartagena de Indias para este periodista italiano con el premio Nobel colombiano, su familia y un amigo, el actor italiano Salvo Basile, de la cual le quedarían muchas anécdotas, una foto instantánea tomada con una cámara polaroid por la cuñada de Gabo y un artículo publicado en el diario la Repubblica de Roma y replicado en otros diarios europeos.

Se los recomiendo es muy divertido .. les dejo un adelanto: ¨Hay cuatro cosas que Gabriel García Márquez ama de verdad. El whisky, pero sólo el de malta y bien añejado; el béisbol, la música bailable (bolero y rumba) y la diplomacia secreta. Nada más levantarse de la mesa, al final de la cena por su cumpleaños («es un día como cualquier otro, nada de tartas»), mira el vaso de whisky medio lleno y dice: «Te regalo la mitad de mis riquezas, pero si hubiese sabido desde el principio que eres un periodista», prosigue, «no habría charlado contigo ni un instante». Y añade: «He sido periodista durante toda mi vida y sé cómo trabajamos: demasiado deprisa. Hace falta más tiempo para hacer las cosas bien. Nunca es suficiente«.

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Gabriel García Márquez y sus pasos en Italia. “En Roma me sentía como en casa”: GGM.

Aunque Gabriel José de la Concordia García Márquez (1927-2014), vivió la mayor parte de su vida en Colombia, Francia y México, el casi año y medio que estuvo en Italia y la fascinación por su literatura y el movimiento narrativo cinematográfico conocido como “neorrealismo”, marcaron su pluma como escritor y periodista. Crónica del italiano Omero Ciai y el colombiano Néstor Pongutá, publicada en VISLUMBRES Una constelación escogida de protagonistas de nuestra historia común de España, Italia e Iberoamérica, por invitación de la Embajada de España en Italia.

Por Omero Ciai y Néstor Pongutá*. Aunque Gabriel José de la Concordia García Márquez (1927-2014), vivió la mayor parte de su vida  en Colombia, Francia y México, el casi año y medio que estuvo en Italia y la fascinación por su literatura y el movimiento narrativo cinematográfico conocido como “neorrealismo”, marcaron su pluma como escritor y periodista.

A pesar de que fueron menos de 18 meses de permanencia en Italia, quedaron muchas marcas y son varias las señales que evidenciaron que este país ocuparía un lugar especial en su vida y su obra. Son innumerables las referencias en sus escritos que hizo sobre Italia y el Vaticano. Aunque  solo tenía 28 años cuando llegó a la capital italiana, vivió intensamente la ´Citta Eterna´. Lo embrujaba su bullicio, su historia, la pasión de su gente, su cultura, el drama constante, el cine, el vino y la gastronomía, más si se trataba de un buen plato de  la sabrosa y sonora “pasta alla puttanesca”.

Gian Giacommo Feltrinelli, propietario de la reconocida editorial que llevaba su apellido, quedó  maravillado con Cien años de soledad y en 1968, solo un año después de su publicación, lanzó la primera versión en lengua extranjera y se convirtió en la plataforma desde Europa hacia el mundo de este suceso literario, que narra  la historia de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones en un pueblo imaginario llamado Macondo. Esta novela, que luego fue traducida a 49 idiomas y ha vendido más de 50 millones de ejemplares, es considerada la obra cumbre de éste escritor colombiano que ganó el premio Nobel de literatura en 1982 y lo consolidó como uno de los escritores más reconocidos y leídos en el planeta.

A todos estos regalos que le brindó Italia, se suma un hecho que parece un argumento más del realismo mágico de Gabo: En la sureña isla de Cerdeña existe un pequeño pueblo llamado Perdasdefogu con apenas un poco más de dos mil habitantes. Según la clasificación de Guinness récords, es el lugar en el mundo, por promedio de habitantes, donde vive el mayor número de personas mayores de cien años. Este lugar escondido en la bella Italia, que tiene una hermandad con Aracataca, pueblo natal de Gabo, rindió un homenaje a sus longevos habitantes centenarios y en el 2015, su pequeña plaza, que está ubicada al frente del cementerio, la bautizaron con el poético nombre de “Centi anni di solitudine”.

Todos los pasos de Gabo conducían a Roma

Roma

Aunque desde su adolescencia Gabo ya comenzó a plasmar su habilidad para escribir y narrar conjugando fantasía y realidad, se inició profesionalmente en el periodismo en 1946 en el diario El Universal de Cartagena. Luego en 1950 pasó a El Heraldo de Barranquilla donde escribió su columna “la jirafa” que era el sobrenombre confidencial que le tenía a su esposa en los tiempos de enamoramiento, ya que para sus ojos, Mercedes Barcha tenía una belleza “Modiglianesca”.

Un día de 1954, estando en Bogotá con su gran amigo y colega Álvaro Mutis, recibió la llamada del director del diario El Espectador, Guillermo Cano, quien muy sutilmente lo invitó a escribir un pequeño párrafo para la página editorial. Desde ese día estuvo 18 meses más escribiendo en las páginas de ese diario capitalino sobre cine y crónica, hasta que estando en Europa, el diario fue cerrado por la dictadura militar de Rojas Pinilla. Aunque le enviaron para comprar el tiquete de regreso, Gabo decidió que con ese dinero, se quedaría más tiempo aventurando  en el viejo Continente.

Sus crónicas y reportajes se habían convertido en una cita infaltable para  los lectores y quizá el más recordado de ese género de periodismo literario, fue el Relato de un náufrago, una serie de catorce crónicas basadas en las entrevistas que Gabo le hizo al joven marinero Luis Alejandro Velasco quien  sobrevivió al hundimiento del buque de la armada ARC Caldas y que luego estuvo 10 días a la deriva en una pequeña balsa. La publicación de estos reportajes dio lugar a una controversia pública y debido a esto,  Guillermo Cano decidió hacer un gran esfuerzo y enviar a Gabo como corresponsal a Europa con sede en París.

El miércoles 13 de julio de 1955, en la portada de El Espectador, se anunciaba en una pequeña nota, acompañada de una foto de Gabriel García Márquez, que el diario enviaba un redactor a Ginebra (Suiza). Para Gabo, conocer Europa era una meta anhelada y así  lo registró días después el diario El Heraldo, su antigua casa: “Sabe Gabito con qué regocijo registramos esta noticia de su viaje al Viejo Continente, viaje que él había soñado y comentado tanto entre nosotros”

El inquieto García Márquez, luego de una travesía por Barranquilla, Bogotá y París, llegó  a Ginebra donde cubrió la reunión de los 4 grandes (El primer ministro británico Anthony Eden, el jefe de gobierno francés Edgar Faure, el primer ministro de la Unión Soviética Nikolai Bulganin y el presidente de los Estados Unidos Dwight D. Eisenhower).  En sus reportes y ejerciendo como un gran reportero provocador, escribió que  a pesar de la trascendencia de esta reunión, los suizos parecían estar más atentos a lo que sucedía en el  tour de Francia que a  las decisiones que estaban determinando la política nuclear en plena posguerra. Para dar contexto a sus lectores, comparó esta ciudad Suiza con  Manizales, describió su topografía como una imitación a la de Bogotá y en uno de los apartes subrayó que los perros de Ginebra, aunque más mansos, le recordaban a los de Magangué, un pequeño  pueblo de Bolívar ubicado en las orillas del río Magdalena.

A pesar de iniciar su viaje a Europa por Francia y Suiza, sus ojos estaban puestos en  Italia. Se apoyó en una noticia que, a pesar de su gravedad, podría ser el argumento de una novela propia de su imaginación. Llamó a Cano y con gran convicción le afirmó que tenía informaciones que indicaban que el Papa Pio XII, Eugenio Pacelli, estaba muriendo a causa de un fuerte ataque de hipo y que era urgente ir a Roma a cubrir esa noticia mundial.

El director de El Espectador entendió el mensaje de García Márquez y en el verano de 1955 lo envió  a la Ciudad Eterna a seguir los últimos momentos de vida del Papa Pacelli. Un día patrullando en cercanías del Vaticano, como buen sabueso del periodismo, descubrió que, de los muros leoninos,  emergía una berlina Mercedes Benz que llevaba dentro el cuerpo del Pontífice. Aunque éste iba sentado y vestido, como si se dirigiera a una ceremonia que podría ser su último adiós, le llamó la atención los pomposos ornamentos que tenía endosados a 35 grados de la hirviente Roma. Decide seguir la caravana papal en una vieja  vespa y mientras avanzaba el cortejo motorizado, descubre que el recorrido va  más allá de las fronteras de la Ciudad Eterna.

El vicario de Cristo estaba siendo llevado, en una estricta caravana, hasta una pequeña localidad  en la montaña  a 28 kms de Roma,  exactamente a Castel Gandolfo. El reportero García, al ver la reacción de sus pobladores, la parafernalia y pormenores de la situación, corroboró que no se trataba del traslado a la última morada del Pontífice sino que estaba siendo testigo que “Su Santidad va de vacaciones”.

Fue precisamente así como tituló una serie de crónicas, que le permitieron  desplegar su gran talento para describir y narrar esos sucesos entre ellos,  una  de las audiencias publicas del Papa: En el patio de piedra con capacidad para 2.000 personas enlatadas, los funcionarios del castillo acomodan a los visitantes como sardinas. Allí llegan, atropellándose, los más diversos y extraños géneros de frutas que dan las Viñas del Señor. Llegan los alemanes con sus morrales y sus pantalones de cuero. Llegan los norteamericanos con su complejo baratillo de instrumentos fotográficos y su libro para conocer a Roma en siete días. Llegan los duros curitas rurales de todo el mundo, los más remotos francotiradores de la religión, que nunca alcanzarán a ver al pontífice a menos de veinte metros de distancia. Todos entran atropelladamente como los corderos de Dios a un estrecho corral de piedra cerrado por los cuatro costados. La audiencia se anuncia para las seis. A las seis menos cuarto el patio está repleto y dos gigantescos guardias suizos, con fulgurantes uniformes que parecen un caramelo de fantasía, cierran el enorme portón de madera.  El reloj empieza entonces a marchar con desesperante lentitud. 4.000 ojos se concentran sobre la pequeña ventana, que sólo se diferencia de las otras en que tiene una cortina de seda blanca. Como es verano y el patiecillo está cerrado por los cuatro costados, en cinco minutos hay un calor asfixiante. Cuando Pío XII aparece, a las seis menos cinco, debe sentir ese espeso y agrio vapor humano que sube desde el patio, revuelto con las ovaciones y los aplausos. En ese momento, el Papa sabe a qué huele la humanidad.

Acudiendo de nuevo a sus contextos de lugar, hizo una estupenda comparación entre Castel Gandolfo  y la población de Espinal en Colombia, donde cada 29 de junio se celebra la fiesta de San Pedro.

Este es solo un ejemplo de cómo Italia generaba una fascinación especial en Gabo, quien consideraba el periodismo como “el mejor oficio del mundo”. Su biógrafo, el inglés Gerald Martin escribió en la biografía de Gabo: “el periodismo es un aspecto integral de su personalidad literaria, y por eso osciló siempre entre las dos actividades: ficción y periodismo.”

Aprovechando su estadía en Roma, se matriculó al Centro Experimental Cineccittà, lo que él llamaba “la fábrica de los sueños”, el lugar donde podría llegar a conocer a los padres del neorrealismo italiano, Vittorio de Sica y Cesare Zavattini. Su gran aspiración era especializarse en guión cinematográfico pero está era solo una materia y por lo tanto en pocos días se aburrió y abandonó sus estudios en «La casa de los sueños”.

Había pasado un poco más de una década del fin de la Segunda Guerra Mundial, e Italia era un país en transición. Gabo se instaló en un hotel en Via Nazionale y desde allí comenzó a buscar cómo adentrase más en la magia de lo eterno de Roma. Sus recursos no le permitían seguir en el hotel y decidió buscar un pequeño cuarto en una pensión en el barrio Parioli. Uno de sus vecinos era el tenor lírico colombiano Rafael Ribero Silva,  quien pasó a ser su traductor, amigo y guía, pero además, lo convirtió en  uno de los protagonistas de su cuento La Santa que le sirvió de pretexto, entre la realidad y la ficción, para plasmar su paso por la capital italiana.

Esa historia, publicada en 12 cuentos peregrinos en 1981 y luego llevada al cine en 1988, con el título Milagro en Roma, es un evidente homenaje a Miracolo a Milano de Vittorio De Sica, precisamente  la película que años atrás enamoró a Gabo del neorrealismo y lo inspiró a construir lo que se conoce como “realismo mágico”.

El argumento de La Santa es un  carrusel constante de hechos y sucesos  que para muchos hubiera sido un argumento fascinante  para cineastas como Woody Allen o Alfred Hitchcok. La narrativa gira en torno a Margarito Duarte, un colombiano sencillo que gracias a su esfuerzo y formación autodidacta logra conseguir un modesto empleo en la alcaldía de su pueblo. Enamoró a una de las mujeres más bellas del lugar, contrajo matrimonio con ella pero años después, en el momento del parto, su hermosa cónyuge falleció. Siete años después, la pequeña hija muere también a causa de una fiebre alta.

La vida de Margarito siguió sin contratiempo, pero años después y debido a que construirían una represa en el lugar donde estaba el cementerio, tenían que trastear los restos de sus dos amores. Cuando abrieron la tumba donde se encontraba su mujer, vieron que todo era polvo, pero en cambio  en la tumba de su hija de 7 años, descubrieron que el cuerpo seguía intacto e incluso las rosas que le habían tirado adentro del cajón el día que la enterraron, se conservaban frescas y mantenían su aroma. El obispo del pueblo se postró a este hecho inédito,  sintió la presencia de Dios y le dijo  que éste era un evidente  signo de santidad.

Margarito Duarte emocionado, hizo colectas y se fue a Roma; metió el cuerpo intacto de su hija en un estuche de violonchelo en madera de pino y por uno de los tantos caminos que conducen a Roma, se fue empeñado en buscar la canonización de su hija. Cargando la maleta con el cuerpo liviano, hizo de todo para tratar de hablar con el Papa, pero fue imposible, ya que el Sumo Pontífice, padecía un fuerte ataque de hipo y se había ido a recuperarse a su casa de verano. Así pasaron 22 años y a pesar de los múltiples intentos y el pontificado de varios Papas, nunca pudo elevar a los altares a su pequeña. Al final concluye íntimamente que el verdadero santo era Margarito, quien demostró solo  perseverancia y amor de un padre  por lograr el reconocimiento celestial del cuerpo incorrupto de su hija.

Gabo lo describe así: Yo estaba en Roma por primera vez, estudiando en el Centro Experimental de Cine, y viví su calvario (De Margarito) con una intensidad inolvidable. La pensión donde dormíamos era en realidad un apartamento moderno a pocos pasos de la Villa Borghese, cuya dueña ocupaba dos alcobas y alquilaba cuartos a estudiantes extranjeros. La llamábamos María Bella, y era guapa y temperamental en la plenitud de su otoño, y siempre fiel a la norma sagrada de que cada quien es rey absoluto dentro de su cuarto (…)”

Después en otro aparte y fiel su estilo intenso y detallado describe un hecho fantástico: Nada menos adecuado para el modo de ser de Margarito que aquella casa sin ley. Cada hora nos reservaba una novedad, hasta en la madrugada, cuando nos despertaba el rugido pavoroso del león en el zoológico de la Villa Borghese. El tenor Ribero Silva se había ganado el privilegio de que los romanos no se resintieran con sus ensayos tempraneros. Se levantaba a las seis, se daba su baño medicinal de agua helada y se arreglaba la barba y las cejas de Mefistófeles, y sólo cuando ya estaba listo con la bata de cuadros escoceses, la bufanda de seda china y su agua de colonia personal, se entregaba en cuerpo y alma a sus ejercicios de canto. Abría de par en par la ventana del cuarto, aún con las estrellas del invierno, y empezaba por calentar la voz con fraseos progresivos de grandes arias de amor, hasta que se soltaba a cantar a plena voz. La expectativa diaria era que cuando daba el do de pecho le contestaba el león de la villa Borghese con un rugido de temblor de tierra.(…)”

Una de las pistas más claras que se trataba del pleno verano del 55 en Roma lo describe en otro aparte de La Santa: “Después del almuerzo Roma sucumbía en el sopor de agosto. El sol de medio día se quedaba inmóvil en el centro del cielo, y en el silencio de las dos de la tarde sólo se oía el rumor del agua, que es la voz natural de Roma. Pero hacia las siete de la noche las ventanas se abrían de golpe para convocar el aire fresco que empezaba a moverse, y una muchedumbre jubilosa se echaba a las calles sin ningún propósito distinto que el de vivir, en medio de los petardos de las motocicletas, los gritos de los vendedores de sandía y las canciones de amor entre las flores de las terrazas. El tenor y yo no hacíamos la siesta. Íbamos en su vespa, él conduciendo y yo en la parrilla, y les llevábamos helados y chocolates a las putitas de verano que mariposeaban bajo los laureles centenarios de la Villa Borghese, en busca de turistas desvelados a pleno sol. Eran bellas, pobres, cariñosas, como la mayoría de las italianas de aquel tiempo, vestidas de organza azul, de popelina rosada, de lino verde, y se protegían del sol con las sombrillas apolilladas por las lluvias de la guerra reciente. Era un placer humano estar con ellas, porque saltaban por encima de las leyes del oficio y se daban el lujo de perder un buen cliente para irse con nosotros a tomar un café bien conservado en el bar de la esquina, o a pasear en las carrozas de alquiler por los senderos del parque, o a dolernos de los reyes destronados y sus amantes trágicas que cabalgaban al atardecer en el galoppatorio. Más de una vez les servíamos de intérpretes con algún gringo descarriado.

En medio de su encanto que le despertaba la cotidianidad romana, seguía latente su interés y deseo de trabajar en el mundo del cine neorrealista italiano. Para García Márquez un buen método para  entender ese movimiento cinematográfico, consistía en observar un almuerzo de pobres en Venecia en la orillas del Lido. Ver como extienden  un mantel de cuadros con remiendos, mientras la madre gorda y dictatorial,  le  sirve a sus nueve   hijos un  plato de macarrones fríos con un pedazo de pan mientras que a su esposo le suma un gran vaso de vino rojo.  Ella es la última en comer, con el  perro, y casi por ósmosis,  le propina a cada niño, un sonoro pescozón (palmada en el cuello), que según García Márquez, “sólo se pueden ver en las buenas películas italianas.”

Gracias a su amistad con el director italo-argentino Fernando Birry, quien lo había sumergido en Cinecittà, logró subir uno de los escalones que podría llevarlo hasta la cumbre de su carrera cinematográfica: Fue contratado como tercer asistente de dirección en el rodaje de la película Lástima que sea canalla de Alessandro Blasseti, que tenía una  nómina de lujo: Marcello Mastroianni, Vittorio de Sica y la diva de divas, Sophia Loren, a quien finalmente iba poder  conocer personalmente. Sin embargo, nunca logró ni siquiera estar cerca de ella ya que lo único que hizo García Márquez mientras duró el rodaje, fue sostener con gran dedicación una larga cuerda para evitar que los curiosos e intrusos  arruinaran las grabaciones.

Para Gabriel García Márquez fue una experiencia decepcionante, pero este hecho lo llevó a escribir una maravillosa crónica sobre “la batalla de las medidas” donde las protagonistas eran la hermosa y refinada Gina Lollobrigida y la volcánica y esquiva Sophia Loren. Pero no solo era la talla de los sostenes la que definía esta disputa sino que se trataba de definir quién era realmente el ícono de la mujer italiana. Gina era correcta y adorable mientras Sophia era como un tsunami indomable e irreverente que incluso se atrevió a saludar a la Reina Isabel II  con la cabeza cubierta de diamantes que es un error de protocolo imperdonable (los que saben de  estas rigurosidades, saben que a la reina hay que saludarla sin nada en la cabeza).  Más que  un tema trivial, Gabo supo  plasmar  la admiración, perplejidad y  devoción que sienten los italianos por sus personajes y aunque algunos pensaron que García Márquez aprovecharía su crónica para desquitarse de Sophia Loren por no habérsele acercado mientras sostenía el lazo de seguridad, al final dejo en evidencia que para su concepto la indestronable y eterna musa del neorrealismo italiano sería por siempre Sophia Loren quien alguna vez al ser preguntada cual era su secreto para conservar su belleza, respondió: “Todo esto que ven se lo debo a los espaguetis”.

Autores

Esta crónica fue publicada en VISLUMBRES Una constelación escogida de protagonistas de nuestra historia común de España, Italia e Iberoamérica, por invitación de la Embajada de España en Italia hecha a:

Omero Ciai: Periodista italiano experto en informaciones de España y América latina. De 1986 a 1997 fue el editor internacional del Diario L`Unità de Italia y luego pasó al diario Repubblica donde fue Sub editor internacional. Desde el 2000 ha seguido las principales noticias de España y Latinoamérica como enviado especial y ha cubierto diferentes hechos históricos. Conoció personalmente a Gabriel García Márquez y fue en 2007 uno de los pasajeros privilegiados  del “Tren de Macondo” que llevó a Gabo a su natal Aracataca con motivo de sus 80 años. En un diálogo que tuvo con el premio Nobel colombiano, García Márquez  le dijo que su principal tesoro es “sentirse amado”. Ha sido cercano a la Fundación Nuevo Periodismo de García Márquez y en el archivo de la Repubblica reposan muchos reportajes que documentan la historia del escritor colombiano.

Néstor Pongutá Puerto. Periodista y diplomático colombiano que vive en Italia desde el año 2000. Conoció  personalmente a Gabriel García Márquez en Ciudad de México y ha trabajado en medios como RCN radio y televisión, diario El Tiempo, EL Espectador y con W Radio perteneciente al Grupo Prisa de España. Durante su permanencia en Italia se ha especializado en el Vaticano y ha acompañado en diferentes viajes papales a Juan Pablo II; Benedicto XVI y Francisco. Ha escrito para Editorial Planeta los libros Un tinto con el Papa Francisco y Las huellas del Papa Francisco en Colombia. En 2005 ganó el premio de periodismo Simón Bolívar  por el cubrimiento de la muerte de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI. Ha sido diplomático en la Embajada Colombia en la Unión Europea y actualmente es el consejero cultural de la Embajada de Colombia en Italia.

Bibliografía:

Las manos que construyeron Cristo Rey en Cali

Crónica 📻 sobre 𝕮𝖗𝖎𝖘𝖙𝖔 𝕽𝖊𝖞, la estatua gigantesca levantada gracias al empeño del jesuita 𝗝𝗼𝘀é 𝗠𝗮𝗿í𝗮 𝗔𝗿𝘁𝗲𝗮𝗴𝗮 y los hermanos italianos 𝗔𝗱𝗲𝗹𝗶𝗻𝗱𝗼 𝘆 𝗔𝗹𝗶𝗱𝗲𝗼 𝗧𝗮𝘇𝘇𝗶𝗼𝗹𝗶🇨🇴 🇨🇴🇮🇹 🇮🇹 que desde 1953 vigila a Santiago de Cali con los brazos abiertos y es muy visitada por los fieles caleños durante la Semana Mayor.

Es tradición que durante la Semana Mayor los fieles caleños visiten masivamente lugares de peregrinación como la estatua gigantesca de Cristo Rey, uno de los monumentos más emblemáticos que desde 1953 vigila a Santiago de Cali con los brazos abiertos, levantado gracias al empeño del jesuita 𝗝𝗼𝘀é 𝗠𝗮𝗿í𝗮 𝗔𝗿𝘁𝗲𝗮𝗴𝗮 y los hermanos italianos 𝗔𝗱𝗲𝗹𝗶𝗻𝗱𝗼 𝘆 𝗔𝗹𝗶𝗱𝗲𝗼 𝗧𝗮𝘇𝘇𝗶𝗼𝗹𝗶🇨🇴 🇨🇴🇮🇹 🇮🇹 .

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Equinoccio de primavera 2021

Inicia con un mensaje esperanzador de renacimiento el equinoccio de primavera en el hemisferio norte desde el sábado 20 de marzo hasta el 21 de junio cuando arriba el solsticio de verano. Cómo las horas de luz se alargan la naturaleza vive su propia fiesta con el primer verdor y la invasión de las flores. La primavera también tiene un significado mitológico relacionado con la fertilidad y la fecundidad de la tierra.

Llegó el equinoccio de primavera en el hemisferio norte, le damos la bienvenida a la primavera astronómica, que durará hasta el 21 de junio cuando arribará el solsticio de verano.

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¿Qué tiene de especial el equinoccio de primavera? Pues por un lado la duración del día y la noche es casi que 12 horas en todo el mundo, pero luego, a lo largo de esta estación, el día se va alargando y las temperaturas son más cálidas porque se recibe la luz y el calor del sol de manera más directa. Este año además, llega con un  mensaje esperanzador, ya que el retorno de la luz es un tiempo de esperanza, de renacimiento, como un nuevo día, en muchas culturas y religiones celebran fiestas y festivales.

La llegada de la primavera tiene significado mitológico que tiene relación con la fertilidad y la fecundidad de la tierra y de las especies. Gracias al clima de esta época la naturaleza vive su propia fiesta con el primer verdor y el estallido de las flores y las abejas también se presentan cambios hormonales que inciden sobre el estado emocional de los seres humanos porque se produce un aumento de la melatonina y la serotonina, ingredientes para incrementar la alegría.

Las antiguas civilizaciones que habitaron el territorio de México estaban muy en sintonía con el movimiento de los cuerpos celestes y en algunos casos levantaron sus edificaciones para que hubiera alineaciones en ciertos días del año. Hoy en día hay personas que recargan su energía con energía solar en el momento en que el sol está directamente sobre el Ecuador y se dice que el mejor lugar para hacerlo es en sitios arqueológicos.

Para los antiguos romanos cada primavera era un gran acontecimiento que se traducía en la fiesta dedicada a Cibeles, la diosa madre frigia de la fertilidad y los sacerdotes realizaban misteriosos ritos en su honor.

Dos colombianas residentes en Italia nos hablan de los significados del equinoccio de Primavera y de cómo se preparan: la periodista caleña, Liliana Velásquez, y la soprano lírica, Ángela Balbín Aponte, quien ha creado un proyecto “La terapia de la Voz”, en el que sonido, canto y respiración hacen que la Voz del alma se exprese y cure armónicamente en forma de palabra y canto.

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Día de la Mujer y la Festa della donna

Conmemoramos durante esta semana en 🇨🇴Colombia el Día de la Mujer y en 🇮🇹Italia la Festa della donna, nos sumarnos esta jornada internacional para darle voz a la historia inspiradora de dos italianas que superaron obstáculos y triunfaron pese a las adversidades y a su época: la escritora y premio Nobel de Literatura, Grazia Deledda y la actriz Sophia Loren. Poema 8 de marzo de Gioconda Belli.

Conmemoramos durante esta semana en 🇨🇴Colombia el Día de la Mujer y en 🇮🇹Italia la Festa della donna, nos sumarnos esta jornada internacional para darle voz a la historia inspiradora de dos italianas que superaron obstáculos y triunfaron pese a las adversidades y a su época: la escritora y premio Nobel de Literatura, Grazia Deledda y la actriz Sophia Loren. Poema 8 de marzo de Gioconda Belli.

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Empiezo por contarles que en Italia, inicialmente en 1922 se instituyó el día 12 como la Jornada Internacional de la Mujer pero luego la ´Unione Donne Italiane´, UDI,  lo trasladaría para el 8 de marzo en las zonas liberadas del fascismo. Y en 1946 se establecería la mimosa, una flor amarilla bellísima, como símbolo de la Festa della donna, porque apenas ese año se incluiría el derecho al voto en la Constitución Italiana.

He querido hacer con un homenaje a una escritora sarda desafiando al olvido que se ha sometido tanto a ella como a su obra, tal vez oculta por el paso y el peso de la historia, pero que descubrí cuando tenía por allá unos 10 años, se trata de Grazia Deledda, ella es la primera y única italiana premio Nobel de Literatura en 1926.

Deledda quien solo cursaría la primaria, llegaría a ser la voz de su Cerdeña, con su pluma se dedicaría a explorar en sus novelas, cuentos y poemas, la dureza de la vida rural de su aldea, los conflictos emocionales, las tradiciones, la religiosidad y las supersticiones de los personajes de su pequeño universo, su apartada y bella isla en el Mediterráneo.

Su narrativa poética sorprende por su complejidad y por retratar la problemática de esa Cerdeña decadente de inicios del siglo XX, evidencia en sus relatos la marginación de la mujer, ya hay una clara conciencia femenina. Sus historias contadas hace un siglo siguen teniendo actualidad y universalidad pese a lo que digan sus detractores.

En 1905 aparecería la primera traducción al español de una obra de Grazia, se trataría de Nostalgia, el mismo año que se editaría en Italia. Su obra cumbre, La madre fue publicada en 1920 y en 1916 Cenizas sería llevada al cine, durante la Gran Guerra.

La crítica de cine y libretista de televisión, Claudia Rojas, nos hablará de Sophia Loren, un ícono del cine italiano, que hoy con más de 80 años sigue vigente y representa a la donna italiana a propósito del documental que se presenta en Netflix: ¿Qué haría Sophia Loren?

Le entregamos la palabra a la poeta Ana Milena Puerta con el poema 8 de marzo de la gran escritora nicaragüense de ascendencia italiana, Gioconda Belli.

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La proeza de Ferruccio Guicciardi Romani hace 100 años…

Un apuesto italiano de Modena, Ferruccio Guicciardi Romani, fue el precursor de la aviación en Santiago de Cali. La historia del portentoso vuelo en el ¨Telégrafo 1¨ quedó inscrita en el calendario el 21 de abril de 1921, a las 9:35 a.m. cuando aterrizaría en la improvisada pista del Aeródromo de Long Champs.

“Del Cielo viniste y al cielo volviste”

Por Hugo Suárez Fiat*. Un apuesto italiano, Ferruccio Guicciardi Romani, nacido en Modena, el 2 de julio de 1895,  fue el precursor de la aviación en Santiago de Cali. La historia del portentoso vuelo quedó inscrita en el calendario el 21 de abril de 1921, a las 9:35 a.m. 

Edición del jueves 10 de febrero de 1921, del Periódico El Telégrafo de Guayaquil, Ecuador, cuando se anuncia el Raid aéreo Quito Ibarra que emprende Ferruccio Guiciardi Romani.

La hazaña no fue propiamente  realizar el vuelo directo desde Pasto hasta Cali sino aventurarse en un aparato el “Telégrafo 1”, en el que con intrépida arrogancia Guicciardi decidió rebasar los elevados cerros que  interceptan la capital nariñense con la nuestra. Los caleños estaban poseídos de una inquietante expectativa. Aquí no se había visto el majestuoso tránsito de un artefacto de tales características por nuestro cielo ni escuchado el rugido de su hélice. Sólo los que habían viajado al exterior habían tenido la posibilidad de percibir el vuelo raudo de  tan modernas aeronaves las cuales cubrían distancias enormes con fantástica rapidez.

Antes de efectuarse el vuelo desde Pasto hasta Cali llegó a esta ciudad un joven italiano llamado Pedro Traversari, aviador según él. El viaje de Traversari tenía por objeto  preparar una pista para el aterrizaje del “Telégrafo 1”, cuyo vuelo, después de ocurrir  varios aplazamientos… “porque habían nubes” -decían los entendidos- tuvo éxito el 21 de abril de 1921. El campo de aterrizaje era marcado, previamente,  con sábanas blancas.

A eso de las nueve y pico de la mañana apareció sobre Cali el “Telégrafo 1”, volando a gran altura. La gente se informaba sobre el evento en las carteleras del periódico Relator en las cuales fue clavado un telegrama proveniente de Popayán que decía escuetamente: “El avión pasó por aquí a 5.000 metros de altura”.

Conocido el suceso, él público emprendió frenética carrera hacia el campo de Versalles donde se había habilitado la improvisada pista del Aeródromo de Long Champs en la que habría de aterrizar el “Telégrafo 1”. Como en la misma no era  permitida la entrada las cercas fueron derribadas y el “aeropuerto” fue invadido por el público.

Por la época de la llegada de Guicciardi tenía planeado viaje a Cali otro aparato  similar al  “Telégrafo 1”. Una aeronave marca Caudron “G-III”, bautizada con el nombre “Antioquia” por monseñor Marulanda el 12 de febrero de 1921, la cual había sido importada directamente por el aviador Francisco González, sin asistencia oficial de ninguna índole. González quien había realizado varios vuelos en Medellín, con la supervisión del experto aeronáutico francés Ferdinand Marchaux, evento que evidentemente causó enorme revuelo entre la población del Valle de Aburrá.

Aunque  su  desplazamiento a Cali se anunció para el 1 de abril el mismo no tuvo lugar por cuanto el “G-III” padeció un grave daño mecánico y estructural en Cartago, consecuencia de un accidente al despegar, que le impidió iniciar su excursión definitiva. González siempre tuvo dificultades para culminar sus vuelos razón por la cual lo bautizaron con el  remoquete de “Pacho vola pero no aterra”. Por último mientras intentaba  regresar con su nave a tierra firme, en un vuelo experimental, se accidentó y perdió una pierna dando así por terminadas, en forma definitiva, sus actividades aeronáuticas.

Había una apuesta para quien llegara primero a Cali. La Gobernación del Valle ofreció la enorme suma de quinientos pesos ($500=) al primer piloto que aterrizara y La Junta de Ornato de la ciudad premiaría al pionero con la suma de doscientos pesos ($200=). 

Diario El Tiempo, abril 23 de 1921... (…) A las 8:30 a.m. avisaron de Popayán que el avión había pasado a gran altura. A las 9 de la mañana pasó por Guachinte, que queda a 35 kilómetros de esta ciudad. A las nueve y cuarto empezó a sentirse el ruido peculiar del motor, en el aire, y pocos momentos después apareció el avión en el cielo (…) la emoción de la multitud a la llegada del avión fue indescriptible… (…) el aviador cuenta que hubo un momento en que se creyó perdido, pues se desvió a 60 kilómetros; también se le apagó el motor, a grande altura, de modo que pudo planear, mientras el motor volvió a encenderse. Cuando Guicciardi divisó a Cali, no le quedaba gasolina sino para unos pocos minutos… Guicciardi hoy hizo varios vuelos sobre la ciudad (…). Fotografía del blog www. matacafe.co de Mauricio Umaña.

No soy capaz de reproducir cien años después, la locura y la expectativa que se apoderó de los ciudadanos cuando el ruido de la hélice anunció: “avión a la vista”. Todos corrían con desesperación hacia el improvisado campo de aterrizaje de Versalles, rebautizado con el pomposo nombre de Aeródromo de Long Champs. El predio corresponde al lugar donde posteriormente se construyó el Hipódromo de Santa Mónica, cerca al sitio donde más tarde se levantó el edificio del Instituto de Seguros Sociales, colindante con la actual Avenida Vásquez Cobo, inmueble que en la época era de propiedad del médico Vicente Borrero Borrero, quien se había graduado con honores en una universidad alemana, finalizando el siglo XIX.

Hace 100 años aterrizó Guicciardi en el bimotor “Telégrafo 1 en Cali, el 21 de abril de 1921, a las 9:35 a.m. en el Aeródromo de Long Champs.

Guicciardi era el portador de frescos y fragantes ramilletes de flores, de los jardines pastusos, que familias amigas nariñenses enviaban a otras de aquí. También traía un mensaje especial del gobernador de la época, en el departamento del sur, el viejo jefe conservador Julián Buchelli, dirigido a su colega valluno don Ignacio Rengifo. Con él llegaron las ediciones periodísticas pastusas del día anterior a cuando tuvo lugar su epopéyico viaje.  

Fue tal el delirio que despertó Guicciardi entre la gente que varias damas ilustres de la sociedad besaron con enorme emoción al joven piloto italiano de 25 años, cuando descendió de la nave. Era un hombre esbelto, de ojos y cabellos negros, llevaba una cicatriz en la parte izquierda de su frente, producto de sus acciones militares en la Primera Guerra Mundial de la cual era veterano y en la que había actuado en las escuadrillas al mando del mayor Baracca, del comandante Scaroni y del coronel Picio. Medía exactamente 1.88 metros. Su tez era blanca y sonrosada. Tenía carácter sencillo. Respondía con cierta timidez a las preguntas tontas y necias, algunas de ellas, que  le  formulaban los incrédulos testigos al final de su gran expedición. Guicciardi anotó, lo cual excitó a sus interlocutores, que durante la confrontación bélica mayor o sea distante la 1a. Guerra Mundial había derribado dos aviones enemigos de origen austríaco.

En medio de una muchedumbre ebria de gozo, cual candidato presidencial en sus jornadas de triunfo, Guicciardi hizo la travesía desde el Aeródromo de Long Champs en un “phaeton” de los veintes, hasta el Hotel Majestic, hoy Hotel María Victoria, ubicado en la Carrera Tercera con Calle Diez, donde finalmente se alojó. La colonia de la comunidad italiana estaba seducida por el júbilo reinante.

El avioncito, un biplano monoplaza “Hanriot Dupont” HD-1, con tecnología francesa pero de fabricación italiana, poseía un motor radial “Le Rhone”, estructura y hélice de madera, fuselaje en tela y era heredero de la primera gran guerra. Cuándo aterrizó, después de dos horas y veintiocho minutos de vuelo desde Pasto, se detuvo frente a una concurrencia en éxtasis, especialmente las damas quienes al ver a Guicciardi erguirse, en su aeroplano,  que era algo así como un juguete, perdieron no solo las estriberas sino las cabezas… ¡que frases soltaban muchos labios femeninos refiriéndose al italiano quien, enfundado en una elegante chompa de lana, se presentaba, caído del cielo, ante la animosa  multitud !!!

En el Hotel Majestic, donde se hospedaba y en su tránsito por las calles de la comunidad la plebe asediaba a Guicciardi. Estaba atribulado por la curiosidad de los caleños. Su imagen quedó grabada en la mente del pueblo. La proeza fue guiar un biplano destartalado, sin ningún medio de comunicación, que no ofrecía seguridad alguna para quien lo abordara, convirtiéndose así en el pionero del vuelo con máquinas aéreas en el Valle del Cauca. 

El biplano el “Telégrafo 1” se marchó de Cali como telegrama urgente. Permaneció pocos días en la ciudad. Entre nosotros fueron, naturalmente, días de fiesta, jarana y jolgorio. Todo el mundo no hablaba de otra cosa. Era gigantesca la muchedumbre que permanecía cerca al Aeródromo de Long Champs con el propósito de ver y tocar el aparato. Para la gente era como cosa llegada del otro mundo.

Pasado algún tiempo, relativamente corto, Guicciardi volvió a Cali. Pero no en  plan de aviador sino como uno de los tantos viajeros que se movilizaban por tierra. Casi todas las noches se le veía sentado en una banca del Parque de Caycedo frente a la estatua del prócer. Siempre solitario. Al verlo generaba la impresión de ser un hombre triste que añoraba su querida Italia. Se supo que Guicciardi había adquirido una parcela por los lados del barrio Meléndez, entregándose al cultivo de la misma pero que finalmente  se aburrió de sus iniciativas agrícolas y se incorporó al personal de aviadores de “Scadta”, transformada después en Avianca. Después de numerosísimos vuelos épicos “Scadta” le entregó un reloj de oro con el cual se conmemoraron 250.000 kilómetros de sus recorridos aéreos. 

El “Telégrafo 1”, llamado así por ser de propiedad del periódico El Telégrafo” de Guayaquil, permaneció aquí poco tiempo, pues arribó a Cali un aviador italiano, el señor Elia Liut, héroe de la aviación en la República del Ecuador,  enviado por la empresa, para llevar la nave de regreso al país hermano. Liut era un hombre joven, de muy buena apariencia, rubio, que  si hubiera volado, habría sido un peligroso rival para Guicciardi. Mas no voló, examino el biplano y dijo que no se explicaba como Ferruccio podía volar en semejante “cosa”, la cual desarmó, empacó y se llevó por vía marítima desde Buenaventura hasta Guayaquil. Esto ocurrió después que Guicciardi efectuara vuelos a Palmira, Cartago y Manizales donde el avión sufrió un accidente del cual sin embargo Guicciardi salió ileso.

Guicciardi  tomó parte como piloto militar, por nombramiento que le hizo el Ministerio de Guerra de la República de Colombia, en el conflicto de Leticia, cuando ocurrió la confrontación con el Perú. Su designación la efectuó el ministro Alfonso Araújo quien además lo incluyó, como delegado técnico, en la comisión que habría de adquirir, en el exterior, los aviones bélicos para Colombia. Una lindísima hija del célebre aviador, la señorita Clara Guicciardi nació en Cali y contrajo matrimonio con Ernesto Múnera. De la unión quedaron varios descendientes. 

Ferruccio Guicciardi Romani nació en Modena (Italia), el 2 de julio de 1895 y murió el 4 de enero de 1947 en Cali. En su tumba dentro de la iglesia de San Fernando Rey está escrito el siguiente epitafio: “Desde el cielo viniste y al cielo volviste”.

El título  de este articulo proviene precisamente de la inscripción que en 1947 se esculpió en la cripta del pionero, cuando ocurrió su fallecimiento, en la Iglesia de San Fernando Rey, de esta capital: “del cielo viniste y al cielo volviste”. El avión el “Telégrafo 1” sobrevive intacto en el Museo Militar Eloy Alfaro de la ciudad de Quito, Republica del Ecuador y en CALIWOOD, el Museo de la Cinematografía de Cali (Colombia) se conserva, como un verdadero tesoro, el Altímetro marca Peltret que el piloto Guicciardi Romani utilizó en el Telégrafo I cuando llegó a Santiago de Cali en 1921. El aparato fue donado por la familia Múnera Guicciardi.

*Texto revisado el 11 de marzo de 2021 por el autor, Hugo Suárez Fiat, fundador de CALIWOOD, el Museo de la Cinematografía de Cali. Varios textos incorporados al artículo fueron contextualizados, otros actualizados y algunos reproducidos parcialmente pero dado el tiempo que ha transcurrido desde cuando se preparó el texto en el año 2002 o 2003 no puedo recordar exactamente cuales, motivo por el cual no están referenciados entre comillas. En la época en que elaboré el texto invité a mi residencia a todos los descendientes de Ferruccio Guicciardi Romani, quienes residían en Cali y en Medellín, con los cuales sostuve prolongadas conversaciones – duraron dos días – ocasión en la cual recabé importantísima información histórica relacionada con el suceso que tuvo lugar el 21 de abril de 1921 y fue entregado el Altímetro marca Peltre que usó Guicciardi en su avión.

Créditos: Alberto Silva Borrero; Vicente Emilio Vernaza Ochoa y José Rafael Ortiz Coral (ambos q.e.p.d.); archivo del periódico El Telégrafo de Guayaquil; archivo del Museo Militar Eloy Alfaro de Quito, Ecuador; Archivo del Museo Nacional de Transporte Colombia; Revista Épocas; Revista Occidental; Revista Despertar Vallecaucano; Archivo del periódico Correo del Cauca; Archivo del Periódico Relator (Ejemplares desde el 1 de marzo de 1921 hasta el 30 de abril de 1921); Archivo del diario El País de Cali; familia Múnera Guicciardi; ingeniero Iván Darío Múnera Guicciardi.

Festival Sanremo 2021

Pódcast de Sanremo, el Festival de la Canción Italiana, la gran fiesta nacional que representa el alma de los italianos y el barómetro a través del cual se mide el estado de salud de esta sociedad desde hace ya 71 años

Se apagaron las luces de San Remo, El Festival de la Canción Italiana. Esta edición fue atípica sin público en el Teatro Ariston y sin fans en las calles.

Sigue el pódcast de La Bernardi en spotify

Más allá de ser una competencia musical esta es la gran fiesta nacional que representa el alma de los italianos y el barómetro a través del cual se mide el estado de salud de esta sociedad desde hace ya 71 años.

En América Latina los ídolos italianos encarnaron los sueños románticos de los jóvenes latinoamericanos quienes los descubrieron en las emisoras, las salas de cine y en la pantalla chica a blanco y negro, cantando letras poéticas e inéditas con las cuales se identificaron.

San Remo ha escrito una historia musical rica y diversa desde 1951 y nos ha regalado grandes emociones a través de  la musicalidad de la lengua italiana. En las calles se dice que San Remo es San Remo y la verdad es que el festival es sagrado para una buena parte de los italianos, como también las figuras que se han ganado la estatua del León de San Remo en el mítico Teatro Aristón.

Equipo creativo de La Bernardi: Editora de la Sección 🎤 Isabella Prieto Bernardi –  colaboradora desde Italia, Liliana Velásquez, en sonido Marcio Reyes y en redes 🎧 Sofía García.

🔈Escúcha cada viernes la sección en Café Cultural después de las 8.45 a.m. por 📻 Clásica 88.5 FM. Pódcast disponible en 🎙️Spotify y ✍🏻www.labernardi.com

Dante 700 (19/2/2021)

🎙️Estamos en la radio!!! A partir del viernes 19 de febrero, acompaña a Isabella Prieto 🇨🇴 🇮🇹 𝗟𝗮 𝗕𝗲𝗿𝗻𝗮𝗿𝗱𝗶, 𝘂𝗻𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗖𝗼𝗹𝗼𝗺𝗯𝗶𝗮 𝗲 𝗜𝘁𝗮𝗹𝗶𝗮, en vivo por 📻 Clásica 88.5 FM Pódcast disponible en www.labernardi.com
Iniciamos con el padre de la lengua italiana, el pensador, Dante Aliguieri, con ocasión de los 700 años de su muerte. Su aporte y anécdotas.

🎙️Estamos en la radio!!! A partir del viernes 19 de febrero, acompaña a Isabella Prieto 𝗟𝗮 𝗕𝗲𝗿𝗻𝗮𝗿𝗱𝗶, 𝘂𝗻𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗖𝗼𝗹𝗼𝗺𝗯𝗶𝗮 𝗲 𝗜𝘁𝗮𝗹𝗶𝗮, en vivo por 📻 Clásica 88.5 FM. Pódcast disponible en www.labernardi.com. Iniciamos con el padre de la lengua italiana, el pensador Dante Aliguieri, con ocasión de los 700 años de su muerte. Su aporte y anécdotas.

El padre de la lengua italiana, el pensador, Dante Aliguieri, conocido como el poeta supremo, nacería en la pujante Florencia del siglo XIII, cuando Italia era un mosaico de pequeños estados. Defensor activo de la unidad italiana. Su obra poética La Divina Comedia, que le llevaría 17 años escribirla, es considerada una de las obras máximas de la literatura universal producida en la Europa de la Edad Media. En este 2021 se conmemoran 700 años de su muerte, Italia lo declaró el año de Dante y el 25 de marzo, su día nacional. Dante 700 es una oportunidad magnífica para contarle al mundo el valor inmenso del aporte de Italia, la Toscana  y Florencia a la construcción de una lengua, el italiano.

Colaboradores: el historiador Nelson Osorio, gestor cultural y coordinador de algunas iniciativas alrededor de Dante 7OO, por encargo de la Embajada de Italia en Colombia y del Instituto Italiano de Cultura y la comunicadora caleña radicada hace más de 20 años en el norte de Italia,  Liliana Velásquez.

🔈Escúcha cada viernes la sección en Café Cultural después de las 8.45 a.m. por 📻 Clásica 88.5 FM. Pódcast disponible en 🎙️Spotify y ✍🏻www.labernardi.com

Con el equipo creativo de La Bernardi: 🎤 Isabella Prieto Bernardi 🎧 Sofia García y Marcio Reyes.

Un barrio, un colegio, una ciudad: 1954

Éste no sería un año cualquiera, dejaría muchas marcas a su paso: el constructor italiano, Antonio Bernardi, excavaría los cimientos su edificio en el barrio El Peñón donde le daría la bienvenida a su primer nieto y viviría hasta el final de sus días; Cali se consolidaría como Capital Deportiva con la realización de los VII Juegos Atléticos Nacionales y Colombia al fin le concedería el derecho al voto y a ser elegidas a las mujeres y se inauguraría la televisión pública con Rojas Pinilla, una dictadura que ya había empezado a mostrar fracturas ante la opinión pública.

Éste no sería un año cualquiera, dejaría muchas marcas a su paso: el constructor italiano, Antonio Bernardi (*1), excavaría los cimientos su edificio en el barrio El Peñón donde le daría la bienvenida a su primer nieto y viviría hasta el final de sus días; Cali se consolidaría como Capital Deportiva con la realización de los VII Juegos Atléticos Nacionales y Colombia al fin le concedería el derecho al voto y a ser elegidas a las mujeres y se inauguraría la televisión pública con Rojas Pinilla, una dictadura que ya había empezado a mostrar fracturas ante la opinión pública.

El edificio Bernardi. En la margen derecha del río Cali, en los altos del sector de El Peñón (*A), por los lados de la quebrada Los Suspiros, Antonio Bernardi a sus 54 años, compraría un lote para cumplirle a su esposa Camila Ospina (2*), la promesa de volver a tener techo propio. Ese año excavaría los cimientos y echaría plancha con varios obreros quienes lo habían seguido mientras él levantaba edificaciones de diversos usos en varias ciudades de Colombia desde cuando llegó a este país en 1926 (B*).

Con el mismo novedoso sistema de construcción de sus otras obras, el ferroconcreto, Antonio haría el edificio Bernardi, diagonal a la Avenida Circunvalar y a solo tres cuadras de la Avenida Colombia. Cuando los dineros escasearon a finales de 1954, los Bernardi Ospina se trasterían aún en obra negra al tercer piso. Y para terminarlo Antonio solicitaría un préstamo a 20 años con el Banco Central Hipotecario que religiosamente pagaría cada mes en cuotas de $700 pesos, hasta pocos años antes de morir.

Un poco de historia del barrio El Peñón

Antonio y Camila, con tres de sus hijos, Gladys, Italia y Mainardo (*4), llegarían a vivir a su nuevo vecindario del oeste de clase media, un sector que tomó su nombre de una roca gigantesca y con una historia que se remontaba a una hacienda y su casona, propiedad del padre de Jorge Isaac, donde el escritor colombiano terminaría su novela cumbre, María (1867) cuando Cali era apenas un villorio.

En los albores del siglo XX, mucho antes de constituirse en barrio (1964), El Peñón tenía gran movimiento comercial con una trilladora de café, una fábrica de hielo y una planta de bebidas gaseosas y procesamiento de sidra holandesa, conocidas mucho después como Postobón. Además contaba con el Charco del Burro, un balneario natural con chorrera incluida, para el tradicional ´baño de río´ de la muchachada caleña que asistía en masa hasta que desapareció sin ninguna explicación para la ciudad, al desviar el río para alargar la Avenida Colombia en épocas de la dictadura. Luego en esos terrenos se construiría el Museo La Tertulia (1968).

Colegio de la Sagrada Familia. A media cuadra del edificio Bernardi estaría el primer colegio femenino de Cali, creado por dos hermanas belgas de la Providencia, Atanasia Derneden y Fortunata Palome y ocho religiosas ecuatorianas. El plantel primero operaría frente a la iglesia Santa Rosa (1907) cuando esta ciudad no era capital y este departamento no existía; para los años veinte las hermanas trasladarían la institución al bello edificio republicano de tres pisos con capilla, arcos, corredores interiores y su gran patio central que construirían en toda una manzana, a cargo del ingeniero italiano Ruggero Rizzeto.

El ingeniero italiano Ruggero Rizzeto, constructor del Colegio de la Sagrada Familia en el barrio El Peñón de Cali.

El colegio sería el marco perfecto para uno de los costados de la ´Plazuela de El Peñón´, para ese entonces atravesada por 4 calles y el tráfico de la ciudad.

Muchas colegialas caleñas estudiarían en esa sede de El Peñón y serían formadas por las religiosas como “dignas damas de la sociedad y excelentes madres de familia”. En ella se graduaría de Comercio Superior (1953) Italia Bernardi a sus 18 años, para trabajar como secretaria general de Confecciones Hércules y apoyar su familia. Hacia 1959 Adolfo Prieto Bernardi, el primer nieto los Bernardi Ospina, también ingresaría a la Sagrada Familia, al primer kínder mixto que habría para los niños de Cali.

Serían varias las instituciones educativas que funcionarían en ese pequeño barrio, el Colegio Santa Rita del Peñón y la Escuela Isaías Gamboa. Frente al río estaría el Colegio El Amparo (hoy Hotel Intercontinental) de la congregación franciscana, que desde 1914 daría refugio en sus dos plantas a niñas y jovencitas que lo requerían.

Italianos en El Amparo. Ese sería albergue en 1954, para un grupo de inmigrantes italianos de Parma recién llegados y en busca de trabajo. La comunidad italiana apoyaría la integración de sus paisanos a la sociedad vallecaucana de diferentes maneras, con clases de español y con aquellas veladas vespertinas con baile, tarantelas y preparaciones de la madre patria, en la sede del Centro Italiano frente a la iglesia La Merced, donde era común encontrar a la jovencita Italia entablando amistades y aprendiendo palabras de italiano.

En esas calles por las cuales vecinas como Gladys Bernardi y Fica Vidal se movilizarían en los buses Rojo y Crema y Rojo Plateado para ir a sus oficinas en la Plaza de Caycedo, era familiar ver caminando a Antonio Bernardi, quien hacía una parada casi casi que obligatoria y a diario en El Cairo, la tienda sobre la Circunvalar, para tomarse una copa de aguardiente como aperitivo antes del almuerzo, mientras al caer la tarde los fines de semana pasaba acompañado de su esposa Camila, rumbo a la loma de San Antonio.

El vecindario de los Prieto Bernardi. Y a eso de las 5 de la tarde cuando el sol se ocultaba, pasearían los recién casados, Álvaro Prieto (*5) y Regina Bernardi, con su primer bebé, Adolfo y luego con las pequeñitas Maritza y Liliana, por los lados de los tanques y el parque del Acueducto o del estadero el Obelisco para disfrutar la brisa fresca de los Farallones y comer empanadas vallecaucanas a orillas del río.

1954: La Capital deportiva de Colombia

A esa Cali que dormía siesta al medio día después de un buen sancocho de plátano guineo y que la movían la música y el deporte, se la tomaría el frenesí para terminar a tiempo el Coliseo Evangelista Mora y las Piscinas Olímpicas Alberto Galindo Herrera de la Unidad Deportiva y las obras de remodelación del Estadio Pascual Guerrero en el barrio San Fernando, todos ellos escenarios oficiales de los VII Juegos Deportivos Nacionales.

Causaría gran revuelo la llegada de cerca de tres mil deportistas de 25 delegaciones por vía terrestre y en los 38 vuelos que aterrizarían en Calipuerto, el aeropuerto de esa época ubicado sobre la carretera Cali-Candelaria.Entre los 9 mil espectadores que llenaron el estadio ese sábado 17 de julio para la fiesta inaugural, se encontrarían dos parientes, Ricardo Prieto Díaz (*5) y Mainardo Bernardi Ospina(*C), figuras del baloncesto que le dieron grandes triunfos al uniforme rojo y blanco.

Ricardo y Mainardo… y el baloncesto. Ricardo con el seleccionado masculino de mayores le devolvería el título al departamento en el Campeonato Nacional de Básquet de 1950. Y Mainardo, quien se destacaba a sus 16 años en el equipo del Colegio San Luis y luego como capitán de la Selección Valle Juvenil y de mayores, conduciría al departamento a lo más alto del pódium en el Nacional de Básquet de 1958 y los VII Juegos Deportivos Nacionales de 1960.

Desde las graderías los dos concuñados deportistas aplaudirían con emoción la entrada del medallista panamericano portando la llama olímpica, el caleño Jaime Aparicio, y durante el desfile de atletas al gran favorito de las justas, el conjunto vallecaucano. Y con temor durante la pomposa ceremonia de inauguración que nombraría a María Eugenia Rojas como madrina de los juegos, ellos escucharían el discurso del presidente de la República, el teniente general, Gustavo Rojas Pinilla.

La dictadura en su primer año

El país estremecido apenas se reponía de la masacre hacía unas pocas semanas de los 18 estudiantes de la Universidad Nacional que marchaban pacíficamente por la Carrera Séptima de Bogotá a manos de una patrulla militar. En medio de la censura a los medios y la represión a sus contradictores, el Gobierno militar inauguraría la televisión pública el 13 de junio de 1954, a las 9 p.m. como su caja de resonancia ya que Rojas Pinilla había conocido los alcances de esta caja mágica durante una visita a la Alemania Nazi.

El voto femenino. Por motivos más políticos que de igualdad de género, la Asamblea Nacional Constituyente aprobaría el Acto Legislativo N.° 3 del 25 de agosto  de 1954 que le concedería a la mujer el derecho al voto y a ser elegida, aunque las colombianas no saldrían a sufragar sino hasta el plebiscito de 1957, o sea 3 años después. Pero esa es otra historia…

Fuentes citadas. *Agradecimiento a mi madre, Regina, y a mi tía, Italia Bernardi, por compartir sus recuerdos. Archivo fotográfica de las familias Bernardi y Prieto. Fotografías antiguas de diarios de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero y el Fondo Archivo del Patrimonio Fotográfico y Fílmico del Valle del Cauca.

(*A) Documento de consulta. Historia de Cali en el siglo 20: sociedad, economía, cultura y espacio. Édgar Vásquez Benítez. Universidad del Valle 2001.

 (*1)Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi Viller (hijo de Bartolo Bernardi y Yacomina Viller) y Regina De Fina Zitran. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (*2) Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda, hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970). (*3) Los 4 hermanos Bernardi Ospina: Regina Bernardi de Prieto nació en Manizales el 24 de julio de 1929 y el 19 de diciembre de 1953 se casaría con Álvaro Prieto Díaz, padres de Adolfo, Maritza Fernanda, Liliana, Mauricio e Isabella. Vive en Cali actualmente. Gladys Bernardi nació en Manizales el 11 de mayo de 1931 y murió el 8 de abril de 2002 en Cali. Italia Bernardi nació en Armenia el 18 de enero de 1935, actualmente vive en Cali. Mainardo Bernardi Ospina, nació en Armenia el 19 de febrero de 1938 y falleció en Cali el 28 de enero de 2011. (*4) Álvaro Prieto Díaz, nació el 13 de septiembre de 1925 en Miranda (Cauca) y falleció el 6 septiembre de 1993, en Cali (Valle del Cauca). (*5 ) Ricardo Prieto Díaz, hermano de Álvaro e hijo de Manuel José Prieto y Teresa Díaz, nació el 15 de marzo de 1927 , en Miranda (Cauca) y murió el 12 de febrero de 2017, en Palmira (Valle del Cauca), se casó con Silvia Guzmán el 19 de septiembre de 1964.

(*B) Para conocer sobre las obras de Antonio Bernardi en el territorio colombiano visitar la sección Antonio Bernardi.
(*C)

1951 – 1953: la boda y la dictadura

1951. En un ´agua´elulo´ bailable de esa Cali de poco menos de 300 mil habitantes se ennoviarían Regina Bernardi y Álvaro Prieto, en un Valle del Cauca que emergía como potencia deportiva y de reinas de belleza, con Leonor Navia Orejuela como primera señorita Colombia y en un país revolcado ante la renuncia del presidente Gómez y el primer campeón de la vuelta a Colombia en bicicleta, Efraín Forero.

1951. En un ´agua´elulo´ (*9) bailable de esa Cali de poco menos de 300 mil habitantes se ennoviarían Regina Bernardi y Álvaro Prieto, en un Valle del Cauca que emergía como potencia deportiva y de reinas de belleza, con Leonor Navia Orejuela como primera señorita Colombia y en un país revolcado ante la renuncia del presidente Gómez y el primer campeón de la vuelta a Colombia en bicicleta, Efraín Forero.

Los Bernardi Ospina. La mayor de los hermanos, Regina (*1), llamada así en honor a su abuela paterna italiana (*3), estaba recién desempacada con su familia en esta ciudad (mayo de 1950) que se expandía por los 4 puntos cardinales pero que giraba alrededor del centro, su Plaza de Caicedo, el río Cali y el puente Ortíz, el Hotel Alférez Real, el Teatro Municipal, el Batallón Pichincha y la Ermita. La jovencita de 21 años era dependienta del Centro Singer de Costura (*10) que abría el mercado de las nuevas máquinas de coser para las amas de casa caleñas a través del sistema de cuotas.

Empanadas bailables. Todo empezó cuando Nelly Sanclemente invitara a Regina, su compañera de trabajo, a unas empanadas bailables porque en Cali toda reunión de barrio o fiesta en club social era y sigue siendo con baile. Y en esas vespertinas caseras los muchachos ingerían ron con coca cola y las chicas lulada (*9) y las parejas bailaban en el salón con las radiola y los vinilos (long play), bajo la mirada vigilante de la madre anfitriona quien se acercaba al oído a  las señoritas para advertirles de ¨distancia y categoría¨, ante el acercamiento inapropiado del parejo.

Con porros y cumbias de Lucho Bermúdez y Pacho Galán, boleros y sones de la Sonora Matancera y el ritmo que se tomaba las pistas latinas, el cha cha cha, Regina a sus 21 años conocería a Álvaro Prieto Díaz (*2), un joven de 26 años recién aterrizado de EE.UU. de estudiar Negocios y Economía en la Universidad de Luisiana (LSU), vinculado a Fabre, compañía distribuidora de máquinas de escribir, sumadoras  y calculadoras de última tecnología.

1952. Álvaro demostraría a lo largo de un año sus intenciones respetables como pretendiente de la hija mayor de los Bernardi Ospina, para que doña Camila (*4) le permitiera ingresar a la casa como novio de Regina e invitara a las fincas familiares, ´La Rústica´ en Circasia (Quindío) y El Bosque en Dosquebradas, (Risaralda *6). La suegra, como buena paisa tradicional, también averiguaría entre su red de amigas y parientes en la ciudad la procedencia de la familia Prieto Díaz de Miranda (Cauca) y los negocios del padre, Manuel José Prieto (*7), como hacendado de caña y productor de panela. 

Don Antonio Bernardi (*5), el padre italiano y constructor de profesión y quien se recuperaba del primer infarto a sus 50 años, era mucho más permisivo con las amistades masculinas de las 3 hijas por su personalidad alegre y festiva. Él estaba a cargo de la construcción de la fábrica Celanese y se abría camino con proyectos independientes, como el edificio Magasun (Av. Colombia con Calle 7) del español Mariano Gutiérrez y algunas casas en los barrios del momento, Granada, Versalles y Santa Mónica.

1953. Sin embargo como a doña Camila le preocupaba garantizar a largo plazo la estabilidad económica de la familia, los Bernardi venderían la finca ´La Rústica´ y comprarían un lote en el barrio el Peñón, a tres cuadras de la Avenida Colombia, para que Antonio hiciera un pequeño edificio como vivienda familiar y se rentaran los otros apartamentos.

Golpe de Estado. Colombia vivía en medio de la borrasca política y la persecución a la prensa, el mapa del país estaba ensangrentado por la lucha feroz entre liberales y conservadores y la crisis de gobernabilidad era mayúscula. Mariano Ospina, el primer presidente elegido por sufragio directo, cerraría el Congreso en 1949  y Laureano Gómez asumiría en 1950 pero al año siguiente dejaría su cargo por problemas cardíacos.

El sábado 13 de junio de 1953, el país tendría tres presidentes durante 8 horas: Urdaneta, Gómez y el teniente coronel Gustavo Rojas Pinilla, quien asumiría el poder y sería recibido con las puertas abiertas en el Palacio de la Carrera y gran alborozo por la mayoría de los colombianos cuando a la media noche anunciara por la Radio Difusora Nacional la pacificación del país ya como comandante de las Fuerzas Militares.

Pedida de mano. El 19 de julio de 1953, Álvaro pediría la mano de Regina en una ceremonia simbólica en la cual el cura bendeciría las argollas en este primer encuentro entre los Bernardi y los Prieto. Doña Camila comenzaría los preparativos para la boda con un presupuesto muy medido, entre ella y su hija Gladys, diseñarían y coserían los vestidos y las faldas amplias con enaguas almidonadas del ajuar para que la novia cumpliera con las múltiples invitaciones y despedidas de soltera.

Las tías Ospina Mejía en Manizales aportarían al ajuar de lino para la tercera de las sobrinas que se casaba y confeccionarían manteles bordados en punto de cruz y carpetas tejidas con guardas de crochet, mientras la abuela materna, mamá Anita, calaría delicadamente en su tambora gigante, las sábanas blancas de género marcadas con las iniciales de los novios.

El compromiso y entrega de tarjetas de invitación desencadenaría una apretada agenda a lo largo de cinco meses para los novios y sus hermanos, ya que Gladys e Italia Bernardi harían de chaperonas en compañía de Elías y Ricardo Prieto, para ir a cine, a los ríos Pance y Aguaclara, a comer pandobono en las fuentes de soda, a la finca de los Prieto en Miranda y a bailar a los grilles.

La boda. A las 7.30 a.m. de ese sábado 19 de diciembre, mientras las notas nupciales despertaban a los vecinos de la colina y la pequeña capilla barroca de San Antonio, la más emblemática de la capital vallecaucana, Regina entraría del brazo de don Antonio en su sastre blanco a media pierna y su ramo de orquídeas del Valle. Y saldría de la mano de Álvaro como una mujer casada por esa puerta desde la cual divisaría Cali, hacia la pequeña recepción preparada en la residencia familiar Bernardi, para atender a los invitados con un desayuno elaborado por las mujeres de la familia Bernardi y las tías Ospina.

Finales de 1953. La guerra de Corea había llegado a su fin, la mayoría de los 12 millones de colombianos disfrutaban aún de la  luna de miel en los primeros siete meses de la dictadura de Rojas Pinilla y los recién casados partían a la Costa Atlántica en su viaje de bodas. Álvaro y Regina  fijarían su residencia a orillas del río Cali en esa ciudad vigilada desde hacía dos meses por el monumento a Cristo Rey (*11)  y que se preparaba para ser la sede de los VII Juegos Atléticos Nacionales (1954) para consolidarse como la capital deportiva de Colombia.

Ilustración y animación de portada. Paula Henao. 

Fuentes citadas. * Agradecimiento a Regina e Italia Bernardi, mi madre y tía, por compartir sus recuerdos. Archivo fotográfica de los Bernardi y los Prieto Bernardi.   Fotografías antiguas de diarios de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero y el Fondo Archivo del Patrimonio Fotográfico y Fílmico del Valle del Cauca.

(*1) Regina Bernardi de Prieto nació en Manizales el 24 de julio de 1929 y el 19 de diciembre de 1953 se casaría con Álvaro Prieto Díaz, padres de Adolfo, Maritza Fernanda, Liliana, Mauricio e Isabella. Vive en Cali actualmente. (*2) Álvaro Prieto Díaz, nació el 13 de septiembre de 1925 en Miranda (Cauca) y falleció el 6 septiembre de 1993, en Cali (Valle del Cauca). (*3) Regina De Fina de Bernardi, nació en 1865 y murió en Ponte Nelle Alpi (Belluno) en 1955.  (*4) Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda, hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970). (5*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi Viller (hijo de Bartolo Bernardi y Yacomina Viller) y Regina De Fina Zitran. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (*6) La finca ´La Rústica´ de la familia Bernardi Ospina en Circasia, Quindío, entre 1935 y 1953 y la hacienda El Bosque en Dosquebradas, Risaralda, cuna de los Ospina Mejía, pertenece a los bisnietos de Luis María Ospina, la familia Ocampo Estrada. (*7) Manuel José Prieto, nació el 12 de junio en 1880 y murió en marzo de 1958 en Cali. Su padre era Afanador Sánchez y su madre Avelina Prieto se casó con Teresa Díaz y fueron los padres de Álvaro Prieto. Era el propietario de las fincas de caña el Pitayo, la Cañada y La Primavera.

 (*9) ´Agua´elulo´: en Cali a las fiestas vespertina de barrio se les llamaba así, inspirada en la lulada, la bebida que se prepara con la fruta del lulo. (*10) Centro Singer de Costura (Carrera 9 con Calle 10) (*11) Monumento a Cristo Rey realizada por los maestros italianos Adelindo y Alideo Tazzioli e  inaugurada el domingo 25 de octubre de 1953.

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