Templo cartagüeño, muestra del neoclasicismo italiano

En pleno centro se levanta la joya de la corona de Cartago, la imponente Catedral Nuestra Señora del Carmen, de estilo neoclásico, simétrica, de líneas rectas, sin adornos ni recargos. De blanco impoluto contrasta con la bulla, el frenesí y los más de 30 grados de temperatura de este municipio, al norte del Valle del Cauca.

El gestor. La iniciativa de construir este templo católico nació de la obsesión del presbítero Hernando Botero O’byrne por allá, en 1944, quien gestionó y consiguió los recursos para levantarla a dos cuadras de la Plaza de Bolívar, en la esquina de la Carrera Quinta con Calle Catorce, en el mismo sitio donde había una capilla con el mismo nombre en siglos pasados, para honrar a la Virgen.

Y la leyenda popular dice … que su estilo neoclásico italiano se le debe a la reconocida firma de los reconocidos arquitectos colombianos, los hermanos Álvaro y Herman Calero Tejada, en sociedad con su cuñado mejicano, el arquitecto Félix Mier y Terán, quienes trajeron los planos desde Italia, inspirados en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya

Aunque también existe la teoría, mucho más osada, que la Catedral de los cartagüeños es réplica de la mismísima Basílica de San Pedro en el Vaticano, con su cúpula, la planta en cruz griega, las tres naves y su altar mayor.

Una gran torre. De más de 50 metros y separada veinte metros del resto de la edificación, la torre se divisa a lo lejos y desde lejos, cada media hora se escucha el repicar de las campanas.

Un poco de historia. La primera misa en la catedral se ofició en 1952 y diez años después, el Papa Juan XXIII creó la Diócesis de Cartago y nombró a Monseñor José Gabriel Calderón Contreras Obispo de ella.

La huella de un caballero italiano

La huella de un caballero italiano *

Tres décadas después del fallecimiento de Antonio Bernardi De Fina nos sorprendió muy gratamente la iniciativa de investigar y plasmar en documentos públicos, el legado como constructor en Armenia, por parte de dos estudiantes, Laura Ossa Sánchez y Guido García Ardila, y luego de la docente de Arquitectura de la Universidad de la Gran Colombia, María Eugenia Beltrán Duque.

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‘Fragmentos de memoria Armenia 1930 -1940 ‘obra de Antonio Bernardi’ representa, ante todo, un reconocimiento al aporte urbanístico que hizo como ingeniero constructor al progreso y al desarrollo de muchas de las ciudades colombianas, y en este caso específico en el eje cafetero, cuando de nuestro padre y abuelo contribuyó al equipamiento básico de una Armenia que apenas despertaba al Siglo XX.

En estas letras queremos narrarles, distintas facetas de la vida personal y privada que vienen a nuestra memoria de Antonio Bernardi, sobre su personalidad arrolladora y su carisma sin igual, que marcaron e influenciaron de diversas maneras a cada uno de los integrantes de la familia Bernardi, que tiene como base la ciudad de Cali, pero que como herencia de su abuelo, ha visto emigrar hacia otras latitudes para desarrollar sus proyectos personales, a varios de los suyos.

Para nosotros, Tony fue y sigue siendo el eje central de nuestro pequeño clan colombo italiano. Lo recordamos como el hombre enamorado hasta sus últimos años de su esposa Camila, la joven manizalita que se le metió en el corazón al punto de convencer a un trotamundos de quedarse en tierras colombianas para fundar su hogar; como el padre ejemplar de cuatro hijos con los cuales desarrolló una relación sólida de gran admiración a través del tiempo; como el abuelo cariñoso y cómplice de las travesuras de sus nietos, y como el narrador de múltiples historias sobre su patria y su paso por América Latina.

Antonio Bernardi y sus tres hijas, Gladis, Italia y Regina

Fue un caballero italiano en toda la extensión de la palabra, que supo cultivar la amistad de personas de todas las generaciones y clases sociales, testimonio de ello fue la chiva proveniente de ‘Lomitas’, corregimiento de La Cumbre, Valle del Cauca, que llegó cargada con la mitad de la población, para acompañar a don Antonio en su último adiós.

Tony, como buen italiano, ejerció con todas las de la ley el gusto por la cocina y el buen comer, caía seducido por los sabores y los olores de un plato de pasta y un trozo de queso, un mango maduro o una arepa de maíz. Como buen europeo, le gustaba tomarse un aperitivo antes del almuerzo, y que mejor que un trago de aguardiente en El Cairo, la tienda de la esquina de su casa, en el barrio El Peñón. El resultado era evidente, sus ojos se volvían de un verde más profundo y su lengua se soltaba para hablar con los vecinos.

Como descendiente de campesinos italianos norteños, sembró en nosotros el amor por la tierra. Siempre se sorprendía de la fecundidad del suelo colombiano, que arrojaba cosechas durante el año entero a diferencia de su tierra de estaciones, por eso su primera acción cuando veraneaba con su hija Regina y sus nietos en ‘Lomitas’, era sembrar y cuidar la huerta de la finca y luego, cada mañana, recoger  sus frutos que iban con destino a un plato de ensalada fresca que comía con fruición. De la tierra también admiraba la belleza de las flores que cultivaba con mucha dedicación, en su balcón y en el patio de su apartamento, el cual llegó a poblar de muchas variedades de violetas.

Pero si algo lo definía y caracterizaba era su gusto por la palabra, por una buena charla, ya que era una magnífico contador de historias y anécdotas. En todas ellas, por supuesto, él era el gran protagonista, el héroe imbatible, el soldado que defendió a su patria cuando se enroló con el ejército alpino durante la Primera Guerra Mundial; o cuando regresó a su pequeña tierra enclavada en los Alpes y se encontró con la ruina y el desabastecimiento en la finca paterna de Paluc y decidió buscar un mejor destino en ‘La América’ que ofrecía grandes perspectivas de trabajo; o cuando tomó la decisión de su vida de emprender un nuevo camino, de atravesar los mares a una tierra nueva y desconocida, y convertirse en emigrante para llegar al Puerto de Buenos Aires, como cientos, como miles de europeos que hemos visto en el cine y en la televisión.

El carné de alpino Antonio Bernardi del ejército italiano. Él participó en la I Guerra Mundial

En sus cuentos también personificó al viajero, al descubridor de culturas y sociedades por los Andes Americanos, por Bolivia, Perú, Ecuador, hasta arribar a Colombia, por el puerto de Tumaco, donde su salud sufrió los rigores del clima. Fue el aventurero y visionario que se adentró en la geografía colombiana para dejar testimonio de su profesión en edificaciones que aún en están en pie, en Manizales, Armenia, Ibagué, Bogotá, Girardot, Circasia y Cali, su destino final.

Ese era nuestro padre y abuelo. Un hombre sencillo, que disfrutaba del cine de Louis de Founes y las novelas de bolsillo del ‘far west’. Un inmigrante en tierra colombiana que respetó las tradiciones de la sociedad que lo acogió y le ayudó a formar una familia nueva, pero que nunca perdió su propia identidad nacional y sus vínculos culturales con Italia, la cual siempre tuvo en su corazón y que transportó en su charla cotidiana con sus referentes afectivos sobre su gente, sus antepasados y sus costumbres.

En nombre de los descendientes de Antonio Bernardi, de sus hijos Regina, Gladys, Italia y Mainardo, y de sus nietos, Adolfo, Maritza, Liliana, Juan Carlos, Mauricio, Andrés Felipe, Jorge Alonso, Isabella, Luis Alfredo, Juan Antonio y Paola, gracias por este homenaje a Tony, pues al leer estas páginas resulta claro que su paso por estas tierras dejó no sólo su recuerdo permanente en nuestros corazones, sino una huella imborrable en la historia de muchas de las ciudades colombianas.

Reunión de los descendientes de Antonio Bernardi a los 40 años de su partida (2017)

*Prólogo del libro ‘Fragmentos de Memoria de la Ciudad de Armenia Años 30 al 36 del siglo XX obra de Antonio de Bernardi ‘. Autoras: Arquitecta María Eugenia Beltrán Franco – Laura Ossa Sánchez. Noviembre de 2010

De los Alpes a los Andes

Empecemos las aventuras de La Bernardi por el Valle del río Cauca como destino migratorio de los italianos. Demos un repasón rápido en este primer capítulo a varios hechos y anécdotas de finales del siglo XIX y del XX en los que haya un italiano de por medio y en las cuales ya nos detendremos más adelante.

Está el caso del comerciante piamontés que fue cónsul en Buenaventura, Ernesto Cerruti y las autoridades del Estado Soberano del Cauca, que desencadenó en uno de los líos diplomáticos más escandalosos de la historia, cuando Colombia e Italia rompieron relaciones en 1885.

Documento que reposa en la Biblioteca de la Universidad Eafit / Sala de Patrimonio Documental

Saltemos a Buenaventura, la ciudad puerto más importante de Colombia sobre el Pacífico, que tomó su nombre del santo patrono italiano, y que por el movimiento comercial que ya se avizoraba, contó con un consulado italiano y con la sede de la firma comercial importadora y exportadora, la Casa Menotti.

Catedral de San Buenaventura, Buenaventura (Valle del Cauca)

En la Isla Cascajal, el arquitecto de Turín, Vicente Nasi, levantó la antigua Estación del Ferrocarril (1930), uno de los proyectos más modernos de la época. Y al muelle llegaron hasta los años setenta, los buques italianos de pasajeros, Verdi, Donizetti y Rossini, que establecieron entre sus tripulaciones y los bonaverenses un significativo intercambio cultural, gastronómico y deportivo. Aún se recuerda cuando la banda del barco se presentaba en las retretas dominicales con un repertorio de arias clásicas.

Antigua Estación del Ferrocarril, hoy la Escuela Taller de Buenaventura

Postal del barco italiano Donizetti que atracaba en el puerto de Buenaventura . (archivo de María Teresa Hurtado 1971)

Y en Cali nos saluda Cristo Rey, la escultura gigantesca de 21 metros, que vigila la ciudad desde 1953 en el Cerro Los Cristales, gracias a la iniciativa del padre José Arteaga y del escultor de Pietra Santa, Alidéo Tazzioli. Se dice que es uno de los monumentos a Cristo más hermoso y mejor diseñado en el mundo.

Y en esta misma ciudad ya un italiano había pasado a la historia, el pionero de la aviación, Ferruccio Guicciardi; él fue el primer aviador que tocó tierra caleña con El Telégrafo 1, el 21 de marzo en 1921. Por cuenta de esa hazaña se ganó un premio de $ 500 pesos.

Estos son solo algunos de los personajes y de las tantas historias que descubriremos juntos con La Bernardi; sígueme la pista en mi canal y en redes.

Antonio Bernardi De Fina

Todo comenzó con mi abuelo, Antonio Bernardi De Fina (1*), un italiano de la provincia de Belluno, que cuando el mundo apenas se despertaba de la locura de la primera Guerra Mundial, bajó de sus montañas desde una pequeña población, Ponte Nelle Alpi, para embarcarse y cruzar el océano Atlántico para hacer ‘La América’ en 1922.

1.Paluc, finca familiar, Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno. Pasaportes y documentos de extranjería expedidos en varios países de América Latina.

Entre 1922 y 1926, fue caminando por Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador, trabajó en diversas obras y se fue formando como ingeniero constructor, y en esos lugares de nuestra geografía americana donde dejó su huella y estos a su vez, ejercieron influencia en él.

El ingeniero constructor Antonio Bernardi De Fina, hacia 1924, en Lima (Perú), en la 2. con un grupo de amigos y en la 3. con su primo italiano Jorge De Fina, con quien viajó.

Y en este continente de promesas, específicamente en Colombia, Antonio inició un nuevo proyecto de vida, una familia con la normalista Camila Ospina Mejía (2*), con quien se casó el 2 de mayo de 1928 en la ciudad de Manizales y tuvieron cuatro hijos: Regina (1929), Gladys (1931 – 2002), Italia (1935) y Mainardo (1938-2011).

5 Camila y Antonio, Manizales 1928. 6. Camila, Antonio, Mainardo y Regina Bernardi, Manizales 1928. 7. Gladys, Italia y Regina. Bogotá en los años 40. 8. La familia en Bogotá 1946.

Y en tierras colombianas se hizo a un nombre como ingeniero constructor y a un reconocimiento que aún perdura, por el movimiento de modernidad tanto en el campo del urbanismo como en el de la ingeniería, que generó con sus construcciones en varias ciudades colombianas, como Manizales, Armenia, Ibagué, Girardot, Bogotá y Cali, a partir de la década del veinte hasta pasados los años cincuenta en el siglo XX. (4, 5, 6*)

Fotografías. Portada y foto 9., Antonio Bernardi, con la maqueta y construcción de edificio de la Plaza de Mercado de Armenia, 1935, obra monumento nacional según decreto de 1995. 10. Alcantarillado Ibagué 1940. 11. Teatro Tolima en Ibagué inaugurado en 1940. Obra monumento nacional según decreto de 1995. 12. Hotel Tocarema en Girardot 13. Edificio Colón Bogotá 1940.

Fuentes citadas. *Gracias a la narración de mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi, se ha reconstruido esta historia. Con el apoyo de Jorge Alonso Rengifo en la digitalización del archivo fotográfico de la familia.

(1*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi en la provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi y Regina De Fina. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (*2) Camila Ospina Mejía, nació (5-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda – hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970).

(3*) Artículo en el blog La Bernardi  La madre del inmigrante, Regina De Fina de Bernardi (1865 – 1955),    http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/regina-de-fina-de-bernardi-1865-1955-el-coraje-de-la-madre-del-emigrante/ (*4) Teatro Tolima, 80 años de una joya con el sello Bernardi Artículo publicado en el blog La Bernardi que narra el periodo 1938 – 1940 de las obras construidas por Antonio Bernardi en Ibagué   http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/teatro-tolima-80-anos-de-una-joya-con-el-sello-bernardi/ (5*) El cerco del Gobierno Colombiano al constructor italiano, Antonio Bernardi, durante la Segunda Guerra Mundial http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/el-cerco-del-gobierno-colombiano-al-constructor-italiano-durante-la-segunda-guerra-mundial/ (6*) Artículo Así vivieron los Bernardi Ospina el 9 de abril de 1948, publicado en el blog La Bernardi  http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/asi-vivieron-los-bernardi-ospina-el-9-de-abril-de-1948/

La huella itálica

A lo largo de muchos siglos y de la historia son muchas las culturas, las naciones, los territorios y, por supuesto, las personas que han sido influenciadas bien sea, por los romanos como luego por el pueblo italiano.

Italia fue, en la antigüedad, la cuna del Imperio Romano cuya fuerza económica, cultural, política y militar fue la más poderosa del mundo. Sumó más de 2000 años entre occidente y oriente. Dicen que llegó a cubrir hasta 8 millones de kms2 y que controló el mar Mediterráneo, Europa, África del norte y Oriente próximo.

Hoy en el siglo XXI, el legado de los romanos tanto en occidente como en oriente, sigue siendo inmenso e imponente. Influenciaron al mundo latino con su la lengua, la cultura, la arquitectura, la ley, la religión, las invenciones, la filosofía, las formas de gobierno y, por supuesto, su máquina militar. Sus monumentos y obras arquitectónicas están diseminadas por el corazón de muchos países europeos y mediterráneos, reflejando la gloria de otras épocas y se han convertido en lugares turísticos por excelencia.  Y como ingenieros fueron insuperables, ellos abrieron muchos caminos para unir su imperio con la capital. Por algo hay un dicho popular… que aún sigue vigente: Todos los caminos conducen a Roma”.

También hay que abonarles a los italianos que siempre han marcado tendencia, han sido grandes influenciadores, todos los movimientos nacidos en las diferentes regiones de la bota se internacionalizaron, dando un fuerte impulso al desarrollo cultural y material del mundo occidental. Para no ir más lejos está la profunda huella que dejó el renacimiento.

Vista del acueducto romano desde los pies de la muralla de Segovia, construido en el siglo II d.C. Este monumento es uno de los hitos arquitectónicos más importantes de esta ciudad española y uno de los mayores atractivos turísticos.

En la bella y romántica Florencia se originó el Renacimiento en el siglo XIV, hoy es considerada una de las cunas mundiales del arte y la arquitectura. Todos soñamos con pisar alguna vez la capital de la Toscana, perdernos por sus callecitas y encontrarnos con el David de Michelangelo.

Desde la época del llamado descubrimiento de América hasta cuando les llegó la mala hora, en los siglos XIX y XX, las crisis económicas y políticas y las guerras mundiales, un número importante de italianos armó maletas, emigró y se esparció por el mundo.

Acá, en el continente americano de norte a sur, desde los EE.UU. hasta Argentina, pasando por Brasil, Venezuela y por supuesto, Colombia, encontramos hoy, grandes asentamientos de descendientes y colonias representativas, que han conservado la cultura, las tradiciones y la religión de sus antepasados. Se afirma que es uno de los grupos étnicos más grande por población del mundo y con mayor número de personas con nacionalidad italiana residenciados fuera de Italia.

Veamos por donde nos vamos encontrando la huella itálica…

Cuenta tu historia

Este es un espacio abierto para que los italianos y sus descendientes compartan historias cortas y fotografías de sus antepasados, como también para que relaten su propia experiencia y proyectos actuales, y sus aportes a la cultura y al desarrollo de este país.

Establezcamos un diálogo entre el pasado y el presente y veamos hacia dónde nos lleva este viaje exploratorio de nuestro origen italiano.