Noruega en la pandemia

Un país donde todos sus habitantes tienen un compromiso de responsabilidad, de colaboración, pero sobre todo de unión incondicional como lo hicieran en épocas anteriores, no solo soportando otros virus o pandemias, sino también soportando situaciones económicas drásticas

Por Enrique Salinas desde Oslo. Situado al norte de Europa, este país escandinavo, con una población de 5´367.580 habitantes (censo 2019), empezó a recibir la crisis del Covid-19, a partir del 25 de febrero pasado.

Cuando se conoció que este virus fue clasificado en pandemia en otros países de Europa, como Italia y España que tomaron decisiones tardías y donde los enfermos fallecían a diario; en Oslo, la Primera Ministra, Erna Solberg, manejaba la situación con mesura consultando con el Instituto de Salud Pública = Folkehelseinstituttet (FHI), que recomendó cerrar de inmediato los terminales aéreos, terrestres y puertos fluviales, a la vez que en coordinación con la Organización Mundial de la Salud (OMS),  crearon los protocolos de bioseguridad para frenar el contagio indiscriminado que se tenía en países vecinos.

Comenzaría por ordenar el aislamiento de todos los habitantes de Noruega: jardines para infantes, escuelas, universidades y demás instituciones cambiaron su manera de laborar;  llegaría un nuevo sistema nunca antes experimentado, el de trabajar desde la casa por un periodo indefinido, en unión con la familia y con todos los cuidados exigidos, lo cual se tornaría estresante con el pasar de los días. 

Noruega, un país turístico por tradición, empezó a ver las calles desoladas, los almacenes y centros comerciales cerrados, donde solo funcionan los supermercados con algunas estanterías vacías para evitar el contagio de persona a persona; todos obligados a usar guantes, a mantener la distancia de una a otra, afortunadamente, en algunos centros comerciales donde funciona el  auto-servicio la persona escoge su compra, paga automáticamente, empaca por mismo sus artículos y así, no corre ningún riesgo, pero esto crea un estrés más en su rutina diaria.

Con casi dos meses de cuarentena, la situación económica del país ha tenido su caída más drástica en la Bolsa de Valores de Oslo, en especial el petróleo que descendió un 4% registrando números en rojo. Personalmente puedo decir, que desde hace unos 26 años, cuando llegué acá procedente del Reino Unido, no se veía que el litro de gasolina costará 11,oo NOK = $4.217,oo COP, mientras algunos productos de la canasta familiar han subido y otros pocos bajan de precios, pero la ciudadanía  no protesta porque mientras se reciba el sueldo completo no existe ningún tipo de preocupación. Noruega es rico, envidia de muchos países, porque sabe cuidar sus finanzas, con lo cual garantiza para las próximas cuatro generaciones su pensión.

Noruega que se ha caracterizado por su alto nivel humanitario, el mes pasado declaró la Primera Ministra Solberg el aporte de USD 200 millones a la OMS para la investigación de una vacuna contra el COVID-19, igualmente realizó  una donación de USD 1 billón para la Alianza de Vacunas (GAVI), así mismo, ayuda económicamente a organizaciones para la infancia y Fondos de alimentación internacional.

La cultura noruega puede ser considerada un tanto diferente a la de otros países industrializados, puesto que tuvo un proceso de urbanización algo más tarde que los demás, ya que hasta principios del siglo XX era todavía un territorio formado mayoritariamente por agricultores,  pero que en la actualidad es estimada como una las economías más ricas  y avanzadas a nivel mundial.

Este vertiginoso desarrollo ha dejado su impronta en el pueblo noruego al considerarse el país más feliz del mundo por parte de la Naciones Unidas,  felicidad que va cambiando paulatinamente cuando se empiezan a conocer los primeros infectados y las primeras muertes; a finales de abril, los fallecidos por coronavirus sobre pasaban las 200 personas que oscilan en edades de 80 a 95 años, algunos de ellos sobrevivientes del Holocausto de la minoría judía residente, quienes muy seguramente se han estresado recordando los sufrimientos vividos en los aislamientos durante la invasión alemana, para sentir ahora el aislamiento obligatorio por la pandemia.  

El COVID-19 ha traído cambios radicales en la forma de vida de los noruegos, en sus costumbres y en su cultura, que se acrecienta con los cambios climáticos sufridos últimamente, cuando el invierno sin nieve parece más un otoño o la primavera que por su calor se asemeja al verano; llega entonces, la preocupación con el pasar de los días, unos mirando hacia el techo o leyendo periódico y viendo televisión para informarse de lo que sucede en el exterior, pero sin trabajo, otros laborando desde la casa por video conferencia y con los niños en casa que acuden a sus clases de igual manera, para acatar la cuarentena que cada día es más estricta. Todo un mundo nuevo y extraño al que se fue acomodando espontáneamente.

Ahora empezando de nuevo, gradualmente los jardines y las escuelas van a retomar las clases, algunas oficinas privadas y gubernamentales harán lo mismo en un 50% de su personal a partir del 7 de mayo donde con un máximo de 50 personas entrarán a laborar,  si todo va normal, esta cantidad se ampliará a 200 personas después del 15 de junio,  así lo ha manifestado el Ministro de Salud, Bent Høie.

Este es Noruega, un país donde todos sus habitantes tienen un compromiso de responsabilidad, de colaboración, pero sobre todo de unión incondicional como lo hicieran en épocas anteriores, no solo soportando otros virus o pandemias, sino también soportando situaciones económicas drásticas, o la más recordada, la  ocupación alemana, donde el país se levantó como un todo a rodear a su gobierno, por eso Noruega siempre se levanta como ejemplo  para otras naciones en el mundo.

105 años del Genocidio Armenio

Cada 24 de abril, en Jerevan, capital de la República de Armenia, se conmemora esta tragedia que a principios del siglo XX costó la vida al menos a un millón y medio de personas.

Por Irene Garcés Medrano*. Una madre sostiene  su pequeño sobre la espalda y se apoya contra la espalda de otra mujer que aferrándola fuerte, muy fuerte en un abrazo letal, le ayuda a cumplir la difícil  tarea, apenas  ordenada por el soldado del ejército turco. Es una escena de la película  ´La masseria delle allodole´ (traducido al español ´El destino de Nunik´), que  sintetiza en modo desgarrador y profundamente dramático, la tragedia del genocidio cometido  por los turcos contra la población armenia residente en el 1915 en la península de Anatolia.

Cada 24 de abril, en Jerevan, capital de la República  de Armenia, se conmemora esta tragedia que a principios del siglo XX costó la vida al menos a un millón y medio de personas. 

Marcha Virtual. A raíz del distanciamiento social por la pandemia del Codiv19, la multitud de armenios que cada 24 de abril, se reúne en la explanada que conduce al Memorial del Genocidio,  este año se une al evento a través de un enorme faro de luz proyectado hacia el cielo,  cuyo reflejo podrá ser apreciado en toda la ciudad de Jerevan.  De otra parte, gracias a la aplicación HyelD,  personas de origen armenio presentes en diferentes latitudes, protagonizan una marcha virtual para conmemorar los 105 años del genocidio.

La tragedia narrada por el cine. Los italianos Paolo y Vittorio Taviani, directores de la Masería de las alondras (´El destino de Nunik´),  largometraje  inspirado al libro de Antonia Aslan, escritora italiana de origen armenio, que narra las trágicas vicisitudes de los armenios, obligados a vagar por el desierto, en un éxodo de mujeres y menores travestidos por sus madres como niñas, con la vana esperanza de salvarles a la furia homicida, que ordenó el asesinato de todos los representantes del sexo masculino con el afán de interrumpir la descendencia.

Diáspora del pueblo armenio. A pesar de intentos y promesas de parte de representantes de algunos  países occidentales  como Italia y Estados Unidos, el Genocidio Armenio, hasta hoy no ha tenido un reconocimiento oficial.  El año pasado en Italia, la Cámara de Diputados, aprobó una moción que exhortaba el gobierno a reconocer la tragedia del pueblo armenio con mayor resonancia internacional pero la propuesta no superó dicha sede.

Reconocimiento del Festival de cine de Berlín. La película de los Taviani, que en el 2007 se adjudicó el reconocimiento de la Muestra del Cine de Berlín, es un aporte a la historia para no repetir el descabellado proyecto de limpieza étnica denominado “Gran Turquía”.

*Caleña radicada en en norte de Italia desde hace casi tres décadas, comunicadora, hortelana, cocinera y viajera por convicción.

 

La gratitud, secuela del coronavirus (II Parte)

Soy una sobreviviente más de la guerra contra un enemigo invisible, y por ello estaré agradecida con el Universo por el resto de mi vida.

Por Liliana Velásquez Urrego desde Italia. Mientras mi esposo y yo estuvimos contagiados con el Covid 19,  un amigo de la familia vino a casa todos los días a traernos el periódico Libertà de Piacenza, provincia donde vivimos. El amigo se llama Fabio y aunque está en edad de disfrutar la pensión, es uno de los pocos que en esta época sigue en actividad, porque trabaja en una empresa de transporte. 

Cada día llegaba muy puntual a las 8:45 a.m., protegido con mascarilla blanca y guantes azules, en compañía de su vivaz y consentido perro Ryan. Dejaba sobre la mesa del antejardín el diario, después daba a su mascota una vuelta por el jardín externo, y se iba para su oficina. Nosotros lo saludábamos desde la ventana. Era nuestro casi único contacto con el mundo exterior.

La gratitud, secuela del coronavirus. Siento enorme gratitud por Fabio, pues con traernos el periódico nos demostró afecto. Se comportó como un papá que cuida a sus hijos en momentos difíciles. Fue su modo de decirnos: “Los aprecio y estoy con ustedes”. 

Boletín de guerra. Después de que nuestro vecino dejaba el periódico, lo leía con ansiedad. Durante los primeros días de la pandemia, parecía un boletín de guerra que solo informaba de contagiados, de urgencias, de muertos. El miedo por lo que sucedía, para lo cual no había explicación, aumentó al saber del fallecimiento de dos amigos el mismo día.

A pesar de lo cual, cada día buscaba un artículo, una foto, algo que mantuviera viva la esperanza de que las cosas iban a mejorar. Y fue así como me enteré de que otros dos allegados, residentes en ciudades diferentes, habían salido de cuidados intensivos y veían cada vez más cerca el momento de abrazar a sus seres queridos.

Noticias más amables. Poco a poco, empecé a encontrar noticias más amables: la situación va mejorando; hay menos contagios; algunas empresas inician actividades, el gobierno se organiza para enfrentar la crisis. Las familias idean la manera de ayudar a quienes pasan por dificultades y carecen de alimentos.

Por fortuna, mi cuarentena terminó. Después de 50 días de encierro, recibí una carta de la Oficina Sanitaria de Piacenza, en la cual me autorizan a salir por “actividades de absoluta urgencia”, como ir al supermercado o al médico. 

Ya el Covid 19 se fue de mi vida y espero no volverlo a ver. Fue un gran maestro que, a través del dolor, me enseñó a tener fortaleza y estar en paz. Después de esta experiencia, siento infinita gratitud con el Universo, por estar viva, por tener a mi hijo Alexandro y a mi esposo Alberto saludables. A pesar del miedo inicial, he logrado conservar la calma, gracias a la meditación y las actividades en casa. 

Tener la idea de la muerte tan cercana, hace pasar por diferentes estados emocionales y es uno el llamado a seguir avanzando o quedarse en la negación, las críticas, la ira o el miedo. De uno depende aprender la lección y fortalecerse.

Hace dos semanas, fui examinada para ver si quedaban rastros del coronavirus. El médico me encontró bien y me remitió al hospital de Fiorenzuola d’Arda para la prueba clínica final. Mientras esperaba los resultados, me sentí como una adolescente que no ve la hora de tener las calificaciones de un examen del colegio. 

Aunque ya sabía de mi recuperación, la carta de la Oficina Sanitaria que la declaró oficialmente, me llenó de felicidad. Además de ir al supermercado, son muchas las cosas que puedo hacer de nuevo: donar sangre y, sobre todo, el plasma que ahora se necesita para salvar vidas. Mis anticuerpos los necesitan quienes están hospitalizados y aún no los han desarrollado.

 Los afectos. Durante este tiempo he recibido mucho afecto: desde la hija de mi esposo, quien trajo a casa las compras los días que estuve en cama, hasta el médico que dos veces al día llamaba para saber cómo seguía. 

 Es el momento de agradecer. Ahora puedo trabajar como voluntaria, llevando las compras a las casas de quienes no pueden salir. Puedo dar algo de lo que recibí y, como Fabio, llevar el periódico a alguien que también está encerrado y busca una buena noticia, como yo la busqué durante muchos días. 

Soy una sobreviviente más de la guerra contra un enemigo invisible, y por ello estaré agradecida con el Universo por el resto de mi vida.

Primera parte de esta historia.

* Comunicadora caleña radicada en el norte de Italia. Amante del arte, la cocina y los viajes.

Con la instructora Carla Charlie, desde la Macchia (Liguria), gimnasia para todos vía Facebook

¨En el momento en que nos detenemos y miramos todo lo que está pasando ante nuestros ojos; el hecho de que la naturaleza se esté revitalizando, que las relaciones entre las personas estén mejorando, que ahora sea todo completamente diferente, es una ocasión, una grandísima oportunidad de cambiar punto de vista y cambiar también nuestras expectativas frente a las cosas que buscamos, las cosas que nos impacientan tanto… En este momento, habremos entendido el mensaje escondido dentro esta pandemia¨: Carla Charlie.

Por Irene Garcés Medrano. Carla Charlie es una instructora aeróbica que a causa de las restricciones por el coronavirus que obligan al aislamiento social a sesenta millones de italianos, decidió  apropiarse de los instrumentos que ofrece la tecnología para no interrumpir el contacto con sus alumnos. A través de la apertura de un canal You Tube que lleva su nombre Carla Charlie y de su página Facebook,  de lunes a viernes a las 10:30 a.m. hora italiana, transmite en directo lecciones de gimnasia desde su habitación a 20 kilómetros del mar, en un recodo de pintorescas casas en piedra, a orillas del río Vara.  Es un sitio tranquilo, rodeado de montañas y bosques, en los que crecen frondosos pinos, abetos, árboles de castañuelas y acacias, llamado la Macchia.

 Nacida de un matrimonio mixto entre una italiana piamontesa y un argentino de Buenos aires, Carla recuerda su infancia como una variada mezcla de culturas que se encuentran y se unen hasta aflorar en la edad adulta en pequeños gestos, hábitos que hoy no la sorprenden porqué sabe que son el producto de esa mezcla, cómo esa atracción por el dulce de leche, al que no puede renunciar. Cuando le expliqué que el ´dulce de leche´ argentino  en Colombia se llama arequipe si se prepara en Bogotá y cuando llega al Valle del Cauca se trata del ´manjarblanco´ y se vende en totumas de calabaza,  Carla, con gran entusiasmo me propuso preparar la versión italiana del exquisito dulce navideño.

Carla creció y estudió en Italia. Le encanta el español, lengua paterna que hoy le permite descifrar las letras de las canciones que amenizan las clases a las que se entrega, da instrucciones, suda, sonríe mientras transborda con energía y entusiasmo contagioso. Empezó con su primer diploma de instructora de pesas y a partir de allí prosiguió estudios y especializaciones en Pilates, Zumba, Totalbody, Step, Feet box y Gimnasia Postural con tanta pasión por lo que hace y, en especial, por la música latinoamericana que canta en voz alta mientras baila a la perfección.

IG. Cómo está viviendo la Pandemia del Codiv19? CCH. La emergencia del corona virus no la estoy sintiendo, porqué aquí en la Macchia la vida sigue igual. Es todo muy tranquilo, hay cosas que hacer afuera, hay que llevarle de comer a las gallinas, cortar la leña y seguir con los quehaceres de casa. Con la cuarentena en algunos supermercados no se encuentra la levadura para preparar nuestro pan, entonces, me dediqué a experimentar una levadura madre y así, hasta he encontrado la posibilidad de hacer cosas nuevas. Claramente, no estoy yendo al trabajo, estoy  más tiempo en casa y puedo dedicarme aún más, a todas  estas cosas.

IG. ¿Ha tenido miedo de las consecuencias de esta pandemia? CCH. No siento miedo, noto que las personas están muy angustiadas, casi aterrorizadas pero se me ocurre pensar que es porqué miran demasiada televisión, algo que yo no  estoy acostumbrada a hacer. No soy una fanática de telenoticieros, prefiero mirar una película, así, cuando tengo el tiempo, me distraigo un poco,  pero no me dejo abrumar por los reportajes. También porque vivo convencida que los periodistas tienen la necesidad de escribir noticias, aunque cuando las cosas no son tan graves.  Es claro que es más fácil narrar noticias cuando las cosas parecen gravísimas.  Con esto, no quiero decir que el Coronavirus no sea menos grave, digo simplemente que si cada uno asume su propia responsabilidad y sigue las reglas, no hay porque  tener miedo.

IG. Que es lo que más le preocupa? CCH. Sinceramente nada, porque los recursos esenciales no faltan. Tampoco se habla de posible escasez de alimentos que podría ser la preocupación más grave de todas. Puede ser que más adelante esta situación genere  una crisis financiera, pero todo ello dependerá de la gestión política de parte de quien está administrando la emergencia.

IG. Describa una jornada de cuarentena.  CCH. Mis jornadas son exactamente igual a antes, porque en la Macchia, tratándose de un lugar pequeño las labores son siempre las mismas: me despierto en la mañana, doy de comer a los perros, abro la puerta para que salgan,  doy una vuelta por la cocina, planeo el almuerzo, me dedico a hacer cosas en el jardín, cuido las plantas, luego preparo el almuerzo, a veces sola, a veces para dos, porque Tiziano, mi compañero, quien va a trabajar en este periodo, viene a almorzar.  Juego con los perros, me ocupo de adiestrar a la más pequeña, es importante porque está en una edad, en la que asimila más el aprendizaje y si no aprovecho, dentro de unos meses crecerá y será muy difícil educarla.  Lo único que ha cambiado es el hecho de no poder ir fuera, a otro sitio, pero sabes, cuando una esta bien en su propia casa, no le hace falta el hecho de ir afuera.

IG. ¿Cómo surgió la idea de las lecciones de gimnasia a través de internet? CCH.  La idea de las clases de gimnasia a través de la red, surgió de  la necesidad de no abandonar a mis alumnas, me daba cuenta de que era importante, mantener una cita, un hábito que para ellas más que tonificar el cuerpo, es un momento de distracción, importante a nivel emotivo y mental.  Igual para mí, porque es mi trabajo, mi pasión. Algo que nació de un pasatiempo, de la necesidad de entrenarme yo misma, y de allí se volvió un entrenar a otros.

IG. ¿Qué dificultades se le presentaron en este proyecto virtual? CCH. Las dificultades técnicas son dadas fundamentalmente por el mal tiempo atmosférico, pues si llueve fuerte podría saltar la energía eléctrica y la conexión. Por lo demás, la sensación que estoy viviendo es que la emergencia por la pandemia, nos ha acercado mucho más. Porqué cuando se piensa de encontrar las personas en cualquier momento, en realidad no lo notamos. En el momento en que hay un límite, entonces, se vuelve importante.  Paradójicamente hoy me estoy comunicando  con muchas más personas que antes. Tengo una tía en Argentina que cada día sigue mis clases vía web.

IG. Dónde está la fuerza de una buena instructora. CCH. Tengo 40 años y me dedico a esto desde el 2004. La ventaja de saber tantas disciplinas y poder mezclarlas, me permite dar respuestas a las exigencias de mis alumnos. Sobre todo, porque me ocupo del cuidado de las personas y es importante poder hacerlo a 360°. Además, el hecho de haber practicado por tantos años la meditación, la introspección, me ayuda también a entender el impacto psicológico que puede tener en cada individuo en la propia estructura física. Porqué tantas veces una mala postura, es debida a un desequilibrio más que todo psicológico y emotivo.

IG. Primero me hablaba de Jodorowsky, ¿lo conoce?  CCH. Sí, soy una lectora apasionada de Alejandro Jodorowsky (escritor, director de cine, filósofo) porque se ocupa del ser humano en un modo irreverente. Él no te cura, no te hace razonar con mimos y atenciones, sino que te golpea con la verdad en la cara,  y eso, en mi opinión, es lo que al final funciona. 

IG. ¿Qué piensa que dejara esta Pandemia? CCH. No lo sé,  porque sinceramente veo que las personas se están dejando dominar por el miedo y no logran ir más allá del miedo. No logran entender cuál es el lado positivo de todo esto. En el momento en que nos detenemos y miramos todo lo que está pasando ante nuestros ojos; el hecho de que la naturaleza se esté revitalizando, que las relaciones entre las personas estén mejorando, que ahora sea todo completamente diferente, es una ocasión, una grandísima oportunidad de cambiar punto de vista y cambiar también nuestras expectativas frente a las cosas que buscamos, las cosas por las que nos impacientamos tanto; las famosas 40 horas semanales de trabajo por una gran cantidad de años para después gozarse la vida cuando ya eres demasiado viejo para poder hacerlo.  En este momento, si dejáramos de lamentarnos por estar encerrados en casa con miedo de aburrirnos y empezáramos aprovechar la ocasión para hacer todas esas cosas para las que nunca tenemos tiempo,  entonces sí, habremos entendido el mensaje escondido dentro esta pandemia.

*Caleña radicada en en norte de Italia desde hace casi tres décadas, comunicadora, hortelana, cocinera y viajera por convicción. irenegarces1000@gmail.com

Cuarentena de una italiana en India

Annalisa Simeoli, italiana de Turín, residente en Goa, India, cuenta detalles de su vida cotidiana durante la cuarentena.

Por Irene Garcés Medrano*. Una historieta hindú narra de cinco ciegos que habían escuchado hablar de elefantes, querían saber cómo eran hechos y les trajeron uno ante ellos. El primer ciego, tocándole la trompa, dijo: es como una gran serpiente. El segundo le tocó un colmillo y exclamó: ¨no, lo que parece es una lanza puntiaguda¨. El tercero, tocando el costado del animal, dijo: ¨la verdad es que es similar al muro de mi casa¨. El cuarto, contorneando una pata, afirmó: ¨amigos, el elefante es como un gran árbol¨. El último que había tocado la cola dijo: ¨se equivocan todos, el elefante es similar a una cuerda con un moño¨.

Quien quiera describir la India se encontrará más de una vez en la misma situación. De este inmenso país que constituye un mundo variado y en sí mismo, completo y heterogéneo, se puede hablar con conocimiento de causa, sólo después de haberlo visitado.  Annalisa Simeoli,  joven italiana, de Turín, residente en Goa, India desde hace 5 años, nos cuenta detalles de su vida cotidiana durante la cuarentena decretada por el gobierno indio, el pasado 23 de marzo para contrarrestar la propagación de la pandemia del Codiv19.

IG: ¿En qué momento se detectaron los primeros brotes de coronavirus en India? AS: Los primero casos se presentaron en el Estado de Kerala, algunos jóvenes hindúes estudiantes en China, aprovecharon las vacaciones del Año Nuevo Chino para regresar ya enfermos. De inmediato el gobierno cerró la frontera con China y, luego, decretó el distanciamiento social.

IG:¿Cómo son sus jornadas con la cuarentena? AS: Desde que comienza la jornada, limpio, cocino, practico yoga y meditación para conocerme y mejorar mi estado físico. Dedico tiempo para hablar con mis padres  y tíos en Italia.  De vez en cuando salgo a caminar alrededor del espacio verde de la unidad residencial donde vivo y noto a alguien, que como yo, camina.  En realidad los hindúes no son para nada ´fit´, pero la cuarentena forzada hace que todos sientan la necesidad del  movimiento.

IG:¿Cuánto ha cambiado su rutina diaria? AS: Antes gran parte de mis jornadas transcurrían movilizándome en autobús o caminando para ir a mercar y hacer diligencias, alternado con lecciones de yoga,  almuerzos y jornadas  con amigas hindúes cuyos maridos trabajan. Mujeres que se cansan de buscar un empleo bien remunerado y sobre todo gratificante. En Goa, las fuentes de empleo son escasas y los salarios bajísimos.

 IG: ¿Qué teme? AS: Siento temor de la crisis económica que, en diferentes formas y dimensiones, aportará  a nivel mundial sufrimientos inimaginables, en especial a las personas de escasos recursos.  Situación que nos debería hacer reflexionar en un mundo cada vez más  globalizado, interconectado, rígido y, a veces, despiadado.

IG: ¿Desde cuándo empezó su interés por India? AS: A los 20 años empecé a interesarme de India, para mí era el sitio ideal por su historia, sus contrastes, sus tradiciones, la espiritualidad, la tierra del Buda, pero nunca contemplé la posibilidad de echar raíces aquí.  Son sorpresas que a veces la vida nos da. Viajé para especializarme como profesora de yoga, luego conocí a quien hoy es mi marido, nos casamos y decidimos vivir aquí. Sucedió todo por casualidad, me considero afortunada, este es un país hermoso que tiene muchas cosas para enseñar, al menos una vez en la vida, vale la pena visitarlo. Al mismo tiempo, tratándose de un territorio  vasto y densamente poblado, está lleno de contradicciones que no siempre son fáciles de superar.  Guardo gran respeto por todo, amor por mi marido, por su familia, pero no me siento parte integrante de la comunidad, después de cinco años,  todavía me siento huésped.

IG: Yoga para reforzar el sistema inmunitario… AS: Estudié contabilidad, diseño publicitario y frecuenté la facultad de Letras en la ´Università degli Studi di Torino´. Empecé a practicar yoga desde muy joven, como autodidacta y luego decidí especializarme como instructora.  Después de tantos años,  no he dejado de tomar lecciones y aprender. La yoga es una disciplina amplia que abraza muchos aspectos de la vida.  Entre otras, refuerza el sistema inmunitario y ayuda a descargar el stress, por ello aconsejo de practicarlo durante esta pandemia.

 IG: ¿Qué tipo de  Meditación practica? AS: La Meditación Vipasana,  “Mirar las cosas como son”. Dicen que es la meditación que practicaba el Buda,  hoy se enseña gratis en todo el mundo, en los centros que siguen las enseñanzas de S.N. Goenka.  Desde hace más de 20 años, es parte integrante de mi vida. He visto los beneficios, me ayuda a desarrollar mi propia conciencia y sobre todo,  me permite observar cada cosa desde una perspectiva amplia sin perder la ecuanimidad.

IG: ¿Tiene nostalgia de Italia? A.S. Hay  momentos en los que extraño algunas cosas, especialmente la parte laboral, he trabajado siempre en el ámbito cultural, en el mundo de los libros, del  cine. A veces extraño hablar la propia lengua con desenvoltura, los amigos, comprender y saber que los demás te entienden cuando hablas.  Aunque si cocino italiano y a veces hago una fusión entre ambas culturas, algunos sabores me hacen falta, sobre todo por qué  algunos productos no se encuentran con facilidad.   

IG: ¿Conoce escritores hindúes? AS: En India hay escritores excelentes, cuyos libros, en los últimos años  han sido traducidos en todo el mundo. Entre mis preferidos está Chitra Banerjee Divakaruni Sister of my heart (Hermana de mi corazón), extraordinario, con un estilo narrativo  que te encanta, esencialmente femenino. Rohinton Mistry, A fine balance (El perfecto equilibrio),  gran escritor para entender la cultura y la historia de India.  Está la escritora Arundhati Roy The God of small things (El Dios de las pequeñas cosas), ha publicado solo dos novelas y muchos ensayos, es líder y activista social en diferentes proyectos. Sus novelas se caracterizan por un estilo narrativo que no es simple para el mundo occidental, pero no por ello menos interesante, vale la pena leerla.

IG: ¿En los escritores hindúes modernos encuentra similitudes con algunos relatos latinoamericanos? AS: Clasificar los escritores hindúes es muy difícil, se trata de un Subcontinente enorme que abraza escritores muy diferentes, algunos usan lenguas nativas o el inglés, y con base en ello cambian tradiciones y costumbres. Ciertos escritores clásicos narran historias con divinidades, algo mágicas, impregnadas de enseñanzas filosóficas y espirituales. Con respecto a los escritores latinoamericanos es diferente, la hindú es una literatura fuertemente ligada a la cultura de la gente, al modo de pensar y de vivir.  Si se ama la literatura es justo el momento para conocer escritores hindúes porque encontrará cosas sorprendentes e interesantes. Me gustan ambos.

IG: ¿Piensa que esta Pandemia nos hará mejores? AS: Dependerá de nosotros mismos si logramos transformarla en una experiencia de crecimiento interior. Si seremos capaces de interrogarnos, de  no quedarnos en la superficie, de ir un poco más al fondo de las cosas.  

*Caleña radicada en en norte de Italia desde hace casi tres décadas, comunicadora, hortelana, cocinera y viajera por convicción. irenegarces1000@gmail.com