Llegaron los inmigrantes italianos: sesenta novios para otras tantas caleñas

Ante la crisis económica, política y social, que todavía a principios de la década de los cincuenta se vivía en Europa por causa de la II Guerra Mundial, este selecto grupo de hombres se aventuró en 1952, con sus propios recursos a buscar un espacio en el continente suramericano. ¿Por qué Cali? y no el “sueño americano” por vía de Nueva York como era costumbre hacerlo desde el siglo XIX. O por el contrario a estos grupos le correspondió esta parte del mundo de cientos que abordaron un trasatlántico.

Por Yamid Galindo Cardona*. La historia no es de ahora, sucedió a mediados del siglo pasado. Aunque en la actualidad encontramos a muchos forasteros, entre esos italianos, que buscan una novia por estos lados del continente, casi siempre por medio de la conexión a internet o por la postulación en una agencia matrimonial; una apuesta a la que ellos en el extranjero, y ellas –estimuladas por mejorar una posición económica y social- en nuestras ciudades, apuntan.

¨La dirección de la oficina de planeación económica, dependiente de la presidencia de la república, adelanta estudios para la adjudicación de zonas en el país a los cupos de inmigración que deben llegar en el curso del año entrante, sobre todo de países europeos, principalmente de Italia, en donde se ha hecho la selección de familias de reconocida inclinación a la faena agrícola…¨

Periódico Relator 1952. La noticia fue publicada con gran relevancia en un periódico local, decía que eran jóvenes bien plantados, gentiles, simpáticos y con ganas de trabajar, llegados a la región vallecaucana el primer día del año 1952 por el puerto de Buenaventura, y hospedados en el Hotel “Los Balkanes” de la ciudad de Cali. El objetivo inicial de estos inmigrantes era trabajar y, según la entrevista que les efectuara el reportero del periódico Relator, se especializaban en diversas ramas de la agricultura, anotando:

[…] Y nos iremos directamente a la tierra. Sabemos que aquí hay posibilidades de trabajo y nosotros nos sentimos frente a este país con la vida y el porvenir por delante. Nuestro jefe el doctor Laurini, es profesional en Ciencias Agrarias. Otro de nuestros jefes es el doctor Eder Artoni, el iniciador y organizador principal de esta inmigración. Otros somos mecánicos, carroceros, electricistas, albañiles etc.
– ¿Por cuenta de quién hicieron el viaje? Con nuestros propios recursos hasta Buenaventura. Hemos traído todo lo necesario.
– ¿Cuál es el programa de ustedes? En primer término, trabajar.
– ¿Ya vieron las caleñas? Hermosísimas. De manera que nuestro segundo fin será el contraer matrimonio con ellas, ya que la mayoría de nosotros estamos solteros. Y ya los colombianos conocen los excelentes maridos que resultamos. (enero 2 de 1952, Cali).

En la foto parte de los italianos llegados a Cali. Periódico Relator, 2 de enero 1952.

El entrevistador, un poco emocionado, sigue su relato informándonos que los muchachos son alegres, locuaces y de gran viveza intelectual; agregando que cuando las mujeres los vean, “les echaran el guante para el altar, porque en verdad ellos están ideales para mejorar la raza, estamos seguros de que con esta inmigración habrá por lo menos más de 40 señoritas vallecaucanas que dejarán de ser solteras. ¡De ellas depende!”.

La llegada de tan selecta y juvenil inmigración de italianos. Igualmente, el corresponsal entrevistó al señor Lucio Velasco, jefe de economía agrícola de la Secretaría de Agricultura del Valle, quién informaba que estaba optimista con la llegada de tan selecta y juvenil inmigración de italianos quienes se iban a vincular al trabajo nacional para contribuir a la estructura económica del país, además de tener ya algunos vínculos con hacendados que les darían un espacio en sus tierras a partir de las ambiciones salariales que cada uno tuviera, y así adjudicarles un empleo. La noticia también informaba que desde Bogotá había venido un delegado del Ministerio de Relaciones Exteriores, quien agradecía, al ser interrogado, la colaboración especial de cada una de las autoridades de la región con los ilustres visitantes y, que en palabras del funcionario “traían a Colombia el aporte de sus vidas bizarras, de sus conocimientos y de su esfuerzo para tecnificar el trabajo nacional”.

Para que la información fuera completa, el diario divulgó los nombres de los llegados a la sultana del valle, clasificándolos por profesión así: –Agricultores: Guido Trauzi, Doménico Hari, Humberto Bennassi, Alfredo Amoretti, Alfonso Bordi, Sergio Corbelleta, Mauro Bruni, Maurilo Bruchi, Armando Briccoli, Doménico Del Vlaestro, Pride Busi, Hermes Tramelli, Arturo Piertalunga, Eddio Raverberi, Bruno Gruppini, Renzo ..llarl, Dorino Lodolini, Flaminio Molinari, Aldo Oposi, Odoaurdo Guatromini, Dandi Satori, Pietro Dignali, Rolando Briccoli, Sergio Orlandeli, Artemio Gotti, Soccolni Mauro, Soccoini Enrico, Luigi Vignali, Oreste Terboilli, Sartori Luigi, Sartori Dante, Pietro Ricoboni, Libio Minolí, Edio Maestro, Doménico Ferrari, Maestri Gino, Aldo Mantiagari. Constructor: Marcio Bercelli, Francisco Ferrante, Pietro Molinari, Giacobbi Testi, Marcelo Campri, Renzo Campri, Mario Folli, Villarini Gian Carbo. –Electricista: Silvio Montiverdi. –Mecánico: Pierino Montiverdi, Elio Callegari. –Electricista: Nando Piesti. –Mecánico electricista: Renzo Ramazoni. –Soldador eléctrico: Matrio Onori. –Zapatero: Alberto Avanzi.

¿Cuál es el plan de acción de los viajeros? La misma edición de prensa divulgaba la información entregada por el secretario de agricultura departamental, mencionando que los europeos habían llegado al puerto de Buenaventura a las 5 de la tarde, que tenían entre 19 y 45 años, y que sin omitir ninguna formalidad legal se les había facilitado lo concerniente al pasaporte y aduanas. Ante la pregunta: ¿Cuál es el plan de acción de los viajeros?, este representante gubernamental respondió: “Si bien es cierto que todos estos profesionales han viajado por su cuenta y riesgo, el gobierno los ha apoyado, teniendo en cuenta que su trabajo en el país debe redundar en provecho para los trabajadores y también para la economía nacional”.

Agitación en los frentes femeninos. Dos días después del despliegue periodístico ofrecido por la llegada de estos visitantes, Relator explicaba en una columna que a partir de lo narrado por los italianos -que en su gran mayoría eran solteros, garridos y laboriosos-, con respecto a buscar trabajo en la región y matrimonio con las bellezas caleñas, se había presentado agitación en los frentes femeninos:

[…] Pocos momentos después de que empezó a circular RELATOR con el reportaje, empezó a sonar el teléfono del Hotel “Los Balkanes” donde se hospedan los inmigrantes, con cordiales llamadas de saludo. En las horas de la noche llegaron comisiones de damas clarísimas quienes invitaron a varios italianos y los agasajaron en su casa y les dieron las primeras lecciones de los bailes colombianos. Los muchachos pasaron realmente horas dichosas y se muestran profundamente agradecidos de la hospitalidad cálida que han recibido en Colombia. De la ciudad hablan fervorosamente y manifiestan que Cali es un auténtico paraíso poblado de mujeres maravillosas. El jefe de los inmigrantes Eder Artoni, nos hizo hoy esta declaración: -Estoy realmente conmovido con la recepción que nos han dado las autoridades, el ilustrísimo señor obispo de la Diócesis, los industriales, los agricultores y la sociedad caleña en general. Este hecho compromete aún más nuestro anhelo de vincularnos a Colombia de corazón y eternamente. Debo manifestar mi emoción especial ante la gentileza e hidalguía de las adorables y hermosísimas caleñas quienes han sido de las primeras en darnos una excitante bienvenida (enero 3 de 1952).

La noticia expuesta trae consigo algunas conjeturas que vale la pena asumir, agregando que es la única referencia encontrada en este periódico, sin tener reseñas posteriores, pero con la posibilidad de que otros órganos periodísticos existentes en el período como eran el Diario del Pacífico y El País.

-Por la información reseñada con respecto a los empleados gubernamentales que los asistieron a su llegada al puerto de Buenaventura y la ciudad de Cali, se deduce que hubo un plan trazado que involucró a Italia y Colombia con sus ministerios de relaciones exteriores.  

¨El doctor Garcés Giraldo se mostró entusiasmado ante los comienzos de una política inmigratoria iniciada ahora por Colombia, aunque por cierto modestamente, con la llegada de 60 profesionales, especialmente agricultores procedentes de la ubérrima región de Parma, en Italia…¨

¿Por qué Cali? -Ante la crisis económica, política y social, que todavía a principios de la década de los cincuenta se vivía en Europa por causa de la II Guerra Mundial, este selecto grupo de hombres se aventuró con sus propios recursos a buscar un espacio en el continente suramericano. ¿Por qué Cali? y no el “sueño americano” por vía de Nueva York como era costumbre hacerlo desde el siglo XIX. O por el contrario a estos grupos le correspondió esta parte del mundo de cientos que abordaron un trasatlántico.

-Particular que todavía en el periodo se tenga la “intención”, dejada entrever por quien escribe la noticia en el Relator, de “mejorar la raza” –una política muy debatida en las primeras décadas del siglo XX en nuestro país- a partir de las posibles uniones matrimoniales que se den con por lo menos 40 señoritas caleñas; y que estas hubieran buscado con afán una amistad a partir de lo leído y comentado por los extranjeros hasta el punto de llevarlos a sus casas y ponerlos a tono con la idiosincrasia nacional por medio de nuestros bailes típicos.

-¿Cuántos de estos italianos fueron vinculados a la mano de obra que necesitaba la región vallecaucana?, ¿Quiénes se quedaron y se unieron maritalmente?, ¿Cuántos se dirigieron a otros espacios de Colombia?, ¿Cuántos regresaron a Italia o prosiguieron a otro país?, ¿Avanzó el sector agrícola y laboral del Valle del Cauca con los extranjeros vinculados laboralmente a partir de la idea planteada según la cual contribuirían a la estructura económica del país?

Tal vez la respuesta a las anteriores preguntas vendría de un análisis más profundo que identifique a través de censos que ciudadanos italianos se instalaron en Cali y sus alrededores, de posibles descendientes que den cuenta de esas vidas por medio de la tradición oral o por el contrario de una investigación que profundice sobre los inmigrantes que llegaron a la región vallecaucana en la postguerra.

En conclusión, hay que agregar que la noticia de los italianos llegados a Cali en 1952, se asemeja a las búsquedas de muchos nacionales que viajan al extranjero a “mejorar” su estatus de vida por medio de un empleo que le posibilite enviar mesadas a su familia, casi siempre apuntando a los Estados Unidos y España. También muy parecido a aquella quimera creada por un alcalde de Cali a unos ciudadanos desempleados que, por medio de una convocatoria, asistieron a un sorteo para ser seleccionados y llevados a España para cumplir labores agrícolas, con la diferencia que estos ilusos quedaron con la maleta hecha y las ganas intactas.

Para terminar, actualmente encontramos en los extranjeros otras razones para venir al país, fuera de estar las laborales, es costumbre que Colombia sea un punto propicio para el turismo sexual y directamente el vinculado con las drogas, paraíso especial que ofrece una gran gama de ese factor económico prohibido pero vigente.

Artículo publicado en el blog Historias en Cine-y-Filo (20/11/2009)

https://yamidencine-y-filo.blogspot.com/2009/11/

Yamid Galindo Cardona. Bogotá D.C. Colombia. Licenciado en Historia, Universidad del Valle. Magister en Historia, Universidad Nacional de Colombia. Diplomado en Gestión del Patrimonio Audiovisual, Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano.

Historias de inmigrantes italianos en el Pacífico sur

El puerto fluvial de Barbacoas tuvo fuerte afluencia de inmigrantes europeos en el siglo XIX; quienes atraídos por la riqueza aurífera del río Telembí, llegaron a forjar un patrimonio económico, sólido como el oro de 18 quilates que extraían de sus minas. Se destacaron las familias italianas: Escruceri Andreotti, Rosasco Dallorso, Manosalva, Valente, Manzi Gallo, Solari y Cosanostra. Estos empresarios del precioso metal hacían sus exportaciones de lingotes por los puertos de Iscuandé y Tumaco (Nariño). Tres anécdotas de italianos a quienes en Tumaco les decían Bachiches.

Por Oscar Seidel*. Erozione idraulica. El puerto fluvial de Barbacoas tuvo fuerte afluencia de inmigrantes europeos en el siglo XIX; quienes atraídos por la riqueza aurífera del río Telembí, llegaron a forjar un patrimonio económico, sólido como el oro de 18 quilates que extraían de sus minas.

Se destacaron las familias italianas: Escruceri Andreotti, Rosasco Dallorso, Manosalva, Valente, Manzi Gallo, Solari y Cosanostra. Estos empresarios del precioso metal hacían sus exportaciones de lingotes por los puertos de Iscuandé y Tumaco. Con el correr del tiempo, entablaron buenas relaciones con las familias Márques y Benítez, cuyos antepasados habían nacido en Barbacoas, y quienes debido al auge comercial que tenía el puerto marítimo decidieron trasladarse de la selva al mar. Fue así como se dio la segunda ola inmigratoria de los italianos, quienes lograron abrir casas comerciales de fuertes nexos con Europa.

Pero no todos los ascendientes de italianos quisieron dedicarse al comercio, y más bien, algunos jóvenes sugirieron a sus padres que los enviasen a estudiar al país de sus abuelos. Uno de estos jóvenes fue Giacomo Manosalva, quien se decidió por los estudios de medicina en la Universidad de Palermo, y viajó hasta ese puerto del mediterráneo en el buque El Durazzo, que cada tres meses viajaba de Tumaco hacia Europa.

En el año 1926, se propagó en Tumaco la pandemia del paludismo o malaria, enfermedad tropical que casi diezma la población nativa, ya que no existían médicos ni antibióticos en el pueblo, y el incipiente hospital no daba abasto para atender la epidemia. Aprovechando que Giacomo Manosalva ya había terminado sus estudios de medicina, debieron comunicarse con él a través del famoso telegrama Marconi, para que regresara de urgencia al puerto y ayudara con sus conocimientos a disminuir el flagelo.

Cierto día, estando en su consultorio el doctor Manosalva tuvo la visita de su prima Gina Cosanostra, quien manifestó que su problema no era la malaria, sino la disfunción eréctil de su marido, el boyacense Parmenio Siachoque, personaje del altiplano que había llegado al puerto como auditor de la Aduana Nacional. Confesó Gina Cosanostra que, su marido echaba la culpa de su caída sexual al fuerte calor y al abundante espagueti que comían todos los días. No demoró mucho la consulta, puesto que el médico recetó a la prima que suministrara al marido todos los días un vaso de agua antes de acostarse, y eso sería santo remedio de La Madonna, puesto que la “preziosa” se pondría erguida como un riel del ferrocarril de Nariño. Terminó recomendando mucho juicio, y que al día siguiente le informara el resultado del tratamiento.

Amaneció. Muchos estaban esperando que hubiese noticias positivas, dado que el pueblo entero estaba enterado de la receta formulada. A eso de las nueve de la mañana, y en vista de que Gina Cosanostra no se presentó al consultorio del médico Manosalva, éste decidió ir hasta su casa. Cuando arribó al domicilio, encontró al par de esposos trasnochados y compungidos. No tardó el médico en preguntar qué había pasado. Ella tuvo que narrar que la noche anterior, tratando de asegurar una buena faena conyugal, había dado de beber a Parmenio una jarra completa de agua, y no el vaso de agua formulado, y como consecuencia, él no había tenido erección alguna, por estar orinando en el baño hasta el amanecer.

La noticia se propagó muy rápido por el puerto. Los tres personajes fueron la burla de toda la comunidad, y sus enemigos ingleses repartieron un panfleto que los involucraban con la invención de la falsa “erozione idraulica”. Para evitar el escarnio público, las dos familias decidieron irse a vivir a Italia. En la primera oportunidad que se presentó, emprendieron la tercera ola inmigratoria italiana, en el buque El Cérigo, que por esos días estaba anclado en la bahía.

La nacional è stata salvata. Era una opípara fiesta, tal como acostumbraban los italianos a celebrar el fin de año en Tumaco. De un momento a otro, Bruno – el primo camorrero – cayó de bruces al suelo, y se armó la algarabía. Yo, Salvatore, estaba mirando el mar por la ventana, puesto que la fiesta era de los mayores. Mi hermano Giacomo -quien cursaba tercer semestre de medicina en la Universidad Nacional- también estaba ausente revisando el libro de Anatomía que iba a utilizar en el próximo periodo.

Algunos alarmados comentaron que Bruno ingirió demasiada lasaña con salsa blanca y leche entera, y raviolis de requesón con tomate seco; otros de la familia especularon que era un cólico miserere o un vahído, producto de haber ingerido un vino añejo Vigna la Miccia de la Sicilia, y los más audaces se atrevieron a vaticinar que el primo se estaba haciendo el muerto para que las chicas se le acercaran.

Como el primo no despertaba, mi padre me alcanzó a ver recostado en la ventana, y gritó: “Salvatore ve a llamar a Giacomo, para que atienda esa masa informe tirada en el suelo”.

Quería además mi padre comprobar qué tanto mi hermano había aprendido en la universidad, y si la plata invertida en los estudios no era en vano. De manera diligente mi hermano se caló las gafas con lentes de aumento, se colgó el estetoscopio que mis padres le habían regalado de Navidad, y con toda la solemnidad de un galeno se puso a revisar al paciente. Le tomó la presión arterial y estaba bien, le dio algunos masajes al corazón y alcanzó a escuchar unos latidos, pero Bruno no despertaba…

La tensión empezó a aumentar en la fiesta; mi padre ya estaba desanimado porque Giacomo no reanimaba a Bruno, cuando el prospecto de médico se iluminó e hizo voltear el cuerpo, le hundió el estómago con las dos manos, y de manera inmediata se escuchó “un fuerte pedo con olor a mozzarella”. Mío caro tío Francesco que estaba pendiente de la experticia de mi hermano, como buen abogado que era, además de poseer un humor mordaz, sólo atinó a exclamar “Se salvó La Nacional”.

La fiesta continuó en medio de música napolitana, especialmente La Dona e Mobile y Funiculi Funiculà; gritaron fuertes vivas a Giacomo por el milagro realizado, y jamás volví a ver tan contento a mi padre como aquel fin de año.

Pieno Di Scarafaggi. La primera vez que el doctor Michael escuchó que su joven primo Benito estaba “lleno de cucarachas” fue en una reunión familiar de los Malatesta. Todos en la casa eran de ideas liberales, no comulgaban con los sermones de los curas, aborrecían la santa inquisición de los godos, y estaban alejados de las ideas fascistas del Duce Mussolini. Formaban parte de esa generación de jóvenes con ancestro italiano, que llegaron al Pacifico nariñense entre 1925 y 1970, unos a ejercer su profesión, y otros a manejar el negocio de la madera, con apellidos como Bernardi, Bornacelli, Montini, Minervini, Natale y Maglioni.

El refinado Benito había estudiado en el colegio de los jesuitas en Pasto, y su formación casi rayaba entre lo divino y lo perfecto. Para él no había suplicio mayor que su mamá lo llevara a pasar la Semana Santa a la finca de Bocagrande, pues no soportaba la falta de cultura del tío Gabriel, quien con dos tragos incorporados le daba por hablar de billar, y echarles vivas al partido liberal. Tampoco toleraba que se comentara sobre la pedofilia de los curas, y su costumbre de desayunar con “pollo sudado”.

El doctor Michael quien hizo sus estudios de Medicina en Guayaquil, quedó intrigado por el supuesto problema de su joven primo, y sin preguntar nada ni consultar con alguien de los Malatesta quiso sanarlo por el lado clínico, y no por el aspecto sociológico. Empezó investigando el área de la infectología, para ver si era compatible que una cucaracha viviera dentro del organismo humano sin causarle daño. Encontró que los áscaris se reproducían al interior del intestino, y que fácilmente podían vivir mucho tiempo, pero que al final causaban enfermedades parasitarias leves como anemia, y prurito anal.

Leyó libros de farmacología clínica para diagnosticar si podía darle porciones mínimas de Bórax mezcladas con agua de coco, puesto que dadas sus propiedades diuréticas le harían expulsar todos los bichos. Pero desistió de tratarlo de esa manera, porque el boticario local le aconsejó que le pudiera generar retortijones, ahogo, y secar el estómago, y allí si sería peor.

Esta inquietud de sacar las cucarachas también le fue consultada por el doctor Michael al pariente Samuel, músico de oído, quien dio una recomendación genial: “Pongamos a Benito cerca de un equipo de música, le hacemos sonar al lado de la barriga el disco de rock and roll de los años 50 de Elvis Presley, puesto que las vibraciones de las guitarras eléctricas imprimen histeria en los seres vivos, y ésta hará salir en estampida a las cucarachas”. Sin embargo, desecharon esta receta, porque en el único almacén de discos de Tumaco no encontraron existencias de este género musical, sólo había música antillana a la “tutti plen”.

Desesperado el doctor Michael por no encontrar remedio alguno, decidió consultar la última opción con el tío Francesco, quien era un abogado izquierdoso de la Universidad de Nariño. Éste le aconsejó que no “perdiera su tiempo” tratando de sanarlo por el lado clínico, dado que la solución era enviar a estudiar al refinado Benito a Bogotá, y que en cinco años verían cómo se le habían ido las cucarachas de la cabeza.

Toda la familia se puso de acuerdo. Los padres de Benito, cansados de su rigidez mental, decidieron que el hijo tenía que ser armónico con las ideas liberales, y lo matricularon en la facultad de Derecho de la Universidad Libre, cuyos postulados eran masónicos, pero, que ellos los desconocían. Al cabo del tiempo, regresó graduado de abogado al puerto, y en la reunión de bienvenida que le hicieron, se despachó con toda la doctrina Rosacrucista, explicando el significado de las columnas del templo de Salomón, la Cábala, y la expresión “entre escuadra y compás”. Habló, además, de los hijos de la viuda, sobre la vida de los grandes maestros grado 33, y que ojalá estuviera vivo el ex presidente Olaya Herrera para que arreglara este país de godos y bandoleros; lo que hizo espantar a todos los Malatesta de la reunión.

El tío Francesco, quien se había quedado libando vino con su hermano Gabriel y el doctor Michael, sólo vociferaba que habría sido mejor dejarle las cucarachas adentro de la cabeza del “iniciado” Benito, y no tener en la familia un personaje de estos que denigraba de su clásico espíritu liberal, y que había hecho pacto con Luzbel al cambiar el pensamiento jesuita por el de la masonería.

Foto de portada. Mariana Arias

*Oscar Seidel. La obra literaria de este escritor tumaqueño ha sido publicada en diferentes diarios. Tiene una columna de opinión en el periódico virtual PÁGINA10.COM de Pasto.

Ornella, la mujer más hermosa que pisó Santander de Quilichao

Nadie sabe el año exacto en que llegaron para filmar ´El Primer Amor nunca se olvida´ a Santander de Quilichao (Cauca), quizá entre 1973 y 1975, cuando Francesca Romana Rivelli, para el mundo Ornella Muti, con menos de veinte años, deslumbraba con su belleza.

Por Diego Chonta*. Nadie sabe a ciencia cierta cómo llegaron, quién escogió o quien les señaló en el mapa este pueblo alegre, casi perdido a los pies de la cordillera Central de Colombia, para filmar allí una historia que tampoco nadie supo cómo terminaba, porque nunca acabó.

 Llegaron una mañana de verano, en caravana, como suelen llegar los circos y de un momento a otro, trastocaron el tiempo, echaron para atrás el calendario, envejecieron las calles casi un siglo.

 Rellenaron con tierra roja y amarilla de las lomas de los alrededores las vías pavimentadas, ocultaron los postes de cemento de la energía para instalar sobre maderos viejas farolas de velas de cera, que alumbraban un poquito más que las luciérnagas, y el puente antiguo, de arco romano, recién inaugurado, fue la pasarela precisa para que sobre ella desfilara la mujer más hermosa del mundo. Se llamaba Ornella Muti, el nombre con el que diez años más tarde, le dieran de manera oficial, el título de la bella bellísima.

...Y el puente antiguo, de arco romano, recién inaugurado, fue la pasarela precisa para que sobre ella desfilara la mujer más hermosa del mundo: Ornella Muti. Foto de Carlos Eduardo Astudillo

 Pero aquí, en este lugar rodeado de árboles inmensos, los samanes, en estas tierras donde antes hubo oro, aquí tuvieron el gusto de saber primero que la belleza tenía un nombre.

 Los italianos llegaron también con su idioma cantado y pegadizo y revolucionaron todo, la sociedad, las mañanas tranquilas de colegio, las tardes que parecían todas de domingo y sembraron en cientos de testigos, la idea de que el cine no era tanta magia como parecía, que más bien era un plan que todos debían aprenderse de memoria. Y luego todo se juntaba.

A los pocos días ya los muchachos del colegio hablaban italiano y se despedían con arriverderchi y se saludaban con el bon giorno. Y los espaguetis de toda la vida, comenzaron a llamarse pasta.

Sin embargo, lo que más llamó la atención de aquella extraordinaria revolución de cámaras, luces, actores y extras, fue el hecho de que las mujeres de la alta sociedad quilichagueña, fuesen contratadas para hacer de lavanderas pobres en el río. Algunos dicen que las escogieron por su belleza, otros que porque el guión exigía lavanderas holandesas.

 Lo cierto es que allí estuvieron horas enteras con los pies en el agua, día tras día. Otro descubrimiento, que el cine era lento, que se hacía despacio, muy despacio y que había que repetir y repetir hasta el cansancio. Y las pobres con los pies fríos hasta que el hermano de una de ellas, se quejó al productor y solo se metieron un poco antes de dar el grito de rodando.

 Nadie sabe el año exacto en que llegaron para filmar El Primer Amor nunca se olvida,  quizá entre 1973 y 1975, cuando Francesca Romana Rivelli,  para el mundo Ornella Muti, con menos de veinte años, deslumbraba con su belleza.

¨Tenía una piel hermosa, ojos preciosos, era bella y muy simpática. Recuerdo que después de grabar las escenas a la orilla del río, se iban los actores con los vestidos de época, a tomar algo, un café, a la panadería y allí sin ningún problema, firmaba autógrafos y se prestaba para que se tomasen fotos con ella. Fue todo un espectáculo”.

 Los italianos viajaban todos los días desde Cali, alojados en el hotel Aristi, en aquel entonces, el más importante y elegante de la ciudad. No estaba muy lejos aquel pueblo que nunca en su historia de casi 400 años, había imaginado algo parecido.

Quizá García Márquez o dicen que algún escritor o alguien importante, le dio al productor la ubicación de Santander, le habló de la orilla del río y de los árboles inmensos que lo acompañan a su paso por la ciudad. Pero sea como sea, llegaron, grabaron y se fueron. Pocos lugares en el mundo, creo, han tenido ese privilegio”, dice Jerónimo Velasco, que por aquel entonces trabajaba en los juzgados.

 Algunos de los técnicos y extras y almorzaban donde doña Clemencia, en una casa de patio delantero diagonal al hospital Francisco de Paula Santander mientras que a otros le traían la comida desde el restaurante de Roxana en la capital vallecaucana. “Ella les daba una merienda en la mañana y en la tarde iban a almorzar”, recuerda Henry Mosquera.

María Mejía era muy niña cuando una mañana los italianos llegaron a su casa, amplia y hermosa, construida al estilo antiguo, justo a la orilla del río, justo también frente al puente y establecieron allí el centro de operaciones.

 “La reunión de los extras -agrega María- de las señoras que iban a meterse al río como lavanderas la hicieron aquí en casa de mis padres, estaban ella y los italianos, que daban las instrucciones. Entre las mujeres estaban Nelly Navia, Mercedes Jutchenko, Maricel Peláez. Recuerdo muy bien esos días, esos momentos”.

 Desde la ventana de la casa de paredes blancas se podía ver el puente, el trabajo del director, de los actores, de los técnicos de luces. A un lado, se  paraban los espectadores, algunos que se quedaban horas y horas. Se podía ver a Ornella con su vestido y una sombrilla de tela blanca bordada.

 “Lo único que pensaba -dice Emilio Narváez- era que de pronto faltara alguien y pidieran un extra del público y me escogieran. Me gustó el cine desde entonces y mucho más, me hubiese gustado conocer Italia. Ya había aprendido a saludar en italiano por la mañana”.

 Estuvieron muchos días grabando. Sobre el puente, sobre las calles, a la orilla del río donde las raíces de los samanes parecen brazos de un pulpo gigante. Luego grabaron en la Capilla de San Antonio en Cali.

Mi casa está casi a la orilla del río -dice Esther Emilia Villafañe- y una mañana cuando estaban en una pausa de la grabación, ella pasó por aquí y fue cuando nos hicimos la foto. Era hermosa, recuerdo que era una mujer muy linda y simpática y su esposo, Alessio, era también muy guapo”.

 Todos en Santander soñaban con el día en que llegase la película, verse allí, mirarse por una vez en el cine, en la gran pantalla del teatro Paz, que muchos años después, descansaría en paz cerrando sus puertas. Pero no pudo ser.

Nadie sabe las razones, los motivos por los que un día tal como llegaron, los italianos se fueron, dejando la película sin terminar, sin pagarle a los extras. Recuerdo que tuvimos que ir hasta el hotel Aristi en Cali a reclamar un megáfono que le habíamos prestado al director. Fue una lástima que no la terminasen”, cuenta Ciro López.

  Muchos dijeron que junto a Ornella había llegado el director Carlo Ponti, en aquel entonces esposo de Sofía Loren, con la que se había casado unos nueve años atrás, pero nadie recuerda haberlo visto. Lo cierto es que la acompañaba  Alessio Orano, con el que Ornella estuvo casada de 1975 a 1981.

La película la dirigía un argentino cuyo nombre se ha perdido en la memoria. Solo hay recuerdos para Ornella, la mujer más hermosa que jamás haya pisado estas tierras de samanes y de oro.

Fotos de Ornella Mutti, cortesía Esther Emilia Villafañe.

*Diego Chonta, periodista y escritor colombiano nacido en Santander de Quilichao (Cauca) y residenciado en Madrid.

La Bernardi en el programa ´Ernestina dalla fine del mondo´

Isabella Prieto Bernardi – la editora de La Bernardi fue invitada al programa “Ernestina dalla fine del mondo- storie di migrazioni bellunesi in America” para contar sobre sus orígenes de Ponte Nelle Alpi-Belluno y su abuelo Antonio Bernardi.

Ernestina Dalla Corte Lucio, es una profesora italo argentina, residente en Buenos Aires, quien se ha impuesto la misión de recoger los relatos de vida de los migrantes belluneses y sus descendientes en su programa “Ernestina dalla fine del mondo- storie di migrazioni bellunesi in America” en Radio ABM – voce delle Dolomiti, para mantener vivo el vínculo con Italia, con su cultura y sus tradiciones.

En este programa fue invitada Isabella Prieto Bernardi – la editora de La Bernardi para contar sobre la llegada a Colombia y su vida en este país de su abuelo italiano, el constructor Antonio Bernardi De Fina, quien nació en Ponte Nelle Alpi (Belluno) el 6 de octubre de 1900 y murió en Cali el 25 de marzo de 1977 .

Algunos italianos en Pasto (I)

Pese a las dificultades algunos europeos llegaron a Pasto. En julio 1º de 1949 vivían en esa región de Colombia: 50 alemanes, 2 austríacos, 30 españoles, 38 suizos, 6 franceses, 10 ingleses, 1 húngaro, 16 italianos, 1 portugués, 3 polacos y 5 rumanos. Estos son algunos de los italianos que llegaron después de la Primera Guerra Mundial.

Apartes del texto publicado en 2000, por Manuel Zarama Delgado, miembro de Número de la Academia Nariñense de Historia *.

¨Hasta hace algunos años que difícil era llegar y que difícil era salir de Pasto. Difícil salir porque el comportamiento cordial y generoso de los pastusos subyugaba a los forasteros. Difícil llegar porque la naturaleza lo impedía. Al norte lo obstaculizaba el Patía, que era sinónimo de insolación, paludismo, carencia de agua. Jorge Ricardo Vejarano lo llamó ¨el Valle de la muerte¨ y ¨pestífero e infernal¨.

Cordovez Maure, refiriéndose al camino que unía a Pasto con Popayán dice: ¨las veredas o caminos que debíamos transitar se hallaban en el mismo mal estado en que las dejaron los españoles, con el aditamento de la carencia de víveres y demás recursos indispensables al viajero¨.

Y luego el Juanambú, donde la verticalidad de los abismos los convierte en murallas infranqueables. Al Oriente estaba la montaña del Tábano, con sus lluvias constantes y sus bosques inconquistables. Difícil llegar por el occidente por un bosque tropical húmedo, infestado de culebras y toda clase de alimañas donde el invierno es la única estación que rige todo el año¨.

En julio 1º de 1949 vivían en esta sección de Colombia: 50 alemanes, 2 austríacos, 30 españoles, 38 suizos, 6 franceses, 10 ingleses, 1 húngaro, 16 italianos, 1 portugués, 3 polacos y 5 rumanos. De acuerdo al censo de población levantado en 1951 vivían en Nariño 281 europeos, de los cuales 149 eran hombres y 132 mujeres, discriminados de la siguiente manera: 76 alemanes, 4 austríacos, 39 italianos

Entre los italianos que llegaron después de la Primera Guerra Mundial, figuran:

Emili Perini Girardi, nació en Lario de Grumes, provincia de Trento el 17 de octubre de 1906. Los estudios secundarios y superiores los realizó en el Instituto Técnico Salesiano de Verona, donde se graduó como ingeniero mecánico. En 1925 llegó a Bogotá por convenio con la comunidad salesiana como profesor del Colegio León XIII. En 1931 llegó a Pasto contratado por gobierno departamental. Algún tiempo después fundó los Talleres Industriales Asea, donde construyó gran cantidad de elementos agrícolas. Igualmente colaboró en la instalación de la hidroeléctrica del río Bobo, para la que fabricó e instaló la tubería de conducción. Se casó en Pasto con doña Laura Rodríguez, de cuyo matrimonio nacieron: Francisco, Ana, Jorge, María Cristina, Carmen, Emilio, Jesús, Gloria, José Luis. Don Emilio fue condecorado por el gobierno de italiano con la Cruz de Caballero de la República de Italia en el año 1960…

Familia de Emilio Perini Giraldi (albúm familiar)

A mediado de los años 30 vivió en Pasto el ingeniero Libio Chavenato; su esposa Adela Sepúlveda afirmaba que era la marquesa de la Cruz de Chavenato. Tenían dos hijas: Teresa y Angelita. Fue profesor de varias materias en la Universidad de Nariño, así como del colegio Javeriano. Diseñó el aula máxima de la Universidad y la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en Catatumbo.

Mariano y Pedro Lugari. Quienes se refieren a los hermanos Lugari, los recuerdan con simpatía. El doctor Mariano dirigió una granja, que en los años treinta tenía el departamento en la hacienda Santa Rosa, en el municipio de Imués. Investigó algunas variedades de trigo, siendo el africano el que logró mayor adaptación y rendimiento en la campiña surcolombiana. Además logró la adaptación del tomate y del comino. Fue Mariano Lugari el primero que en nuestro medio fabricó la salsa de tomate. Su hermano Pedro también vivió en Pasto. Radicados en Popayán se casaron con dos hermanas Castrillón. El director del Centro Experimental Gaviotas, Paolo Lugari, es hijo de don Pedro.

Domenico Barbato. Natural de Nápoles, comerciante; llegó a Pasto en abril de 1930 y a partir del negocio de sombreros logró un buen capital. Estableció la primera fábrica de sombreros que funcionó en Pasto, localizada en La Compuerta, hoy calle 18 con carrera 20. Como técnicos trajo a sus sobrinos Gaetano Barbato, Doménico y Angelo Nocera, que regresaron a Francia de donde habían venido en 1933. Casado con Graciella Yafullo, tuvieron a Angelo que llegó a Colombia en 1946 y siguió los pasos de su padre en el comercio; casado con Rosa Stornaiuolo, tuvieron a Carmen Pía, Rosa, Santina y Angelo que fue cónsul de Italia en Pasto. Otro hijo de Dómenico fue Norberto casado con Sofía Hinestrosa y que tuvieron a Sofía Helena, Ana Isabel, Aura Inés, Mónica Lucía y Norberto José.

Nació en Vevey el 18 de junio de 1905 y murió en Pasto el 11 de septiembre de 1980, Batista Gabusi llegó a Colombia como experto en ferrocarriles. Vivió un tiempo en República Dominicana. Se estableció en Pasto donde se dedicó al comercio y también actuó como árbitro de boxeo. Murió soltero.

Antonio Brando. Por 1910, se estableció en Pasto, este relojero de profesión quien contrajo matrimonio con Isabel Solís y tuvieron por hijos a Paulina, excelente violinista de concierto quien se casó con el músico Eduardo Narváez.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, llegó desde Nápoles el técnico en la elaboración de pastas alimenticias, Francisco Sansebiero, luego del conflicto vinieron su esposa Rosa Brigante y su hija Carmelina. En Pasto nacieron: Franco y Rosalba. Años más tarde facilitó la entrada al país de su hermano Rafael, comerciante, y buen señor, ya fallecido.

En marzo de 1953 llegó Andrés Randazzo, oriundo de Sicilia, gracias a su hermano el capuchino Cósimo Randazzo, quien en ese entonces vivía en Pasto. Andrés, al igual que su hermano Antonio, lograron amasar una notable fortuna gracias al comercio. Casado con Anita Córdoba, tuvieron los siguientes hijos: Giuseppe, Giovanni, Liliana, Santina, Álvaro Andrés. Andrés fue miembro del Club Rotario ¨Pasto¨ murió repentinamente en diciembre de 1983, desaparición que fue muy sentida dado el señorío, el civismo y la pulcritud moral que lo caracterizó toda su vida.

Pedro Mario Caseta Ferrari, que nació en Caserta y en Pasto se dedicó al comercio de textiles. Casado con Luz María Vodniza, tuvieron los siguientes hijos: Pedro Mario, casado con  Sofía Belalcázar; Vicente casado con Dora Muñoz; Antonio; José; María Luisa, casada con Guillermo Ramos; Ayda, casada con Franco Martínez; Fanny, casada con Franco Martínez; Fanny, casada con Guillermo Centeno; Gloria, casada con Julio Paz. Don Pedro, hombre sencillo y bonachón, murió en 1968.

En los años treinta se estableció en Pasto el comerciante napolitano Vicente Stornaiulo, quien se casó con Jesusita Valencia y tuvo las siguientes hijas: Gloria casada con Jaime Dulce; y Doris soltera.

María Barbato y Cósimo Nocera, llegaron a Pasto poco después de su matrimonio en 1947. Sus hijos son: Josefina casada con Edgar Villareal; Doménico con la quiteña María Sol Jijón; Graciela casada con Edgar Martínez; Damián casado con Beatriz García Montalvo; Sabina casada con el general Guillermo de la Cruz; Ana María Goretti casada con José Manuel Arroyo; Patricia casada con Gerardo Santander.

Cósimo que tenía un gran parecido con el torero Manolete fue persona cordial y buen amigo, falleció en 1978. Facilitó la llegada al país de su hermano Luis, comerciante que llegó en 1954 y murió en 1975. De su matrimonio con Marina Santacruz nacieron: Luis, casado con Carmen Alicia Pérez; Maribel; y Liliana.

En octubre de 1947 llegó Angelo Stornaiulo, personaje popular en Pasto, dedicado al comercio y soltero irreductible. En 1954 llegó a Pasto Pascual Barbato, quien inicialmente se dedicó al comercio y más adelante a la agricultura. En noviembre de 1958 se casó con Marta Zarama Delgado, de cuyo matrimonio nacieron María Annunziata, María Teresa, Andrés y Martha Lucía. Mario Bruschi, de profesión mecánico y más tarde comerciante, arribó a Pasto en 1955. Está casado con Ruth Zarama, y tuvieron dos hijos: Mario ya fallecido y Pier Paolo¨.

*Manual de Historia de Pasto: (Tomo IV, 2000) Estos son algunos apartes del artículo Algunos europeos en Pasto publicado en el año 2000, que además de italianos también informa sobre otros europeos en Nariño, como españoles, franceses, suecos, holandeses, ingleses, rusos, suizos, yugoslavos y alemanes.

Agradecimiento a la familia Zarama Rincón por su autorización para publicar varios de los textos escritos por el doctor Manuel Zarama Delgado (Pasto, 1931-2020).

Fue miembro de Número de la Academia Nariñense de Historia, autor del libro: Nuestros años dorados, Pasto, su historia y sus personajes, (2017) y de numerosos capítulos de libros publicados en los Manuales de Historia de Pasto sobre: El trigo en nuestra comarca (Tomo III, 1999); Algunos europeos en Pasto (Tomo IV, 2000); Algunos europeos en Pasto (Tomo V, 2002); Algunos europeos en Pasto III, parte (Tomo VI, 2003); La carrera 27 o calle de Popayán, I parte, (Tomo VII, 2006); La carrera 27 o calle de Popayán, I parte (Tomo IV, 2006); La carrera 27 o calle de Popayán, II parte (Tomo VIII, 2006); Las guerras del día y el padre Arístides (Tomo X, 2009);  La aviación en  nuestra comarca (Tomo XIII, 2012); Monseñor Antonio María Pueyo de Val, CMF: obispo constructor de Pasto, (Tomo XVI, 2015); José Félix «El Vate» Castro: Editor, poeta y pastuso, orgulloso de su estirpe (Tomo XX, 2019); y otros capítulos de libros y artículos publicados en diversas revistas de Colombia y Ecuador .

El desplome de un patrimonio nacional, la Plaza de Mercado de Armenia

Un incendio y un terremoto ocurridos en Armenia en un intervalo de 54 años, marcarían el inicio y el final de su Plaza de Mercado inaugurada en 1938, el año en que Antonio Bernardi y su familia tomarían la decisión de despedirse de los armenios.

Un incendio y un terremoto ocurridos en Armenia en un intervalo de 54 años, marcarían el inicio y el final de su Plaza de Mercado (*4). Por causa del primer desastre sucedido en 1935, se dotaría a esta población de una obra vanguardista elevada a la categoría de monumento nacional, pero sería la segunda tragedia acaecida en 1999, la que desencadenaría el derrumbe de esta edificación de incalculable valor patrimonial para la arquitectura colombiana y la memoria urbana de la ciudad, ante una decisión arbitraria de la Alcaldía de turno.

Las llamas del 8 de septiembre de 1935. El fuego consumiría el primer mercado público que tuvieron los armenios en la Calle del Chispero (Plaza Cervantes), ese amanecer del 9 de septiembre contemplarían los escombros humeantes de una de las primeras construcciones relevantes que tenía este pueblo cafetero fundado por colonizadores antioqueños que con 46 años (*5), ya rondaba por los 52 mil habitantes y había iniciado su transformación urbanística empujada por el café y la llegada del tren.

Concurso público. Con la indemnización que pagaría la Compañía Colombiana de Seguros, ese mismo año la Alcaldía Municipal de Armenia sacaría los pliegos del concurso público para la nueva Plaza Central de Mercado cubierta y destinaría un lote de 4 manzanas de 28 mil m2, comprendido entre las carreras 16 y 18 y las calles 15 y 16.

ABC, la firma ganadora. El constructor italiano Antonio Bernardi (*1), el arquitecto Lino Jaramillo y el escultor Roberto Henao, estos dos de Armenia, ganarían la licitación para construir una central de aprovisionamiento de víveres de gran dimensión y muy innovadora para ese momento de la arquitectura en Colombia, con pórticos abovedados de concreto reforzado, especialidad de la firma ABC del ingeniero italiano. Cuentan que su diseño art deco estaba inspirado en el Pabellón de Francia en la Exposición Universal de París de finales del siglo XIX.

Dos años de obras. Los armenios serían testigos de la magnitud del complejo que construía la firma ABC a partir de 1936, sobre el terreno delinearon calles interiores peatonales y para el descargue de los productos, y alrededor de la Plaza trazaron vías exteriores amplias que permitían el parqueo y la circulación de automóviles y camiones. A diario Antonio, Lino y Roberto supervisaban como se levantaban los 4 gigantes pabellones, con cubiertas altas y estructuras aporticadas.

Los rasgos característicos del art deco se manifestaban en la volumetría y en los elementos decorativos de la torre de acceso.

La torre vigía. Sobre la Calle 17 emergía la torre administrativa con elementos decorativos art deco, ésta sería por medio siglo el edificio más alto de la ciudad, pintado con los colores de la bandera del departamento. Para 1938, la firma ABC entregaría la nueva Plaza Central de Mercado pública para celebrar el cincuentenario del municipio.

La Plaza floreció. Era el centro de la cultura cuyabra, el lugar de encuentro de amas de casa, comadres y empleadas del servicio quienes, con canastos en mano, se enterarían ahí de las noticias del día y los chismes del barrio, y se aprovisionarían cómodamente en el pabellón correspondiente de carnes de cerdo y res y aves de corral, frutas y verduras frescas, granos y cacharros. Se convertiría en un polo de desarrollo, un pujante centro de acopio, comercio y almacenamiento del café y productos agropecuarios donde campesinos, cafeteros, mercaderes y comerciantes de la región establecerían sus locales hacía las calles, donde llegarían los buscadores de oportunidades y se instalarían los transportadores y hacia finales de los cuarenta, los jeeps Willys de los cafeteros.

Los Bernardi se despiden de Armenia

En ese mismo 1938, Antonio Bernardi recibiría a su hijo menor, Mainardo (*), el 19 de febrero; su firma constructora ABC entregaría a Armenia uno de sus edificios más emblemáticos, la Plaza de Mercado y él cumpliría 10 años como actor transformador de un pueblo de bahareque a una ciudad en plena evolución, con el desarrollo de significativas obras urbanísticas y un sin número de edificaciones de diferentes usos en ferroconcreto.

Sin embargo, la vida de los Bernardi Ospina empezaría a resquebrajarse en Armenia, ya que para esos años ganarían terreno las ideas regionalistas al interior de esa sociedad que primero les abrió sus puertas, pero que ante el prestigio y el éxito de su firma constructora algunos sectores fraguarían una campaña de desprestigio contra el ingeniero italiano. Estos hechos llevarían a Antonio y Camila a tomar una decisión que cambiaría para siempre el curso de la vida familiar. Retirarían del colegio a Regina, su hija mayor, venderían la maquinaria de la firma ABC y la residencia edificada por Antonio en el parque Uribe y encargarían al mayordomo de su finca ´La Rústica´ en Circasia.

Con sentimientos encontrados esta pareja le diría adiós a Armenia para emprender una nueva vida en Ibagué y luego en Bogotá, justo cuando las sombras de la Segunda Guerra Mundial empezarían a posarse sobre Antonio y Camila y sus cuatro hijos.

La Plaza elevada a Monumento Nacional. Hacía ya 18 años que Antonio Bernardi había fallecido, cuando su familia residente en Cali, se enteraría en octubre de 1995, que había sido declarada Monumento Nacional por el Ministerio de Educación, la Plaza de Mercado de Armenia con otros 16 inmuebles representativos del patrimonio arquitectónico moderno en Colombia. Esa buena nueva parecía anunciar aires de renovación urbana para la edificación y la zona, que se habían ido deteriorando con el paso del tiempo al punto que los armenios ya no eran conscientes del valor de su Plaza.

La estocada final. El terremoto que sacudió al eje cafetero, el lunes 25 de enero de 1999, y que dejaría una estela de víctimas y devastación, sería la tragedia que aprovecharía la Administración Municipal para pasar por el alto la recomendación del Consejo de Monumentos Nacionales de no demoler la Plaza, porque prevalecían los valores patrimoniales, urbanísticos y arquitectónicos de la edificación. Fue un golpe seco el que se escuchó el 20 de abril de 1999 a las 6 de la tarde, en pocos segundos y a mansalva, se borraría una parte muy representativa de la memoria de los años 30 de Armenia y de Colombia.

Ilustración de portada. Diseñadora Paula Henao.  Fuentes citadas. *Gracias a la narración de mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi Ospina se han reconstruido las vivencias de la familia Ospina Mejía en esa época. *A la arquitecta María Eugenia Beltrán por la recopilación y visibilización de la obra que ha hecho de Antonio Bernardi en diferentes investigaciones. Archivo fotográfico: familia Bernardi Ospina y arquitecta Beltrán Franco.

 (1*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi y Regina De Fina. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (2*) Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda – hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970). (*3) Mainardo Bernardi Ospina, nació en Armenia el 19 de febrero de 1938 y falleció en Cali el 28 de enero de 2011.

(*4) Plaza de Mercado de Armenia construida entre 1936-1938, por Antonio Bernardi, Lino Jaramillo y Roberto Henao, fue declarada primero Monumento Nacional por el Decreto 1802 del 19 de octubre de 1995 del Ministerio de Educación y luego ratificada como BICN (Bien de Interés de la Nación) por el Ministerio de Cultura Fue demolida el 21 de abril de 1999 en un decisión controvertida por la Alcaldía.(*5) Armenia, fundada en 1889 perteneció al departamento de Caldas hasta 1966, en la actualidad es capital del departamento de Quindío y una de las principales ciudades del eje cafetero colombiano. El nombre proviene del país euroasiático.

Documentos de consulta.  (6*)Armenia. Albúm de fotografías editado por la Cámara de Comercio de Armenia en los Talleres VIGIG en 1936, de los principales aspectos de Armenia, urbanos y rurales con apuntes cortos de explicación. Testimonio de una ciudad en permanente evolución. Investigación de la arq. María Eugenia Beltrán Franco, Beca Convenio Andrés  Bello 1999 y publicada 2006. El  Libro Fragmentos de la Memoria de la ciudad de Armenia Años 30 al 36 del siglo XX – obra de Antonio Bernardi de las arquitectas María Eugenia Beltrán y Laura Ossa Sánchez, fue el documento base para escribir sobre las obras de Antonio Bernardi en esa ciudad, donde se describe con una ficha técnica, que obras están aún en pie y cuales fueron demolidas por diferentes circunstancias. Armenia enclave exportador de café 1927-1959 de Gonzalo Alberto Valencia, Miguel Ángel Rojas y María Eugenia Beltrán, publicado por el Ministerio de Cultura 2016. Armenia, Pereira y Manizales: reseña histórica de su desarrollo urbano durante el siglo xx del arquitecto Andrés Eduardo Satizabal Villegas.

Los primeros años y las construcciones de Antonio Bernardi en Armenia, entre 1929 y 1938.

Mauricio Ramelli Adreani, el gran exponente de la pintura mural del siglo XX en Colombia

El maestro Mauricio Ramelli Adreani, el gran exponente de la pintura mural del siglo XX en Colombia, quien pertenecía a la dinastía artística de los Ramelli, a partir de 1922 dejaría su legado artístico plasmado en muchas edificaciones de Bogotá, Cali, Palmira, Buga, Armenia, Pitalito y Medellín, algunas de ellas monumentos nacionales.

En 1883 la familia Ramelli entraría en contacto con nuestro país, cuando el artista suizo ornamentador, Luigi Ramelli Foglia (Grancia, Cantón italiano del Ticino*1) aplicara al concurso convocado por el Gobierno de los Estados Unidos de Colombia (*4), para dictar la cátedra teórica y práctica de ornamentación a los artistas en Santa Fe de Bogotá, fundar la Escuela Nacional de Bellas Artes y decorar el Teatro de Cristóbal Colón y el Palacio de la Carrera (*5).

Dinastía Ramelli. A sus 32 años el maestro Luigi, formado en la Scuola Professionale delle Arti Decorative Industriali di Firenze y con una trayectoria artística tanto en Suiza como en Italia, ganaría el concurso y obtendría un contrato por cuatro años. Partiría de Saint-Nazaire (Francia) y llegaría a tierras colombianas en 1884, época en la cual los arquitectos y artistas extranjeros eran muy apetecidos para trabajar en la transformación que experimentaba Bogotá al dejar atrás la arquitectura colonial para darle paso a la republicana.

El maestro Mauricio Ramelli en su época de residencia en Cali y Armenia. El también pintaría cuadros paisajísticos y de figura humana, que reposan en poder de la familia. 

Taller Ramelli. Al artista lo seguiría a la capital de la República su esposa italiana, Beatrice Adreani Perruchetti (*2), con su hijo mayor Colombo y, el 15 de noviembre de 1891, nacería Mauricio (*3). El maestro Luigi abriría las puertas de su Taller de Artes Decorativas y Ornamentación, en el barrio Santa Bárbara Central y se convertiría en el pionero del arte ornamental al implantar un estilo novedoso con materiales nobles como el yeso y el cemento. Sería el fundador de una dinastía de artistas, escultores y pintores de varias generaciones entre hijos, nietos y bisnietos, que dejaría un gran legado en diferentes ciudades de Colombia.

Mauricio y su formación italiana. A sus 16 años viajaría a Suiza con parte de su familia e iniciaría su aprendizaje en 1909, en dos centros de altísima calidad de Milán, primero en la Escuela Superior de Artes donde obtuvo medallas por la excelencia de sus obras en arquitectura y pintura; y luego en la Accademia di Belle Arti di Brera, institución reconocida porque posee una de las más importantes pinacotecas de Italia, en esas aulas completaría sus estudios en pintura y decoración de interiores, con formación neoclásica.

Su paso por Florencia. Para perfeccionar sus conocimientos artísticos, lo acogería en su taller de pintura en Florencia, su tío paterno, Bernardo Ramelli y sería en esa ciudad donde Mauricio entraría en contacto con el arte, la historia y la cultura más refinada, en galerías y museos de fama mundial, una mirada que enriquecería su universo creativo.

Un artista al ejército. Las sombras de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) cubrirían esa vida creativa que llevaba el artista en la capital de la Toscana, donde se cerrarían las academias. Ramelli se trasladaría a la casa paterna en Grancia, donde se dedicaría a decorar cielorrasos y muros con pinturas murales, retratos y paisajes. Sin embargo, tanto él como su hermano Helvecio, tomarían la difícil decisión de enrolarse en las filas del ejército suizo para proteger la soberanía nacional.

Los años 20. Fue la década de los cambios en la vida de Mauricio, él se casaría por primera vez con la suiza Hedy Daetwyler Leuman, el 7 de octubre de 1920 y retornaría a Bogotá al año siguiente para instalarse definitivamente en Colombia. Se incorporaría al Taller Ramelli (*6) de arte decorativo, pintura y escenografía en 1922, que estaba cargo de su hermano Colombo, escultor formado en Milán y continuador de las obras de ornamentación en yeso del maestro Luigi.

Obras en Bogotá. La primera obra que Mauricio ejecutaría con el Taller Ramelli sería el mural de la bóveda y la decoración interior de la Capilla La Bordadita (*7) del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Los encargos seguirían llegando y el taller se sumaría al equipo decorador de la Iglesia Nuestra Señora de Egipto (*8) hacia 1922, donde el maestro Mauricio elaboraría seis pinturas murales en el cielo falso con escenas alusivas a la vida de la Virgen María.

El maestro para esa misma época ganaría un concurso público para decorar el plafond del Teatro Municipal de Bogotá.  (*10)

Teatro Faenza. El Taller Ramelli dejaría también su sello en el histórico Teatro Faenza  (*9) que abrió puertas en 1924, con varios trabajos decorativos de los dos hermanos, en la fachada y algunas columnas están las esculturas de Colombo y en muros interiores y el arco de boca, están las pinturas murales de Mauricio.

Ramelli en el Valle del Cauca. El maestro Mauricio se desplazaría a esta región, donde dejaría plasmada su obra en Cali, Palmira y Buga, en cuatro construcciones icónicas. Luego de la restauración de la Iglesia de San Francisco (*11) hacia 1925, Ramelli pintaría los murales en el techo, representando la vida del Santo y en las pechinas, los 4 evangelistas.

Hacia 1927, haría para el Teatro Municipal Enrique Buenaventura (*12)  que era el centro cultural de la capital vallecaucana, una de sus obras más sobresalientes, los frescos del plafónd denominados ´Alegoría de Cali´, en los que representa las alegorías a las artes, con clara influencia de la cultura colombiana, ya que incluye elementos como la mata de plátano.

Ramelli también realizaría trabajos decorativos en la Basílica del Señor de los Milagros (*13) en Buga y se encargaría de pintar a la Virgen de Nuestra Señora del Palmar en el ábside de la Catedral de Palmira (*14), con el oro como elemento decorativo. Para esos años, Mauricio perdería a su esposa Hedy, quien le dejaría una hija, Beatrice.

Armenia, una nueva familia. En ese peregrinaje por ciudades colombianas, el maestro Mauricio escogería a Armenia que estaba en pleno auge con la exportación del café y la llegada del tren, para radicarse e instalar su taller de arquitectura y arte. En enero de 1932, se casaría con Mariela Botero Restrepo, quien provenía de una familia de colonizadores antioqueños de Sonsón, con ella tendría sus otros siete hijos, Hedy, Daniel (*15) y Esther nacerían en Armenia, mientras Ligia, Enrique, Francisco José y Clara Inés llegarían en Medellín. 

El maestro Mauricio Ramelli en Medellín en 1954, con su esposa Mariela, sus 7 hijos y Beatrice, su primera hija con su esposo.

Ramelli y Bernardi. En esta población del eje cafetero, los dos extranjeros se conocerían y trabajarían juntos en varias obras, se destaca su participación en la Estación del Ferrocarril de Armenia (*16), donde la firma ABC del constructor italiano Antonio Bernardi levantaría la estructura en ferro concreto, mientras el arquitecto Ramelli se encargaría de la obra blanca, la decoración y la ornamentación de la fachada (*17).

A Medellín. Hacia 1942 el maestro se trasladaría con su familia a la capital antioqueña, región donde se dedicó a diferentes actividades, entre ellas la elaboración de diversas obras artísticas. En Jericó decoraría con pinturas murales su antigua Catedral y dejaría su  huella en las iglesias de Támesis y La América de Medellín (1898), ciudad donde fallecería el 12 de mayo de 1973. La obra artística de Mauricio Ramelli Adreani lo sobrevive, es considerado como el mayor exponente de la pintura mural religiosa durante el siglo XX, dejaría un legado en edificaciones, muchas de ellas hoy son monumentos nacionales.

 (*15) Este artículo fue realizado a partir del texto elaborado por Daniel Ramelli Botero sobre la vida personal y familiar del maestro Mauricio Ramelli Adreani, agosto. 2020. ramelliprati@hotmail.com

(*1) Luigi Ramelli Foglia: Nació y murió 1851 –1931, en Grancia en el Cantón italiano del Ticino, Distrito de Lugano, Suiza. (*2) La esposa de Luigi y madre de Mauricio Ramelli, Beatrice Adreani Perruchetti, nació en Cunardo, región de Lombardía, Italia. (*3) Mauricio Ramelli Adreani, nació en Bogotá el 15 de noviembre de 1891 y falleció el 12 de mayo de 1973 en Medellín. (*4) El país fue llamado «Estados Unidos de Colombia» el 3 de febrero de 1863 por la Constitución de Rionegro. En 1886, se crea la República de Colombia. (*5) El Palacio de Nariño inaugurado en 1908, se llamaba antiguamente de la Carrera. (*6) El Taller Ramelli fundado por el maestro Luigi y que luego dirigió su hijo mayor Colombo, estaba en la Carrera 6 con Calle 6. Luego estarían al frente del establecimiento sus nietos, Mario, Carlos y Mary Ramelli Cremonini. Hasta su cierre estaría a cargo de Germán Reitz Ramelli. (*7) Capilla La Bordadita, patrimonio cultural, está en la Carrera 12 con Calle 5, La Candelaria. (*8) Iglesia de Nuestra Señora de Egipto, en 1975 declarada Monumento Nacional, por cumplir un papel  importante en el centro histórico de la capital y por ser un “centro de devoción pública que alberga obras gran mérito artístico”.  (*9)Teatro Faenza, declarado monumento nacional en 1975 y en 1997 Bien de Interés Cultural de la Nación. La Universidad Central es la propietaria de este inmueble ubicado en la Calle 22 no. 5-50. (*10) Teatro Municipal de Bogotá se inauguró en 15 de febrero de 1890 y fue demolido hacia los años 50. (*11) Iglesia de San Francisco, hoy BICN, fue construida entre los siglos XVIII y XIX en pleno centro. (*12)Teatro Municipal Enrique Buenaventura, abrió sus puertas el 30 de noviembre de 1930. (*13) La Basílica del Señor de los Milagros de Buga, se inauguró el 2 de agosto de 1907  (*14) Catedral de Nuestra Señora del Rosario del Palmar de Palmira, se inauguró el 9 de febrero de 1929. (*16) Estación del Ferrocarril de Armenia declarada por el Ministerio de Cultura como Bien de Interés de la Nación en 1996. (*17) Antonio Bernardi, los años dorados en Armenia (1930-1938), blog La Bernardi

Documentos de consulta

  • 60 años. Teatro  Municipal Cali. Ed. Printer Colombiana. 1ª. ed. 1987.                                                                     
  • Cuadernos de taller. Pintura mural en Colombia. Universidad Externado de Colombia. Facultad de restauración de bienes muebles. Editorial Panamericana, 2003.  
  • Ramelli, 120 años de arte en Colombia 1884-2004. Exposición, teatro Colón, Bogotá.  Reitz Ramelli Germán. Villegas Ramelli Juan Pablo.  Arango Mónica.  Ramelli de V. Esther.  Delgadillo Hugo.  Torres Maria Clara.  Jácome  Leonor.  De Pombo Amalia. Cantini Jorge Ernesto.  Alzate Beatriz.  Publicación conmemorativa, 2004.Bogotá.                                                                                                  
  • Pietro Cantini. Semblanza de un Arquitecto. Colección Corporación La Candelaria, Alcaldía Mayor de Bogotá. Jorge Ernesto Cantini A. Editorial Proa Ltda.1990.    
  • Colombia Suiza 1908-2018. Edición conmemorativa. Embajada de Suiza, Bogotá.2008.   
  • Teatro Colón. Bogotá. Reapertura. Ministerio de Cultura. Editorial Afán Gráfico.2014.            
  • El  Libro Fragmentos de la Memoria de la ciudad de Armenia Años 30 al 36 del siglo XX – obra de Antonio Bernardi de las arquitectas María Eugenia Beltrán y Laura Ossa Sánchez

Un italiano disparó la primera ametralladora en Colombia

En julio de 1876 estalló en Palmira una de las más sangrientas guerras civiles del siglo XIX, que tuvo un carácter religioso. El 31 de agosto se enfrentaron fuerzas liberales gobiernistas y conservadoras oposicionistas, en el campo de Los Chancos, hoy municipio de San Pedro, Valle del Cauca. Cada bando estrenó la novedosa y temida ametralladora, que fue disparada primera vez en Colombia.

Por Álvaro Gärtner, de la Academia Caldense de Historia.

El siglo XIX fue un periodo turbulento en la historia del país, durante el cual hubo cerca de 58 guerras civiles entre liberales y conservadores, con evidentes tintes religiosos. Después de la de 1863 fue establecido el sistema federal bajo el nombre Estados Unidos de Colombia, regidos por una “Constitución para ángeles”, al decir del famoso escritor francés Víctor Hugo: el liberalismo radical gobernante quiso restar poder a la Iglesia Católica, a través del programa de educación laica y la expropiación de bienes, incluida la expulsión de los jesuitas. El clero se alió con el conservatismo huérfano de poder y era cuestión de tiempo el estallido de una nueva guerra.

El Estado Soberano de Antioquia era el fortín del catolicismo conservador en la oposición y el del Cauca, símbolo del partido dominante, pues los Presidentes de la época provenían casi todos de allá. Ambos estados eran limítrofes, pues sus territorios abarcaban los que hoy son los departamentos de Caldas y Risaralda. La hostilidad entre los bicheros caucanos, llamados así por su afición al plátano, y los maiceros antioqueños, por su gastronomía basada en el maíz, era una confrontación política, religiosa, cultural y racial permanente.

Tal era el ambiente que se vivía cuando un italiano llamado Antonio Vanza, de oficio vendedor de ornamentos litúrgicos, se estableció en Medellín. Las tensiones políticas y sociales no debieron resultarle extrañas, pues acababa de abandonar una Italia que se hallaba en la fase final de su independencia del Imperio Austro-Húngaro y posterior unificación. De hecho, se movió como pez en el agua, porque muy pronto estableció relaciones con las jerarquías eclesiásticas.

Fue así como en 1872, el obispo de Medellín escribió al de Popayán una elogiosa carta sobre el señor “Antonio Panza”, en la cual ponderó su honradez y transparencia mercantil. Lo recomendaba para que éste pudiera ejercer también su oficio en la capital caucana.

Quizás ésta fue la razón que indujo al italiano a establecerse en Riosucio, hoy departamento de Caldas, en ese entonces capital del extenso Municipio de Toro. Además de ser la población más próspera de las que había entre Medellín y Popayán, se hallaba en una zona aurífera productora de grandes riquezas. También era la frontera entre los dos poderosos estados y en ella se desarrollaba una sorda lucha para restar simpatizantes del liberalismo y ganarlos para el conservatismo.

Uno fue Vanza, de quien se puede suponer la filiación al partido del clero, por intereses económicos. En aquel entonces, el norte caucano era el asiento de la colonia europea más grande del país, pues las minas de Marmato, Supía y Riosucio eran explotadas por la Western Andes Minning Company de Londres. A esas poblaciones llegaron a vivir casi 300 extranjeros, entre ingleses, alemanes, franceses, italianos y daneses, muchos de los cuales establecieron familias. Y no pocos de ellos manifestaron sus simpatías políticas, abierta o soterradamente.

El comerciante de ornamentos también quiso probar suerte en la minería y formó una sociedad para explotar la mina La Bolsa, en Riosucio, de la cual tenía el 60% de las acciones. Mismas que le fueron confiscadas por el gobierno, no tanto por su filiación conservadora, ni por haber violado la neutralidad debida a un extranjero, sino por sus acciones bélicas.

La historia es la siguiente: en julio de 1876 estalló en Palmira una de las más sangrientas guerras civiles del siglo XIX, que tuvo un carácter marcadamente religioso. El 31 de agosto se enfrentaron grandes fuerzas liberales gobiernistas y conservadoras oposicionistas, en el campo de Los Chancos, hoy municipio de San Pedro, Valle del Cauca. Cada bando estrenó la novedosa y temida ametralladora, que fue disparada primera vez en Colombia. Los conservadores antioqueños la habían importado unos cuatro años atrás, junto con numerosos fusiles.

Vanza fue el encargado de dispararla. En la novela ‘Tomás’, su autor Rómulo Cuesta incluyó el testimonio de un liberal reclutado a la fuerza por los conservadores: “Avanzamos más allá de la casa de teja, cerca a la cual se apostó la ametralladora que manejaba un godo italiano. ¡Qué máquina tan terrible, patrón! Figúrese usted una rueda de diez cañones manejada con un manubrio, que vomita diez balas en cada vuelta. Y ese italiano la manejaba con tanta destreza, que sobre las filas liberales hacía claros en cada rociada”.

A su vez, Julián, hermano del famoso general Rafael Uribe Uribe, relató en sus ‘Memorias’ que “había cierto sitio en el campo de combate barrido de tal modo por las balas enemigas, que todo soldado que se presentaba allí caía muerto al instante”. Fue un elogio implícito a Vanza.

Si bien el operador de la ametralladora de los liberales fue dado de baja, la que parecía una segura victoria conservadora se transformó en un desastre al atardecer. Vanza y otros fugitivos tomaron la vía de Cartago hacia Riosucio. Para no caer en manos de los macheteros negros caucanos, que causaban terror a los antioqueños, no se detuvieron en Ansermanuevo y siguieron hasta la posada Palogordo, situada en el valle del Risaralda. El italiano y un comerciante riosuceño prefirieron seguir hasta la siguiente, para tomar distancia de sus persecutores. Esta decisión les salvó la vida, pues las avanzadas liberales caminaron durante toda la noche, llegando a Palogordo al amanecer del 1 de septiembre, y al amparo de la oscuridad cayeron sobre sus enemigos agotados, matándolos sin compasión.

De ahí en adelante, no se volvió a saber nada del italiano, hasta su muerte, acaecida en marzo o abril de 1881 en Riosucio. En la Oficina de Registro de Instrumentos públicos está la constancia del testamento de ‘Antonio Panza’.

*Coletilla: otros dos italianos vivieron en Riosucio por ese tiempo. Uno fue Honorato Giuffra, que en la tendencia a españolizar los nombres extranjeros imperante en la época*, figuró como Sisiferra. Era oriundo de un pueblo cercano a Génova y falleció soltero y analfabeto el 20 de mayo de 1876, a la edad de 61 años. Fue su albacea un compatriota llamado Antonio Squitin, en ‘español’ Sehetino o Seheltino. El proceso de sucesión fue largo y complicado.

*NOTA: El inglés William Cock, antepasado del autor de esta nota, figura en su partida matrimonial como Julián Gallo. Y su coterráneo John Quick fue conocido popularmente como Míster Pronto.

Condensado de: GÄRTNER, Álvaro. Guerras civiles en el antiguo Cantón de Supía. Manizales, Universidad de Caldas, 2006. GÄRTNER, Álvaro. Los místeres de las minas. Manizales, Universidad de Caldas, 2005.

Los años dorados en Armenia (1930-1938)

Los treinta serían años tumultuosos a nivel mundial, pero para el joven constructor italiano, Antonio Bernardi, representarían los más prósperos de su carrera profesional, gracias a la creación de ABC, su firma constructora y el traslado a Armenia, donde se metería a transformar urbanística y arquitectónicamente esa villa cafetera de bahareque.

Los treinta serían años tumultuosos a nivel mundial, pero para el joven constructor italiano, Antonio Bernardi (*1), representarían los más prósperos de su carrera profesional, gracias a la creación de ABC, su firma constructora y el traslado a Armenia (*4), donde se metería a transformar urbanística y arquitectónicamente esa villa cafetera de bahareque, fundada por colonizadores antioqueños, que en solo cuatro décadas se había convertido en el enclave de exportación del producto base de la economía colombiana y principal generador de divisas.

Dos continentes. Mientras las noticias registraban la extensión a Europa de la Depresión económica norteamericana y el aire siniestro que se respiraba ante las dictaduras de la Italia fascista y la Alemania de Hitler; los colombianos celebraban con alborozo, el triunfo del primer presidente liberal del siglo, Enrique Olaya Herrera, quien fomentaría la industria nacional y la conectividad del país a través de la línea férrea y las carreteras; e introduciría reformas laborales como el descanso dominical, las vacaciones remuneradas y la jornada de 8 horas.

Los Bernardi Ospina. Para entonces el ingeniero Bernardi se instalaría con su esposa Camila Ospina (*2) y sus pequeñas niñas, Regina y Gladys, en la casona del Parque Uribe (*5), adquirida por $2.500 pesos a don Vicente Girado, el industrial y hombre cívico que lo convenció para asentarse en Armenia, un pueblo caldense ubicado en forma estratégica y que había cobrado gran importancia en la escena nacional por la llegada a su territorio, de dos líneas del ferrocarril: la del Pacífico y la de Caldas.

La firma ABC. El ingeniero Bernardi montaría su sede en la Carrera 6ª entre calles 8 y 9 y su línea telefónica sería una de las primeras instaladas, desde ahí él atendería los múltiples frentes de obras que tenía en la ciudad y tendría como fiador y garante a su  suegro paisa radicado en Manizales, Luis María Ospina (*3).

Nuevas tecnologías. Antonio Bernardi quien se había especializado en la Universidad de Lima en ferro concreto, un novedoso modelo de construcción de edificios de varios pisos que estaba en pleno auge en EE.UU. y Europa, marcaría el rumbo de la innovación en Armenia entre 1929 y 1938, con las obras levantadas – muchas de gran magnitud- a través de este nuevo sistema de estructuras de hierro corrugado y cuerpo de concreto, perdurables en el tiempo y que permitían grandes espacios, sin usar columnas, para usos institucionales, bancarios, industriales, comerciales y culturales.

El angel vengador, obra de la familia Bernardi, regalo de Roberto Henao a Antonio Bernardi cuando hicieron equipo en Armenia.

Con los mejores. Se rodeó de arquitectos, ingenieros y artistas con las mejores cartas de presentación, con quienes erigió obras que pasarían a la historia, dos de ellas son hoy monumentos nacionales, la Estación del Ferrocarril y la Plaza de Mercado (*6). Trabajó con el escultor formado en París, Roberto Henao Buritacá quien acaba de instalar la estatua de bronce del Libertador, en la Plaza de Bolívar de Armenia; el ciudadano colombo suizo con estudios en arte y arquitectura en Milán y Florencia, Mauricio Ramelli Adriani (8*), quien tenía su propio taller; y los arquitectos colombianos Lino y Arcesio Jaramillo.

La Estación del tren. Con la expansión de los ferrocarriles en el país, las poblaciones empezaron a ser dotadas con un conjunto de edificaciones que componían las estaciones para recibir pasajeros y despachar mercancías. En Armenia, con diseño y planos del ingeniero Alfredo Vásquez Cobo, gerente de Ferrocarriles Nacionales, se le encargaría a Antonio Bernardi una de las primeras obras y más simbólicas, la estructura en ferro concreto del edificio central, las bodegas y el gran patio de maniobras. La obra blanca, la decoración y la ornamentación de la fachada de la Estación se la asignarían al taller del arquitecto Mauricio Ramelli.

Polo de desarrollo. El terminal se convertiría en el eje articulador de la economía y centro de acopio de mercaderías y trilla de la región, desde ahí se despacharían el café al exterior, vía el puerto de Buenaventura. Como los industriales del café trasladarían en sus cercanías los depósitos del producto y las trilladoras, contratarían a la firma ABC para levantar varias de esas edificaciones: la Trilladora Colombia de los Aristizábal, la más moderna y sólida; la Trilladora Villegas Hermanos y la Trilladora Espinosa.

Castillo Getsemaní. En una colina desde donde su excéntrico propietario divisaba la Estación para tener el control de sus negocios de café y chocolate, Bernardi construiría para don Domingo Quintero y su familia, el Castillo Getsemaní, residencia con una mezcla de estilos y rica en decorados y ornamentación, ubicada entre las carreras 19 y 20 con calles 28 y 29.

Un italiano en su coupe. La novedosa máquina de cuatro ruedas que con el tren, desplazó a las recuas de mulas para transportar la mercancía y las familias, andaba ya rampante por las carreteras onduladas y calles polvorientas de las jóvenes poblaciones cafeteras del Viejo Caldas. Antonio y Camila serían figuras habituales por esos parajes andinos en su par de Chevrolet importados; él con su corbatín y su sombrero, al mando de su lujoso Coupe 1936 de dos puertas y la joven señora de Manizales, en su hermoso Confederate Convertible Landau 1932, portando la licencia de conducción 01 de Caldas.

Vías y servicios públicos. Armenia como municipio ahora le apostaría al desarrollo vial y la modernización de los servicios públicos de la zona céntrica, con la empresa ABC, la cual ampliaría y pavimentaría en concreto las calles y, bajo ellas, construiría en forma innovadora el sistema de acueducto y alcantarillado, infraestructura que Antonio ya había ejecutado en Manizales años antes (*7).

El edificio VIGIG. La economía cafetera y la llegada del ferrocarril también jalonarían el comercio y la industria. Muchos comerciantes serían los clientes de ABC, entre ellos don Vicente Giraldo, quien contaba con manufacturas de jabones, maquinaria, la fábrica de Maizena, las Industrias y Gráficas Vigig. El empresario le encargaría construir en pleno centro, el edificio VIGIG, con su suite privada para residir en la ciudad y un gran local en los bajos para su almacén de exportación de café y la representación de diversas marcas.

La época de oro. Y mientras la firma constructora atravesaba por una época de bonanza que coincidió con la época de oro de Armenia, la cara del centro se iba transformando con edificaciones de concreto de varios pisos y con diferentes usos, que durante mucho tiempo fueron un referente para la población.

Entre ellos están el edificio del Orfanato al servicio de la comunidad, ubicado en las afueras; el edificio del Colegio de las Bethlemitas, con la zona de clausura y la capilla con su campanario que tenía una campana traída desde España; el Edificio de Rentas de Caldas con influencia art deco, altos pórticos, amplias escaleras de acceso y una gran puerta de hierro forjado; y el Yanuba, primer Pasaje comercial peatonal y teatro de tres pisos en Armenia, inaugurado en 1940 con la película El gran vals (*8).

La familia de Italia y Colombia. Para esos años, el hermano mayor de Antonio, llegaría procedente de una Italia que brindaba escasas oportunidades a la mano de obra del campo, Luigi se sumaría al equipo de ABC durante tres años, él necesitaba laborar para mandar recursos a su esposa y los tres hijos que había dejado en Ponte Nelle Alpi, el terruño de los Bernardi.

1935. Ese sería un año importante para la familia Bernardi Ospina, en enero 18 nacería la tercera hija del matrimonio a quien su padre bautizaría, Italia, en homenaje a su tierra; compraría un terreno en el municipio de Circasia e iniciaría la construcción de su finca La Italia, conocida como La Rústica; y en noviembre, la firma ABC de Antonio Bernardi y su equipo de profesionales, participarían en la licitación de un proyecto muy importante para la ciudad y la empresa, la Plaza de Mercado de Armenia.

Ilustración de portada. Diseñadora Paula Henao.  Fuentes citadas. *Gracias a la narración de mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi Ospina se han reconstruido las vivencias de las familias Bernardi Ospina y Ospina Mejía en esa época. *A la arquitecta María Eugenia Beltrán por la recopilación y visibilización de la obra que ha hecho de Antonio Bernardi en diferentes investigaciones. Archivo fotográfico: familia Bernardi Ospina y arquitecta Beltrán Franco

(1*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi y Regina De Fina. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (2*) Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda – hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970). (3*)Luis María Ospina  ´papá Luis´, 1870 Aranzazu – julio 9 de 1943 Bogotá.

(4*) Armenia, fundada en 1889 perteneció al departamento de Caldas hasta 1966, en la actualidad es capital del departamento de Quindío y una de las principales ciudades del eje cafetero colombiano. El nombre proviene del país euroasiático. (5*) Primera casa donde vivieron los Bernardi Ospina en la Carrera 13 Nº 29-37, hoy funciona el Centro de Documentación Musical del Quindío. (*6) Estación del Ferrocarril y la Plaza de Mercado (demolida) de Armenia son inmuebles patrimonio material declarados por el Ministerio de Cultura como Bien de Interés de la Nación en 1996. (*7) Ver Un italiano en tierra cafetera en los años 20 (1 parte) http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/un-italiano-en-tierra-cafetera-en-los-anos-20-1-parte/  (8*) Mauricio Ramelli, nació en Bogotá el 15 de noviembre de 1891, hijo de Luigi Ramelli y Beatrice Adreani, era de Lugano, la Suiza italiana, se formó en Milán y Florencia en arte y arquitectura. Tuvo una oficina como arquitecto. Falleció el 12 de mayo de 1973 en Medellín.

Documentos de consulta. El  Libro Fragmentos de la Memoria de la ciudad de Armenia Años 30 al 36 del siglo XX – obra de Antonio Bernardi de las arquitectas María Eugenia Beltrán y Laura Ossa Sánchez, fue el documento base para escribir sobre las obras de Antonio Bernardi en esa ciudad, donde se describe con una ficha técnica, que obras están aún en pie y cuales fueron demolidas por diferentes circunstancias. Armenia enclave exportador de café 1927-1959 de Gonzalo Alberto Valencia, Miguel Ángel Rojas y María Eugenia Beltrán, publicado por el Ministerio de Cultura 2016. Armenia, Pereira y Manizales: reseña histórica de su desarrollo urbano durante el siglo xx del arquitecto Andrés Eduardo Satizabal Villegas.

El Cristo Rey de Cali, la ciudad de los brazos abiertos

Una ciudad de brazos abiertos, así es Santiago de Cali, la llamada Sucursal del Cielo que hoy celebra sus 484 años de existencia, y que tiene en Cristo Rey, la escultura gigantesca de 21 metros realizada por los maestros italianos Adelindo y Alideo Tazzioli, uno de sus monumentos más emblemáticos que desde 1953 vigila a esta urbe desde su parte occidental.

Una ciudad de brazos abiertos, así es Santiago de Cali, la llamada Sucursal del Cielo que hoy celebra sus  484 años de existencia, y que tiene en Cristo Rey, la escultura gigantesca de 21 metros realizada por los maestros italianos Adelindo y Alideo Tazzioli, uno de sus monumentos más emblemáticos que desde 1953 vigila a esta urbe desde su parte occidental.

Se dice que es una de las imágenes a Cristo más hermosas y mejor diseñadas en el mundo, levantada en el Cerro Los Cristales, una loma llena de cuarzos, para conmemorar los 50 años de paz tras el final de la Guerra civil de los Mil Días, que durante cerca de tres años (1899-1902) azotó a Colombia y en la cual cerca de cien mil colombianos perdieron sus vidas. 

El gestor. El religioso jesuita José Arteaga, quien pertenecía a la congregación del Colegio Berchmans, empezó a gestar esta iniciativa hacia 1949, con la idea de entregarle a los caleños una obra majestuosa en honor al Santo patrono de la ciudad, el Cristo Redentor, pero también con el fin de erradicar al demonio de sus calles.

Padre jesuita promotor y gestor de la idea.

Costó $170 mil pesos. En una suma de voluntades, primero con sus estudiantes y luego con las fuerzas vivas de una ciudad que para entonces rondaba por los 60 mil habitantes, se empeñó en recolectar los fondos que hicieran posible esta gran empresa que tuvo un costo total de $170 mil pesos.

Los hermanos Tazzioli. El diseño corrió por cuenta del arquitecto francés Maurice Laurent radicado en Cali y la maqueta inicial se le encargó al artista palmirano Gerardo Navia Carvajal, quien al parecer, abandonó el proyecto en su etapa inicial. Pero el encuentro afortunado del padre Arteaga con los hermanos Tazzioli Fontanini, permitiría llevar a feliz término esta obra.

Adelindo y Alideo. El arquitecto, calculista y distribuidor del mármol de Carrera, Adelindo y el escultor y artista Alideo, originarios de Pietrasanta y egresados de la prestigiosa universidad de Carrara en Italia, estaban radicados en Cali, el primero desde 1930 y el segundo había llegado en 1934. Ellos harían su propia maqueta y empezarían la fundición en un taller de una casona del barrio Granada y la culminarían en un local del barrio San Antonio.

Se dice que esta pareja de hermanos tomó el encargo como propio y hasta de su bolsillo sacaron recursos durante los 4 años que duró su ejecución, para que la obra de arte de hierro y hormigón que pesa 464 toneladas y con una altura de 26 metros, se pudiera finalizar y así, su nombre pasara a la historia de ciudad, donde ellos se radicaron hasta el final de sus días.

La inauguración. Las crónicas de los diarios de la época registraron que la inauguración, el domingo 25 de octubre de 1953,  fue multitudinaria y de alcance nacional. Que más de 30 mil personas asistieron, que desde la 5 de la mañana se inició la romería hacia el monumento y que muchos fieles hicieron el recorrido a pie mientras otros penitentes escalaron de rodillas los últimos metros.

Muchos creyentes y curiosos se movilizaron en buses y automóviles que partieron en desfile, desde el centro de Cali y pagaron 50 centavos por el pasaje, para asistir a la solemne ceremonia de bendición de Cristo Rey que duró 32 minutos.

En este día de fiesta para la ciudad, el evento transmitido por Radio Pacífico, contó en su programación con los soldados del Batallón Pichincha quienes hicieron en honor de Jesucristo, varias salvas de fusilería; la presentación de la Banda Departamental y los coros del Conservatorio Antonio María Valencia.

Hoy, 25 de julio de 2020, desde su gran pedestal del Cerro de los Cristales, la silueta de Cristo Rey con sus brazos extendidos, se erige como símbolo de paz y esperanza en los tiempos difíciles que atraviesa la ciudad.

Archivos de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero, el diario El País y de la señora Florencia Ramos