Garrote… y torta de zanahoria

La pasión de cocinar la heredé desde muy chica, las composiciones de las cocinas son los recuerdos más inolvidables que tengo: el olor que emana de ellas mismas, el sonido que transmite el contacto del ajo con el aceite, el vapor que dispara las alarmas, el juego de probar y saborear los condimentos, las ollas y las cacerolas quemadas que han sido devastadas por el hambre y los platos raspados por los tenedores chuecos y la cuchara sopera que quedará lista para servir el postre.

Así sucedía cuando mi abuela Gladys se despertaba todos los 31 de diciembre a las 6:00 de la mañana a preparar sus tamales. Los ingredientes los comprabamos en la plaza de mercado ‘El Salado’ en la Calle 144, Ibagué, Tolima, Colombia. Y en nuestro costal empacamos las uvas, el puerco, las arepas de maíz, las hojas de plátano y el agua de rosas con la que nos bañábamos para poder cumplir los deseos del año nuevo.

Juanita Diusaba 5

Todos en la plaza le llamaban “Doña Gladys” porque además de contar mitos o leyendas, leía las cartas y se ganaba uno que otro peso, en uno de los barrios populares de Ibagué.

Ella lo perdió todo allí; su casa, cinco cerdos, la vida que había construido y, dolorosamente, a su mejor amiga que corrió junto a ella en el bosque y murió en sus brazos por una bala por parte del grupo guerrillero.

Fue una de las tantas desplazadas del campo y enviada a la ciudad de Ibagué, donde vivió en una vivienda humilde con difíciles condiciones alrededor de cinco meses. Aunque mi madre le insistió en mudarse a nuestra casa, ella jamás perdió las fuerzas de luchar y recuperar la voz del pueblo por una guerra que el gobierno jamás supo llevar.

La memoria que tengo mi abuela siempre será un símbolo de fuerza y valentía. Por eso tengo el honor de ser Chef de pastelería y de presentar mis recetas caseras como símbolo de unión para rescatar los sabores caseros que nos recuerdan nuestro origen y nuestra sangre. 

Una de mis recetas favoritas es la torta de zanahoria que preparamos con mi tía Martha Bojassen que vive en la ciudad de Estocolmo, Suecia, en los tiempos de primavera, es súper fácil y, además, al final le damos un toque rústico.

Torta de zanahoria. El tamaño de una bandeja del horno es para 20 personas.  Ingredientes: 4 huevos, 400 gramos de azúcar, 400 gramos de harina, 2 cucharaditas rebozadas de polvo de hornear, 1 cucharadita de bicarbonato, 1 cucharadita de azúcar de vainilla (o esencia de vainilla) , 2 cucharaditas rebozadas de canela en polvo, 200 gramos de aceite de maíz o  canola y 500 gramos de zanahoria rayada por el rayo más fino.

Preparación: Primero, rallamos la zanahoria. Segundo, mezclamos bien los huevos con el azúcar, es importante tener los huevos a temperatura ambiente, los dejamos en un molde aparte. Tercero mezclamos en un recipiente y con un tenedor o un mezclador, la harina, el polvo de hornear, el polvo de bicarbonato y la canela en polvo, nos aseguramos de que la mezcla sea homogénea. Cuarto, medimos los gramos de aceite y lo mezclamos con el extracto de vainilla. Después de tener todos los ingredientes listos, añadir la tercera mezcla en los huevos con el azúcar en tres ocasiones. Mezclar bien, colocar en un molde engrasado y espolvoreado con migas de pan o harina. Llevar al horno por 50 minutos  a 200 grados, colocar en la mitad del horno. Dejarlo enfriar.

La crema ”pasta”. Mezclar: 200 gramos de queso crema de Alpina o Philadelphia, batir con 100 gramos de mantequilla, 400 gramos de azúcar pulverizada , cáscara de un limón rallado y jugo de una mitad, todo esto se mezcla muy bien y se cubre la torta, se esparce con una espátula y se decoras con un tenedor. Si desea un toque rústico, se le puede colocar coco rayado, lo hace mi tía Martha y queda una locura! Saludos y buen provecho.

Juanita Emery – Diusabá
Juanita Emery – DiusabáSommelier residente en la ciudad de Londres. Amante de la cocina, exploradora de nuevas culturas y lenguas.

Polenta, la receta familiar de los Bernardi

El amor por la cocina nació en mí desde muy pequeña, me encanta la comida italiana y amo prepararla, sobre todo las recetas familiares, las cuales me fueron enseñadas, con amor y mucha paciencia, por mi tía Gladys Bernardi, ella era la alcahueta de mi de desorden en la cocina.

Gladys Bernardi
Gladys Bernardi hacia los años 60 en Cali

Hoy quiero compartir con ustedes la receta de un plato que entre los Bernardi es de lo preferidos por todos, la polenta. Una preparación tradicional y popular del norte de Italia de donde era mi abuelo Antonio Bernardi De Fina (Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno). Este es un plato muy versátil, reconfortante y clásico, se destaca por lo sencillo, económico, nutritivo y polivalente que resulta a la hora de prepararlo. La polenta está hecha con base de harina de maíz gruesa agua y de ahí se pueden preparar todo tipo de recetas para para acompañarla.

Esta receta era de mi tía Gladys, heredada de su padre, la original se acompañaba con un guiso de conejo, pero debido a las dificultades de conseguir este ingrediente en los mercados colombianos, ella le puso su toque, cambió el conejo por colombinas de pollo y así es como la preparo hoy en día. Me cuentan que era el desayuno preferido de mi abuelo, quien además cortaba la polenta con un hilo.

Ingredientes para la polenta: 250 gramos de harina de polenta instantánea. 4 tazas de agua o litro de agua. Sal al gusto. 1 cucharada de aceite de oliva o mantequilla (opcional). Poner el agua al fuego, cuando el agua esté hirviendo añadir la sal y la harina de polenta, bajar a fuego lento y remover de manera constante durante 40 minutos con cuchara de palo. Cuando se alcance este punto, la sacamos de la olla, la colocamos en una bandeja y le damos forma.

Es importante tener en cuenta, se utilizan aproximadamente 250 gramos de sémola de maíz o harina de polenta por litro de agua. En función de la cantidad de líquido empleado, la textura será más cremosa o más firme y sólida.

Ingredientes de la salsa Colombinas de pollo al romero. Colombinas de pollo (6 por personas). Cebolla cabezona blanca (2 grandes). Tomate maduro (6 grandes). Pimentón rojo (1 grande). Ajo (2 dientes de ajo). Romero fresco suficiente. Aceite de oliva. Queso parmesano rallado (opcional). 250 ml de vino blanco. Agua. Sal y pimienta al gusto.

Se cortan finamente la cebolla, el tomate, el pimentón y el ajo (reservar). Después, poner una sartén al fuego y calentar. Agregar el aceite de oliva y sofreír la cebolla, el ajo, el pimentón y, por último, el tomate, salpimentar. Una vez el sofrito esté listo, añadir las colombianas de pollo (salpimentadas) y dorarlas por todos los lados. Adicionar el vino blanco y dejar evaporar el alcohol, si ve que la salsa está seca, agregue agua o un poco de caldo de pollo. Retirar del fuego y poner todo en un molde que se pueda llevar al horno, colocar el romero, hornear por 25 – 30 minutos a fuego bajo (120-150ºC) preferiblemente tapado con papel de aluminio para que no se seque.

Servir. Una vez la salsa esté lista se saca del horno y en la mesa se pone la bandeja de polenta con el guiso de colombinas de pollo al romero y cada persona se sirve acompañando el plato con queso parmesano por encima.

Si les sobra polenta tápela con una servilleta de tela, al día siguiente solamente pónganla en un sartén con un poco de aceite de oliva o mantequilla a calentar y disfrutenla como el mejor de los desayunos. Espero que la preparen y nos comenten qué les pareció esta receta.

Paola Bernardi

Paola Bernardi Madriñán, caleña, nieta de Antonio Bernardi y con raíces italianas muy arraigadas en la cocina.

Mantequillas cuarenteras de Ana Milena

Para quienes cocinan pocas veces y hoy, se ven enfrentados a hacerlo cada día, van estas mantequillas de cuarentena, ideales para dar sabor inmediato a las comidas, sin mayor esfuerzo. Prepararlas es muy fácil:

Ingredientes: Tres ramas de albahaca bien picada. 3 ajos picados y machacados. Pizca de sal. 125 gramos de mantequilla (no margarina). Papel mantequilla o encerado.

En una taza deshacer la mantequilla a temperatura ambiente, hasta que esté sedosa. Aparte, mezclar la albahaca con los ajos y la sal, agregar al tazón con mantequilla y revolver muy bien. Formar luego un bloque con todo y envolverlo en papel mantequilla y guardarlo en el congelador.

Nota: Puede variar los ingredientes para mezclar, por ejemplo: ramas de perejil con ajos machacados y pimienta negra.

Utilización: al momento de servir carnes asadas, colocar una o dos rueditas de la mantequilla sobre las mismas. Además, van muy bien estas rueditas de sabor sobre pizzas, pastas, omelettes, arroces, panes horneados y lasañas.

Ana Milena Puerta, es caleña, comunicadora, conversadora y escritora de poemas, cuentos y recetas de cocina. Amante de la literatura, la cultura ciudadana y el mar. Coleccionista de atardeceres, aves en vuelo y charlas interminables.

Lasagne alla parmigiana de Sonia Serna

Esta es una preparación tradicional italiana que aprendí en Firenze, por allá en 1991 -en un viaje de 40 días y 40 noches sensacionales – de parte de nuestro gran amigo cocinerísimo, Arturo Dori.

Se puede decir que es mi receta favorita y alrededor de su preparación he hecho feliz por muchos años a mi familia y amigos. Fue el plato que mi hija eligió para la celebración de su primera graduación profesional. A raíz de esta receta, mis sobrinos me apodaron la “tía berenjena”.

Hoy después de más de dos horas en cocina, me he deleitado muchísimo. Con música de Pavarotti de fondo, coincidió la canción Caruso, justo en el momento de sacar mi parmigiana del horno.

Ingredientes para esta receta de hoy ( dos personas):
4 tomates firmes y bien maduros
2 berenjenas medianas, firmes y brillantes
Un ramo de albahaca fresca
Aceite de oliva
Un ajo picado finamente
25 gr harina de trigo
25 gr mantequilla
2 tazas de leche
1 cda de azúcar
Sal y pimienta al gusto
50 gr de parmesano rallado
250 gr de mozzarella en rebanadas
Nuez moscada
Pepperoncino al gusto
1 cucharada de pesto italiano, si se tiene.

El paso a paso:

  1. Desalé las berenjenas una vez rebanadas, por 20 minutos.
  2. Las puse en un sartén con aceite de oliva caliente hasta que se frieron por ambos lados y las reservé en un plato con papel absorbente.
  3. Los tomates maduros pelados y cortados en brunoise, los sofreí con ajo picado finamente y albahaca fresca -en este caso tenía pesto de albahaca y piñones hecho en casa y le añadí. Clave que el aceite esté caliente para que los tomates sellen bien y luego suelten sus jugos durante su cocción, añadí un poco de azúcar para quitar acidez del tomate, sal gruesa, pimienta negra y un toque de pepperoncino.
  4. Junté las berenjenas con la salsa y reservé.
  5. Cociné una salsa bechamel partiendo del roux -mezclé la misma cantidad de mantequilla y harina de trigo – cuando tuvo un color almendrado fui añadiendo la leche y revolviendo con el espiral, que diluye muy bien los grumos; añadí nuez moscada molida al gusto, sal y pimienta y cociné sin dejar de revolver, hasta lograr una consistencia de colada con apariencia de terciopelo. Y reservé.
  6. Misenplace: salsa de tomate con la berenjena, salsa bechamel, pasta de lasaña, queso mozzarella y queso parmesano – el que tenía a la mano.
  7. Fui armando la lasagna: al fondo del molde puse un poco de bechamel. Luego cubrí con pasta lasagna, luego la mezcla de tomate y berenjenas, queso parmesano …
  8. Sigo con rebanadas de queso mozzarella y luego cubro con bechamel. Vuelvo e inicio con pasta, salsa tomate y berenjena, queso parmesano, pasta, mozzarella y bechamel. Termino en bechamel.
  9. Lista para ir al horno terminando en bechamel y suficiente queso parmesano . Meto al horno a 350 grados por 30 minutos. Luego dejo en broil por 10 minutos para que doré por encima. 😋😋😋

Acompañé con crema de zucchini verde y amarillo, ensalada rúgula y tomatitos cherry con aceite de oliva, vinagre balsámico italiano – de verdad- sal gruesa y pimienta negra del molino.

Emplaté mi lasagne en un plato italiano que encontré por sorpresa, en una de mis correrías culinarias por el municipio de Ulloa (Valle del Cauca).

Sonia Serna, es una cocinera de corazón, gestora cultural enfocada en la cocina tradicional, fundadora del movimiento Slow Food en Colombia y directora de la Fundación Saboriarte, la cual propende por la salvaguarda de nuestra cocina regional.

Oda a la alcachofa rellena

Por Lucía Borrero*. Así como los italianos quedan encantados con nuestras frutas cuando las prueban en Colombia, las verduras italianas nos dejan fascinados a los colombianos cuando viajamos a Europa.

Unas vacaciones en Latinoamérica dejan en el turista italiano el olor inolvidable de la guayaba, el maracuyá, la guanábana…, y unas vacaciones en Italia dejan en el viajero colombiano el gusto inigualable del funghi porcini, el hinojo, el radiccio…

Pero se terminan las vacaciones y con ellas, se acaba también para los colombianos, la variedad de verdura. Cuesta admitirlo, pero en Colombia se come muy poca. Las diez más comunes, según el perfil nacional de consumo del Ministerio de Salud, son el tomate, la cebolla de bulbo, la zanahoria, la cebolla larga, la arveja, la habichuela, el repollo, la lechuga, el pepino cohombro y la ahuyama. No son ni las más delicadas ni las más sabrosas.

¿Por qué los colombianos no consumimos más verdura? Con tantas ventajas climáticas como las nuestras, ¿por qué no consumimos más verdura? Esta pregunta es como aquella de por qué no consumimos más pescado si tenemos dos océanos… Los ingresos familiares, los gustos individuales, la publicidad, las tradiciones culturales y otros factores ambientales, geográficos y demográficos, juegan un papel importante en las preferencias alimenticias.

Con el tiempo, por fortuna, nos hemos hecho más aventureros y otros protagonistas verdes han llegado a nuestra mesa. Es así como la berenjena, el zucchini (calabacín), la rúcula (rúgula) y varios tipos de lechuga se encuentran, sin restricciones, ahora en los supermercados nacionales. Y aunque a precio muy alto y en menor medida, también encontramos mi hortaliza adorada: la alcachofa.

¿Nos intimida la alchofa? Por más verde espíritu aventurero que tengamos ahora, la alcachofa, ese vegetal armado que desvestimos escama por escama para luego comer su tierno corazón verde, todavía intimida a muchos colombianos. ¿Cómo se escoge? ¿Qué se le corta? ¿Qué hacer con las espinas y la pelusa? ¿Cómo se prepara?

Italia principal productor de alcachofa del mundo. Originaria de África, la alcachofa no es otra cosa que el cardo silvestre adaptado con el correr de los siglos a la cuenca mediterránea. El principal productor del mundo es Italia (especialmente Sicilia, Cerdeña y Puglia), seguida de España, Francia, Grecia y Marruecos. También se produce en Egipto, Israel y Estados Unidos, y en Latinoamérica en México, Perú, Chile y Argentina. Perú, de hecho, es uno de los principales productores en el mundo de alcachofa en conserva.

Monumento a la alcachofa en Cerda, municipio de la provincia de Palermo, región de Sicilia.

Cualidades alimenticias y medicinales. Esta flor comestible es una opción de lujo no solo por su sabor sino también por sus cualidades alimenticias y medicinales. Es nutritiva porque es fuente de calcio, fósforo y vitamina B. Es depurativa porque ayuda en la retención de líquidos. Es antigrasas porque favorece la digestión de las grasas y la eliminación de toxinas. Es buena para el hígado. Es digestiva por su alto contenido de fibra. Y es reductora del colesterol y los triglicéridos.

El requisito del tricolor italiano. Existen tantos tipos de alcachofa como de recetas. De las italianas, la alcachofa rellena siciliana cumple el requisito tricolor de los mejores platos italianos. Igual que la bandera, tiene el verde de la Lombardía (la alcachofa), el rojo de los volcanes (la carne molida) y el blanco de los Alpes nevados (el queso).

Quienes vivan en regiones de clima apropiado y tengan la tierra podrían intentar cultivar en Colombia esta hortaliza de hoja, una flor con corazón que, además de mucho amor, requiere al mismo tiempo de un clima templado y de muchas horas de sol al día.

Con la certeza de que me quedarán eternamente agradecidos los que prueben mi receta, los invito a sumergir con amor en la olla sus alcachofas y luego, cuando estén listas, a desvestirlas sin temor con los dedos. Porque hoja por hoja, se deshoja la alcachofa.

Receta de Alcachofas rellenas

Ingredientes para 2 personas: 4 alcachofas. 1 ajo completo (unos 8 dientes). 600 gramos de carne molida (res y cerdo mezcladas). 500 gramos de queso duro (tipo manchego). 1-2 copas grandes de vino blanco. Aceite de oliva. Perejil. Sal y pimienta al gusto.

Preparación. 1. Se cortan el queso y el ajo en láminas pequeñas. Se deshoja el perejil (se elimina el tallo). 2. Se eliminan las hojas externas de la alcachofa (pocas) y se pela el tallo como si fuera apio. El tallo se conserva pues es delicioso. 3. Se rellenan las alcachofas primero con el ajo (se mete entre cada hoja una lámina, sin temor a que sea demasiado), luego con el queso (en otras hojas se meten las láminas de queso), y luego la carne molida (en otras hojas se introducen porciones pequeñas de carne: sin aliñar, sin sal, sin nada). Al final, se introducen en otras hojas las hojitas de perejil (puede ser en hojas ya llenas de queso, ajo o carne). 4 La alcachofa debe quedar bien llena: en cada hojita debe haber algún ingrediente. 5. Se echa aceite de oliva en la olla (una dosis generosa) y se meten las alcachofas y los tallos. Se agrega un poco de agua y el vino (1/3 de líquido en la olla o tal vez un poco más). La olla debe ser de un tamaño tal que no se ladeen las alcachofas. Se echa sal y pimienta por encima. Se tapa. Se dejan cocinar unos 35-40 minutos. Se prueba el caldo regularmente para regular la sal. Estarán listas cuando sea posible arrancar con facilidad una hoja a una alcachofa. 6. Se sirven con aceite de oliva crudo por encima, se acompañan de pan.

Oda a la alcachofa del gran poeta chileno Pablo Neruda

La alcachofa / de tierno corazón se vistió de guerrero, erecta, construyó / una pequeña cúpula, / se mantuvo / impermeable / bajo / sus escamas, / a su lado / los vegetales locos / se encresparon, / se hicieron / zarcillos, espadañas, / bulbos conmovedores, / en el subsuelo / durmió la zanahoria / de bigotes rojos, / la viña / resecó los sarmientos / por donde sube el vino, / la col / se dedicó / a probarse faldas, / el orégano / / a perfumar el mundo, / y la dulce / alcachofa / allí en el huerto, / vestida de guerrero, / bruñida / como una granada, / orgullosa, / y un día / una con otra / en grandes cestos / de mimbre, caminó v por el mercado / a realizar su sueño: / la milicia.

En hileras / nunca fue tan marcial / como en la feria, / los hombres / entre las legumbres / con sus camisas blancas / eran / mariscales / de las alcachofas, / las filas apretadas, / las voces de comando, / y la / detonación / de una caja que cae, / pero / entonces / viene / María / con su cesto, / escoge / una alcachofa, / no le teme, / la examina, la observa / contra la luz como si fuera un huevo, / la compra, / la confunde / en su bolsa / con un par de zapatos, / con un repollo y una / botella / de vinagre / hasta / que entrando a la cocina / la sumerge en la olla. /

Así termina / en paz / esta carrera / del vegetal armado / que se llama alcachofa, / luego / escama por escama / desvestimos / la delicia / y comemos / la pacífica pastade su corazón verde.

* Comunicadora caleña, residente en Alemania.

Hojas de albahaca en almíbar

Hoy preparé hojas de albahaca en almíbar, les aseguro que confabularon mis dos herencias e identidades, la italiana y la vallecaucana para que el resultado fuera una delicia con un aroma muy sutil, que sirve como casao con un helado de vainilla, un pedazo de queso de cabra o cuajada, o un yogur griego.

Cuentan que en la edad media y el renacimiento, tanto en Florencia como en Pisa y Padua, descubrieron el inmenso valor curativo y en la cocina de las plantas aromáticas, las cultivaron primero en los monasterios y luego, en los huertos. El Ocimum basilicum, basílico o albahaca, era usada en ese entonces, para los dolores de estómago y las naúseas.

Por mi lado, les cuento que heredé el gusto por los dulces artesanales de mis tías Prieto, criadas alrededor de un trapiche de panela y una hacienda de caña de azúcar en el norte del Cauca, tierra con gran variedad de frutas, en la que se cruzan tradiciones africanas, hispanas y nativas en los fogones de sus mujeres.

Pierdo la voluntad ante un Desamargado para Nochebuena con cáscaras de cítricos y brevas; un Mielmesabe o dulce de chicharrón con leche fresca cortada; un Cabello de ángel con papaya biche y lechosa; unos cascos de guayaba en almíbar; un melao de panela con cuajada; unas grosellas caladas; una cola de ratón con tomate de árbol o un dulce de mamey, todos ellos son alimento para mi alma y mi espíritu… y ni que decir de mi cuerpo.

Como por esta época tengo en el huerto albahaca en abundancia, coseché las hojas de esta planta mágica, portadora de buenas nuevas, originaria de la India, consagrada a Krishna, el dios del amor, y que está en forma permanente en la mesa de las ´mammas´ italianas, decidí incursionar con algo diferente a un buen pesto genoves. Me lancé a preparar unas hojas de albahaca en almíbar.

Si quiere prepararlas, tenga en cuenta que para este tipo de dulce no se debe tener afán ni usar un horno microhondas. En Italia se dice: ¨la calma é la virtù dei forti¨, la calma es la virtud de los fuertes, un dicho que aplica para la cocina en cualquier lugar del planeta.

Ingredientes para el almíbar:

  • 1 taza de agua
  • 1 /2 taza de azúcar
  • Un manojo de albahaca
  • 1 cucharadita de zumo de limón
  • 1 rama pequeña de canela

Elaboración:

  1. En una cacerola al fuego, ponga el agua, la rama de canela y el azúcar.
  2. Remueva y deje hervir durante 20 minutos.
  3. Incorpore la cucharadita de zumo de limón y remueva con cuchara de palo.
  4. Transcurrido el tiempo de cocinado del almíbar y cuando esté tipo jarabe un poco espeso, incluya las hojas de albahaca
  5.  Retire la cacerola del fuego y deje reposar

 Sirva sobre una bola de helado, una loncha de queso o cuajada o con un yogur griego.

Albahaca fresca a la mano, esta planta crece con facilidad en una matera siempre que le dé un rayo sol.

Saltimboca en el Trastevere

Por Ana Milena Puerta*. La bella Roma es muchas ciudades, muchas culturas y muchos mundos en una sola y trepidante ciudad que te envuelve y sorprende. Me sentí abrumada cuando divisé, desde una buseta de transporte público, el Coliseo Romano y pensé que jamás podría vivir en un lugar donde –mientras voy al trabajo- me encuentro con tanta historia junta. Imposible.

Entonces caminamos con mi esposo, pasando un puente sobre el río Tíber, hacia el pintoresco barrio del Trastevere (detrás del río Tévere o Tíber) donde es posible no ver turistas, pero si muchos artesanos, paisanos, vendedores, caminantes o personas disfrutando de un buen café o una copa en sus diversos lugarcitos, bares y restaurantes.

Decidimos almorzar en uno de los locales más conocidos y visitados por los romanos en la Piazza Mastai, la Ostería Pucci, con la condición de no comer más pizzas o pastas sino una preparación de la tradicional cocina romana, algo que no conociéramos. Y la encontramos.  

Se trata del Saltimboca, un plato que se prepara con carne de carnero y prosciutto crudo, se acompaña con patatine (papas) y una copa de vino blanco.

La siguiente receta, muy fácil y deliciosa, es una reinvención a partir de la original, con ingredientes colombianos. Tiempo de preparación: ½ hora. Ingredientes: 4 filetes delgados de lomo fino de res o ternera / Hojas de salvia / 4 lonchas de prosciutto o jamón serrano, de un tamaño similar a los filetes de carne / 1 y 1/2 vasos de vino blanco / Pimienta, sal / Una cebolla cabezona finamente picada / Dos cucharadas de harina de trigo / Palillos de madera / Aceite de olivas (2 cucharadas) / Mantequilla (2 cucharadas).

La salvia (Salvia officinalis), originaria de la región mediterránea, esta hierba aromática es muy usada en la cocina italiana, especialmente para adobar o condimentar la carne de cerdo o carnero.

Elaboración: en una tabla salpimiente cada filete, luego extienda uno a uno, coloque sobre el lomo unas hojas de salvia, luego una loncha de prosciutto o jamón serrano y asegúrelos con un palillo a cada lado. Pase cada filete listo por harina de trigo y sacuda el exceso. Reserve hasta tenerlos listos todos. Caliente una sartén amplia y vierta el aceite de olivas y la mantequilla, coloque los filetes por la parte donde va el jamón serrano, sofría por un minuto, voltéelos por la otra cara y deje sofreír otros dos minutos. Sáquelos del sartén. Coloque a sofreír en el mismo sartén las cebollas finamente picadas hasta que doren y luego sobre ellas el vino blanco. Reduzca un poco la salsa. Sirva cada filete en platos y vierta sobre ellos la salsa. Puede acompañarse con tajadas finas de papas fritas o papas horneadas y ensalada verde.

*Caleña, comunicadora, conversadora y escritora de poemas, cuentos y recetas de cocina. Amante de la literatura, la cultura ciudadana y el mar. Coleccionista de atardeceres, aves en vuelo y charlas interminables.

Limoncello del Cañón del Dagua

Descubrimos que el limoncello, ícono de la gastronomía de la Costa Amalfatina italiana y conocido como el elixir de la vida, se elabora en la zona del Cañón del Dagua, con limones mandarinos orgánicos del Pacífico colombiano.

Denominación de origen. En sus 25 años de estancia en Italia, Valeria Borrero recibió un regalo, el secreto de la tradición familiar de una abuela sabia del sur para preparar este licor dulce que surgió a finales del siglo XIX. A su retorno a Colombia, ella trasladó el centro de elaboración de su propio limoncello, a la finca agroecológica Cabrita, situada a 1.750 mts s.n.m., en la vereda Zaragoza del municipio de La Cumbre.

La receta secreta y sus beneficios. Como buena una alquimista, esta caleña logra esta bebida artesanal de aroma delicado, a partir de la maceración de la corteza del limón mandarino fresco en alcohol, en los tiempos de cosecha y con las medidas que son, sin preservantes ni conservantes, para que el resultado sea un licor de exquisito sabor, con un gran contenido de vitamina C y con efectos digestivos comprobados, al tomarse bien frío en una copa pequeña previamente congelada.

Dónde se consigue este Limoncello. Cada sábado en la mañana, Valeria vende las botellas de limoncello y una gran oferta de productos orgánicos y con poderes nutricionales, en su puesto del Mercado de Asoproorgánicos, en el Centro Comercial Palmetto de Cali.

¿Quién es su productora? Valeria Borrero, madre de dos chicos italianos, Saija y Liam, quien  se reconoce como activista ambiental, legado de su familia de ecologistas pioneros en Colombia. Tallerista de cocina italiana, slow food y alimentación orgánica y biotransformación. Gaia Ways Nutrición, es su apuesta actual, un proyecto de entrenamiento que propende por el bienestar y la nutrición; el fomento del cultivo propio y su preparación y transformación culinaria, reconocido como un Negocio Verde por el Ministerio del Ambiente.

Estudió en Italia, Artes Culinarios en la Academia Europea de Firenze y en España, micro nutrición y dieto terapia en el Instituto de Nutrición Celular Activa. Es terapista y miembro activo de la Alianza para la Salud del Dr. Rath en Holanda y coordinadora de la Alianza de Consumidores y Productores Ecológicos.