La madre del emigrante: Regina De Fina de Bernardi (1865 – 1955)

Mi bisabuela vivió no una, sino las dos guerras mundiales en Italia. Fue viuda por casi 40 años. De sus 8 hijos, 5 emigraron a América y no retornaron. Al final ella solo esperaba al cartero, en la puerta de su casa de campo.

Mamá Regina. Cuentan que su apellido era de origen francés y que partió de su pueblo en la frontera de la otrora Yugoslavia, en un coche de caballos rumbo a un pueblo en la provincia de Belluno, Ponte Nelle Alpi, a iniciar su vida de casada con papá Teodoro, mi bisabuelo, en Paluc, la finca de los Bernardi, donde ella viviría hasta el final de sus días.

Para ese entonces, la italiana era una sociedad patriarcal y machista, conservadora y católica en las últimas décadas del siglo XIX, en un país recientemente unificado. Ya se imaginarán cuál sería el papel destinado a la mujer.

El matrimonio. Escuché que mi bisabuelo fue maestro y tenía una plaza en Venecia; y que mi bisabuela manejaba la casa, criaba ovejas y sembraba cereales en un pedazo de tierra, en medio de las montañas del norte de Italia. Allí transcurrió la vida de ambos, tuvieron sus hijos, tres de ellos a finales del siglo XIX, Virgilio, Luigi e Ida, y los cinco restantes en los primeros años del XX, mi abuelo Antonio, María, Palmira, Mainardo y Élide. 

La Gran Guerra en los Alpes italianos. Cuenta la historia familiar que fue en Ponte Nelle Alpi, ese poblado alpino frente a las Dolomitas, que la historia del mundo con toda su crueldad, sacudió a nuestros bisabuelos. En mayo de 1915, Italia entró con los aliados a la Primera Guerra Mundial y abrió el frente alpino contra el gran Imperio Austro-húngaro. Y fue en las trincheras del propio vecindario que peleó para defender a su país y proteger su hogar, su hijo Antonio, mi abuelo, quien aún no alcanzaba la mayoría de edad.

La Brigada Alpina en la Primera Guerra Mundial. Mi abuelo Antonio Bernardi era veterano de la Primera Guerra Mundial.

La madre viuda. A meses de finalizar la Guerra, el destino le asestó a mamá Regina su primer golpe, el 18 de enero de 1918, Teodoro Bernardi, su esposo falleció víctima de la gripe, la pandemia más devastadora de la historia que en solo un año mató entre 40 y 100 millones de personas. En Italia se calcula que murieron alrededor de 400 mil personas.

La posguerra y la migración. Italia, era un país agrícola y pobre en las primeras dos décadas del siglo XX. Fueron sus mujeres, entre ellas mi bisabuela y sus hijas, quienes reconstruyeron la familia y el campo. Y ellas también, quienes despidieron para América a esposos, hijos y hermanos, en su mayoría de áreas rurales y ciudades de provincia, que salieron a buscar fortuna.

Sur América el destino de 5 Bernardis. Mamá Regina vio marchar a cinco de sus hijos. El mayor, Virgilio, partió a los campos petrolíferos de Venezuela, ahí la malaria lo venció. Mi abuelo Antonio se quedó a vivir en Colombia con su nueva familia. Tras él vino Mainardo, con quien trabajó en el ramo de la construcción y cuanto éste planeaba retornar para llevar recursos a la familia en Italia ante la amenaza de la Segunda Guerra Mundial, desapareció en el puerto de Guayaquil. Años después encontraron su cuerpo en el río Guayas. Las dos hijas María y Palmira, con sus esposos e hijos, vivirían en Mendoza y Mar del Plata, Argentina y ahí morirían al lado de sus familias.

1.Mamá Regina en Italia. 2. Camila Ospina, Antonio, Mainardo y Regina Bernardi de niña en Manizales, Colombia. 1930. 3. María y Palmira Bernardi con sus hijos Tony y Américo en los años 30, en Italia.

Las estaciones pasaron. En medio de la inestabilidad política y las transformaciones sociales de los años veinte y treinta, mi bisabuela viuda, acompañada de su hija menor Élide y la familia del hijo mayor, Luigi, vio pasar muchas estaciones en la finca, y con la nostalgia de los ausentes presenció los cambios que Italia sufrió en esa época, desde el nacimiento del fascismo hasta el ascenso de Mussolini y las Camisas Negras al poder.

La tarde del 10 de junio de 1940, ella tal vez escuchó con horror por la radio, que el Duce sumergió a la Italia fascista en la Segunda Guerra Mundial al lado de la potencias del Eje junto a Alemania. Y otra vez la locura de una confrontación bélica global llegó hasta la puerta de Paluc, los Alpes fueron el escenario de la primera batalla del Ejército Real Italiano, donde se enlistaron sus nietos, unos en la División Alpina y otros en la Regia Marina, donde un  nieto desaparecería en un submarino. Y luego despidió a otro nieto, a Teodoro Bernardi para Colombia antes de prestar el servicio militar. Y ella en la finca con su hija, nuera  y nietas, padecieron la capitulación italiana y la ocupación de las Fuerzas Armadas de los Aliados. Cuenta que la bisabuela escondía debajo de las camas a las mujeres jóvenes de la familia al paso de los estadounidenses.

Y en medio del caos de Segunda Guerra Mundial, se enteró y sufrió las consecuencias de la caída del Imperio Italiano y de Benito Mussolini; de la Guerra Civil Italiana, la caída de la Monarquía y del nacimiento de la República; de las tensiones habituales entre el norte industrializado y el sur agrícola.

Madre en la distancia. Cuentan que ella hasta sus casi 90 años, esperó noticias de los suyos a un océano de distancia, encomiendas y cartas que llegaron con meses de retraso, en muchos casos cortadas y censuradas, con el anuncio de nuevas familias y fotografías de nietos nacidos en tierras americanas, como una nieta colombo italiana que lleva su nombre, mi madre Regina Bernardi.

4, 5 y 6. Mamá Regina en la finca Paluc, con su hija menor Élide. 6. Con su hijo Luigi y su nuera Ángela.

Ella como tantas otras mujeres vestidas de negro como una marca por las heridas de las guerra, encarnaron la fuerza de la gran figura materna de la ´mamma italiana´ que hemos visto en el cine italiano, de la madre en la distancia que aceptó su destino con dignidad y resignación. Extraña combinación.

PD: Cuentan que mi abuelo Antonio, quien residía en Cali, se enteró muchos meses después que su madre había partido el 15 de octubre de 1955, cuando llegó una carta de su hermana Élide. Eran otros tiempos y otros medios de comunicación.

Hace 10 años se nos fue Mainardo Bernardi Ospina

Por Juan Antonio Bernardi Madriñán*. Repaso a una vida dedicada al deporte desde diferentes frentes, como basquetbolista de alto rendimiento por el Valle y Colombia, dirigente deportivo de la ciudad que hizo suya e hincha furibundo de la Selección Italia y del Deportivo Cali.

El 28 de enero de 2011, partió a sus 73 años Nano o el Tano, como le decían sus más cercanos familiares y amigos a mi padre, un colombo italiano nacido en Armenia (Quindío) pero hijo adoptivo de Cali, quien fuera una de las grandes figuras de la historia del deporte vallecaucano.

Inicia su carrera deportiva en Cali. El 1 de mayo de 1950, cuando mi abuelo, el constructor italiano Antonio Bernardi Defina, se trasladó a vivir a Cali con toda su familia, Mainardo fue matriculado en uno de los planteles educativos masculinos más tradicionales de la ciudad, el San Luis Gonzaga, donde descubrió su gran talento y habilidad para jugar basquetbol e inició su carrera con la pelota naranja que le dejó tantas satisfacciones y grandes amigos.

Capitán del San Luis Gonzaga. Entre los años 1952 y 1957, se destacó como capitán del equipo de su colegio, fueron campeones departamentales en los Juegos Intercolegiados en diversas ocasiones, y sus grandes rivales, como él recordaba de esa gran época, fueron el Pascual de Andagoya de Buenaventura y el Berchmans de Cali.

Valle campeón nacional en básquet. Siguió su carrera ascendente, portó la camiseta de capitán de la Selección Valle Juvenil y de mayores, representó al departamento y al país en varios campeonatos nacionales e internacionales. Fue uno de los artífices de dos de los triunfos más sonados en básquet del Valle para esos años, el Campeonato Nacional de 1958 y el título en los Juegos Nacionales de 1960.

Triunfo histórico en Sudamericano de Clubes en Quito. Como campeón en 1958, el seleccionado rojo y blanco, se ganó el derecho de ir a jugar como Selección Colombia con el uniforme del Valle, en la cuarta edición del Campeonato Sudamericano de Clubes Campeones en la capital ecuatoriana. Ahí los vallecaucanos, entre los que se encontraba Mainardo, lograron una victoria histórica, vencer por primera vez al equipo San Lorenzo de Almagro, que representaba al seleccionado argentino y que quedó subcampeón.

Mi padre narraba como previo al cotejo con los gauchos, los colombianos habían derrotado a los chilenos por un marcador apretado y habían caído ante el combinado paraguayo por un score estrecho, al tercer compromiso llegaron con la necesidad de triunfar y seguir en carrera en dicho campeonato. Fue un partido de mucha tensión y coraje, el elenco colombiano dirigido técnicamente por Jaime Mendoza y el argentino Juan Rocheteux, se batió con garra y tesón dentro del terreno con jugadores de la talla de Christopher, Luna, Peñaloza, Nemen, Bernardi, Soler, Ochoa, Lema, Hormaza, Reyes y Quezada. Ellos derrotaron a los argentinos ante 7.000 espectadores por marcador de 67 a 64.

Joaquín Marino López, periodista de gran reconocimiento en el país y enviado especial de Cicrodeportes Valle a cubrir el campeonato suramericano, la describió como la “Noche de gloria para Colombia.

El cierre de su carrera. En 1960, Mainardo participó en los VIII Juegos Atléticos Nacionales de Cartagena, donde el seleccionado vallecaucano ganó la medalla de oro. Prácticamente en ese momento y con ese triunfo, cerró su ciclo como deportista de alto rendimiento.

En la dirigencia deportiva del Valle. Ya en la década del setenta, Nano siguió vinculado al deporte, se destacó como dirigente deportivo, llegó a ser miembro de la Liga Vallecaucana y la Federación de Básquetbol. Hizo parte del comité organizador de VI Juegos Panamericanos en 1971 y apoyó con sus ejecutorias para que Cali fuera sede del VII Campeonato Mundial de Baloncesto Femenino en 1975.

El fútbol fue su otra gran pasión, siguió los pasos de la Selección Italia en cada mundial al punto que salía a vacaciones para sentarse a hacerle barra, celebró por todo lo alto la Copa  España 1982 y Alemania 2006.

Por muchas décadas mi papá le entregó su corazón hasta el día de su partida a la institución verde y blanca, primero como dirigente y luego animando y acompañando como cualquier hincha en el estadio, a su equipo de fútbol, el Deportivo Cali.

Con su esposa y compañera de vida, Selima Madriñán, el día de su matrimonio (Capilla de Santa Teresita, Cali 1969)

Hace 9 años partió y dejó un vacío grande entre mi madre Selima, mi hermana Paola y el grupo de la familia Bernardi. Su gran enseñanza fue la entrega y los valores donde siempre estuvo el deporte como prioridad en su vida.

El basquetbol y el fútbol le dejaron grandes amigos, pero ninguno como Daniel Claros que fue su cómplice de aventuras, travesuras y grandes gestas deportivas. Con el ´Negrito´ Claros, su hermano del alma, habían nacido el mismo día y sin saberse se volvieron inseparables desde niños. En la foto durante la celebración conjunta de sus 70 años.

*Cronista deportivo e hijo de Mainardo Bernardi

Mi tarde en Ponte Nelle Alpi, el terruño de los Bernardi

Por Maritza Camacho * . A finales de septiembre de 2016, mientras Colombia vivía una gran polarización por cuenta de la consulta popular que refrendaría los acuerdos de los Diálogos de Paz con las -FARC- para poner fin a décadas de violencia, me dirigía a Ponte Nelle Alpi, una población alpina de la provincia de Belluno en Italia, lugar donde nació Antonio Bernardi, el abuelo de la autora de este blog, y donde de verdad respiré paz.

La visita a Ponte fue un acuerdo logrado en los diálogos que sostuve con La Bernardi cuando preparaba mi primer viaje a Europa, un sueño aplazado por más de 20 años y que cumplí con su complicidad. Nuestro acuerdo consistió en que nos quedaríamos tres días en Amsterdam y yo la acompañaría a esta población que no figura en los planes turísticos pero que valió la pena conocer.

Así fue como un lunes en la mañana, después de dos días en la ensoñadora Venecia, abordamos un tren que nos conectaría con las raíces de La Bernardi en dos horas, no sin antes detenerse en Conegliano, población de la provincia de Treviso, región del Véneto, conocida por sus vinos secos. Allí estuvimos media hora, la que aprovechamos para salir a conocer los alrededores de la estación y así sumar un lugar más a mi periplo que por poco termina aquí, pues casi me deja el tren.

El encuentro. Llegamos a la estación de Ponte a medio día. Empezamos a recorrer sus calles solitarias bajo un sol de otoño para buscar los únicos referentes que teníamos de los Bernardi, el bar y su Macelleria (carnicería). En el camino nos detuvimos varias veces a contemplar los bellos jardines que engalanan las viviendas de esta localidad que en sus 58 Km2, alberga alrededor de 8.000 habitantes y tiene como vocación empresarial los servicios, la ingeniería y la construcción. De ahí entendí el legado del abuelo Bernardi. No tardamos mucho en encontrar este negocio ubicado en la Viale Dolomiti, pero para nuestra sorpresa estaba cerrado. Aquí los lunes no se trabaja.

Justo cuando La Bernardi había pasado de la emoción de encontrar el local de sus familiares a la desilusión por hallarlo cerrado y terminábamos de hacer las fotos para el recuerdo junto al aviso de la Macelleria, llegó nuestro salvador, el dueño del bar contiguo que perteneció a los sobrinos de don Antonio.

Macelleria Bernardi, un negocio de tradición familiar

Para nuestra felicidad era un amigo de la familia quien, además de atendernos amablemente con paninis, focaccias y un aperol, realizó las llamadas necesarias para hacer posible que yo, después de aterrarme porque en el baño no existía batería sanitaria si no que me tocó sacar mis dotes de equilibrista para apoyarme en unas huellas de zapato y tratar de apuntar directo a un sifón en el piso, fuera testigo del encuentro colombo italiano.

Al poco tiempo aparecieron el primo de la nueva generación, Luigi Bernardi, su esposa y su madre. Pasados los saludos e intercambio de información que confirmaba sus lazos familiares, amablemente se ofrecieron a llevarnos a Paluc, la finca de la que La Bernardi escuchó tantas historias de su abuelo Tony.

Como Heidi en la pradera. Paluc, nos explicó el primo Luigi, significa zona de humedal. Está ubicada a pocos minutos del casco urbano en un recorrido que permite disfrutar de llanuras, de las aguas del histórico río Piave y de las Dolomitas, y es que según su sitio oficial Ponte Nelle Alpi tiene alturas desde 380 a 2.350 m. s. n. m. que privilegian su geografía. La construcción de la casa de los Bernardi se remonta a 1865, tiene gruesos muros en piedra que guardan la historia de esta familia. Los árboles de higos, pinos, el hermoso paisaje de un valle y las Dolomitas que la rodean, conforman una postal que me hicieron sentir como Heidi, la protagonista de una de mis series preferidas de infancia.

Las tías, Nairo, Urán, Juanes y Cuadrado. De regreso a Ponte nos recibieron en su casa la sobrina del abuelo, Liliana Bernardi y su cuñada Pepina, para compartir una simpática tertulia en la que predominó el vino y el ‘itañol’. Ellos tratando de entender nuestro español y nosotras chapoteando el italiano.  Y así en medio de balbuceos y señas, fue muy gratificante saber que ya en otras latitudes los referentes de Colombia son los jóvenes deportistas como Nairo Quintana, Rigoberto Urán, Juan Guillermo Cuadrado y artistas como Shakira y Juanes. La tarde terminaba y debíamos regresar a Venecia para continuar el día siguiente nuestro itinerario. Luigi y su esposa nos acompañaron a la estación. Mientras esperábamos el tren compartimos con ellos un café y hablamos de la tan anhelada paz de Colombia, que después de esta tarde en la que estas personas que sin conocernos generosamente confiaron en nuestra palabra y nos abrieron las puertas de sus hogares sentí que si se podía lograr. Hoy, recordándolos no pierdo la esperanza de que algún día en nuestro país la noticia más violenta sea “Que el gato del vecino se cayó del tejado”, como nos contó Luigi sucedía en Ponte.

En 1963 Antonio Bernardi regresó por primera y única vez a Italia para vivir un año. En la foto con uno de sus sobrinos en Ponte Nelle Alpi.
Antonio Bernardi con su esposa Camila y dos de sus sobrinos, Giovani Bernardi y Amelia en Ponte Nelle Alpi. 1963

* Caleña por adopción, comunicadora y curiosa de conocer el mundo

La huella de un caballero italiano

La huella de un caballero italiano *

Tres décadas después del fallecimiento de Antonio Bernardi De Fina nos sorprendió muy gratamente la iniciativa de investigar y plasmar en documentos públicos, el legado como constructor en Armenia, por parte de dos estudiantes, Laura Ossa Sánchez y Guido García Ardila, y luego de la docente de Arquitectura de la Universidad de la Gran Colombia, María Eugenia Beltrán Duque.

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‘Fragmentos de memoria Armenia 1930 -1940 ‘obra de Antonio Bernardi’ representa, ante todo, un reconocimiento al aporte urbanístico que hizo como ingeniero constructor al progreso y al desarrollo de muchas de las ciudades colombianas, y en este caso específico en el eje cafetero, cuando de nuestro padre y abuelo contribuyó al equipamiento básico de una Armenia que apenas despertaba al Siglo XX.

En estas letras queremos narrarles, distintas facetas de la vida personal y privada que vienen a nuestra memoria de Antonio Bernardi, sobre su personalidad arrolladora y su carisma sin igual, que marcaron e influenciaron de diversas maneras a cada uno de los integrantes de la familia Bernardi, que tiene como base la ciudad de Cali, pero que como herencia de su abuelo, ha visto emigrar hacia otras latitudes para desarrollar sus proyectos personales, a varios de los suyos.

Para nosotros, Tony fue y sigue siendo el eje central de nuestro pequeño clan colombo italiano. Lo recordamos como el hombre enamorado hasta sus últimos años de su esposa Camila, la joven manizalita que se le metió en el corazón al punto de convencer a un trotamundos de quedarse en tierras colombianas para fundar su hogar; como el padre ejemplar de cuatro hijos con los cuales desarrolló una relación sólida de gran admiración a través del tiempo; como el abuelo cariñoso y cómplice de las travesuras de sus nietos, y como el narrador de múltiples historias sobre su patria y su paso por América Latina.

Antonio Bernardi y sus tres hijas, Gladis, Italia y Regina

Fue un caballero italiano en toda la extensión de la palabra, que supo cultivar la amistad de personas de todas las generaciones y clases sociales, testimonio de ello fue la chiva proveniente de ‘Lomitas’, corregimiento de La Cumbre, Valle del Cauca, que llegó cargada con la mitad de la población, para acompañar a don Antonio en su último adiós.

Tony, como buen italiano, ejerció con todas las de la ley el gusto por la cocina y el buen comer, caía seducido por los sabores y los olores de un plato de pasta y un trozo de queso, un mango maduro o una arepa de maíz. Como buen europeo, le gustaba tomarse un aperitivo antes del almuerzo, y que mejor que un trago de aguardiente en El Cairo, la tienda de la esquina de su casa, en el barrio El Peñón. El resultado era evidente, sus ojos se volvían de un verde más profundo y su lengua se soltaba para hablar con los vecinos.

Como descendiente de campesinos italianos norteños, sembró en nosotros el amor por la tierra. Siempre se sorprendía de la fecundidad del suelo colombiano, que arrojaba cosechas durante el año entero a diferencia de su tierra de estaciones, por eso su primera acción cuando veraneaba con su hija Regina y sus nietos en ‘Lomitas’, era sembrar y cuidar la huerta de la finca y luego, cada mañana, recoger  sus frutos que iban con destino a un plato de ensalada fresca que comía con fruición. De la tierra también admiraba la belleza de las flores que cultivaba con mucha dedicación, en su balcón y en el patio de su apartamento, el cual llegó a poblar de muchas variedades de violetas.

Pero si algo lo definía y caracterizaba era su gusto por la palabra, por una buena charla, ya que era una magnífico contador de historias y anécdotas. En todas ellas, por supuesto, él era el gran protagonista, el héroe imbatible, el soldado que defendió a su patria cuando se enroló con el ejército alpino durante la Primera Guerra Mundial; o cuando regresó a su pequeña tierra enclavada en los Alpes y se encontró con la ruina y el desabastecimiento en la finca paterna de Paluc y decidió buscar un mejor destino en ‘La América’ que ofrecía grandes perspectivas de trabajo; o cuando tomó la decisión de su vida de emprender un nuevo camino, de atravesar los mares a una tierra nueva y desconocida, y convertirse en emigrante para llegar al Puerto de Buenos Aires, como cientos, como miles de europeos que hemos visto en el cine y en la televisión.

El carné de alpino Antonio Bernardi del ejército italiano. Él participó en la I Guerra Mundial

En sus cuentos también personificó al viajero, al descubridor de culturas y sociedades por los Andes Americanos, por Bolivia, Perú, Ecuador, hasta arribar a Colombia, por el puerto de Tumaco, donde su salud sufrió los rigores del clima. Fue el aventurero y visionario que se adentró en la geografía colombiana para dejar testimonio de su profesión en edificaciones que aún en están en pie, en Manizales, Armenia, Ibagué, Bogotá, Girardot, Circasia y Cali, su destino final.

Ese era nuestro padre y abuelo. Un hombre sencillo, que disfrutaba del cine de Louis de Founes y las novelas de bolsillo del ‘far west’. Un inmigrante en tierra colombiana que respetó las tradiciones de la sociedad que lo acogió y le ayudó a formar una familia nueva, pero que nunca perdió su propia identidad nacional y sus vínculos culturales con Italia, la cual siempre tuvo en su corazón y que transportó en su charla cotidiana con sus referentes afectivos sobre su gente, sus antepasados y sus costumbres.

En nombre de los descendientes de Antonio Bernardi, de sus hijos Regina, Gladys, Italia y Mainardo, y de sus nietos, Adolfo, Maritza, Liliana, Juan Carlos, Mauricio, Andrés Felipe, Jorge Alonso, Isabella, Luis Alfredo, Juan Antonio y Paola, gracias por este homenaje a Tony, pues al leer estas páginas resulta claro que su paso por estas tierras dejó no sólo su recuerdo permanente en nuestros corazones, sino una huella imborrable en la historia de muchas de las ciudades colombianas.

Reunión de los descendientes de Antonio Bernardi a los 40 años de su partida (2017)

*Prólogo del libro ‘Fragmentos de Memoria de la Ciudad de Armenia Años 30 al 36 del siglo XX obra de Antonio de Bernardi ‘. Autoras: Arquitecta María Eugenia Beltrán Franco – Laura Ossa Sánchez. Noviembre de 2010

Antonio Bernardi De Fina

Todo comenzó con mi abuelo, Antonio Bernardi De Fina (1*), un italiano de la provincia de Belluno, que cuando el mundo apenas se despertaba de la locura de la primera Guerra Mundial, bajó de sus montañas desde una pequeña población, Ponte Nelle Alpi, para embarcarse y cruzar el océano Atlántico para hacer ‘La América’ en 1922.

1.Paluc, finca familiar, Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno. Pasaportes y documentos de extranjería expedidos en varios países de América Latina.

Entre 1922 y 1926, fue caminando por Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador, trabajó en diversas obras y se fue formando como ingeniero constructor, y en esos lugares de nuestra geografía americana donde dejó su huella y estos a su vez, ejercieron influencia en él.

El ingeniero constructor Antonio Bernardi De Fina, hacia 1924, en Lima (Perú), en la 2. con un grupo de amigos y en la 3. con su primo italiano Jorge De Fina, con quien viajó.

Y en este continente de promesas, específicamente en Colombia, Antonio inició un nuevo proyecto de vida, una familia con la normalista Camila Ospina Mejía (2*), con quien se casó el 2 de mayo de 1928 en la ciudad de Manizales y tuvieron cuatro hijos: Regina (1929), Gladys (1931 – 2002), Italia (1935) y Mainardo (1938-2011).

5 Camila y Antonio, Manizales 1928. 6. Camila, Antonio, Mainardo y Regina Bernardi, Manizales 1928. 7. Gladys, Italia y Regina. Bogotá en los años 40. 8. La familia en Bogotá 1946.

Y en tierras colombianas se hizo a un nombre como ingeniero constructor y a un reconocimiento que aún perdura, por el movimiento de modernidad tanto en el campo del urbanismo como en el de la ingeniería, que generó con sus construcciones en varias ciudades colombianas, como Manizales, Armenia, Ibagué, Girardot, Bogotá y Cali, a partir de la década del veinte hasta pasados los años cincuenta en el siglo XX. (4, 5, 6*)

Fotografías. Portada y foto 9., Antonio Bernardi, con la maqueta y construcción de edificio de la Plaza de Mercado de Armenia, 1935, obra monumento nacional según decreto de 1995. 10. Alcantarillado Ibagué 1940. 11. Teatro Tolima en Ibagué inaugurado en 1940. Obra monumento nacional según decreto de 1995. 12. Hotel Tocarema en Girardot 13. Edificio Colón Bogotá 1940.

Fuentes citadas. *Gracias a la narración de mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi, se ha reconstruido esta historia. Con el apoyo de Jorge Alonso Rengifo en la digitalización del archivo fotográfico de la familia.

(1*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi en la provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi y Regina De Fina. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (*2) Camila Ospina Mejía, nació (5-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda – hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970).

(3*) Artículo en el blog La Bernardi  La madre del inmigrante, Regina De Fina de Bernardi (1865 – 1955),    http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/regina-de-fina-de-bernardi-1865-1955-el-coraje-de-la-madre-del-emigrante/ (*4) Teatro Tolima, 80 años de una joya con el sello Bernardi Artículo publicado en el blog La Bernardi que narra el periodo 1938 – 1940 de las obras construidas por Antonio Bernardi en Ibagué   http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/teatro-tolima-80-anos-de-una-joya-con-el-sello-bernardi/ (5*) El cerco del Gobierno Colombiano al constructor italiano, Antonio Bernardi, durante la Segunda Guerra Mundial http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/el-cerco-del-gobierno-colombiano-al-constructor-italiano-durante-la-segunda-guerra-mundial/ (6*) Artículo Así vivieron los Bernardi Ospina el 9 de abril de 1948, publicado en el blog La Bernardi  http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/asi-vivieron-los-bernardi-ospina-el-9-de-abril-de-1948/