Festival Sanremo 2021

Pódcast de Sanremo, el Festival de la Canción Italiana, la gran fiesta nacional que representa el alma de los italianos y el barómetro a través del cual se mide el estado de salud de esta sociedad desde hace ya 71 años

Se apagaron las luces de San Remo, El Festival de la Canción Italiana. Esta edición fue atípica sin público en el Teatro Ariston y sin fans en las calles.

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Más allá de ser una competencia musical esta es la gran fiesta nacional que representa el alma de los italianos y el barómetro a través del cual se mide el estado de salud de esta sociedad desde hace ya 71 años.

En América Latina los ídolos italianos encarnaron los sueños románticos de los jóvenes latinoamericanos quienes los descubrieron en las emisoras, las salas de cine y en la pantalla chica a blanco y negro, cantando letras poéticas e inéditas con las cuales se identificaron.

San Remo ha escrito una historia musical rica y diversa desde 1951 y nos ha regalado grandes emociones a través de  la musicalidad de la lengua italiana. En las calles se dice que San Remo es San Remo y la verdad es que el festival es sagrado para una buena parte de los italianos, como también las figuras que se han ganado la estatua del León de San Remo en el mítico Teatro Aristón.

Equipo creativo de La Bernardi: Editora de la Sección 🎤 Isabella Prieto Bernardi –  colaboradora desde Italia, Liliana Velásquez, en sonido Marcio Reyes y en redes 🎧 Sofía García.

🔈Escúcha cada viernes la sección en Café Cultural después de las 8.45 a.m. por 📻 Clásica 88.5 FM. Pódcast disponible en 🎙️Spotify y ✍🏻www.labernardi.com

Dante 700 (19/2/2021)

🎙️Estamos en la radio!!! A partir del viernes 19 de febrero, acompaña a Isabella Prieto 🇨🇴 🇮🇹 𝗟𝗮 𝗕𝗲𝗿𝗻𝗮𝗿𝗱𝗶, 𝘂𝗻𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗖𝗼𝗹𝗼𝗺𝗯𝗶𝗮 𝗲 𝗜𝘁𝗮𝗹𝗶𝗮, en vivo por 📻 Clásica 88.5 FM Pódcast disponible en www.labernardi.com
Iniciamos con el padre de la lengua italiana, el pensador, Dante Aliguieri, con ocasión de los 700 años de su muerte. Su aporte y anécdotas.

🎙️Estamos en la radio!!! A partir del viernes 19 de febrero, acompaña a Isabella Prieto 𝗟𝗮 𝗕𝗲𝗿𝗻𝗮𝗿𝗱𝗶, 𝘂𝗻𝗮 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲 𝗖𝗼𝗹𝗼𝗺𝗯𝗶𝗮 𝗲 𝗜𝘁𝗮𝗹𝗶𝗮, en vivo por 📻 Clásica 88.5 FM. Pódcast disponible en www.labernardi.com. Iniciamos con el padre de la lengua italiana, el pensador Dante Aliguieri, con ocasión de los 700 años de su muerte. Su aporte y anécdotas.

El padre de la lengua italiana, el pensador, Dante Aliguieri, conocido como el poeta supremo, nacería en la pujante Florencia del siglo XIII, cuando Italia era un mosaico de pequeños estados. Defensor activo de la unidad italiana. Su obra poética La Divina Comedia, que le llevaría 17 años escribirla, es considerada una de las obras máximas de la literatura universal producida en la Europa de la Edad Media. En este 2021 se conmemoran 700 años de su muerte, Italia lo declaró el año de Dante y el 25 de marzo, su día nacional. Dante 700 es una oportunidad magnífica para contarle al mundo el valor inmenso del aporte de Italia, la Toscana  y Florencia a la construcción de una lengua, el italiano.

Colaboradores: el historiador Nelson Osorio, gestor cultural y coordinador de algunas iniciativas alrededor de Dante 7OO, por encargo de la Embajada de Italia en Colombia y del Instituto Italiano de Cultura y la comunicadora caleña radicada hace más de 20 años en el norte de Italia,  Liliana Velásquez.

🔈Escúcha cada viernes la sección en Café Cultural después de las 8.45 a.m. por 📻 Clásica 88.5 FM. Pódcast disponible en 🎙️Spotify y ✍🏻www.labernardi.com

Con el equipo creativo de La Bernardi: 🎤 Isabella Prieto Bernardi 🎧 Sofia García y Marcio Reyes.

Proyecto artístico y social: un nuevo ‘Gracias a la Vida’, en medio de la pandemia y por una causa social

Seis voces femeninas internacionales –la mayoría con raíces latinas y un toque colombiano e italiano – se unen a la iniciativa de la cantante canadiense-uruguaya, Gisun, con una versión muy refinada y moderna de Gracias a la Vida, un himno de esperanza y solidaridad en tiempos de pandemia, destinado a recoger fondos para la ong Music Heals, que ofrece programas gratuitos de musicoterapia.

Por Freddy Vélez desde Toronto*. Seis voces femeninas internacionales –la mayoría con raíces latinas– siguen desde Toronto la iniciativa de la cantante canadiense-uruguaya, Gisun, quien busca fondos para Music Heals, ong que ofrece programas gratuitos de musicoterapia.

Una versión muy refinada y moderna de Gracias a la Vida se torna en un himno de esperanza y solidaridad en tiempos de pandemia, con toque colombiano e italiano desde Canadá. La música y su poder sanador con influencia pop y avant-pop, con seis delicadas voces, acompañadas de dos estupendas guitarras.

El Proyecto Gracias a la Vida lanzado éste 10 de febrero en diferentes plataformas de ‘streaming’ se espera que alcance gran impacto internacional dada la participación de artistas de múltiples orígenes y que viven en cinco ciudades del mundo: Toronto, Nueva York, Londres, Montreal, Vancouver y Guayaquil.

A la cabeza está Gisun, quien divide su tiempo entre Toronto y Vancouver. Esta canta-autora canadiense acude a su herencia latina y a su origen uruguayo, para retomar el tema que en 1966 escribiera la chilena Violeta Parra y que se hiciera popular en la voz de la folclorista argentina Mercedes Sosa.

Al reflexionar sobre este último año, creo que, a pesar de la extraña aventura que ha sido, también ha habido mucho que agradecer. El poder de la música nos une y nos ha ayudado a todos en los procesos de sanación. La música es una fuerza que nos acompaña en todas las etapas de la vida...”: dice Gisun, quien quiso enviar un mensaje doble de gratitud y de llamado a la solidaridad.

En este trabajo se destacan las voces de Bianca Muñiz y Joy Morales -residentes en la Gran Manzana y que comparten raíces colombo-puertorriqueñas; al igual que Luz Pinos, de Guayaquil, Ecuador; Ada Lea, residente en Montreal y Sans Soucis, artista ítalo-congolesa. Además de su talento, a estas artistas las une su sensibilidad para participar activamente como voluntarias en apoyo y convocatoria entre sus comunidades.

Acompañan a estas voces con una sutil ejecución musical los guitarristas Stephen Orr y Alper Tuzcu. El video musical que apoya el proyecto, producido por Rodrigo Ferrat, compila las actuaciones independientemente grabadas por cada artista durante la pandemia. Con el ánimo de llegar a una audiencia global y particularmente para conectar con comunidades latinoamericanas, el video musical incluye subtítulos en inglés, francés, italiano y portugués.

Music Heals. Para aportar en un tiempo tan difícil al bien común, lo que se recaude por esta producción irá a esta entidad sin fines de lucro canadiense que ofrece en Vancouver, sesiones de musicoterapia para pacientes en hospitales de niños, centros para adultos mayores, entidades de cuidado paliativo, programas para enfermos con sida/VIH, jóvenes en riesgo, rehabilitación y apoyo en procesos de duelo. Hasta la fecha, Music Heals ha financiado más de 32.000 sesiones de musicoterapia.

Para conocer más sobre Music Heals en las redes sociales @graciasalavidaproject www.gisunmusic.com

Freddy Vélez, periodista colombiano radicado en Toronto

Un barrio, un colegio, una ciudad: 1954

Éste no sería un año cualquiera, dejaría muchas marcas a su paso: el constructor italiano, Antonio Bernardi, excavaría los cimientos su edificio en el barrio El Peñón donde le daría la bienvenida a su primer nieto y viviría hasta el final de sus días; Cali se consolidaría como Capital Deportiva con la realización de los VII Juegos Atléticos Nacionales y Colombia al fin le concedería el derecho al voto y a ser elegidas a las mujeres y se inauguraría la televisión pública con Rojas Pinilla, una dictadura que ya había empezado a mostrar fracturas ante la opinión pública.

Éste no sería un año cualquiera, dejaría muchas marcas a su paso: el constructor italiano, Antonio Bernardi (*1), excavaría los cimientos su edificio en el barrio El Peñón donde le daría la bienvenida a su primer nieto y viviría hasta el final de sus días; Cali se consolidaría como Capital Deportiva con la realización de los VII Juegos Atléticos Nacionales y Colombia al fin le concedería el derecho al voto y a ser elegidas a las mujeres y se inauguraría la televisión pública con Rojas Pinilla, una dictadura que ya había empezado a mostrar fracturas ante la opinión pública.

El edificio Bernardi. En la margen derecha del río Cali, en los altos del sector de El Peñón (*A), por los lados de la quebrada Los Suspiros, Antonio Bernardi a sus 54 años, compraría un lote para cumplirle a su esposa Camila Ospina (2*), la promesa de volver a tener techo propio. Ese año excavaría los cimientos y echaría plancha con varios obreros quienes lo habían seguido mientras él levantaba edificaciones de diversos usos en varias ciudades de Colombia desde cuando llegó a este país en 1926 (B*).

Con el mismo novedoso sistema de construcción de sus otras obras, el ferroconcreto, Antonio haría el edificio Bernardi, diagonal a la Avenida Circunvalar y a solo tres cuadras de la Avenida Colombia. Cuando los dineros escasearon a finales de 1954, los Bernardi Ospina se trasterían aún en obra negra al tercer piso. Y para terminarlo Antonio solicitaría un préstamo a 20 años con el Banco Central Hipotecario que religiosamente pagaría cada mes en cuotas de $700 pesos, hasta pocos años antes de morir.

Un poco de historia del barrio El Peñón

Antonio y Camila, con tres de sus hijos, Gladys, Italia y Mainardo (*4), llegarían a vivir a su nuevo vecindario del oeste de clase media, un sector que tomó su nombre de una roca gigantesca y con una historia que se remontaba a una hacienda y su casona, propiedad del padre de Jorge Isaac, donde el escritor colombiano terminaría su novela cumbre, María (1867) cuando Cali era apenas un villorio.

En los albores del siglo XX, mucho antes de constituirse en barrio (1964), El Peñón tenía gran movimiento comercial con una trilladora de café, una fábrica de hielo y una planta de bebidas gaseosas y procesamiento de sidra holandesa, conocidas mucho después como Postobón. Además contaba con el Charco del Burro, un balneario natural con chorrera incluida, para el tradicional ´baño de río´ de la muchachada caleña que asistía en masa hasta que desapareció sin ninguna explicación para la ciudad, al desviar el río para alargar la Avenida Colombia en épocas de la dictadura. Luego en esos terrenos se construiría el Museo La Tertulia (1968).

Colegio de la Sagrada Familia. A media cuadra del edificio Bernardi estaría el primer colegio femenino de Cali, creado por dos hermanas belgas de la Providencia, Atanasia Derneden y Fortunata Palome y ocho religiosas ecuatorianas. El plantel primero operaría frente a la iglesia Santa Rosa (1907) cuando esta ciudad no era capital y este departamento no existía; para los años veinte las hermanas trasladarían la institución al bello edificio republicano de tres pisos con capilla, arcos, corredores interiores y su gran patio central que construirían en toda una manzana, a cargo del ingeniero italiano Ruggero Rizzeto.

El ingeniero italiano Ruggero Rizzeto, constructor del Colegio de la Sagrada Familia en el barrio El Peñón de Cali.

El colegio sería el marco perfecto para uno de los costados de la ´Plazuela de El Peñón´, para ese entonces atravesada por 4 calles y el tráfico de la ciudad.

Muchas colegialas caleñas estudiarían en esa sede de El Peñón y serían formadas por las religiosas como “dignas damas de la sociedad y excelentes madres de familia”. En ella se graduaría de Comercio Superior (1953) Italia Bernardi a sus 18 años, para trabajar como secretaria general de Confecciones Hércules y apoyar su familia. Hacia 1959 Adolfo Prieto Bernardi, el primer nieto los Bernardi Ospina, también ingresaría a la Sagrada Familia, al primer kínder mixto que habría para los niños de Cali.

Serían varias las instituciones educativas que funcionarían en ese pequeño barrio, el Colegio Santa Rita del Peñón y la Escuela Isaías Gamboa. Frente al río estaría el Colegio El Amparo (hoy Hotel Intercontinental) de la congregación franciscana, que desde 1914 daría refugio en sus dos plantas a niñas y jovencitas que lo requerían.

Italianos en El Amparo. Ese sería albergue en 1954, para un grupo de inmigrantes italianos de Parma recién llegados y en busca de trabajo. La comunidad italiana apoyaría la integración de sus paisanos a la sociedad vallecaucana de diferentes maneras, con clases de español y con aquellas veladas vespertinas con baile, tarantelas y preparaciones de la madre patria, en la sede del Centro Italiano frente a la iglesia La Merced, donde era común encontrar a la jovencita Italia entablando amistades y aprendiendo palabras de italiano.

En esas calles por las cuales vecinas como Gladys Bernardi y Fica Vidal se movilizarían en los buses Rojo y Crema y Rojo Plateado para ir a sus oficinas en la Plaza de Caycedo, era familiar ver caminando a Antonio Bernardi, quien hacía una parada casi casi que obligatoria y a diario en El Cairo, la tienda sobre la Circunvalar, para tomarse una copa de aguardiente como aperitivo antes del almuerzo, mientras al caer la tarde los fines de semana pasaba acompañado de su esposa Camila, rumbo a la loma de San Antonio.

El vecindario de los Prieto Bernardi. Y a eso de las 5 de la tarde cuando el sol se ocultaba, pasearían los recién casados, Álvaro Prieto (*5) y Regina Bernardi, con su primer bebé, Adolfo y luego con las pequeñitas Maritza y Liliana, por los lados de los tanques y el parque del Acueducto o del estadero el Obelisco para disfrutar la brisa fresca de los Farallones y comer empanadas vallecaucanas a orillas del río.

1954: La Capital deportiva de Colombia

A esa Cali que dormía siesta al medio día después de un buen sancocho de plátano guineo y que la movían la música y el deporte, se la tomaría el frenesí para terminar a tiempo el Coliseo Evangelista Mora y las Piscinas Olímpicas Alberto Galindo Herrera de la Unidad Deportiva y las obras de remodelación del Estadio Pascual Guerrero en el barrio San Fernando, todos ellos escenarios oficiales de los VII Juegos Deportivos Nacionales.

Causaría gran revuelo la llegada de cerca de tres mil deportistas de 25 delegaciones por vía terrestre y en los 38 vuelos que aterrizarían en Calipuerto, el aeropuerto de esa época ubicado sobre la carretera Cali-Candelaria.Entre los 9 mil espectadores que llenaron el estadio ese sábado 17 de julio para la fiesta inaugural, se encontrarían dos parientes, Ricardo Prieto Díaz (*5) y Mainardo Bernardi Ospina(*C), figuras del baloncesto que le dieron grandes triunfos al uniforme rojo y blanco.

Ricardo y Mainardo… y el baloncesto. Ricardo con el seleccionado masculino de mayores le devolvería el título al departamento en el Campeonato Nacional de Básquet de 1950. Y Mainardo, quien se destacaba a sus 16 años en el equipo del Colegio San Luis y luego como capitán de la Selección Valle Juvenil y de mayores, conduciría al departamento a lo más alto del pódium en el Nacional de Básquet de 1958 y los VII Juegos Deportivos Nacionales de 1960.

Desde las graderías los dos concuñados deportistas aplaudirían con emoción la entrada del medallista panamericano portando la llama olímpica, el caleño Jaime Aparicio, y durante el desfile de atletas al gran favorito de las justas, el conjunto vallecaucano. Y con temor durante la pomposa ceremonia de inauguración que nombraría a María Eugenia Rojas como madrina de los juegos, ellos escucharían el discurso del presidente de la República, el teniente general, Gustavo Rojas Pinilla.

La dictadura en su primer año

El país estremecido apenas se reponía de la masacre hacía unas pocas semanas de los 18 estudiantes de la Universidad Nacional que marchaban pacíficamente por la Carrera Séptima de Bogotá a manos de una patrulla militar. En medio de la censura a los medios y la represión a sus contradictores, el Gobierno militar inauguraría la televisión pública el 13 de junio de 1954, a las 9 p.m. como su caja de resonancia ya que Rojas Pinilla había conocido los alcances de esta caja mágica durante una visita a la Alemania Nazi.

El voto femenino. Por motivos más políticos que de igualdad de género, la Asamblea Nacional Constituyente aprobaría el Acto Legislativo N.° 3 del 25 de agosto  de 1954 que le concedería a la mujer el derecho al voto y a ser elegida, aunque las colombianas no saldrían a sufragar sino hasta el plebiscito de 1957, o sea 3 años después. Pero esa es otra historia…

Fuentes citadas. *Agradecimiento a mi madre, Regina, y a mi tía, Italia Bernardi, por compartir sus recuerdos. Archivo fotográfica de las familias Bernardi y Prieto. Fotografías antiguas de diarios de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero y el Fondo Archivo del Patrimonio Fotográfico y Fílmico del Valle del Cauca.

(*A) Documento de consulta. Historia de Cali en el siglo 20: sociedad, economía, cultura y espacio. Édgar Vásquez Benítez. Universidad del Valle 2001.

 (*1)Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi Viller (hijo de Bartolo Bernardi y Yacomina Viller) y Regina De Fina Zitran. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (*2) Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda, hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970). (*3) Los 4 hermanos Bernardi Ospina: Regina Bernardi de Prieto nació en Manizales el 24 de julio de 1929 y el 19 de diciembre de 1953 se casaría con Álvaro Prieto Díaz, padres de Adolfo, Maritza Fernanda, Liliana, Mauricio e Isabella. Vive en Cali actualmente. Gladys Bernardi nació en Manizales el 11 de mayo de 1931 y murió el 8 de abril de 2002 en Cali. Italia Bernardi nació en Armenia el 18 de enero de 1935, actualmente vive en Cali. Mainardo Bernardi Ospina, nació en Armenia el 19 de febrero de 1938 y falleció en Cali el 28 de enero de 2011. (*4) Álvaro Prieto Díaz, nació el 13 de septiembre de 1925 en Miranda (Cauca) y falleció el 6 septiembre de 1993, en Cali (Valle del Cauca). (*5 ) Ricardo Prieto Díaz, hermano de Álvaro e hijo de Manuel José Prieto y Teresa Díaz, nació el 15 de marzo de 1927 , en Miranda (Cauca) y murió el 12 de febrero de 2017, en Palmira (Valle del Cauca), se casó con Silvia Guzmán el 19 de septiembre de 1964.

(*B) Para conocer sobre las obras de Antonio Bernardi en el territorio colombiano visitar la sección Antonio Bernardi.
(*C)

El libro rojo de mi mamá: Bertha Lucía Delgado de Hurtado

Por Anamaría Hurtado de Watson. El libro rojo es un tesoro donde se escribieron las recetas de mi madre, desde cuando tomó soltera su curso de culinaria y economía doméstica en la década del cuarenta en Cali hasta el año 2007. Este hermoso libro fue heredado a mi hermana Claudia Hurtado. ¿Por qué a ella? Porque fue quien se lo pidió.

Por Anamaría Hurtado de Watson*. El libro rojo es un tesoro donde se escribieron las recetas de mi madre, desde cuando tomó soltera su curso de culinaria y economía doméstica en la década del cuarenta en Cali hasta el año 2007. Este hermoso libro fue heredado a mi hermana Claudia Hurtado. ¿Por qué a ella? Porque fue quien se lo pidió.

Varios años antes de morir mi madre comenzó a repartir las fotos y los objetos materiales a quien se los iba pidiendo. Año tras año que iba a visitarla, sacábamos los closets completos, veíamos las fotografías, arreglábamos objetos guardados a lo largo de su vida. Desde la cuturina  de su hermano que murió recién nacido, pasando por la  camisa que usó su padre antes de fallecer, hasta los últimos regalos que mis hermanas le traían de Europa. Bueno de los regalos que quedaban porque  mi mamá siempre estaba pensando a quién podrían servirle, y siendo así los regalaba, con el permiso de quien se los dio.

Al final de su vida, mi mamá había repartido todo. La acompañaron su pijama, sus chanclas y sus cobijitas que la protegieron del frío en sus últimos días. Se fue liviana como el viento el 12 de enero de 2020, a sus 91 años, dos meses antes de que empezaran las restricciones de la Pandemia. Se fue despojada de objetos materiales pero llena de su buen espíritu, buenas obras, amor, sabiduría y los sacrificios que las madres hacen en su vida y que nosotros como hijos nos damos cuenta a medida que nos va haciendo falta su presencia física. 

Mi madre preparaba deliciosa comida vallecaucana. Los tamales son los más ricos que he comido en mi vida. Ella no podía hacer pocos tamales solo para la familia, sino que el día de hacerlos se convertía en una reunión general a donde invitaba a todo el mundo a comerlos. Hacía deliciosos pandebonos, cuando llegaba una visita se ponía a moler el queso en el molino Corona que la acompañó a lo largo de su vida  y en un dos por tres preparaba unos pandebonos deliciosos, los cuales disfrutamos en muchas ocasiones con Isabella.

Ni que decir del sancocho, el mondongo, el arroz horneado, la pierna de cerdo de Navidad, la torta negra con pasas y frutos secos y el dulce desamargado, todos elaborados por ella misma. Mi mamá cocinaba desde el alma, nos endulzó la vida con sus bizcochuelos, suspiros, melcochas con un leve sabor a perfume y dulces de grosellas. Sería demasiado la lista de los platos preparados por mi madre, quien siempre nos cocinó.

Daniel José, mi hermano, fue quien disfrutó hasta el último momento de sus manjares y de la compañía de mi mamá,  porque fue el hijo que nunca la dejó sola. Ella no entró a su cocina unos cuatro meses antes de morir, ya no tenía alientos de hacerlo porque se sintió decaída y sin ánimos. Pero nos dejó hermosos recuerdos no solo de su cocina, sino también de amor y sabiduría, era una mamita muy adelantada para su época.

Dulce de coco y cucas

Hoy quiero compartir dos recetas del  libro rojo, el dulce de coco y las famosas cucas. Como  mi madre sabía las medidas exactas de sus recetas no creo que viera la necesidad de escribir con exactitud la cantidad de harina que llevaban las cucas, ella exactamente sabía la consistencia para que quedaran ricas y en su punto ideal.

Dulce de coco. Se ralla el coco y se mezcla con un tarro de leche condensada y la misma cantidad de leche, 2 huevos y pasas. Se bate y se pone en un molde acaramelado a baño maría o al horno.

Cucas. Se hace melao con 1/2 panela y 1 taza de agua, 1 cucharadita de bicarbonato, 2 huevos y 3 cucharadas de mantequilla. Se bate el melao caliente con el bicarbonato y la mantequilla hasta que esté espeso, luego las yemas y la harina poco a poco hasta quedar manejable. Se arman las cucas (galletas).

*Por Anamaría Hurtado de Watson. Caleña, comunicadora social, hondureña naturalizada por amor a su esposo, hijo  y a sus mascotas.

Un par de tiros. Cuento de Sofía García

¨Mi papá bajó el volumen de la música, se escuchó silencio dentro y en la lejanía los ruidos de la calle, me miró a través del retrovisor con preocupación. El hombre se apoyó sobre el techo del carro y miró a mi papá con seriedad¨: cuento de la joven comunicadora caleña, Sofía Sierra.

Los rayos del sol se colaban a través de las ventanas del carro en el que mi papá y yo nos encontrábamos. El manejaba y yo, desde el asiento trasero, miraba lo que se encontraba más allá de las ventanas: un edificio viejo, una señora vendiendo chontaduros y un perrito que pasaba por la calle. Frenó en un semáforo y esperamos.

En la radio se escuchaba la noticia sobre la captura de otro narcotraficante “uno de los principales capos del denominado Cartel del Norte del Valle del Cauca, el rey de la amapola” decía el reportero, “ya estoy cansado de las mismas noticias, que capturaron a este y al otro, pero todo sigue igual” murmuró mi papá para sí mismo, yo aún inocente del mundo que me rodeaba le pregunté quién era ese rey de la amapola, mi papá solo me respondió que un hombre malo y cambió la emisora, ahí sonaba
una canción en italiano.

Mi papá empezó a tararear, adelantándose siempre a la letra “Sai che bevo, sai che fumo, sai che gioco anche con l’amor, sai che sono un egoista, un incosciente, prepotente nella vita come nell’amor (…)”.

Pasó un tiempo y la luz verde del semáforo volvió a prenderse. El carro de adelante, una gran camioneta, no avanzó, mi papá dejó de cantar y pitó dos veces, los carros de atrás lo imitaron, sin embargo la camioneta siguió sin avanzar. La calle era pequeña y la camioneta tapaba la vía casi por completo. Esperamos. Un hombre gordo, con los primeros botones de la
camisa desabrochados, sin pelo en la cabeza pero con un bigote frondoso, empezó a salir con parsimonia del carro, un arma se vislumbraba en su mano y se notaba que no le preocupaba que fuera vista.

Mi papá bajó el volumen de la música, se escuchó silencio dentro y en la
lejanía los ruidos de la calle, me miró a través del retrovisor con preocupación. El hombre se apoyó sobre el techo del carro y miró a mi papá con seriedad. “¿A quién le estás pitando hijueputa?” le preguntó el hombre con brusquedad, “los que están pitando son los de atrás” respondió suave mi papá, evitando mirar al hombre directamente a los ojos. El hombre dejó
de apoyarse en el techo y echó una mirada hacia atrás, luego se subió a su camioneta, siempre con el arma en su mano. Movió la camioneta dejando libre un estrecho tramo de la calle, pero permitiendo el paso de los carros.

Mi padre con rapidez y nervioso pasó por el trecho, se escucharon tiros en medio del silencio, dos. Mi papá volteó a mirarme asustado. Le habían dado a la parte baja del carro. Nunca lo había visto manejar tan rápido y sin parar hasta llegar a casa. El hombre nos había perseguido hasta ahí.

Sofía García: caleña, estudiante de comunicación social. Amante de la naturaleza, la fotografía y la lectura.

¡Recordando a mi Puerto del Alma…!

Hoy el periodista Álvaro Miguel Mina, popularizado como el ‘negro’ Mina, ha querido escribir en estilo costumbrista, la historia de uno de los pueblos negros de Colombia, la de su terruño Puerto Tejada y lo hace como solo él podría plasmarlo mostrándonos las vivencias de su tierra natal pletóricas de jocosidad y picardía: escribe en el prólogo de la obra el músico, compositor, escritor y representante de la Orquesta Guayacán ‘Nino’ Caicedo Córdoba.

Hoy el periodista Álvaro Miguel Mina, popularizado como el ‘negro’ Mina, ha querido escribir en estilo costumbrista, la historia de uno de los pueblos negros de Colombia, la de su terruño Puerto Tejada y lo hace como solo él podría plasmarlo mostrándonos las vivencias de su tierra natal pletóricas de jocosidad y picardía: escribe en el prólogo de la obra el músico, compositor, escritor y representante de la Orquesta Guayacán ‘Nino’ Caicedo Córdoba.

Estos son algunos apartes de los textos escritos por Álvaro Miguel ‘El Negro’ Mina en esta obra editada en 2020 – 2021.

Puerto Tejada (Cauca). Paraíso terrenal bañado por los ríos Palo y Paila, en cuyas caudalosas aguas se hicieron famosas las noches luminosas del río Palo, en el mes de agosto durante las fiestas patronales, que nos congregaban en la Caseta La Tremenda del extinto Pascual Balanta. Este territorio en el año de 1897 es reconocido como corregimiento de Caloto y luego en 1912 como municipio, fundado por el General Manuel Tejada.

Esta es una historia forzada por los negros que a brazo entero, permitían el remo de las ‘balsadas’ repletas de alimentos de nuestra bella tierra bañada por los caudales y la abundancia de nuestros ríos tutelares para luego transportarlas a las plazas de mercado donde igual llegaban las matronas con su rodete en la cabeza llevando los atados de leña y las hierbas del patio de sus casas fincas; básicos para aliñar el tradicional sancocho dominical, de gallina, res, pescado o colita de marrano, acompañado de la tradicional ensalada rusa, a base de ‘papa y mayonesa’, además de la limonada o agua-fresca para alcalinizar el cuerpo.

Imposible no recordar las estaciones obligadas de las madrugadas de bohemia, donde Doña Visitación Lizcano, ‘Lauro’, los fríjoles con huevo donde Doña Ofelia; el pescado frito, las papas aborrajadas de Mabilia y Raquel en la esquina de la ‘Reforma’ con un ají que picaba está vida y la otra, las rellenas de Doña Carmen en el matadero municipal y las de ‘Misia Justina’, en la galería.

Las viandas populares y el mercado. Al igual que las comideras instaladas a orillas del río Palo, entre ellas la ‘Dominicana’, con sus famosas hojaldras y los inigualables mojados de 200 pesos, ‘arroz con guiso’ y tajada de maduro. El consomé y la gallina sudada de ‘La Negra Mery’, y a Doña Virginia, la mamá de Harold ‘Masa’ y Pablo ‘Bajo’, donde los trasnochadores saboreamos el tradicional ‘Diosmío’ que era un crocante bofe ahumado, acompañado de ‘terlenka’ o ‘cachaco’ (plátano). Los domingos cuando se llegaba al mercado en la galería, la primera parada, era con ‘Chilito’ y seguíamos donde ‘Cancha’, de la cual se pensó que era dengue lo que tenía, pero según Álvaro del Castillo (excantante del Grupo Niche) se trataba de un niño que venía en camino, como lo dice en su composición musical.

A pocos metros antes de llegar a los bancos de carne de ‘Fabio Puerca’, Salomón ‘Picahueso’, ‘Caruso’, ‘El Gordo’ Moisés Córdoba, o donde ‘Pollo Ronco’, Carlos Grillo y Ómar ‘Campanita’, había que hidratarse con el champús de maíz pergamino del amigo Toracio y de ‘tas tas’ una ‘cuca’ negra, del canasto de ‘La Coja’ Elodia, de la cual decían las malas lenguas, cargaba su ladrillo para nivelar las pasiones.

Eso sí, en ese recorrido era obligado el encuentro con ‘Las Rucas’, ‘La Simple’ y ‘La Sabrosa’, mujeres de lengua viperina y reservada para el chisme fresco, sobre todo de las muchachas embarazadas del momento y los matrimonios a punto del divorcio, por falta del rastrillo en la cajita de fósforos.

Claro que los lunes eran del bolero y del famoso arroz atolla’o donde ‘Daniel Lenta’, ahí según los ‘gotereros’, encargados de sumar y restar el monto de la cuenta, dicen que ese servicio era con clavija incluida; y el sábado, los inigualables tamales de doble nudo de la señora Eva, sobre la Calle Central del pueblo, sitio en el que también se encontraban los chicharrones de ‘ocho patas’. Vaya el reconocimiento con sonido de “Gong”, para la amiga Narcisa, la mamá de Raúl Bururú, el de la casa de chance, con su humeante sancocho de gallina saraviada con plátano de las Vegas de Padilla comprado a Rosalino Mina, el popular ‘Pujo Gordo’ o donde Rufino Mina Reyes, en la vereda Las Cosechas.

La hora del ‘murrio’. A las once y media de la mañana, sonaba el pito de ‘La Nueva Ola’, en el Parque Central, un furgón rojo, conducido por Don Pedro ‘Huevo’, donde se transportaban los portacomidas y meriendas hasta el Ingenio Bengala, donde laboraba Don Chucho Gómez, esposo de la tía Itsmenia y a quien le llevábamos las apetitosas viandas preparadas con mucho amor. A él, mil gracias por su valioso aporte para alimentos, formación y vestido.

En esas labores, obligado reconocimiento al popularísimo ‘Chichi’, el hombre de ‘La joroba’, encargado del cuidado de los alimentos. Claro que el viejo ‘Chichi’, para certificar la calidad de los lípidos, con carita de gato, de manera ‘esquiniada’ y muy reservada sin que se notará de a mucho, se sacaba de a tajada madura y cocido por vianda… ja-ja-ja-ja. Como no recordar a ‘Las Pan con Hoyo’, a Elvia ‘Culito’ con sus famosas rellenas en hojas de plátano ‘suazadas’ (asadas ligeramente), en un platón sobre su cabeza, a la negra Bertilda, la de rutilantes caderas, entallada con brasieres de copa.

El precursor del viagra. Honores para ‘Danielito’ Balanta, el hombre que se le adelantó al Viagra; según sus clientes con dos copas de la botella curada que preparaba, les permitía salir a hombros al término de las agotadoras, candentes y fogosas faenas de amor con nuestras ‘Dulcineas del Toboso’. Luego había que recargar baterías con los chuzos de carne pecho o de cumbamba de ganado, donde Carlos ‘El Manicero’; y los famosos consomés de menudencias de Yolanda, en ‘El Guadualito’ y del ‘Flaco’ Alejandro, enseguida de la casa de don Arturo Serrano, donde trabajaba Aleida ‘Moñito’.

Mención dorada para ‘La Polola’ y su platón con alcohol, alcanforina y limón en cruz, en el habitáculo # 3 del ‘Montuno’ del ‘Tuerto’ Alirio, camino obligado de los jóvenes porteños ávidos de la certificación testicular y sonrisas amorosas.

Álvaro Miguel Mina es un periodista que ha dejado huella no sólo en el Valle del Cauca sino también en el resto del país, por su alma de reportero y por ser un contador de historias cotidianas que expresa con gran sencillez, en el lenguaje de la clase popular. Es aquella clase que lo acogió como suyo y lo puso en el escalafón del periodista de la gente, reconociéndolo como ‘El Negro Mina’.

Este hombre, nacido en el barrio Las Dos Aguas de Puerto Tejada, Cauca, el 10 de abril de1956, aprendió a plasmar la noticia con el bagaje que le ha aportado el oficio de periodista y su amor por la lectura, pero también de la vida. Con orgullo asegura que su estilo surge de su repentismo, sumados al olfato periodístico y el gran sentido del humor, lo que aprendió de doña Ana, su señora madre.

Por su trasegar y aporte al periodismo colombiano, ha sido exaltado por el Congreso de la República de Colombia; la Gobernación del Valle y el Concejo de Cali. Fue elegido como, el periodista afrodescendiente del año 2017, otorgado por El Espectador y la Fundación Color de Colombia.

1951 – 1953: la boda y la dictadura

1951. En un ´agua´elulo´ bailable de esa Cali de poco menos de 300 mil habitantes se ennoviarían Regina Bernardi y Álvaro Prieto, en un Valle del Cauca que emergía como potencia deportiva y de reinas de belleza, con Leonor Navia Orejuela como primera señorita Colombia y en un país revolcado ante la renuncia del presidente Gómez y el primer campeón de la vuelta a Colombia en bicicleta, Efraín Forero.

1951. En un ´agua´elulo´ (*9) bailable de esa Cali de poco menos de 300 mil habitantes se ennoviarían Regina Bernardi y Álvaro Prieto, en un Valle del Cauca que emergía como potencia deportiva y de reinas de belleza, con Leonor Navia Orejuela como primera señorita Colombia y en un país revolcado ante la renuncia del presidente Gómez y el primer campeón de la vuelta a Colombia en bicicleta, Efraín Forero.

Los Bernardi Ospina. La mayor de los hermanos, Regina (*1), llamada así en honor a su abuela paterna italiana (*3), estaba recién desempacada con su familia en esta ciudad (mayo de 1950) que se expandía por los 4 puntos cardinales pero que giraba alrededor del centro, su Plaza de Caicedo, el río Cali y el puente Ortíz, el Hotel Alférez Real, el Teatro Municipal, el Batallón Pichincha y la Ermita. La jovencita de 21 años era dependienta del Centro Singer de Costura (*10) que abría el mercado de las nuevas máquinas de coser para las amas de casa caleñas a través del sistema de cuotas.

Empanadas bailables. Todo empezó cuando Nelly Sanclemente invitara a Regina, su compañera de trabajo, a unas empanadas bailables porque en Cali toda reunión de barrio o fiesta en club social era y sigue siendo con baile. Y en esas vespertinas caseras los muchachos ingerían ron con coca cola y las chicas lulada (*9) y las parejas bailaban en el salón con las radiola y los vinilos (long play), bajo la mirada vigilante de la madre anfitriona quien se acercaba al oído a  las señoritas para advertirles de ¨distancia y categoría¨, ante el acercamiento inapropiado del parejo.

Con porros y cumbias de Lucho Bermúdez y Pacho Galán, boleros y sones de la Sonora Matancera y el ritmo que se tomaba las pistas latinas, el cha cha cha, Regina a sus 21 años conocería a Álvaro Prieto Díaz (*2), un joven de 26 años recién aterrizado de EE.UU. de estudiar Negocios y Economía en la Universidad de Luisiana (LSU), vinculado a Fabre, compañía distribuidora de máquinas de escribir, sumadoras  y calculadoras de última tecnología.

1952. Álvaro demostraría a lo largo de un año sus intenciones respetables como pretendiente de la hija mayor de los Bernardi Ospina, para que doña Camila (*4) le permitiera ingresar a la casa como novio de Regina e invitara a las fincas familiares, ´La Rústica´ en Circasia (Quindío) y El Bosque en Dosquebradas, (Risaralda *6). La suegra, como buena paisa tradicional, también averiguaría entre su red de amigas y parientes en la ciudad la procedencia de la familia Prieto Díaz de Miranda (Cauca) y los negocios del padre, Manuel José Prieto (*7), como hacendado de caña y productor de panela. 

Don Antonio Bernardi (*5), el padre italiano y constructor de profesión y quien se recuperaba del primer infarto a sus 50 años, era mucho más permisivo con las amistades masculinas de las 3 hijas por su personalidad alegre y festiva. Él estaba a cargo de la construcción de la fábrica Celanese y se abría camino con proyectos independientes, como el edificio Magasun (Av. Colombia con Calle 7) del español Mariano Gutiérrez y algunas casas en los barrios del momento, Granada, Versalles y Santa Mónica.

1953. Sin embargo como a doña Camila le preocupaba garantizar a largo plazo la estabilidad económica de la familia, los Bernardi venderían la finca ´La Rústica´ y comprarían un lote en el barrio el Peñón, a tres cuadras de la Avenida Colombia, para que Antonio hiciera un pequeño edificio como vivienda familiar y se rentaran los otros apartamentos.

Golpe de Estado. Colombia vivía en medio de la borrasca política y la persecución a la prensa, el mapa del país estaba ensangrentado por la lucha feroz entre liberales y conservadores y la crisis de gobernabilidad era mayúscula. Mariano Ospina, el primer presidente elegido por sufragio directo, cerraría el Congreso en 1949  y Laureano Gómez asumiría en 1950 pero al año siguiente dejaría su cargo por problemas cardíacos.

El sábado 13 de junio de 1953, el país tendría tres presidentes durante 8 horas: Urdaneta, Gómez y el teniente coronel Gustavo Rojas Pinilla, quien asumiría el poder y sería recibido con las puertas abiertas en el Palacio de la Carrera y gran alborozo por la mayoría de los colombianos cuando a la media noche anunciara por la Radio Difusora Nacional la pacificación del país ya como comandante de las Fuerzas Militares.

Pedida de mano. El 19 de julio de 1953, Álvaro pediría la mano de Regina en una ceremonia simbólica en la cual el cura bendeciría las argollas en este primer encuentro entre los Bernardi y los Prieto. Doña Camila comenzaría los preparativos para la boda con un presupuesto muy medido, entre ella y su hija Gladys, diseñarían y coserían los vestidos y las faldas amplias con enaguas almidonadas del ajuar para que la novia cumpliera con las múltiples invitaciones y despedidas de soltera.

Las tías Ospina Mejía en Manizales aportarían al ajuar de lino para la tercera de las sobrinas que se casaba y confeccionarían manteles bordados en punto de cruz y carpetas tejidas con guardas de crochet, mientras la abuela materna, mamá Anita, calaría delicadamente en su tambora gigante, las sábanas blancas de género marcadas con las iniciales de los novios.

El compromiso y entrega de tarjetas de invitación desencadenaría una apretada agenda a lo largo de cinco meses para los novios y sus hermanos, ya que Gladys e Italia Bernardi harían de chaperonas en compañía de Elías y Ricardo Prieto, para ir a cine, a los ríos Pance y Aguaclara, a comer pandobono en las fuentes de soda, a la finca de los Prieto en Miranda y a bailar a los grilles.

La boda. A las 7.30 a.m. de ese sábado 19 de diciembre, mientras las notas nupciales despertaban a los vecinos de la colina y la pequeña capilla barroca de San Antonio, la más emblemática de la capital vallecaucana, Regina entraría del brazo de don Antonio en su sastre blanco a media pierna y su ramo de orquídeas del Valle. Y saldría de la mano de Álvaro como una mujer casada por esa puerta desde la cual divisaría Cali, hacia la pequeña recepción preparada en la residencia familiar Bernardi, para atender a los invitados con un desayuno elaborado por las mujeres de la familia Bernardi y las tías Ospina.

Finales de 1953. La guerra de Corea había llegado a su fin, la mayoría de los 12 millones de colombianos disfrutaban aún de la  luna de miel en los primeros siete meses de la dictadura de Rojas Pinilla y los recién casados partían a la Costa Atlántica en su viaje de bodas. Álvaro y Regina  fijarían su residencia a orillas del río Cali en esa ciudad vigilada desde hacía dos meses por el monumento a Cristo Rey (*11)  y que se preparaba para ser la sede de los VII Juegos Atléticos Nacionales (1954) para consolidarse como la capital deportiva de Colombia.

Ilustración y animación de portada. Paula Henao. 

Fuentes citadas. * Agradecimiento a Regina e Italia Bernardi, mi madre y tía, por compartir sus recuerdos. Archivo fotográfica de los Bernardi y los Prieto Bernardi.   Fotografías antiguas de diarios de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero y el Fondo Archivo del Patrimonio Fotográfico y Fílmico del Valle del Cauca.

(*1) Regina Bernardi de Prieto nació en Manizales el 24 de julio de 1929 y el 19 de diciembre de 1953 se casaría con Álvaro Prieto Díaz, padres de Adolfo, Maritza Fernanda, Liliana, Mauricio e Isabella. Vive en Cali actualmente. (*2) Álvaro Prieto Díaz, nació el 13 de septiembre de 1925 en Miranda (Cauca) y falleció el 6 septiembre de 1993, en Cali (Valle del Cauca). (*3) Regina De Fina de Bernardi, nació en 1865 y murió en Ponte Nelle Alpi (Belluno) en 1955.  (*4) Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda, hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970). (5*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi Viller (hijo de Bartolo Bernardi y Yacomina Viller) y Regina De Fina Zitran. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (*6) La finca ´La Rústica´ de la familia Bernardi Ospina en Circasia, Quindío, entre 1935 y 1953 y la hacienda El Bosque en Dosquebradas, Risaralda, cuna de los Ospina Mejía, pertenece a los bisnietos de Luis María Ospina, la familia Ocampo Estrada. (*7) Manuel José Prieto, nació el 12 de junio en 1880 y murió en marzo de 1958 en Cali. Su padre era Afanador Sánchez y su madre Avelina Prieto se casó con Teresa Díaz y fueron los padres de Álvaro Prieto. Era el propietario de las fincas de caña el Pitayo, la Cañada y La Primavera.

 (*9) ´Agua´elulo´: en Cali a las fiestas vespertina de barrio se les llamaba así, inspirada en la lulada, la bebida que se prepara con la fruta del lulo. (*10) Centro Singer de Costura (Carrera 9 con Calle 10) (*11) Monumento a Cristo Rey realizada por los maestros italianos Adelindo y Alideo Tazzioli e  inaugurada el domingo 25 de octubre de 1953.

Ver artículos anteriores.

La lasaña a la ´Bernardi´ y el postre de coco de Gina

La pasta llegaría América con cada inmigrante italiano que cruzó los mares y trajo consigo las recetas de su mamma y su nonna. A finales de los años veinte del siglo pasado, llegaría Antonio Bernardi a territorio colombiano y se casaría en Manizales en 1928 con la jovencita de Camila Ospina, y sería ella con las instrucciones de su esposo, quien prepararía los platos tradicionales de la región del Véneto y de la mesa de mamá Regina, en Paluc, la casa familiar de los Bernardi Defina, en Ponte Nelle Alpi (Belluno).

Así como la pasta fue introducida en Italia por los musulmanes del gran imperio turco otomano o por Marco Polo en sus viajes a la China como cuentan las múltiples teorías sobre el origen de este ícono de la cocina italiana, lo cierto es que a América llegaría con cada inmigrante italiano que cruzó los mares y trajo consigo las recetas de su mamma y su nonna.

A finales de los años veinte del siglo pasado, llegaría Antonio Bernardi a territorio colombiano y se casaría en Manizales en 1928 con la jovencita de Camila Ospina, y sería ella con las instrucciones de su esposo, quien prepararía los platos tradicionales de la región del Véneto y de la mesa de mamá Regina, en Paluc, la casa familiar de los Bernardi Defina, en Ponte Nelle Alpi (Belluno).

Cuentan que la abuela Camila tenía una sazón exquisita y reprodujo las fórmulas de su suegra en forma muy acertada, teniendo en cuenta que se abastecía en aquellos mercados locales de las ciudades donde vivieron entre 1930 y 1970. Eran las épocas en que los menú internacionales no hacían parte de las mesas de las familias colombianas, tiempos en los que las Guerras Mundiales y las políticas proteccionistas de la economía en Colombia no permitían la importación de productos.

O sea que con los tomates, los quesos, las carnes y los embutidos que Camila y sus hijas encontraban tenían que preparar polenta al conejo sin conejo sino con pollo; risotto sin arroz arborio sino con arroz común y la lasaña con la pasta que aprendió hacer y que luego se encontraría en los anaqueles de los supermercados.

La tradición y el toque de las ´Bernardi´ pasarían de generación en generación en la familia Bernardi Ospina, primero con Regina, Gladys e Italia, luego con sus hijas y sobrinas, Maritza, Liliana e Isabella Prieto Bernardi y  Paola Bernardi Madriñan, hasta ahora a la cuarta generación con Melina Campo Prieto y Verónica Vallejo Prieto.

La elaboración de la lasaña para cuanta celebración se les ocurriera en una familia bastante festiva, requería de muchas manos para una logística dispendiosa durante un largo día en la cocina para hervir, mantener en cuentos de agua fría y luego secar la pasta de la lasaña, preparar las dos salsas y armar por capas muchas refractarias. Pero eso sí, el éxito del menú siempre está garantizado, los comensales siempre repiten.

Lasaña a la ´Bernardi´

Receta de Maritza Prieto Bernardi.

Ingredientes para 8 personas. 400 g pasta para lasaña, 250 g de queso mozarella tajado, 100 g de queso parmesano y 450 g de jamón. 

Salsa roja: 250 g de tocineta, 125 g de mantequilla, 1 cebolla cabezona grande, 4 dientes de ajo, orégano, albahaca, 1 pizca de pimienta, 1/2 cucharadita de sal, 1 cucharadita azúcar, 400 g de pasta de tomate y 3 tomates maduros. Se corta la tocineta en trocitos y se pone a freír en la mantequilla, se licúan la cebolla y el ajo y se agregan a la sartén donde está la tocineta ya frita, se sofríen en la grasa que soltó la tocineta. Se añaden la pasta de tomate disuelta en 1/2 L de agua, los tomates bien maduros pelados y en trozos, sal, azúcar, orégano, albahaca y pimienta. Se cocina media hora hasta que el color de la salsa se oscurece.

Salsa bechamel: 1 L de leche, 150 g de harina, nuez moscada rallada, cebolla cabezona, dos dientes de ajo y 125 g de mantequilla. Se licúan la cebolla y el ajo y se sofríen en la mantequilla, aparte se calienta 3/4 de la leche y se le agrega el sofrito. Se disuelve la harina en el otro 1/4 de leche al clima y cuando la leche con el sofrito están calientes se le añade a fuego lento y se revuelve hasta que espese. Al final se le echa la pizca de nuez moscada rallada.

Armada de la lasaña. En una refractaria grande se inicia la armada, se unta con mantequilla el fondo y las paredes y con un cucharón se agregan 3 cucharadas de salsa bechamel. En un recipiente con leche se van mojando las hojas de la pasta y se cubre el fondo de la refractaria encima de la salsa bechamel, esta capa de pasta se cubre con una capa de jamón cortado en pedazos, luego va una capa de queso mozarella bañada con la salsa roja y una capa de queso parmesano. Arriba otra capa de pasta remojada en leche capa de jamón y capa de queso mozarella bañada con salsa bechamel y queso parmesano. Encima de toda capa de pasta de lasaña remojada en leche va la capa de queso parmesano. Ya queda lista para hornear y gratinar. Si la lasaña ya armada se guarda en la nevera de un día para otro quedará con mejor sabor.

El postre de coco de Gina

Receta de Liliana Prieto Bernardi

Regina Bernardi de Prieto, Gina para sus nietos, preparaba en cada Navidad para la mesa donde el clan de los Bernadi se juntaba para celebrar, este postre que hoy una de sus hijas, Liliana, nos comparte.

Preparación: se pone en una paila el azúcar y el agua hasta que el almíbar de punto de ojo. Luego se le agrega el coco rallado y 2 rajitas de canela. Aparte se bate la yema con la leche. Y la clara se bate a punto de nieve. Cuando ya va a estar se le incorpora la yema que se bate con la leche previamente, por último se le echa la mitad de la clara de huevo batida. Se revuelve y se echa en un molde refractario con el resto de la clara batida encima y las pasas. Se mete al horno un ratico para dorar la clara.

Nota. Las dos recetas fueron suministradas y preparadas por dos de las nietas de Antonio y Camila, la lasaña por Maritza Prieto Bernardi desde la ciudad de Cali y el postre de coco, por Liliana Prieto Bernardi desde Quito.

El dulce desamargado a la antigua de la abuela Beatriz Prieto

Con la Navidad vallecaucana llega el desamargado, uno de los dulces más elaborados a fuego lento de la cocina regional, una tradición heredada de los fogones de leña y las pailas de las matronas españolas y africanas en la tierra de la caña de azúcar y la panela. Esta es la receta de Beatriz Prieto, famosa entre sus más cercanos, por las delicias que preparaba ceñidas a las recetas recibidas de su madre y las monjas vicentinas de la Avenida Roosevelt de Cali.

Con la Navidad vallecaucana llega el desamargado, uno de los dulces más elaborados a fuego lento de la cocina regional, una tradición heredada de los fogones de leña y las pailas de las matronas españolas y africanas en la tierra de la caña de azúcar y la panela.

Por María Teresa Hurtado Prieto y Antonella Lodolo Mullin (*). Navidad 2020 desde Canadá. La historia de esta fabulosa receta en la familia Prieto Díaz se remonta a la bisabuela Teresa Díaz, (Pradera 1888 – Cali 1971) quien elaboraba la galletería, los panes y los dulces tradicionales de la región del Gran Cauca, como el melao, el manjarblanco, el dulce cortado o cabeza de negro, muchos de ellos con la panela del trapiche de la finca del Pitayo, de propiedad de la familia.

Ella traspasó esta tradición de las colaciones a sus hijas, preparaciones que ellas hacían durante el año. En especial, su hija Beatriz (Miranda, abril 8 1919- Cali, mayo 9 de 2006), famosa entre sus más cercanos, por las delicias que preparaba ceñidas a las recetas recibidas de su madre y las monjas vicentinas de la Avenida Roosevelt de Cali, con quienes estudió economía doméstica a 32 años.

Por sus excelentes habilidades, la directora de la comunidad, sor Joaquina Sardi Garcés, nombró a Beatriz Prieto, profesora de bordado, costura, cocina, comidas y dulcería. Desde este entonces sus recetas eran muy reconocidas durante todo el año y en cada Navidad, pues el dulce no podía faltar en su casa para ofrecer a sus familiares y visitantes, hasta sus últimos años participaba en el proceso, al dirigir su elaboración desde su cama. (*) Historia de su hija y nieta.

Preparación del dulce desamargado:

Almíbar o calado: el día anterior se prepara con azúcar y agua y debe quedar un poco aguado para añadirlo a cada una de las preparaciones.

Limones en almíbar: en una teja de barro se rayan suavemente los limones enteros, previamente lavados para quitarles la melancolía, o sea el amargo. Luego se parten a la mitad, se cocinan en agua, preferiblemente en una olla esmaltada, y se les agrega una pequeña porción de piedra alumbre (la venden en las farmacias) ya que ayuda a conservar el color verde del limón.

Hay que estar atentos a que no se deshagan los limones. Una vez hervidos, con una cuchara metálica se remueve la fibra con mucha delicadeza. Terminado este proceso, se pasan a una olla esmaltada con agua para comenzar a desamargarlos, constantemente se les cambia el agua,  más de 4 veces en el día, y se prueba el amargo sin quitarle el sabor del limón. Se escurren suavemente.

Se incorporan los limones al almíbar, hasta que espese y adquiera una contextura caramelizada y dulce. Esta cocción debe ser muy lenta sin tapar la olla, se le agregan clavos y canela en rajas al gusto. Para determinar el punto del caramelizado, en un vaso de agua hacer la prueba del calado, si hace montanita es porque ya está. Tratar de que quede bien cocido para que no le de hongos y finalizar hasta espesar.

Brevas (higos) en almíbar. Con la teja limpia se rayan las brevas enteras con delicadeza para quitar la pelusa hasta que queden lisas, se lavan, se les hace una cruz  en la cabeza y sin partirlas del todo se agregan al almíbar. Se cocinan a fuego bajo en una olla esmaltada, se les va retirando la espuma que sube a la superficie al inicio hasta que el calado quede limpio. Se les agrega una cantidad mínima de piedra lumbre para conservar su color verde e impedir que se vuelvan cafés. También se les echa canela en rajas y clavos al gusto. Para que el sabor sea más intenso y sepa más a breva se cubre con un manto de hojas de brevo y se cocinan conjuntamente con el dulce, al final se retiran. La cosión puede durar hasta 24 horas a fuego lento hasta que las brevas queden brillantes.

Papaya verde (papayuela) o papaya roja siempre viche. Previamente lavada y pelada, la papaya  se corta en trozos largos y se incorporan los trozos de la fruta con canela en rajas y clavos al gusto al calado ya hecho, hasta espesar y se va probando hasta alcanzar el punto del  acaramelado.

Toronja roja o blanca: se sigue el proceso de los limones, para quitar poco a poco el amargo de la fruta.

Al finalizar dejar enfriar los dulces mientras la sopera se cubre con un paño blanco. Después se retira el paño y se meten a la nevera preferiblemente en envases de vidrio con tapa, se deben conservar en la nevera. Servir en un plato coordinando los colores y a disfrutar este delicioso manjar navideño típico del Valle y de Beatricita!!!!!!!

Nota: Todos estos productos los consigue en la galería Alameda de Cali y si usted no tiene tiempo, también los encuentra ya desamargados en porciones en la plaza de mercado.