Por Irene Garcés Medrano. La llegada del virus Sars-covid19 y la sucesiva aplicación masiva de vacunas para contrarrestarlo, dividió a las personas. De una parte quienes aceptaron someterse a la cura génica experimental convencidos de sus prodigios o quizás aniquilados por el temor a la muerte. Y aquellos que la rechazaron por principio, luego de interrogarse con mil dudas sobre la verdad que propagaban los medios de información oficiales. Con el avanzar del proceso de vacunación la grieta entre unos y otros se hizo más profunda.
De esa división reinante nació una simpática conexión entre Italia y Colombia. Entre mi curiosidad de emigrante por no perder el contacto con la propia tierra y Edison Fierro, escritor, poeta, comunicador social, licenciado en letras y literatura, radicado en Cali, extremamente interesado en entender e interpretar la realidad y curioso de lo que acontecía en la tierra de Dante Alighieri en tiempos del virus Covid19.
Mientras en Italia y no solo, la experimentación con el suero milagroso dividió familias, enteras parentelas dejaron de frecuentarse, amistades de toda una vida y hasta noviazgos se interrumpieron, del otro lado del océano mi universo cultural y humano se enriqueció con ejemplos de resiliencia, fragmentos de poesías, de historias del cotidiano que me permitieron conocer más de la pasión de este vallecaucano por la escritura.
Esta es la ciudad que amabas/ Que te ofreció los patios/ Las esquinas, los zaguanes/ Que conducían a la noche/ Al delirio/ A las turbias madrugadas,/ A los cuerpos recién abiertos /A podridas escaleras que conducían a distintas muertes/ A laberintos que te cegaban,/ A crímenes que te negabas cometer./ Esta es la ciudad oscura/ Que ha crecido en tu sangre…: fragmento de “La ciudad y vos”, poema con el que este año, bajo el seudónimo de Martin Orión, obtuvo el primer lugar en el Festival Internacional de Poesía de Cali.
Es la mirada presente sobre esa ciudad que ha recorrido, transitado, esa ciudad que le ha formado, donde se enamoró, donde todas las cosas esenciales de la vida las ha recreado y experimentado.
Desde los siete años de edad sentía una gran fascinación por las palabras, fascinación que lo llevó a descubrir el placer de construir y contar historias. Cuando en los primeros años de escuela presentó un primer intento de poema, la maestra leyéndolo lo posicionó como un futuro poeta. Desde entonces la idea de escribir nunca se borró. Porqué fue la escritura que le permitió crear un espacio para contar lo que veía, lo que le ocurría, en casa no tenía muchos libros pero afuera en la calle, habían realidades, cosas que sucedían que a su modo, intentaba plasmar en relatos.
Edison Fierro, ganó su primer concurso con un cuento sobre la muerte de Víctor Jara, cantautor chileno. Impresionado por el relato de un coetáneo recién llegado de Chile, que le contó muchas de las cosas que allí ocurrieron el 11 septiembre 1973, con el golpe de estado que le costó la vida al presidente Salvador Allende a causa de la toma del poder por parte del general Augusto Pinochet.
Cali, hoy en medio de la coyuntura política creada por el Paro Nacional, fruto de toda una crisis profunda que se ha vuelto endémica y que desde hace muchos años sumerge el país, es una ciudad emblemática porqué registró procesos de resistencia en los diferentes sectores de la ciudad. Los desposeídos, los desheredados, se tomaron las calles partiendo del principio de “bueno, nos la jugamos toda por qué no tenemos nada que perder”, era esa la realidad que se podía leer entre líneas.
Una de las cosas que hizo el Festival Internacional de Poesía 2021, fue incluir todas esas voces, recuperarlas. Ir a los sectores que estuvieron en conflicto, para organizar poesía dentro del barrio y lograr comunicar, porque hay muchos jóvenes que se están expresando a través del arte, el grafiti, la pintura y la literatura. También ha sido un instrumento para contar sus historias, construyendo su propia identidad.
A raíz del enfoque dado al Festival, la directora Betsimar Sepúlveda, poeta venezolana, recibió amenazas e insultos que en cierta medida la querían excluir por haber convocado un festival inclusivo, que recupera ese tipo de marginalidad, eso es lo que se comentaba en la ciudad.
Maestro en zonas vulnerables En el ejercicio de la profesión de profesor-comunicador, Edison Fierro, trató de estimular a sus alumnos para que entendieran el poder que tiene la palabra y el poder que la palabra ha tenido en su propia vida. Su empeño en sectores vulnerables de Cali como el Distrito de Aguablanc”, experiencia que describe como hermosa: “Ver a los muchachos que conectados con la literatura lograban entender muchas de sus realidades, de sus historias, de cuanto sucedía en sus entornos”. Aún hoy, es muy bonito, -añade- ver estos jóvenes, ya personas adultas, que todavía recuerdan autores y textos que les compartía, como Andrés Caicedo o la poesía de Álvaro Mutis”.
La salsa como relato. Con los alumnos se creó también una relación con la salsa, “siempre he visto que la música salsa es un gran relato que nos cuenta historias, que nos habla de nosotros mismos, y sobre todo en una ciudad como Cali, en cierto modo, nos cuenta quienes somos. Creo que a través de la salsa nos hemos podido reflejar en las canciones de Rubén Blades, Héctor Lavoe, Willie Colon, Roberto Roena, historias de la vida, la salsa ha atravesado en gran medida esa idea. Los primeros relatos que construimos, tenían que ver con la manera en que nosotros en Cali escuchamos la cotidianeidad, esa percepción que tenemos de la música en la forma en que hacemos la literatura”.
“La dadiva”, texto que escribió cuando nació su primera hija, 22 páginas a máquina de escribir, fotocopiadas y empacadas en sobres de manila. Todas las tardes, salía con paquetes a venderlos a la calle, “me encontré con mucha gente, amigos, estudiantes, antiguos profesores como el profesor Boris Salazar que me compró dos, yo feliz! Con la venta de los libros podíamos en cierta medida sostenernos, comprar la leche de la niña”. Se acercaba a las personas y les decía “soy escritor, estoy vendiendo este relato”, todo en manera artesanal porque los sobres de manila ilustrados con tinta china era labor de Isabel, su compañera. Se trataba de un relato sobre esa época, la lucha entre el hambre, la rebeldía y el deseo de construir un mundo desde la literatura.
Encuentro con otros escritores conoció escritores como a Orietta Lozano, a quien le gustaron algunos de sus textos, pero admite que ha sido arisco para grupos, reuniones y tertulias, se autodefine un solitario de la escritura, labor que cumple en la marginalidad, en la soledad, donde su primera lectora siempre ha sido Isabel.
El duro oficio de escribir ha permanecido durante todo el tiempo, por un periodo se ocupó de proyectos educativos que generaban propuestas desde la literatura; la escritura y la lectura, como mediadores de la transformación social y emocional en el ámbito escolar.
En el 2008 con el cuento “el día que no amaneció”, resultó finalista del primer concurso de literatura infantil de la biblioteca Luis Ángel Arango. Luego obtuvo una mención de honor de la Universidad de San Buenaventura, por dos cuentos cortos donde abordó el tema de la marginalidad: Una constante en su producción literaria, el personaje oscuro, la cosa no dicha, del protagonista que esta como en el delito o la sensación del delito.
En el ámbito de la Feria de Buga (2011), resultó ganador con “amor fugaz”, un relato que narra lo que representan dichas fiestas, epicentro de alegría, un pequeño carnaval en medio de la cotidianidad de la gente.
Con “agua y viento”, ganó el Primer Premio de Poesía Internacional, Biblioteca Mario Javier Pacheco, de la ciudad de Ocaña, Santander. A partir de allí se consolidó como un nombre más dedicado al oficio de la escritura.
“Dora se va de vaca” Cuento infantil con el que en el 2018 ganó el Premio Jorge Isaac. Es la historia de una cama en casa de una familia suigéneris, decide que tiene que irse de viaje a conocer el mar, porque todos en casa han viajado y ella no, y gracias a la complicidad de uno de los personajes, una pediatra, que ama la literatura infantil, salen a buscar el mar y se encuentran con el mundo real con una serie de situaciones muy lindas.
“Margarita y las estrellas”, es la historia de una niña que sale a descubrir que son las estrellas y al final descubre que el poder de la luz de las estrellas está en sí misma. Ilustrado por Lulo Febri, con la editorial Ilona libros, la edición de 600 libros se agotó.
Entre sus novelas “yo conocí a Marìa Iribarne”, inspirado por la presencia en Cali del maestro Ernesto Sábato. Quizás, el escritor que más respeta y admira de todos los que ha leído. Retomando al personaje de Sábato en “El túnel”, María Iribarne, logra materializarse en Cali, durante la creciente violencia de finales de los años ochenta y comienzo de los noventa. Describe todo ese maremágnum de violencia que afectó la ciudad y se extendió en todo el país. Desde la literatura trata de rendirlo poético, creando una metafísica de esa misma violencia que nos lleva y nos trae.
Hoy, en Cali encuentra un panorama idéntico al de años atrás, con los mismos que escribían, que estaban en los recitales poéticos, ahora, con 30 años más siguen siendo los parámetros a seguir, los modelos, y son los que están en las vitrinas de las presentaciones.
Escribir en Colombia no es fácil porqué siempre hay un centralismo que es Bogotá, que determina una cierta prioridad a escritores de la capital. Como en toda expresión artística hay que definir dos cosas, de una parte las obras y de otra parte los mercados editoriales. Estos últimos buscan determinadas situaciones, por ejemplo en Cali, hay un nombre muy grande que es Andrés Caicedo (1951-1977), un escritor que se suicidó muy joven. Cuando se habla de Cali, se habla de “Que viva la música” uno de sus libros. Es como la referencia que el mercado editorial ha mantenido.
“Era un gran escritor para la edad que tenía, hace poco leí de nuevo “Noches sin fortuna”. Pero no se piensa en otros escritores que están aquí en Cali, posteriores a la generación de Andrés Caicedo, y que estamos construyendo y hemos construido también historias. Igualmente muchos jóvenes entre 30 y 40 años que están escribiendo cosas interesantes, pero ya ese contexto de Andrés Caicedo, que es muy vital para pensar a Cali, no es el filón ni la inspiración de los actuales escritores. Hoy se narran otras historias; la migración en Cali ha hecho que recuperemos historias afro, que haya esa tendencia en recuperar toda esa amalgama que tenemos en el Litoral pacífico que vino a poblar a Cali en los últimos 30 años y que ya tiene una voz literaria que se está construyendo a partir de sus relatos, entonces en Cali convergen nuevas narrativas muy distintas a las que se centraron en Andrés Caicedo. Es indudable que en lo de Andrés Caicedo hay cosas muy bellas como el sentido de la noche que hay en su obra, y que es un elemento muy vital para los caleños. Y a pesar de que soy una generación muy posterior a Andrés Caicedo, el sentido de la noche, también tiene un valor vital en mi obra, en el trabajo y en mi vida diaria”.