Yo tengo muchos recuerdos de la cocina de mi madre en mi infancia, ella fue una creativa en la escasez. Y de los apremios y la falta de recursos siempre salió bien librada.
Por eso aprendí a que no existen barreras al momento de crear y a vivir con lo que te encuentras en el día a día. Soy un entusiasta de la cocina de recuperación, de la cocina de temporada y sobre todo, de la cocina de productos regionales, para favorecer el medio ambiente y generar riqueza en el entorno donde vivo.
Aprovechando que hay calabacines en cosecha en los alrededores de Berlín, decidí hacer estos calabacines gratinados rellenos de champiñones, en salsa de tomates frescos y habichuelas planas.
Receta para dos personas
100 gramos de queso fresco
10 champiñones medianos
2 Calabacines redondos
Media cebolla cabezona blanca
Media zanahoria
Ramita de perejil
1 diente de ajo
1 cucharada de salsa soja
30 ml de vino blanco (opcional)
1/2 cucharadita de aceite de sésamo o una cucharada de sésamo tostado y molido
3 cucharadas de aceite de oliva
Sal y pimienta al gusto
Para la salsa
2 tomates maduros
2 cucharadas de aceite de oliva
Un diente de ajo
Una cebolla morada o roja pequeña
2 cucharadas de pimentón rojo picado fino
8 o 10 habichuelas planas o las redondas en su defecto
La mitad de la pulpa de los calabacines
Orégano
Sal y pimienta
50 ml de vino blanco (opcional)
50 gr de queso parmesano rallado
2 calabacines redondos o de los largos en su defecto. Si son de los redondos se les corta la parte de arriba (que se reservará para el final) dejando espacio para meter una cuchara y vaciarlos. Si son de los largos se les corta una tajada a lo largo y se vacían con una cucharadita pequeña.
En un wok o una sartén hacer el relleno de la siguiente manera: sofreír la cebolla cabezona finamente picada y el ajo en las 3 cucharadas de aceite de oliva. Añadir los champiñones picados con el procesador de alimentos y si no se tiene procesador, picados fino a cuchillo. Dejar cocer cinco minutos y añadir las zanahorias en cubitos pequeños, el perejil picado y la mitad de la pulpa de los calabacines bien picada, el vino, la sal, la pimienta y el orégano, la salsa soja y el aceite de sésamo o la cucharada de sésamo tostado y molido. Dejar cocinar hasta que se reduzca el líquido y quede un relleno más o menos seco. Retirar la sartén del fuego y añadir el queso fresco bien desmenuzado. Rellenar los calabacines con este guiso y disponer en una fuente de horno.
Preparación de la salsa. Picar la cebolla roja en julianas y el ajo lo más fino posible, sofreír en 2 cucharadas de aceite de oliva hasta que la cebolla esté pochada, entonces agregar las habichuelas cortadas al sesgo de unos 2 o 3 cms y el pimentón. Luego el vino blanco y los tomates en rodajas muy delgadas y dejar cocinar de dos a cinco minutos. Seguir con el orégano y la otra mitad de la pulpa de los calabacines bien picada. Cocinar 5 minutos y retirar del fuego, añadir la salsa a la fuente de horno donde están los calabacines y ponemos parmesano rallado sobre los calabacines. Meter al horno precalentado a 180 grados durante 20 minutos o hasta que el queso esté gratinado.
Servir en plato hondo poniendo la mitad de la salsa en cada plato y encima el calabacín que cubriremos con la tapita que le habíamos quitado al inicio. Buen provecho!!!
Diego León Monedero. Cocinero experimental y autodidacta de Palmira (Colombia), criado entre los fogones de las abuelas paisas y vallecaucanas. Desde chiquito, inquieto por el placer de los sabores nuevos y las formas añadidas al color. Reside en Berlín donde mejor ha podido dar rienda suelta a su imaginación gastronómica.
Sentada en mi sofá favorito, tomando el primer café de la mañana, disfrutando su aroma y gozando de la compañía de mis amados ángeles, mientras planeaba con ellos el menú que prepararía para la cena con mis amigas, me encontré entre mis pensamientos a mi abuela Aura Cerón, Aura Pepa, cómo yo le decía.
Aura Cerón Rojas José Manuel Ceron Ospina
Ella disfrutaba muchísimo cocinar y sabía tantos secretos de cocina, que hacía verdaderos manjares y lo que más me sorprendía, era que todo lo preparaba con una facilidad… y me encantaba cuando me decía, vamos a preparar mantequilla y queso, para que comamos con arepas!!!
Era muy creativa, ahora pienso que se inventaba las recetas… y de ella heredé el gusto por la cocina: sin mucho preparativo, fácil, rápido y delicioso.Bueno, entonces, entre esos recuerdos llegó a mi este plato, boronía: que son berenjenas al maduro.
Ingredientes para 5 porciones:
Una berenjena grande Un plátano (no banano) bien maduro en trozos pequeños 1 tomate mediano finamente picado. 1 cebolla cabezona pequeña 150 gramos de queso mozzarella Un poco de aceite tradicional Sal al gusto *Queso parmesano rayado *Crema de leche o queso crema.
Preparar con la cebolla y el tomate un hogao o guiso; en una sartén pones el aceite a calentar a fuego medio con la cebolla finamente picada, cuando se cristaliza agregas el tomate en trocitos pequeños y un poco de sal. Tapas el recipiente para que la cebolla y el tomate suelten su jugo. Pela la berenjena y la lavas bien. Si gustas puedes ponerla con anticipación en agua con sal, para que suelte un poco el amargo. La picas en trozos pequeños y la agregas al guiso, y dejas a fuego lento que las berenjenas cambien su color y su contextura. Es allí cuando le echas el maduro, que has picado en cuadritos. Lo dejas por 10 minuto, revisando que se desbarate y mezcle muy bien con la berenjena. Ahora agrega el queso y deja por unos minutos, mirando que no se seque mucho, la contextura debe ser cómo de puré. La preparación ya está lista para servir, y ya en el plato puedes ponerle un poco de queso parmesano rayado y un chorrito de crema de leche. Las personas no logran descifrar que están comiendo pero s{i que es algo delicioso, suave en su textura, todo un manjar. Y así, termine mi taza de café, y mis ángeles bellos, sonriendo … viajamos a a mi adolescencia, visitamos a Aura Pepa y encontramos parte del menú, para la cena de amigas!!!! *Le dan mejor sabor y más bonita presentación, más no son requisitos para que las berenjenas queden deliciosas.
Adriana C. Pozada C., nacida en Cali, canalizadora Angelica, armonizadora y facilitadora de procesos para personas y grupos, a nivel familiar, social y empresarial. Adora cocinar para su familia y amigos.. sabe que es la mejor forma de demostrarles cuan importantes son en su vida.
La pasión de cocinar la heredé desde muy chica, las composiciones de las cocinas son los recuerdos más inolvidables que tengo: el olor que emana de ellas mismas, el sonido que transmite el contacto del ajo con el aceite, el vapor que dispara las alarmas, el juego de probar y saborear los condimentos, las ollas y las cacerolas quemadas que han sido devastadas por el hambre y los platos raspados por los tenedores chuecos y la cuchara sopera que quedará lista para servir el postre.
Así sucedía cuando mi abuela Gladys se despertaba todos los 31 de diciembre a las 6:00 de la mañana a preparar sus tamales. Los ingredientes los comprabamos en la plaza de mercado ‘El Salado’ en la Calle 144, Ibagué, Tolima, Colombia. Y en nuestro costal empacamos las uvas, el puerco, las arepas de maíz, las hojas de plátano y el agua de rosas con la que nos bañábamos para poder cumplir los deseos del año nuevo.
Todos en la plaza le llamaban “Doña Gladys” porque además de contar mitos o leyendas, leía las cartas y se ganaba uno que otro peso, en uno de los barrios populares de Ibagué.
Ella lo perdió todo allí; su casa, cinco cerdos, la vida que había construido y, dolorosamente, a su mejor amiga que corrió junto a ella en el bosque y murió en sus brazos por una bala por parte del grupo guerrillero.
Fue una de las tantas desplazadas del campo y enviada a la ciudad de Ibagué, donde vivió en una vivienda humilde con difíciles condiciones alrededor de cinco meses. Aunque mi madre le insistió en mudarse a nuestra casa, ella jamás perdió las fuerzas de luchar y recuperar la voz del pueblo por una guerra que el gobierno jamás supo llevar.
La memoria que tengo mi abuela siempre será un símbolo de fuerza y valentía. Por eso tengo el honor de ser Chef de pastelería y de presentar mis recetas caseras como símbolo de unión para rescatar los sabores caseros que nos recuerdan nuestro origen y nuestra sangre.
Una de mis recetas favoritas es la torta de zanahoria que preparamos con mi tía Martha Bojassen que vive en la ciudad de Estocolmo, Suecia, en los tiempos de primavera, es súper fácil y, además, al final le damos un toque rústico.
Torta de zanahoria. El tamaño de una bandeja del horno es para 20 personas. Ingredientes: 4 huevos, 400 gramos de azúcar, 400 gramos de harina, 2 cucharaditas rebozadas de polvo de hornear, 1 cucharadita de bicarbonato, 1 cucharadita de azúcar de vainilla (o esencia de vainilla) , 2 cucharaditas rebozadas de canela en polvo, 200 gramos de aceite de maíz o canola y 500 gramos de zanahoria rayada por el rayo más fino.
Preparación: Primero, rallamos la zanahoria. Segundo, mezclamos bien los huevos con el azúcar, es importante tener los huevos a temperatura ambiente, los dejamos en un molde aparte. Tercero mezclamos en un recipiente y con un tenedor o un mezclador, la harina, el polvo de hornear, el polvo de bicarbonato y la canela en polvo, nos aseguramos de que la mezcla sea homogénea. Cuarto, medimos los gramos de aceite y lo mezclamos con el extracto de vainilla. Después de tener todos los ingredientes listos, añadir la tercera mezcla en los huevos con el azúcar en tres ocasiones. Mezclar bien, colocar en un molde engrasado y espolvoreado con migas de pan o harina. Llevar al horno por 50 minutos a 200 grados, colocar en la mitad del horno. Dejarlo enfriar.
La crema ”pasta”. Mezclar: 200 gramos de queso crema de Alpina o Philadelphia, batir con 100 gramos de mantequilla, 400 gramos de azúcar pulverizada , cáscara de un limón rallado y jugo de una mitad, todo esto se mezcla muy bien y se cubre la torta, se esparce con una espátula y se decoras con un tenedor. Si desea un toque rústico, se le puede colocar coco rayado, lo hace mi tía Martha y queda una locura! Saludos y buen provecho.
Juanita Emery – Diusabá. Sommelier residente en la ciudad de Londres. Amante de la cocina, exploradora de nuevas culturas y lenguas.
El amor por la cocina nació en mí desde muy pequeña, me encanta la comida italiana y amo prepararla, sobre todo las recetas familiares, las cuales me fueron enseñadas, con amor y mucha paciencia, por mi tía Gladys Bernardi, ella era la alcahueta de mi de desorden en la cocina.
Gladys Bernardi hacia los años 60 en Cali
Hoy quiero compartir con ustedes la receta de un plato que entre los Bernardi es de lo preferidos por todos, la polenta. Una preparación tradicional y popular del norte de Italia de donde era mi abuelo Antonio Bernardi De Fina (Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno). Este es un plato muy versátil, reconfortante y clásico, se destaca por lo sencillo, económico, nutritivo y polivalente que resulta a la hora de prepararlo. La polenta está hecha con base de harina de maízgruesa y agua y de ahí se pueden preparar todo tipo de recetas para para acompañarla.
Esta receta era de mi tía Gladys, heredada de su padre, la original se acompañaba con un guiso de conejo, pero debido a las dificultades de conseguir este ingrediente en los mercados colombianos, ella le puso su toque, cambió el conejo por colombinas de pollo y así es como la preparo hoy en día. Me cuentan que era el desayuno preferido de mi abuelo, quien además cortaba la polenta con un hilo.
Ingredientes para la polenta: 250 gramos de harina de polenta instantánea. 4 tazas de agua o litro de agua. Sal al gusto. 1 cucharada de aceite de oliva o mantequilla (opcional). Poner el agua al fuego, cuando el agua esté hirviendo añadir la sal y la harina de polenta, bajar a fuego lento y remover de manera constante durante 40 minutos con cuchara de palo. Cuando se alcance este punto, la sacamos de la olla, la colocamos en una bandeja y le damos forma.
Es importante tener en cuenta, se utilizan aproximadamente 250 gramos de sémola de maíz o harina de polenta por litro de agua. En función de la cantidad de líquido empleado, la textura será más cremosa o más firme y sólida.
Ingredientes de la salsa Colombinas de pollo al romero. Colombinas de pollo (6 por personas). Cebolla cabezona blanca (2 grandes). Tomate maduro (6 grandes). Pimentón rojo (1 grande). Ajo (2 dientes de ajo). Romero fresco suficiente. Aceite de oliva. Queso parmesano rallado (opcional). 250 ml de vino blanco. Agua. Sal y pimienta al gusto.
Se cortan finamente la cebolla, el tomate, el pimentón y el ajo (reservar). Después, poner una sartén al fuego y calentar. Agregar el aceite de oliva y sofreír la cebolla, el ajo, el pimentón y, por último, el tomate, salpimentar. Una vez el sofrito esté listo, añadir las colombianas de pollo (salpimentadas) y dorarlas por todos los lados. Adicionar el vino blanco y dejar evaporar el alcohol, si ve que la salsa está seca, agregue agua o un poco de caldo de pollo. Retirar del fuego y poner todo en un molde que se pueda llevar al horno, colocar el romero, hornear por 25 – 30 minutos a fuego bajo (120-150ºC) preferiblemente tapado con papel de aluminio para que no se seque.
Servir. Una vez la salsa esté lista se saca del horno y en la mesa se pone la bandeja de polenta con el guiso de colombinas de pollo al romero y cada persona se sirve acompañando el plato con queso parmesano por encima.
Si les sobra polenta tápela con una servilleta de tela, al día siguiente solamente pónganla en un sartén con un poco de aceite de oliva o mantequilla a calentar y disfrutenla como el mejor de los desayunos. Espero que la preparen y nos comenten qué les pareció esta receta.
Paola Bernardi Madriñán, caleña, nieta de Antonio Bernardi y con raíces italianas muy arraigadas en la cocina.
Para quienes cocinan pocas veces y hoy, se ven enfrentados a hacerlo cada día, van estas mantequillas de cuarentena, ideales para dar sabor inmediato a las comidas, sin mayor esfuerzo. Prepararlas es muy fácil:
Ingredientes: Tres ramas de albahaca bien picada. 3 ajos picados y machacados. Pizca de sal. 125 gramos de mantequilla (no margarina). Papel mantequilla o encerado.
En una taza deshacer la mantequilla a temperatura ambiente, hasta que esté sedosa. Aparte, mezclar la albahaca con los ajos y la sal, agregar al tazón con mantequilla y revolver muy bien. Formar luego un bloque con todo y envolverlo en papel mantequilla y guardarlo en el congelador.
Nota: Puede variar los ingredientes para mezclar, por ejemplo: ramas de perejil con ajos machacados y pimienta negra.
Utilización: al momento de servir carnes asadas, colocar una o dos rueditas de la mantequilla sobre las mismas. Además, van muy bien estas rueditas de sabor sobre pizzas, pastas, omelettes, arroces, panes horneados y lasañas.
Ana Milena Puerta, es caleña, comunicadora, conversadora y escritora de poemas, cuentos y recetas de cocina. Amante de la literatura, la cultura ciudadana y el mar. Coleccionista de atardeceres, aves en vuelo y charlas interminables.
¨En el momento en que nos detenemos y miramos todo lo que está pasando ante nuestros ojos; el hecho de que la naturaleza se esté revitalizando, que las relaciones entre las personas estén mejorando, que ahora sea todo completamente diferente, es una ocasión, una grandísima oportunidad de cambiar punto de vista y cambiar también nuestras expectativas frente a las cosas que buscamos, las cosas que nos impacientan tanto…En este momento, habremos entendido el mensaje escondido dentro esta pandemia¨: Carla Charlie.
Carla
Carla y Beto
Por Irene Garcés Medrano. Carla Charlie es una instructora aeróbica que a causa de las restricciones por el coronavirus que obligan al aislamiento social a sesenta millones de italianos, decidió apropiarse de los instrumentos que ofrece la tecnología para no interrumpir el contacto con sus alumnos. A través de la apertura de un canal You Tube que lleva su nombre Carla Charlie y de su página Facebook, de lunes a viernes a las 10:30 a.m. hora italiana, transmite en directo lecciones de gimnasia desde su habitación a 20 kilómetros del mar, en un recodo de pintorescas casas en piedra, a orillas del río Vara. Es un sitio tranquilo, rodeado de montañas y bosques, en los que crecen frondosos pinos, abetos, árboles de castañuelas y acacias, llamado la Macchia.
Nacida de un matrimonio mixto entre una italiana piamontesa y un argentino de Buenos aires, Carla recuerda su infancia como una variada mezcla de culturas que se encuentran y se unen hasta aflorar en la edad adulta en pequeños gestos, hábitos que hoy no la sorprenden porqué sabe que son el producto de esa mezcla, cómo esa atracción por el dulce de leche, al que no puede renunciar. Cuando le expliqué que el ´dulce de leche´ argentino en Colombia se llama arequipe si se prepara en Bogotá y cuando llega al Valle del Cauca se trata del ´manjarblanco´ y se vende en totumas de calabaza, Carla, con gran entusiasmo me propuso preparar la versión italiana del exquisito dulce navideño.
Carla creció y estudió en Italia. Le encanta el español, lengua paterna que hoy le permite descifrar las letras de las canciones que amenizan las clases a las que se entrega, da instrucciones, suda, sonríe mientras transborda con energía y entusiasmo contagioso. Empezó con su primer diploma de instructora de pesas y a partir de allí prosiguió estudios y especializaciones en Pilates, Zumba, Totalbody, Step, Feet box y Gimnasia Postural con tanta pasión por lo que hace y, en especial, por la música latinoamericana que canta en voz alta mientras baila a la perfección.
IG. Cómo está viviendo la Pandemia del Codiv19?CCH. La emergencia del corona
virus no la estoy sintiendo, porqué aquí en la Macchia la vida sigue igual. Es todo muy tranquilo, hay cosas que
hacer afuera, hay que llevarle de comer a las gallinas, cortar la leña y seguir con los quehaceres de casa. Con la cuarentena
en algunos supermercados no se encuentra la levadura para preparar nuestro pan,
entonces, me dediqué a experimentar una levadura madre y así, hasta he
encontrado la posibilidad de hacer cosas nuevas. Claramente, no estoy yendo al
trabajo, estoy más tiempo en casa y puedo
dedicarme aún más, a todas estas cosas.
IG. ¿Ha tenido miedo de las consecuencias de esta pandemia?CCH. No siento miedo, noto que
las personas están muy angustiadas, casi aterrorizadas pero se me ocurre pensar
que es porqué miran demasiada televisión, algo que yo no estoy acostumbrada a hacer. No soy una
fanática de telenoticieros, prefiero mirar una película, así, cuando tengo el
tiempo, me distraigo un poco, pero no me
dejo abrumar por los reportajes. También porque vivo convencida que los
periodistas tienen la necesidad de escribir noticias, aunque cuando las cosas
no son tan graves. Es claro que es más
fácil narrar noticias cuando las cosas parecen gravísimas. Con esto, no quiero decir que el Coronavirus
no sea menos grave, digo simplemente que si cada uno asume su propia responsabilidad
y sigue las reglas, no hay porque tener
miedo.
IG. Que es lo que más le preocupa?CCH. Sinceramente nada, porque los recursos esenciales no faltan. Tampoco se habla de posible escasez de alimentos que podría ser la preocupación más grave de todas. Puede ser que más adelante esta situación genere una crisis financiera, pero todo ello dependerá de la gestión política de parte de quien está administrando la emergencia.
IG. Describa una jornada de cuarentena. CCH.
Mis jornadas son exactamente igual a antes, porque en la Macchia, tratándose de un lugar pequeño
las labores son siempre las mismas: me despierto en la mañana, doy de comer a
los perros, abro la puerta para que salgan,
doy una vuelta por la cocina, planeo el almuerzo, me dedico a hacer cosas
en el jardín, cuido las plantas, luego preparo el almuerzo, a veces sola, a
veces para dos, porque Tiziano, mi compañero, quien va a trabajar en este
periodo, viene a almorzar. Juego con los
perros, me ocupo de adiestrar a la más pequeña, es importante porque está en
una edad, en la que asimila más el aprendizaje y si no aprovecho, dentro de
unos meses crecerá y será muy difícil educarla. Lo único que ha cambiado es el hecho de no
poder ir fuera, a otro sitio, pero sabes, cuando una esta bien en su propia
casa, no le hace falta el hecho de ir afuera.
IG. ¿Cómo surgió la idea de las lecciones de gimnasia a través de internet?CCH. La idea de las clases de gimnasia a través de la red, surgió de la necesidad de no abandonar a mis alumnas, me daba cuenta de que era importante, mantener una cita, un hábito que para ellas más que tonificar el cuerpo, es un momento de distracción, importante a nivel emotivo y mental. Igual para mí, porque es mi trabajo, mi pasión. Algo que nació de un pasatiempo, de la necesidad de entrenarme yo misma, y de allí se volvió un entrenar a otros.
IG. ¿Qué dificultades se le presentaron en este proyecto virtual?CCH. Las dificultades técnicas son dadas fundamentalmente por el mal tiempo atmosférico, pues si llueve fuerte podría saltar la energía eléctrica y la conexión. Por lo demás, la sensación que estoy viviendo es que la emergencia por la pandemia, nos ha acercado mucho más. Porqué cuando se piensa de encontrar las personas en cualquier momento, en realidad no lo notamos. En el momento en que hay un límite, entonces, se vuelve importante. Paradójicamente hoy me estoy comunicando con muchas más personas que antes. Tengo una tía en Argentina que cada día sigue mis clases vía web.
IG. Dónde está la fuerza de una buena instructora. CCH. Tengo 40 años y me dedico a esto desde el 2004. La ventaja de saber
tantas disciplinas y poder mezclarlas, me permite dar respuestas a las exigencias
de mis alumnos. Sobre todo, porque me ocupo del cuidado de las personas y es
importante poder hacerlo a 360°. Además, el hecho de haber practicado por tantos
años la meditación, la introspección, me ayuda también a entender el impacto
psicológico que puede tener en cada individuo en la propia estructura física. Porqué
tantas veces una mala postura, es debida a un desequilibrio más que todo
psicológico y emotivo.
IG. Primero me hablaba de Jodorowsky, ¿lo conoce? CCH. Sí, soy una lectora apasionada de Alejandro Jodorowsky (escritor, director de cine, filósofo) porque se ocupa del ser humano en un modo irreverente. Él no te cura, no te hace razonar con mimos y atenciones, sino que te golpea con la verdad en la cara, y eso, en mi opinión, es lo que al final funciona.
IG. ¿Qué piensa que dejara esta Pandemia? CCH. No lo sé, porque sinceramente veo que las personas se están dejando dominar por el miedo y no logran ir más allá del miedo. No logran entender cuál es el lado positivo de todo esto. En el momento en que nos detenemos y miramos todo lo que está pasando ante nuestros ojos; el hecho de que la naturaleza se esté revitalizando, que las relaciones entre las personas estén mejorando, que ahora sea todo completamente diferente, es una ocasión, una grandísima oportunidad de cambiar punto de vista y cambiar también nuestras expectativas frente a las cosas que buscamos, las cosas por las que nos impacientamos tanto; las famosas 40 horas semanales de trabajo por una gran cantidad de años para después gozarse la vida cuando ya eres demasiado viejo para poder hacerlo. En este momento, si dejáramos de lamentarnos por estar encerrados en casa con miedo de aburrirnos y empezáramos aprovechar la ocasión para hacer todas esas cosas para las que nunca tenemos tiempo, entonces sí, habremos entendido el mensaje escondido dentro esta pandemia.
*Caleña radicada en en norte de Italia desde hace casi tres décadas, comunicadora, hortelana, cocinera y viajera por convicción. irenegarces1000@gmail.com
Annalisa Simeoli, italiana de Turín, residente en Goa, India, cuenta detalles de su vida cotidiana durante la cuarentena.
Por Irene Garcés Medrano*. Una historieta hindú narra de cinco ciegos que habían escuchado hablar de elefantes, querían saber cómo eran hechos y les trajeron uno ante ellos. El primer ciego, tocándole la trompa, dijo: es como una gran serpiente. El segundo le tocó un colmillo y exclamó: ¨no, lo que parece es una lanza puntiaguda¨. El tercero, tocando el costado del animal, dijo: ¨la verdad es que es similar al muro de mi casa¨. El cuarto, contorneando una pata, afirmó: ¨amigos, el elefante es como un gran árbol¨. El último que había tocado la cola dijo: ¨se equivocan todos, el elefante es similar a una cuerda con un moño¨.
Quien quiera describir la India se encontrará más de una vez en la misma situación. De este inmenso país que constituye un mundo variado y en sí mismo, completo y heterogéneo, se puede hablar con conocimiento de causa, sólo después de haberlo visitado. Annalisa Simeoli, joven italiana, de Turín, residente en Goa, India desde hace 5 años, nos cuenta detalles de su vida cotidiana durante la cuarentena decretada por el gobierno indio, el pasado 23 de marzo para contrarrestar la propagación de la pandemia del Codiv19.
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1. Annalisa Simeoli, el día de su boda en India, con el traje de novia, el tradicional sari hindú. Cob su familia y su esposo.
IG: ¿En qué momento se detectaron los primeros brotes de coronavirus en India? AS: Los primero casos se presentaron en el Estado de Kerala, algunos jóvenes hindúes estudiantes en China, aprovecharon las vacaciones del Año Nuevo Chino para regresar ya enfermos. De inmediato el gobierno cerró la frontera con China y, luego, decretó el distanciamiento social.
IG:¿Cómo son sus jornadas con la cuarentena? AS:
Desde que comienza la jornada, limpio, cocino, practico yoga y meditación para
conocerme y mejorar mi estado físico. Dedico tiempo para hablar con mis padres y tíos en Italia. De vez en cuando salgo a caminar alrededor del
espacio verde de la unidad residencial donde vivo y noto a alguien, que como
yo, camina. En realidad los hindúes no
son para nada ´fit´, pero la cuarentena forzada hace que todos sientan la
necesidad del movimiento.
IG:¿Cuánto ha cambiado su rutina diaria? AS:
Antes gran parte de mis jornadas transcurrían movilizándome en autobús o caminando
para ir a mercar y hacer diligencias, alternado con lecciones de yoga, almuerzos y jornadas con amigas hindúes cuyos maridos trabajan. Mujeres
que se cansan de buscar un empleo bien remunerado y sobre todo gratificante. En
Goa, las fuentes de empleo son
escasas y los salarios bajísimos.
IG: ¿Qué
teme? AS: Siento temor de la crisis económica que, en diferentes
formas y dimensiones, aportará a nivel
mundial sufrimientos inimaginables, en especial a las personas de escasos
recursos. Situación que nos debería
hacer reflexionar en un mundo cada vez más globalizado, interconectado, rígido y, a veces,
despiadado.
IG: ¿Desde cuándo empezó su interés por India? AS: A los 20 años empecé a interesarme de India, para mí era el sitio ideal por su historia, sus contrastes, sus tradiciones, la espiritualidad, la tierra del Buda, pero nunca contemplé la posibilidad de echar raíces aquí. Son sorpresas que a veces la vida nos da. Viajé para especializarme como profesora de yoga, luego conocí a quien hoy es mi marido, nos casamos y decidimos vivir aquí. Sucedió todo por casualidad, me considero afortunada, este es un país hermoso que tiene muchas cosas para enseñar, al menos una vez en la vida, vale la pena visitarlo. Al mismo tiempo, tratándose de un territorio vasto y densamente poblado, está lleno de contradicciones que no siempre son fáciles de superar. Guardo gran respeto por todo, amor por mi marido, por su familia, pero no me siento parte integrante de la comunidad, después de cinco años, todavía me siento huésped.
IG: Yoga para reforzar el sistema inmunitario… AS:
Estudié contabilidad, diseño publicitario y frecuenté la facultad de Letras en
la ´Università degli Studi di Torino´. Empecé a practicar yoga desde muy joven,
como autodidacta y luego decidí especializarme como instructora. Después de tantos años, no he dejado de tomar lecciones y aprender.
La yoga es una disciplina amplia que abraza muchos aspectos de la vida. Entre otras, refuerza el sistema inmunitario
y ayuda a descargar el stress, por ello aconsejo de practicarlo durante esta
pandemia.
IG: ¿Qué tipo
de Meditación practica? AS: La
Meditación Vipasana, “Mirar las cosas como son”. Dicen que es la
meditación que practicaba el Buda, hoy se
enseña gratis en todo el mundo, en los centros que siguen las enseñanzas de
S.N. Goenka. Desde hace más de 20 años,
es parte integrante de mi vida. He visto los beneficios, me ayuda a desarrollar
mi propia conciencia y sobre todo, me permite
observar cada cosa desde una perspectiva amplia sin perder la ecuanimidad.
IG: ¿Tiene nostalgia de Italia? A.S. Hay
momentos en los que extraño algunas cosas,
especialmente la parte laboral, he trabajado siempre en el ámbito cultural, en
el mundo de los libros, del cine. A
veces extraño hablar la propia lengua con desenvoltura, los amigos, comprender
y saber que los demás te entienden cuando hablas. Aunque si cocino italiano y a veces hago una
fusión entre ambas culturas, algunos sabores me hacen falta, sobre todo por qué
algunos productos no se encuentran con
facilidad.
IG: ¿Conoce escritores hindúes? AS: En India hay escritores excelentes, cuyos libros, en los últimos años han sido traducidos en todo el mundo. Entre mis preferidos está Chitra Banerjee Divakaruni Sister of my heart (Hermana de mi corazón), extraordinario, con un estilo narrativo que te encanta, esencialmente femenino. Rohinton Mistry, A fine balance (El perfecto equilibrio), gran escritor para entender la cultura y la historia de India. Está la escritora Arundhati RoyThe God of small things (El Dios de las pequeñas cosas), ha publicado solo dos novelas y muchos ensayos, es líder y activista social en diferentes proyectos. Sus novelas se caracterizan por un estilo narrativo que no es simple para el mundo occidental, pero no por ello menos interesante, vale la pena leerla.
IG: ¿En los escritores hindúes modernos encuentra
similitudes con algunos relatos latinoamericanos? AS: Clasificar los
escritores hindúes es muy difícil, se trata de un Subcontinente enorme que
abraza escritores muy diferentes, algunos usan lenguas nativas o el inglés, y con
base en ello cambian tradiciones y costumbres. Ciertos escritores clásicos
narran historias con divinidades, algo mágicas, impregnadas de enseñanzas filosóficas
y espirituales. Con respecto a los escritores latinoamericanos es diferente, la
hindú es una literatura fuertemente ligada a la cultura de la gente, al modo de
pensar y de vivir. Si se ama la
literatura es justo el momento para conocer escritores hindúes porque encontrará
cosas sorprendentes e interesantes. Me gustan ambos.
IG: ¿Piensa que esta Pandemia nos hará mejores? AS: Dependerá de nosotros mismos si logramos transformarla en una experiencia de crecimiento interior. Si seremos capaces de interrogarnos, de no quedarnos en la superficie, de ir un poco más al fondo de las cosas.
*Caleña radicada en en norte de Italia desde hace casi tres décadas, comunicadora, hortelana, cocinera y viajera por convicción. irenegarces1000@gmail.com
¨Soy colombiana, mi primer apellido es italiano, y aunque crecí en Colombia, mi trabajo fotográfico me condujo a Italia en busca del origen en 2017. De ahí salió esta serie de imágenes en blanco y negro, impresas en seda, que invita a imaginarnos un mundo de posibilidades detrás de cada puerta o de cada ventana. Un mundo de caminos… Todos solitarios y sin fin… un laberinto.
Las imágenes fueron tomadas en diferentes partes de Italia.
‘Nadie en Italia, Laberinto’ es una investigación sobre la melancolía. Encuentro belleza en los lugares solitarios. Debe ser por eso que me gustan los días de lluvia, tienen la misma sensación de nostalgia que los lugares sin gente. No sé de dónde me viene la necesidad de ver el mundo desde una mirada nostálgica.
Todos preferimos tener sentido de pertenecía a ser de ninguna parte o estar solos. A pesar de esto, el ejercicio que realizo con mis fotografías es explorar la soledad. Investigo la ausencia. Busco lugares solitarios. La composición de mis imágenes está hecha de espacios cotidianos que si no fuera por mi búsqueda de vacío, de pronto, no veríamos¨.
Curadora Irina Rolön: ¨En esta serie Bellini rescata de la indiferencia cotidiana, fachadas con inquietantes elementos y detalles arquitectónicos de calles tradicionales de Italia, cuyo punto de tensión visual se concentra en la aparición de puertas y ventanas cargadas de belleza y misterio.
Una serie de “no lugares”, espacios ideales para el encuentro y la habitación, que ante su lente se muestran desprovistos de personas, cubiertos de nostalgia y melancolía.
Marcela persigue la metáfora detrás de esa ausencia que registra, la misma que refiere a las velocidades y olvidos del mundo contemporáneo retratados en estos cortes de la realidad, en las capturas de estos espacios colmados de vacío que al ser desprovistos de participación humana desaparecen, se desdibujan e invisibilizan ante nuestros ojos.
Las calles y pasajes de Italia se convierten entonces en el principal insumo para su indagación fotográfica, convirtiéndose en protagonistas de esta fascinante búsqueda.
En cada fotografía los caminos expuestos detrás de cada puerta y ventana se comportan como umbrales, como lugares de tránsito hacia otra realidad, hacia otra dimensión; a través de estas aberturas Marcela evoca mundos intrincados y vertiginosos, que dentro de sus armónicas composiciones logra minimizar y hacer pasar por ciertas.
En cada uno de sus recorridos por las calles de Italia, Bellini ejerce el placer de imaginar, de cartografiar la ausencia, de resaltar esa nostalgia que la conmueve e identifica. En esta ocasión, la artista eleva esta fascinación a un segundo estado. Ahora, amplía las nociones de la imaginación jugando con trucos y trampas visuales que compone exquisitamente para invitar al espectador a sumirse en este mundo de fantasía que se inscribe en la mente de la artista al preguntarse cómo sería si estos espacios continuaran infinitamente detrás de cada puerta, ¿a dónde conducirían estas inquietantes aberturas? ¿cómo se verían por dentro cada una de estas edificaciones?, o ¿con qué sería posible encontrarse detrás de estas portadas? Y lo consigue, nos adentra en una interesante experiencia de indagación, imaginación y descubrimiento¨.
Artista y fotógrafaMarcela Bellini. Nací en Cali y tomo fotografías desde la adolescencia. Cuando llegué a la Universidad de los Andes en 1993 sentí que las imágenes que fotografiaba debían tener una conexión más profunda entre estética y contenido. Estudié Filosofía. Luego hice una maestría en literatura y una especialización en periodismo en la misma universidad. @nadiefotografia
Por Irene Garcés Medrano*. Mientras con parsimonia Italia viste el traje de la normalidad después de las drásticas medidas adoptadas meses atrás para contrarrestar el virus Covid19, presentamos la segunda parte de nuestra conversación con Concepción García Sánchez, ´Pil, pintora mejicana, radicada en Italia desde 1992 y residente en Venecia desde hace 26 años.
IG: ¿Desencantada de la Academia de Arte de Venecia? CG: La academia no tenía el nivel que esperaba, pero fue una ocasión para conocer la realidad de las galerías, las exposiciones, los concursos y la dinámica entorno al mundo del arte. Me di cuenta de que el arte se queda solo en el ámbito de las galerías y la comercialización de las obras. Durante mis estudios en la Academia tuve posibilidad de participar en el Proyecto Erasmus, en Manchester, esa experiencia en otra institución artística fue edificante. Allí la educación era menos rígida, más libre con respecto a la Escuela de Venecia. Durante el periodo de estudios en la Academia de Venecia, tuve siempre la sensación que la función social del arte quedaba relegada. Me interesaba el arte pero desde una perspectiva social.
IG: ¿Después del viaje al Estado del Chiapas, volvió el entusiasmo? CG: Viajé a Chiapas después de la masacre de Acteal, cuando en 1997 un grupo paramilitar asesinó 45 indígenas en una iglesia. Con la comunidad zapatista pinté varios murales, puse a pintar a toda la gente de la comunidad, sobre todo a niños y adolescentes. Fue interesante ver cómo las comunidades vivían la pintura de modo natural, con mucha fluidez, con facilidad. Obviamente faltaba la técnica, pero eso no fue un límite para poder expresarse. Esta experiencia, me permitió ver la potencialidad y posibilidad de trabajar socialmente con el arte.
Ofrenda del Día de muertos en el Liceo Guggenheim. Atrás, las fotografías de lo 43 estudiantes de Ayotzinapa asesinados
IG: En Chiapas realizó el cuadro de una niña con un bebe en brazos, ¿qué la inspiró? CG: A cada lado de la base del asta bandera le di un tema y los niños empezaron a pintar. Recuerdo que llegaban cantidad de pequeños, al punto que agotaron la superficie del asta bandera y continuaron en el piso. Justo en ese momento, llegó una niña, con su hermanito bebé en los brazos. Me impactó verla tan pequeña, tendría cinco o seis años, con la responsabilidad de cuidar a otro menor pero con el deseo de pintar y obviamente de ser niña, de allí nació “Zem tzotzil zapatista bontik”
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1 Acrílico inspirado en fotografía tomada durante realización de un mural en Chiapas. 2 Mural realizado con la comunidad en el Chiapas.
IG: Hábleme de la Arteterapia, ¿qué es? CG: Hice un curso propedéutico en la Escuela de Arteterapia de Barcelona, ISPE. En pocos días pude experimentar varios lenguajes artísticos, y la sensación de haberlo vivido me enriqueció, me sentía como fluyendo en todas las posibilidades que un ser humano puede tener, porque ellos proponían no solo del lenguaje pictórico sino que incluían poesía, danza y varias disciplinas artísticas. Me pareció enriquecedor ese tipo de experiencia porqué la viví directamente, pero en mi momento familiar y personal, no podía alejarme demasiado de Venecia, entonces me inscribí en la escuela de Arteterapia, ARTEA, con sede en Milán. Me permitió dos cosas, primero ver cómo el arte parte desde adentro de la persona, desde su inconsciente individual y colectivo. Y segundo, comprender cómo a través del lenguaje del Arte se pueden plasmar imágenes; puede salir cualquier cosa de la mente.
IG: ¿Su formación en la academia de artes plásticas, fue una ventaja? CG: En parte me ayudó para utilizar las diferentes técnicas. Lo q si tuve que superar fue el modo académico que me venía cargando respecto a la creación. En la Escuela de Arteterapia percibí que las técnicas servían para expresar, crear, pero sobre todo para experimentar. Por qué a la experimentación, no se le da mucha importancia, se da importancia al resultado final, pero la experimentación es importantísima porque es allí donde se pone en juego así mismo en el proceso de creación. De hecho fue un aspecto que me costó mucho trabajo al comienzo elaborar, pero cuando lo asimilé me encantó.
IG: ¿Hoy vive de arteterapia? CG: Después de graduarme en la escuela me dediqué a organizar talleres, pero no es como hacer una sesión de yoga, donde es suficiente llevarte un tapetico y listo. Con la arteterapia necesitas diferentes materiales. No fue muy conveniente a nivel económico, pues como decimos en Méjico, a veces me salía ‘más caro el caldo que las albóndigas’. Pero sirvió como para darme a conocer. Después me llamaron del Centro de Ancianos con Alzheimer, también realicé talleres con refugiados, con grupos de mujeres, con adolescentes y niños. Ya Llevo 4 años trabajando en psiquiatría y me encanta.
IG: ¿El arte al servicio de la psiquiatría o viceversa? CG: Sobre todo fue tremendamente formativo ver como se trabaja en el hospital y las causas del sufrimiento. Cuando llegas a psiquiatría, a veces, una de las causas puede ser que has sufrido demasiado y tu mente, tu razón ya no alcanza a justificar todo lo que te está pasando, entonces caes en problemas psicológicos profundos. Otras veces, el sufrimiento es debido a causa de la enfermedad mental.
IG: ¿Complicado lograr la atención de quien afronta realidades dolorosas? CG: Pues, más allá del malestar, en mis talleres traté de proponer el arte como si fuera alimento para el alma. Ha sido enriquecedor ver como algunas personas que podrían caer en ‘el hoyo negro’ logran agarrar un lápiz y hacen una línea, ves el esfuerzo en el gesto mínimo; esas, para mí, son obras profundas. No sé cómo decirlo, más allá del concepto del arte, claramente no es una obra pictórica de un gran artista pero en este contexto ver ese tipo de cosas, a veces me decía guao! gracias por el esfuerzo que hiciste porque dada la situación, era clara la tenacidad.
IG: ¿Más que como artista la arteterapia la pone en juego como ser humano? CG: La verdad, es que a través de la arteterapia aprendí mucho. Porqué ves que la capacidad creativa del ser humano, va más allá de los prejuicios, va más allá de un concepto estrecho del arte; el miedo a enfrentar una creación y equivocarte, enfrentar ese miedo, procesarlo hasta superarlo y llegar a crear algo que te hace feliz, eso para mí era maravilloso. O explorar las ideas más absurdas, si, en un cierto sentido es ponerse en juego. Me viene en mente un último trabajo que uno de mis pacientes hizo, un paisaje planetario, donde crecían cabezas en uno de los planetas. Entonces tú ves esta cabeza que sale primero con la forma de una papa y luego se va desarrollando hasta volverse una cabeza humana. O quien está más ligado a la geometría, o quien al arte abstracto, y aun en esa abstracción logras sacar algo de ti, de tu panza, de tu creación misma.
Cada uno de mis pacientes me dejó una riqueza muy profunda a nivel personal, espiritual porqué… (Mientras describe lo esencial de la arteterapia la emoción le ahoga las palabras a esta artista mejicana, luego de un sollozo liberatorio prosigue ) -me doy cuenta que se entregaban, perdona, me emocioné a pensarlos, los extraño también porqué durante estos 4 años trabajando con ellos se estableció una relación de confianza. El aspecto humano, ligado a la creación y al arte fue extraordinario.
IG: ¿Al final los trabajos son expuestos al público? CG: Sí, hemos hecho 4 exposiciones, dos en la Isla de Lido de Venecia, una en la Isla de la Giudeca y una en el CSM, en Venecia en el Centro Histórico. Para todos fue un evento histórico porqué eran años que no se organizaba nada. Fue sorprendente ver como participaron hasta en la preparación de la sala, hicieron de todo con esfuerzo y voluntad por ser partícipes de un grupo, ‘fue chingón’.
IG: ¿Ha logrado realizar la fiesta mejicana de los muertos en Venecia? CG: Son ya 9 años que cada primero de noviembre, celebro el día de los muertos según la usanza mejicana. Con todo lo que ha pasado, no puedo dejar de celebrar este año la Décima edición. No sé si de aquí a noviembre las medidas del distanciamiento físico impidan aglomeración de personas, pero la fiesta este año la debo hacer, no sé como pero que la hago la hago. La fiesta es bastante sentida en Méjico, pero la muerte para los italianos, no es la muerte para los mejicanos. Aquí al comienzo no fue fácil, porqué mucha gente no quería enfrentar el tema. En Italia, el primero de noviembre, vas al panteón, llevas las flores y ya. La fiesta del día de los muertos en Méjico no es eso.
IG: ¿Cómo se celebran los difuntos en Méjico? CG: el día de los muertos significa estar con tus muertos. Preparar el altar es hacer la comida preferida de tu (tus) difunto, limpiar y santificar el espacio donde se va a preparar, poner flores y papel picado para recordar los momentos felices compartidos, poner sus fotos, algún objeto. Esperarlo. En Venecia he organizado la Ofrenda en diferentes contextos. Últimamente me daban un espacio muy bonito en una galería de arte, cerca de la Plaza San Marco. El año pasado, durante los días que duró, la sala siempre estuvo llena. La propuesta artística con los años fue cambiando, traté de involucrar artistas, asociaciones y otros lenguajes que pudieran enriquecer el evento. Performance, danza, poesía, obras en artes plásticas, cortometrajes de un colectivo mejicano y el altar tradicional. Al principio invitaba a los artistas a participar. En los últimos años las personas me buscaban porqué querían participar. Llegamos a programar una semana de eventos cubriendo todos los ámbitos del arte, a todas las horas y con el lleno total. Fue siempre más enriquecedor, siempre más profundo
IG: ¿Al final el público entendió? CG: Con el tiempo el público se transformó, hubo más aceptación, y las personas que al comienzo eran reticentes a afrontar el tema, luego, querían saber de la muerte. Querían saber el punto de vista mejicano, querían entenderlo y entendiéndolo, viviéndolo, viéndolo, hasta llegar a decir, ‘es cierto, que bonito, la muerte también puede tener este contacto con los vivos, es vida’. Por eso creo que este año por fuerza tengo que organizar el evento. Porque ha faltado mucha gente, hay que honorar a quienes se fueron en esta batalla.
IG: ¿Reacciones de los mejicanos a la pandemia? CG: Méjico no es Italia, poder hacer cuarentena allí es un lujo. Hay personas que no pueden hacer cuarentena porqué tienen que salir a ganarse la vida cada día, es una realidad de toda América Latina, ya vimos lo que pasó en Ecuador, donde las consecuencias del covid19 en algunas ciudades fueron devastadoras. En el bien o en el mal los mejicanos con la muerte juegan, con todas las contradicciones que existen; el narcotráfico ¿cuántos muertos ha causado en los últimos años? Han encontrado fosas comunes con 150, 300 personas desaparecidas. ¿Cuántos emigrantes no han muerto así? algunos caen en la red del narcotráfico.
IG: ¿En Méjico la violencia sigue siendo pan cotidiano? CG: Méjico en cuestión de seguridad no ha mejorado, creo que el presidente, Andrés López Obrador hace un poco lo que puede, como Evo Morales hizo un poco lo que pudo en Bolivia. A veces hasta equivocándose. Países de América Latina, ricos en recursos naturales, son como minas. Defenderlos es muy difícil. Y quien entra en contacto con el poder, tiene sus tentaciones. En realidad no es que ame estar detrás de noticias ni de Méjico ni de Italia, ya me es suficiente moverme en la realidad en la que vivo, que no es fácil. Algunos familiares me hablan bien de López Obrador, otros me hablan mal. Entonces, es así en países de América latina, donde hay mucha corrupción, donde el poder te pone en riesgo, te tienta y hasta te enferma, no es fácil. Llevo tres años sin ir a Méjico y lo extraño un montón. Pero bueno, a ver que dice la vida.
IG: ¿Cómo compensa esa nostalgia? CG: Este año había pensado viajar pero por las consecuencias de la pandemia del Covid 19, no se va a poder. Así que compensé con la comida, empecé a cocinar mejicano, lo necesitaba. Es como un modo de estar en Méjico.
Fotografía de portada. «Manchester», cuadro realizado durante el período en Manchester.
* Caleña radicada en en norte de Italia desde hace casi tres décadas, comunicadora, hortelana, cocinera y viajera por convicción. irenegarces1000@gmail.com
Palmira (1*) se embarcó en la aventura más grande de su vida con su pequeño hijo Américo, el 18 de mayo de 1933 en el puerto de Trieste, para buscar a su amor, al joven Reynaldo Cavalet (2*), su esposo, quien había viajado hacía más de un año a la Argentina profunda.
¨No importa si te mojas al caminar, es agua bendita, no tienes por qué correr, solo camina siempre¨, palabras que pronunciaba ella cuando llovía y en las que se condensan la grandeza y la simplicidad de esta joven de la Italia rural que, con la fuerza de sus montañas y el arrojo de la juventud y del amor, emigró de Ponte Nelle Alpi (Belluno), la Italia Fascista y la dura Europa de entre guerras, en la búsqueda del propio territorio.
Palmira
Las Dolomitas
La séptima hija de Teodoro Bernardi y Regina De Fina (3*) se despidió, a sus 24 años, de sus afectos de infancia, su madre viuda, y de Paluc, la finca familiar enclavada en las Dolomitas, escenario de sus amores con el vecino picapedrero tímido, honesto y trabajador con el que se casó. Y partió a hacer la América, como en su momento lo hicieron sus hermanos mayores Virgilio, mi abuelo Antonio (4*), Mainardo y María Bernardi De Fina.
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1.María y Palmira Bernardi, con sus hijos Antonio Piai y Américo Cavalet. 2 Paluc, la finca de la familia Bernardi.
Emigrantes. Desde que se subieron al tren en la estación de Ponte, Palmira y su hijo Américo (5*) -nombre premonitorio-, se convirtieron en dos emigrantes transoceánicos más, mientras recorrían ese camino hasta el puerto de Trieste en el Adriático y, luego, durante la larga travesía a bordo del trasatlántico Neptunia (7*) rumbo a América del sur, el continente que dio la mano a tantos europeos para crear una nueva vida.
Esa joven madre y esposa albergaría sentimientos encontrados: el dolor de las separaciones y el miedo de las distancias; los recuerdos de una infancia vivida entre la orfandad temprana de padre y esa guerra, la del ´14´ (8*), que dejó un territorio devastado y en la ruina económica y una generación marcada, la de su Reinaldo, quien narraría a sus nietos argentinos con una risa dolorosa y el miedo a que se repitiera esa historia, del hambre de todos los días: ¨a mis diez años caminando por ahí encontré, con uno de mis hermanos, una casa abandonada, y en una alacena una torta de polenta, dura y llena de moho verde, que raspamos y comimos¨.
Palmira,
dura y sólida. Impresionante como las Dolomitas, las rocosas que rodean los parajes de Ponte, así era esta mujer que dio pelea a las
dificultades. Ella era ¨cómo
los pilares en los cuales se asientan las
fortalezas,
siempre miró hacia adelante¨, y así
debió mirar con la ilusión de reunirse con su esposo, cuando el Neptunia, ese
gigante de vapor se deslizó por las aguas del río de la Plata, al último de sus
puertos, y divisó la multitud que se agolpaba para darle la bienvenida a los
viajeros, entre ellos un porcentaje grande de parientes y paisanos ´tanos´.
Neptunia
Argentina. Buenos Aires fue el gran
receptor de la diáspora italiana en las últimas décadas del siglo XIX hasta la
mitad del XX en Argentina, un país que se preparó con tierras, trabajo duro,
salarios y leyes para recibir a los inmigrantes del mundo. Y los ´tanos´ del
norte, del sur, obreros, campesinos, cultivadores, panaderos, albañiles y
profesores, fueron la comunidad más representativa al momento de poblar y crear
la identidad argentina actual.
Reencuentro familiar. Muchos de los inmigrantes del Neptunia se quedarían en la capital que ya contaba con más de 2 millones de personas, pero otros seguirían. Palmira se adentró a la Provincia de San Luis para reencontrase con Reinaldo, quien laboraba en las canteras con un tipo de piedra muy particular, granito azul y negro, un oficio artesanal transmitido por generaciones en Ponte. Ahí, con la familia junta, Palmira laboró como muchas mujeres, preparando la comida para los obreros de la cantera. Y en Naschel nacería su segunda hija, Rensa Cavalet.
3.Rensa, Palmira, Américo y Reinaldo. 4. Palmira y Reinaldo.
Los Cavalet Bernardi en Mar del Plata. Luego saltaron hastaUnquillo (Córdoba), con sus hermosas sierras y magnífico clima, y a Tolosa, fuente de provisión de piedras para la construcción de ese populoso suburbio de La Plata, hasta llegar a Mar del Plata. Y en esa joven ciudad balneario que empezaba a brillar como destino turístico a finales de los treinta, donde estaba en auge la construcción de los tradicionales ´chalets Mar del Plata´, a partir de la materia prima extraída de las canteras que la rodean, Reinaldo, Palmira, Américo y Rensa echarían raíces, mientras al otro lado del Atlántico su familia italiana empezaba a vivir la pesadilla de la Segunda Guerra Mundial (*7).
1946. Los Cavalet Bernardi en las escalinatas de la Rambla. Al fondo el Hotel Provincial y el Casino Central del Mar del Plata.
Piedra a piedra. Y en medio de ese
paisaje atravesado por las sierras que se abandonan en las aguas justo en Mar
del Plata, la joven pareja con sus propias manos y el
corazón, tallaría con el cincel esas piedras que son únicas por su diversidad
de tonos y colores, para levantar su casa en Primera Junta, un barrio despoblado
cercano a una cantera, con calles de tierra y sin acueducto, pero que con los
años crecería y quedaría ubicado a 20 cuadras del centro y a unas 25 cuadras de
los barrios más cotizados.
Don Reinaldo. Y fue el lugar donde Orlando Rinaldo Cavalet pasó a conocerse como ´don Reinaldo´, famoso por ser gran jugador de bochas en su querido Club Urquiza y donde este picapedrero que andaba en bicicleta y con acento italiano, también haría la fachada de piedra de la casa de su hija Rensa (6*) y su esposo Roberto Noguera, quienes serían los padres de Oscar y Claudio.
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5.Rensa Cavalet Bernardi 6. Américo Cavalet Bernardi. 1946 7. Palmira y Américo.8.Rensa con su marido Roberto y Américo con su esposa Iris
Américo y el Neptunia. Y en ese puerto sobre el Mar Argentino, el joven inmigrante italiano hizo su vida, Américo se casó con Iris Rodríguez en 1953 y tuvieron a Daniel Eduardo y Ricardo Alberto; y ahí montaría su Joyería y Relojería Neptunia: ¨Durante casi toda su vida Neptunia fue su referencia más importante y el logo del negocio fue un buque cruzando el Océano. Ahora valoro la importancia de ese nombre, de ese viaje en la historia de mi padre, a pesar de haber sido tan pequeño cuando llegó a Argentina¨, dice su hijo Daniel Cavalet.
Los nonnos. Aunque a la ´nonna´ Palmira y a don Reinaldo les llegaron los años y cuatro nietos, su aventura amorosa les perduraría toda la vida, una vida dura pero alegre en la casa donde cada noche compartieron una copita de grapa mientras hablaban en el dialecto de su tierra, fieles a sus ancestros. Ellos, como muchos inmigrantes, no volvieron a su lugar de origen, ni a sus afectos primarios y esa sensación de pérdida los acompañaría siempre, pero fueron parte importantísima de la historia argentina. Los sobreviven en Argentina sus cuatro nietos Daniel Eduardo y Ricardo Alberto Cavalet, y Oscar y Claudio Noguera; sus bisnietos Lucía, Julián, Ramona y Joaquín Cavalet, Ariel, Ignacio, Romina, Rocío y Mathías Noguera. Y dos tataranietos, Olivia y Simón.
Don Reinaldo
La nonna Palmira
La casa. Allí tendrían un gallinero y una huerta en un terreno baldío vecino. Él prepararía su vino de uva chinche, de la parra que cubría el patio. Y en esa casona, al lado de su mujer, él moriría por una afección pulmonar relacionada con su profesión antes de los sesenta años.
Américo, Iris, Ricardo y Daniel en la Joyería y Relojería Neptunia.
La nonna Palmira. Ella lo sobrevivió hasta los 90 años, aficionada a escuchar por radio los partidos de fútbol de Estudiantes de la Plata y la Juventus de Italia; a leer libros y ver cine del lejano oeste, a jugar las cartas, el Siete y medio y la brisca, y a cocinar las recetas de su tierra para sus nietos, como aquella Polenta que llevaba en bollos para comer en el camino a la escuela, el conejo y la tortilla de queso.
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9.Periódico italiano ´Voce amica del mio paese´ 1992
Palmira fue feliz en la vida que escogió, su centro fue su familia, la italiana y la argentina, su norte fueron sus dos hijos, Rensa y Américo, y sus 4 nietos serían sus cómplices. Siempre mantuvo los lazos con Ponte Nelle Alpi y su hermana Elide, dos años menor que ella, a través de cartas y un boletín de noticias. Parte importante de red de los afectos de los paisanos, fueron su hermana María y sus sobrinos Tony y Chochi Piai de Mendoza. Ella vivió bien, sobre todo en sus últimos años y siempre con esa nostalgia de la tierra perdida, la hermana que habitaba lejos en su querida Italia; hermana cercana en Mendoza y su hermano en la lejana Colombia.
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10.Palmira y Antonio Bernardi en Mar del Plata.11. María, Antonio y Palmira en Mendoza.
Gran alegría. Una de las más grandes alegrías al final de sus días para los tres hermanos Bernardi, Palmira, María y mi abuelo Antonio, sería su reencuentro en tierras argentinas en enero de 1976, luego de más de 50 años de su despedida en Ponte. Mi tía Italia, lo calificaría como un viaje inolvidable en el que se agotó el vino en las neveras de los primos de Mar del Plata y Mendoza, con eternas sobremesas, llenas de risas, gritos y un afecto que desbordaba cada día compartido… pero ese reencuentro de tres naciones, Italia, Colombia y Argentina, amerita un capítulo aparte, como también la relación de fraternidad que se forjó entre sus descendientes.
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12.Casa de Rensa Cavalet (izq.) y Roberto Noguera, a la vuelta de la casa de la nonna Palmira, junto a Fica Vidal, Gladys y Regina Bernardi. 13 y 14. Grupo familiar Mar del Plata 1976.
Ilustración de portada. Diseñadora Paula Henao. Fuentes citadas. *Gracias a la narración de los dos nietos de Palmira, Oscar Noguera y Daniel Cavalet, como también de algunas anécdotas de mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi, se ha reconstruido esta historia. Con el apoyo de Jorge Alonso Rengifo en la digitalización del archivo fotográfico de la familia. (1*) Palmira Bernardi de Cavalet, nació el 17 de octubre de 1908, en Paluc, la finca familiar en Ponte Nelle Alpi (provincia de Belluno) y murió en su casa del Mar del Plata el 15 de octubre de 1998.(2*) Reynaldo Cavalet, nació en Ponte Nelle Alpi el 27 de diciembre de 1904. Sus padres fueron Antonio Cavalet y Francesca Francech. Murió en Mar del Plata aproximadamente en 1966 (Argentina).