Antonio y Camila (2 parte)

El 2 de mayo de 1928, Antonio Bernardi y Camila Ospina sellarían su unión en una ceremonia católica muy sobria, cuando el reloj de la Catedral Basílica Nuestra Señora del Rosario de Manizales, marcó las 6 de la mañana. Partirían de luna de miel hacia Cali y Popayán en tren, el medio de transporte más desarrollado en Colombia, en esa época.

Camino al altar. El 2 de mayo de 1928, Antonio Bernardi De Fina (1*) y Camila Ospina Mejía (2*), sellarían su unión en una ceremonia católica muy sobria, cuando el reloj de la Catedral Basílica Nuestra Señora del Rosario de Manizales, marcó las 6 de la mañana. Los dos italianos, el novio y Mainardo Bernardi, el padrino, esperaron en el altar a la bella prometida que caminó del brazo de su padre Luis María (3*), vestida de negro riguroso a la usanza de la época, ya que guardaba luto por el fallecimiento de su abuela paterna.

En las primeras bancas, la madre de la novia, Ana Joaquina (4*), junto con sus otros diez hijos, acompañaban en ese frío día, a esta pareja que empezaba su vida de casados en Manizales, ciudad donde Antonio dejaría un significativo legado urbanístico y arquitectónico en los tres años que vivió (1927-1930) (6*).   

La luna de miel. Después del desayuno de bodas celebrado en la segunda planta de la casa de Luis María y Anita, en pleno centro de la capital caldense, los esposos Bernardi Ospina se dirigieron a la recién inaugurada Estación del Ferrocarril de Caldas, para abordar el tren a Cali, su primera parada del itinerario. Sería la primera vez que Camila haría ese recorrido por la nueva trocha férrea construida para, además de pasajeros, llevar sin transbordos, el café de estas tierras campesinas hasta el puerto de Buenaventura y de ahí a los mercados europeos.

Por el Valle del Cauca. La locomotora descendió desde el filo de la cuchilla de Manizales por un empinado trecho, y, poco a poco, dejó atrás el paisaje cafetero, para descubrir ante los ojos de esta joven señora la imponencia del Valle del río Cauca. Para entonces empezaba la transformación del paisaje bucólico de las haciendas cañeras y de trapiches de panela, a la expansión tecnificada del cultivo de la caña y el surgimiento de los modernos ingenios azucareros. Sería un viaje premonitorio para esa pareja.

Por tren. Los desposados arribaron a Cali por la también nueva Estación del Ferrocarril del Pacífico, en la Calle 25, para alojarse en el hotel de moda, el Alférez Real, a orillas del río Cali. De la mano de Antonio, quien había trabajado acá el año anterior en la construcción del Palacio Nacional, Camila descubrió el centro y barrios como San Antonio, de esta pequeña y tranquila ciudad que empezaba a mirar al mundo a través de su relación con Buenaventura, en la que aún sus habitantes se surtían de agua en las pilas ubicadas en varios lugares céntricos. Lejos estaba ella de imaginarse que 22 años después, regresaría para quedarse, en la capital del Valle del Cauca.

El Valle de Pubenza. Para finalizar su travesía, la pareja se desplazó por el Ferrocarril del Pacífico, el más extenso y desarrollado del país para ese momento, hacia Popayán, otrora capital del Gran Cauca, para caminar por esas callecitas del casco antiguo de la Ciudad Blanca y colonial y, por supuesto, empezar a conocerse entre ellos.

La unión de dos culturas. En Villa Isabela, a las afueras de Manizales, se iniciaría este encuentro de dos mundos muy disímiles a finales de los años 20. Antonio, un italiano del norte, que a sus 28 años había recorrido buena parte del continente americano e iba de ciudad en ciudad y de campamento en campamento para construir obras públicas, puertos, sistemas de transporte y edificios. Mientras que Camila era una jovencita normalista de 23 años, que vivía en el círculo cerrado y tradicional de su familia de arrieros antioqueños, que se movía entre Manizales, Santa Rosa de Cabal y Dosquebradas (7*).

El clan Ospina. En esa casa se establecerían las primeras reglas de convivencia y quedaría clarísimo que los parientes de ambos, estarían presentes en su cotidianidad. Camila compartiría su hogar en Manizales, con su cuñado Mainardo (5*), mientras que Antonio establecería lazos de por vida, con su numerosa familia política, de 10 cuñados y cuñadas, con sus cónyuges e hijos. Y sería en Manizales, donde nacerían sus dos primeras hijas, Regina, el 24 de julio de 1929 y Gladys Bernardi Ospina, el 11 de mayo de 1931.

Acuerdos colombo italianos. El aprendería a comer arepa pero con mermelada y ella cocinaría polenta de maíz. Antonio reemplazaría la cuajada paisa por los quesos curados que espantaban a los Ospina por su fuerte olor y Camila, además del sancocho, los fríjoles y la mazamorra, introduciría los espaguetis y la lasaña al menú familiar semanal. Él compartiría con los Ospina las celebraciones y los duelos, como también vacaciones y fiestas decembrinas en las fincas de sus suegros. Ella entendería que no tendría con su familia una sede fija, sino que su casa estaría donde el trabajo de Antonio los llevará.

El prestigio del constructor. Mientras su vida hogareña se afianzaba, el constructor italiano al frente de las obras subterráneas del Plan Maestro de Alcantarillado y Acueducto, la pavimentación del centro y varias edificaciones en ferro concreto con la firma italiana Papio Bonarda & Co (8*), Antonio adquirió renombre en una ciudad que iniciaba una nueva era urbanística y arquitectónica con la edificación de la Catedral, la Estación del tren, hoteles, bancos y establecimientos comerciales; y que además creaba otras formas de habitarla sobre las cenizas de los tres incendios padecidos.

La época dorada. Y en esa región cafetera el nombre del constructor italiano le llegaría a oídos del industrial Vicente Giraldo, un empresario visionario, artífice de la modernización de Armenia en los años treinta (9*), quien le siguió la pista y le haría una propuesta indeclinable, independizarse y ser protagonista de la transformación de una población de guadua y bahareque al concreto.

Rumbo Armenia. Por las mismas calles que él pavimentó, Antonio con Camila y Regina, partiría en su Peugeot 1930, placa 0172, por las carreteras destapadas del viejo Caldas para apostarle a un nuevo proyecto de vida y ser parte de ese momento histórico de Armenia, llamada desde entonces la Ciudad Milagro.

Primera parte, de la historia de Antonio Bernardi y Camila Ospina.

Ilustración de portada. Diseñadora Paula Henao. 

Fuentes citadas. *Gracias a la narración de mi madre, Regina y mi tía Italia Bernardi Ospina se han reconstruido las vivencias de la familia Bernardi Ospina en esa época. El archivo fotográfico pertenece a la familia Bernardi y fue digitalizado por Jorge Alonso Rengifo Bernardi.

 (1*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi y Regina De Fina. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977). (2*) Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda – hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970). (3*) Luis María Ospina Arcila, ´papá Luis´: 1870 Aranzazu – julio 9 de 1943 Bogotá. (4*)  Ana Joaquina Mejía Gutiérrez, ´mamá Anita´: 1877 Pacora – julio 22 de 1963 Manizales. (5*) Mainardo Bernardi de Fina, nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (25-5-1905), hijo de Teodoro Bernardi y Regina De Fina. Murió en Guayaquil (Ecuador) hacia 1940.

(6*) Un italiano en tierra cafetera en los años 20 (1 parte) http://www.labernardi.com/antonio-bernardi/un-italiano-en-tierra-cafetera-en-los-anos-20-1-parte/

(7*) Los municipios de Manizales y Santa Rosa de Cabal y el corregimiento de Dosquebradas, pertenecían para entonces al antiguo departamento del Viejo Caldas (1905 y 1966). (8*) Papio Bonarda & Co, firma italiana de arquitecturaingeniería y construcción, fundada por Angelo Papio y Giancarlo Bonarda, quienes se encargaron de la modernización de Manizales hacia los años 20, con la construcción de obras como la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Manizales. En Cali, construyeron el primer palacio de San Francisco y El Palacio Nacional. (*9) Armenia, fundada en 1889, es la capital del departamento de Quindío y una de las principales ciudades del eje cafetero colombiano.

Un italiano en tierra cafetera en los años 20 (1 parte)

El amor llega cuando menos se espera y cambia los planes en un santiamén. El italiano Antonio Bernardi De Fina no imaginaba que la decisión de participar en la modernización de Manizales en 1927, marcaría su historia al conocer a Camila Ospina Mejía.

El amor llega cuando menos se espera y cambia los planes en un santiamén. Mi abuelo italiano, Antonio Bernardi De Fina (1*), no imaginaba que la decisión de participar en la modernización de Manizales en 1927, consumida tres veces por las llamas en 4 años, marcaría su historia personal y profesional, al conocer a Camila Ospina Mejía (2*).

Camila y Antonio. 1928.

En la tierra del café. Manizales, Dosquebradas, Santa Rosa de Cabal, Armenia y Circasia, poblaciones de la colonización antioqueña (6*) en medio de la geografía andina y productoras de café, estarían unidas a la vida de Antonio, quien había arribado de 22 años, a este continente de promesas en 1922, graduado como técnico de Puentes y Caminos en Belluno (7*), en compañía de su hermano, Mainardo Bernardi y su primo, Jorge De Fina.

Un trotamundos. Su experiencia como ingeniero constructor la obtuvo en cuatro países, al involucrarse en obras como el Ferrocarril Antofagasta-Oruro (Bolivia), el Ferrocarril del Perú, el Puerto del Callao (Lima) y el Malecón de Guayaquil (Ecuador), como también al estudiar estructuras con nuevos materiales en la capital peruana.

Desembarcó en Colombia. Antonio tocó tierra colombiana en marzo de 1926, por el puerto de Buenaventura, venía contratado por el proyecto que uniría al sur con el resto del país a través de 600 kilómetros, el Ferrocarril de Nariño (8*), tramo El Diviso (en la selva) – Tumaco. En ese puerto sobre el Pacífico, que vivió su época de esplendor, él residió unos meses, hasta que enfermó de paludismo.  Vinculado a la firma italiana de ingeniería Papio Bonarda & Co, Bernardi (9*) intervino en la ejecución de la estructura del Palacio Nacional, de estilo neoclásico francés, en pleno centro de Cali, una antigua y pequeña villa que capturó su atención por la calidez de la gente y a donde regresará muy pronto.

Modernización de Manizales. La capital del Viejo Caldas (10*) que vio arder más de 20 manzanas y 200 edificios del centro de bahareque, barro y guadua (1922, 1925 y 1926);  que pasó de la arriería al cable aéreo para transportar productos desde y hacia el río Magdalena (1922) y que inauguró la línea del ferrocarril (1927) para exportar café por el puerto de Buenaventura; edificó para esos años, una nueva ciudad con el concurso de profesionales nacionales y extranjeros.

1927 a 1930, la innovación. Con Papio Bonarda & Co, Antonio participó en la modernización urbanística de Manizales, región que le ofrecería durante una década múltiples posibilidades a este joven constructor, ya que la economía cafetera estaba en auge. En esa topografía montañosa, acompañado de su hermano Mainardo, él ejecutó buena parte del Plan Maestro de Alcantarillado y Acueducto de forma innovadora, instaló redes domiciliares subterráneas y pavimentó las primeras calles con concreto.

El ferro concreto. También Antonio introdujo nuevas tecnologías desconocidas en la zona, las estructuras de ferro concreto (11*) que son perdurables en el tiempo, en las construcciones que concibió con diseño contemporáneo, entre ellas los edificios del Banco de Colombia, Néstor Llano y Marco Gómez.

Camila, la normalista caldense. Un domingo a finales de 1927, Antonio paseaba por el parque San José, cuando el rostro de una caldense de 22 años, lo deslumbró. Era Camila, maestra de la Escuela Normal de Señoritas de Manizales, tercera hija de un matrimonio católico, de arrieros antioqueños, Luis María Ospina Arcila (3*) de Aranzazu, y Ana Joaquina Mejía Gutiérrez (4*) de Pácora, apegado a la tierra, al comercio y a la familia, que no se deslumbró con el constructor italiano recién llegado y enamorado de la jovencita.

El Bosque. Luis había comprado en 1896, un pequeño terreno en Dosquebradas (12*), que más tarde convirtió en la Hacienda El Bosque (*13). Cuando él visitaba esta tierra a caballo, veía en la casa vecina, El Recreo (*14), a tres hermanas bordando en el balcón, Ana Joaquina ´Anita´, Elvira y Natalia. Un día le pidió matrimonio a la mayor y se casaron el 30 de noviembre de 1899. La dulce Anita se trasladó al El Bosque, donde compartió la casa con su suegra, María Jesús, y 6 cuñadas hasta que ellas se casaron.

Los Ospina Mejía. En las primeras décadas del siglo XX, formaron una numerosa familia de once hijos, Carmen Emilia, Benigna, Camila, Pastora, Teresa, Luisa, Emelia, Antonio Luis, Alicia, Lorenzo, Graciela (5*). Luis llegó a tener cuatro fincas, El Bosque, El Caribe, La Sonora y La Granja, que producían café, leche, carbón y las cuales visitaba de lunes a sábado, ese día Anita lo esperaba en El Bosque, con Ponche (bebida con huevos, yemas, canela y brandy); y agua caliente con hierbas para sus cansados pies.

De Santa Rosa a Manizales. Papá Luis y mamá Anita que ya tenían un patrimonio sólido y con grandes aspiraciones para la familia, trasladaron su residencia, primero a Santa Rosa de Cabal hacia 1910  (15*), donde compraron una casa en el parque principal y matricularon a los hijos en la escuela; y luego, en 1922 se instalaron en la capital de Caldas, que ofrecía mayores posibilidades para que las hijas y los hijos estudiaran el bachillerato en la Normal y el Instituto Técnico. Emprendieron el camino a lomo de mula, llegaron al centro de Manizales, junto a la Telefónica, cerca de la Catedral, a la Calle 25 No, 18-20. En el primer piso de la casa, quedaba la pesebrera y el local para vender café procesado, y en la segunda planta la residencia familiar.

Un noviazgo a lo paisa. La relación de Camila y Antonio inició a finales de 1927, los encuentros eran muy particulares, él en el andén con el frío de la noche y ella, en el balcón del segundo piso. Solo cuando el italiano prometió matrimonio, se le abrieron las puertas del hogar de los Ospina Mejía.

Antes del compromiso oficial, Papá Luis le exigió un certificado de soltería de la parroquia donde nació, y la madre italiana del novio residente en Ponte Nelle Alpi, Regina De Fina, también hizo lo propio, exigió una fotografía de la novia colombiana. Camila y Antonio esperarían ansiosos durante meses, las respuestas de las respectivas cartas que partieron de Manizales por barco desde el puerto de Buenaventura y de Ponte Nelle Alpi por el puerto de Génova…

Ilustración de portada. Diseñadora Paula Henao.  Fuentes citadas. *Gracias a la narración de mi madre, Regina, mi tía Italia Bernardi Ospina y Elsa María Moya Ospina se han reconstruido las vivencias de la familia Ospina Mejía en esa época; y Jorge Alonso Rengifo Bernardi por el trabajo de digitalización del archivo fotográfico de la familia.

 (1*) Antonio Bernardi de Fina nació en Ponte Nelle Alpi, provincia de Belluno, Italia (6-10-1900), hijo de Teodoro Bernardi Viller (hijo de Bartolo Bernardi y Yacomina Viller) y Regina De Fina Zitran. Murió en Cali (Colombia) (25-03-1977).

Familia Ospina Mejía.  (2*) Camila Ospina Mejía, nació (6-04-1905) en Pereira, departamento de Risaralda – hija de Luis María Ospina y Ana Joaquina Mejía. Murió en Cali, Colombia (11-10-1970).

(3*) Luis María Ospina Arcila, ´´´papá Luis´: 09/07/1870 Aranzazu – 09/07/1943 Bogotá (4*)  y Ana Joaquina Mejía Gutiérrez, ´mamá Anita´: 22/07/1877 Pacora – julio 22 de 1963 Manizales. Se casaron el 30 de noviembre de 1899 (5*)  Carmen Emilia Ospina de Ocampo: diciembre 1 1900 – abril 3 de 1987 Manizales. María Benigna Ospina de Restrepo: junio 27 de 1903 – abril 3 de 1991 Medellín. Pastora Emilia ´Aporita´ Ospina de Gómez: agosto 11 de 1906 – julio 24 de 1991 Manizales. Teresa Ospina de Mirkow: octubre 7 de 1907 –  febrero 14 de 1993 Bogotá. Antonio Luis Ospina: diciembre 21 de 1908 – marzo 20 de 2001 Cali. María Luisa Ospina de Lobo, mayo 21 de 1910 – enero 18 de 1987 Bogotá. María Emelia Ospina de Botero: marzo 19 de 1912 – febrero 7 de 1999 Manizales. Alicia Ospina de Villegas: 27 de febrero de 1915 – mayo 20 de 1997 Manizales. Lorenzo de Jesús Ospina: octubre 21 de 1919 – abril 3 de 1984 Pereira. Graciela Ospina de Moya: septiembre 16 de 1921- octubre 28 de 2013 Cali.

 (6*) Colonización antioqueña, proceso de expansión de población que influyó en el desarrollo de la historia colombiana a medios del siglo XIX e inicios del XX, a través del cual aparecieron en zonas deshabitadas, centros urbanos al sur de Antioquia, en los actuales departamentos de CaldasRisaraldaQuindío, y en parte del Tolima y del Valle del Cauca.

(7*) Belluno, provincia y población de la región de Véneto en Italia.

(*) Ferrocarril de Nariño (*) …en los últimos meses de 1927 el presupuesto de gastos del Ferrocarril de Nariño se redujo de ochenta mil a veinticinco mil pesos mensuales; simultáneamente el gobierno nacional ordenó despedir a la mitad de los trabajadores. Al año siguiente se laboró con poco dinero y en 1929 la obra se paralizó. (Zarama Rosa Isabel, artículo Historia del Ferrocarril de Nariño 2015: 11 Tendencia Revista de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas. Universidad de Nariño Vol. XVII. No. 1 – 1er. semestre 2016)

(9*) Papio Bonarda & Co, firma italiana de arquitecturaingeniería y construcción, fundada por Angelo Papio y Giancarlo Bonarda, quienes se encargaron de la modernización de  Manizales hacia los años 20, con la construcción de obras como la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Manizales. En Cali, construyeron el primer palacio de San Francisco y El Palacio Nacional.

(*10) Viejo Caldas, antiguo departamento colombiano entre 1905 y 1966, conformado por los actuales departamentos de CaldasRisaralda (1966​) y Quindío (1966​), sobre la Cordillera Central. Colonizado por arrieros antioqueños a mediados del siglo XIX y epicentro del Eje cafetero. Su capital, Manizales, fundada en 1849.

(11*) Libro Fragmentos de la Memoria de la ciudad de Armenia Años 30 al 36 del siglo XX – obra de Antonio Bernardi de las arquitectas María Eugenia Beltrán y Laura Ossa Sánchez. 

(12*) Dosquebradas, antiguo corregimiento de Santa Rosa de Cabal. Desde 1974, municipio  del departamento de Risaralda, contiguo a la capital, Pereira.

(13*) Hacienda El Bosque, cuna de los Ospina Mejía, en la actualidad pertenece a los bisnietos de Luis María Ospina, la familia Ocampo Estrada.

(14*) La Finca del Recreo, de la familia Mejía Gutiérrez, estaba situada por los lados de la Fábrica de La Rosa en Dosquebradas

(15*) Santa Rosa de Cabal, fundada en 1844, es municipio del departamento de Risaralda

Miércoles, 17 de junio. Tiempo de cambios

Ahora podemos salir en Dinamarca con precaución. He cambiado tanto en este período de confinamiento que me he acostumbrado a esta vida. Ahora tengo que volver a empezar la nueva vida “después del confinamiento”.

Desde Dinamarca, ese delicioso país que sirve de ´puente’ entre muchas culturas, nos escribe Patricia Caroc, para contarnos cómo la suma de pequeñas cosas elabora en estos tiempos una nueva cotidianidad, gracias, Patricia.  Cuídate mucho al lado de los tuyos. También ustedes, amigos lectores. No olviden escribirnos y contarnos cómo pasan estos días y qué reflexiones hacen en torno a ellos.

Tiempo de cambios. Por Patricia Caroc.

El año pasado había decidido que en los primeros seis meses del año 2020 iba a hacer SOLAMENTE lo que me gusta, por ejemplo, enseñar español, viajar, leer mucho, escribir y, por supuesto, compartir más tiempo con mi marido y el resto de la familia.

Entonces llegó el confinamiento. Y tuve que empezar a “reinventar mi vida”. Esto toma tiempo, es difícil cambiar, pero he aprendido que SI ES POSIBLE CAMBIAR NUESTROS HÁBITOS, NUESTRA ESTRUCTURA DE VIDA.

Lo mejor de este tiempo de confinamiento es que tengo mucho tiempo. Si el tiempo es oro, entonces soy millonaria. Estoy aprendiendo a “llenar el calendario” de otra forma.

Estoy muy agradecida de estar junto con mi marido, un danés, y la razón por la cual estoy aquí, en Dinamarca.

Pienso que ayudar a los demás me da mucha energía. Hablo por teléfono con familia y amigos.

Trato de no preocuparme. La preocupación es una emoción inútil, pero a veces es difícil dejarla. Pienso que hay que ocuparse, no preocuparse. Eso le digo siempre a mi madre, pero creo que el mensaje es más para mí que para ella.

Hago gimnasia virtual, a veces con la familia, juntos pero cada uno por su lado.

Leo mucho, he retomado algunos libros que tenía en la lista de “leer más tarde, cuando tenga tiempo”.

Estudio historia. Alguna historia, cada día. Nunca había tenido tanto conocimiento de mi propia ignorancia.

Y escribo. Me gusta escribir artículos especialmente relacionados con historia, los comparto con mi familia y con los participantes de mi salón de español en Dinamarca.

¿Los retos? Volver a la vida de antes del coronavirus. O quizás no. Pienso que la vida ya no será la misma de antes, ahora somos más sabios. En estos últimos dos o tres meses he aprendido mucho. He aprendido que somos frágiles y vulnerables y que debemos aceptar que no podemos cambiar, controlar o manipular todo como quisiéramos.

He aprendido que si se puede vivir a pesar de la incertidumbre. He aprendido a hacer un uso más eficiente de las tecnologías de información y comunicación. He aprendido a apreciar lo que tengo, lo que es importante en la vida, y sobre todo, a agradecer a Dios por la familia y los amigos que tengo.

Ahora podemos salir en Dinamarca con precaución. Puedo ir a la iglesia reservando por anticipación un lugar, puedo ir a la biblioteca, al gimnasio, puedo ir al cine, al parque y visitar a los amigos. Pero ya no quiero salir. He cambiado tanto en este período de confinamiento que me he acostumbrado a esta vida. Ahora tengo que volver a empezar la nueva vida “después del confinamiento”.

Un viaje hasta la cocina afroperuana rural

Lima, Cali, Bogotá, Pereira, Ankara. Todos conectados virtualmente alrededor del fogón y los peroles de la maestra peruana Carmen Campos, desde la provincia del Callao, quien nos enseñó a preparar quinoa con chancho y chicha morada, dos platos insignia de la cocina tradicional afroperuana de las comunidades rurales.

Lima, Cali, Bogotá, Pereira, Ankara. Todos conectados virtualmente alrededor del fogón y los peroles de la maestra peruana Carmen Campos, desde la provincia del Callao, quien nos enseñó a preparar quinoa con chancho y chicha morada, dos platos insignia de la cocina tradicional afroperuana de las comunidades rurales.

Viaje virtual a la cocina ancestral peruana. A la puerta de la casa el día anterior, llegaron los ingredientes en una caja que prometía toda una experiencia y un viaje virtual hasta el Perú. A las 11 a.m. inició la sesión. Durante cerca de dos horas nos sumergimos en la cocina y la experiencia que nos transmitió esta docente de profesión y cocinera de corazón, una pasión heredada hasta donde su memoria le permite recordar, de su abuela y su madre y que ahora ella comparte con su tío y su hermana, como con jóvenes y niños afroperuanos para que estén orgullosos de su cultura.

Anfitriona virtual. A medida que picabamos ingredientes y revolvíamos cada olla y sartén que teníamos al fuego con las directrices de la maestra Carmen, descubriendo sabores de esta cocina tradicional del Perú rural como la quinua, ese grano de la parte alta de los Andes con un alto valor alimenticio, nos daban cátedra con invitados especiales, que se remontaron con historias de siglos atrás cuando ¨las negras estaban presas en las cocinas desde el amanecer hasta cuando el patrón se iba a dormir¨, motivo por el cual no hay una comunidad que haya pasado tanto tiempo en la cocinas que esas abuelas. Y en medio de las anécdotas, también sonó la música andina.

Y como dicen los afroperuanos Ajum… buen provecho…

Receta para preparar Quinua con Chancho

Ingredientes: Preparación para 6 personas

  • 350g de quinua cruda.
  • 100g de manteca vegetal o de cerdo
  • 3 dientes de ajo.
  • ½ kg de costilla de chancho o cerdo ya picada y adobada con sal
  • 6 papas amarillas (500 g aprox.)
  • 1 cucharadita de comino
  • 1 cucharadita de sal
  • 1 cucharadita de pimienta
  • 1 cebolla de rabo grande
  • 50 g de maní tostado, previamente licuado
  • ¼ de taza de aceite
  • 2 cucharadas de ají colorado molido o panca
  • Un huevo por plato
  • Una ramita de perejil para decorar cada plato

Preparación: 1.Poner a cocinar la quinua. En general se utiliza una proporción de 1 ½ taza de agua por 1 taza de quinua. Una vez cocida, reservar. En paralelo, cocer los huevos, pelar y reservar. 2.En otra olla, calentar la manteca y sofreír primero el ajo, luego la cebolla, y finalmente el ají, la pimienta y el comino. De 10 a 15 minutos. 3. Pasado este tiempo, agregar a la olla la costilla de cerdo. Dejar que se cocine bien, alrededor de 30 minutos, dependiendo del fuego. 4.Incorporar la quinua. Si esta va secándose, poco a poco agregar aceite y agua en pequeñas cantidades. 5. Agregar a la olla de la quinua las papas amarillas crudas, cortadas en cuatro, y el maní tostado. Si espesa mucho, agregar un poco más de agua. 6.Cuando las papas ya están cocidas (se puede probar insertando un palillo), y la quinua bote un color rojizo (por el ají panca) está listo. 7.Servir con una ramita de perejil y el huevo duro partido en dos para decorar.

Fuente: Campos, J. y Dávila, R. (2011) “¡Ajum…! decía mi abuela: 200 años de cocina afroperuana”.

Receta para preparar la Chicha Morada

Ingredientes: preparación para 6 personas

  • Medio kilo de maíz morado
  • 1 rajita o tira de canela entera
  • 4 palitos de clavo de olor
  • Cáscara de piña y un trozo entero de la piña
  • 1 manzana verde
  • ¼ de kg Azúcar (opcional)
  • 3 a 4 limones

Preparación: 1. El maíz morado, ya desmenuzado y lavado, se pone a hervir con la coronta o tusa. 2.Se agrega clavo de olor, la piña, la manzana partida en 2 sin el corazón y con cáscara, y 1 palito de canela entera. 3. Una vez que comienza a hervir, se deja que dé un hervor de 10 a 15 minutos, esperando que la manzana se cocine. 4. Dejar enfriar. 5. Una vez frío, se cuela, se agrega azúcar primero y limón después.

Esta fue la octava sesión de estos viajes de cocina en medio del confinamiento, promovidos por la Plataforma Kumé, con el apoyo de la Fundación ACUA, con invitadas de Buenaventura, Nóvita y San Basilio de Palenque (Colombia); Esmeraldas (Ecuador) y Bohicon (Benín), que además de ofrecer una experiencia culinaria buscan abarcar otras esferas de las culturas afrodescendientes por el mundo, para fomentar el intercambio cultural con las portadoras de la tradición culinaria del Pacífico y del Caribe colombiano, así como de poblaciones afro de otros países

Tumba leída al pasar. Poema de Fabio Ibarra

Tu nombre escrito sobre mármol
es el sello del olvido:
tres palabras que no evocan los matices
de tu furia o tus ternuras

Tu nombre escrito sobre mármol
es el sello del olvido:
tres palabras que no evocan los matices
de tu furia o tus ternuras
Debajo, dos cifras cuentan apenas
el breve parpadeo de tu destino

La silueta de una rama balancea su sombra
sobre la caligrafía inclinada, elegante,
de una mano que jamás te acarició

Alguien ha tallado un dibujo de cielos
que acaso habrías reprochado

Es todo lo que va quedando de tu paso:
una gramática lejana, quizá inútil,
que leo al pasar sin sentir nada
mientras otra tarde gira
sobre un montón de huesos
que alguien extrañará cada vez menos

Fabio Ibarra Valdivia: poeta caleño, apasionado de la literatura y el cine; explorador de nuevas y viejas músicas

Minestrone a la genovese de Irene

El minestrone genovés es una deliciosa y genuina sopa de verduras, típica de la cocina popular de la Liguria. Se sirve como primer plato. Cuando preparo esta receta uso las verduras frescas del periodo, tratando de privilegiar aquellas que considero más saludables y que me gustan más.

Por Irene Garcés Medrano. El minestrone genovés es una deliciosa y genuina sopa de verduras, típica de la cocina popular de la Liguria, que se caracteriza por la presencia del pesto genovés, salsa a base de albahaca, ajo, piñones, aceite de oliva y queso parmesano que exalta el gusto de las verduras.

En Italia, esta sopa se sirve como primer plato, reemplazando al risotto o la pasta.  Es una preparación económica y fácil de hacer, pues como su base son las verduras, se cuece fácilmente.

Usualmente cuando preparo esta receta uso las verduras frescas del periodo, tratando de privilegiar aquellas que considero más saludables y que me gustan más. Si un ligure leyera lo que estoy por proponerles, su reacción sería una mueca de desaprobación. Y esa es una de mis dificultades al proponer recetas, pues no las concibo como una fórmula química, cuyo  resultado debe ser siempre igual sin importar la latitud y el estado de ánimo  del científico.

Cuando preparo el minestrone uso las verduras que tengo en la nevera. Si es invierno, es posible que mi minestrone lleve brócolis, espinacas, zapallo, zanahorias, papas, cebolla, ajo y jengibre, estos dos últimos, los agrego a los frijoles para dar más sabor. Si es verano, uso calabacines (zucchini) con sus respectivas flores y el resto de verduras, a veces le pongo un toque colombianísimo con choclos de la huerta y la acompaño con arroz blanco. Estos son los ingredientes para 4 personas:  

Ingredientes para el pesto: 80 gr de queso parmesano rallado. En Italia prefiero usar el pecorino, que es similar al parmesano pero es una variedad de queso curado a partir de la leche de oveja, un poco más fuerte de gusto pero más compatible con nuestro organismo por ser de un animal más pequeño.

  • 30 gr de piñones (reemplazados por 30 gr de almendras o nueces)
  • 150 gr de aceite extra virgen de oliva (para no exagerar con el aceite uso mitad aceite y un poco de agua).
  • 1 diente de ajo (opcional)
  • Media cucharadita de sal
  • 80 gr de hojas de albahaca lavadas y escurridas (preferiblemente de origen genovés)

Poner todos los ingredientes en la licuadora y mezclar por 20 segundos.  Se puede usar para darle gusto a la sopa y lo que sobra se conserva  en la nevera por dos días o en el congelador por varios meses.

Ingredientes Minestrone Genovés

  • 2 papas (guatas o la que se prefiera)
  • 150 gr de frijoles frescos (sino son frescos 100 gr, que se ponen a remojar la noche anterior)
  • 1 pedazo de zapallo
  • 2 zanahorias
  • 1 pedazo de apio lavado y sin hilos
  • 1 puerro
  • 100 gr de habichuelas
  • 100 gr de espinacas
  • 1 hoja de laurel
  • 4 cucharadas de pesto a la genovés
  • Pimienta y sal al gusto
Minestrone Genovés

Preparación. Cocinar los frijoles con la hoja de laurel en abundante agua, aproximadamente 40’ (si es necesario para que queden bien blanditos, reduciendo el tiempo, usar la olla a presión).

Una vez estén los frijoles blandos, eliminar la hoja de laurel, comenzar a agregar las verduras con base a los tiempos de cocción. Hay verduras que si se cocinan demasiado, pierden sus propiedades, las espinacas y las acelgas requieren de poco tiempo, por ello conviene agregarlas al final, cuando las otras verduras están casi listas.

Iniciar con el puerro cortado finamente, el apio en finas rodajas y aliñar con sal al gusto y dejar hervir el caldo mientras se agregan las papas, peladas y cortadas a mitad o en 4 pedazos.  Agregar la zanahoria en rodajas o como se prefiera. Después de unos 15’ echar las habichuelas cortadas. Y sucesivamente agregar el zapallo en trozos pequeños.

Cuando la mayoría de verduras están cocidas agregar las espinacas. A este punto el minestrone debería estar en su punto, controlar. Si está al gusto, se retira del fuego, se agrega el pesto y se sirve. Si se prefiere se le agrega un hilo de aceite de oliva y pimienta. Buen provecho!!!

Por Irenes Garcés Medrano. Caleña radicada en en norte de Italia desde hace casi tres décadas, comunicadora, hortelana, cocinera y viajera por convicción. irenegarces1000@gmail.com

Sábado, 13 de junio. ¿Será que sí cambiamos…?

Guardo la esperanza de que este momento difícil que vivimos nos deje enseñanzas para el presente y futuro de la humanidad. Aunque, lo confieso, soy pesimista

Carlos es un hombre de esos pocos que encarna el equilibrio. Lo saben bien quienes comparten con él las tareas en un ingenio del Valle del Cauca y de eso da testimonio el matriarcado de su casa. Hoy comparte con nosotros este escrito, al que le sacó tiempo del muy poco que, de hecho, le queda. Bienvenido Carlos a este espacio:

Carlos Martínez

La famosa cuarentena necesaria para enfrentar la pandemia del Covid-19, se toma de acuerdo a diferentes variables, de las cuales me atreveré a escribir, más como un ejercicio para plasmar mis pensamientos que un ejercicio con rigor investigativo. 

En su historia, la humanidad ha tenido que enfrentar otras pandemias, como la Peste Negra en el siglo XIV,  propagada en Asia Central, Europa y África, que dejó un número estimado de muertes de entre 75 y 200 millones de personas. 

Para el siglo XVI, encontramos la viruela, que, se estima, acabó con la vida de unos 56 millones de personas. Y más reciente es la «gripe española», propagada  a nivel mundial durante 1918-1919, con una cantidad de muertes estimada al menos en 50 millones a nivel mundial. Al día de hoy, el Covid-19 ha causado la muerte a algo más de 400.000 personas. 

Una variable importante es la edad que, considero, juega un papel importante en la aceptación de los confinamientos obligatorios. En Colombia, el 60% de la población está entre los 15 y los 60 años, con actividades diarias como estudio y trabajo en su mayoría. Muchas de esas personas  viven del trabajo informal y del rebusque diario, por tal motivo ha sido complejo aceptar las disposiciones y protocolos de seguridad. 

El nivel educativo también incide en la aceptación de la situación actual. En Colombia, 56 de cada 100 colombianos no terminan la  secundaria. En un mundo globalizado como el actual, en donde cualquiera, por medio de los diferentes canales de comunicación actual, puede dar opiniones, hay dos tipos de mensajes. Uno, de los profesionales en materia de salud y similares. Y otro, esa gran mayoría que habla fuera de contexto y crea  confusión en las personas, generando además un ruido innecesario que entorpece la labor de las entidades que, gracias a su conocimiento y experiencia,  tienen la capacidad  de enfrentar este tipo de situaciones. O, al menos, la autoridad científica para hacerlo.

Los estratos sociales también cuentan. El 72% de nuestra la población se encuentra en los estratos 1,2 y 3. El  otro 28% en los 4, 5 y 6. En esa misma línea, el promedio de área de vivienda en los estratos bajos está en 33 metros cuadrados, mientras en los estratos más altos está por encima de 75 m2, y si hablamos de los  5 y 6, el área es mucho mayor. Mantener una cuarentena en espacios reducidos genera traumatismos, con afectaciones de tipo sicológico y una convivencia es más compleja. Eso es lo que estamos viviendo. Eso explica muchas muchas cosas.

Existen muchas variables más. Por ejemplo, me decía un amigo que esto es  lo más parecido a una guerra. Estoy de de acuerdo. Aunque si uno hace ese tipo de analogía entre el conflicto armado del país y la pandemia algunos pueden caer en en el error de percibirla como una exageración y rechazar las medidas restrictivas tomadas para combatir la pandemia, esas que, finalmente y así debemos reconocerlo, han ayudado a salvar cientos de miles de vidas. 

Guardo la esperanza de que este momento difícil que vivimos  nos deje enseñanzas para el presente y futuro de la humanidad. Aunque, lo confieso, soy pesimista. La historia dice que hemos pasado por pandemias, desastres, guerras mundiales, etc., y no cambiamos. Todos los días comprobamos cómo es más fuerte la ambición y el egoísmo del ser humano antes que  pensar un poco en los demás.

Cuídense y muchas gracias por leer este texto.

´Las Letras de Manu´

A Manu le gusta la lectura, asunto en el que se hizo experta muy chica, apenas pudo juntar un par de sílabas. Ahora decidió jugar a hablar de letras en vídeos, a través de su canal ‘Las Letras de Manu’. Hoy con un clásico de la literatura infantil, ¨Caperucita Roja¨

A Manu le gusta todo lo que le puede gustar a una niña de su edad. Y entre eso está la lectura, asunto en el que se hizo experta muy chica, apenas pudo juntar un par de sílabas. Ahora decidió jugar a hablar de letras en vídeos. Y, como lo pueden ver, lo disfruta, como pasa con todos los niños y niñas cuando se les deja ser como son. Bienvenidos entonces, a ‘Las Letras de Manu’.

https://www.youtube.com/watch?v=ITjtc9TzRTY&feature=youtu.be

Martes, 9 de junio. De China a Medellín, sin escalas

Camilo Tafurth Moreno nos trae su propia historia sobre la pandemia. Andaba en China: ¨en Shenzhen me impresiona encontrar siempre algo nuevo a pesar de haberla visitado 3 meses antes y este sentimiento va acompañado con algo de nostalgia por la Shenzhen “vieja” que conocí hace 10 años y de la cuál tengo muy buenos recuerdos.

Camilo Tafurth Moreno tiene dos rasgos inconfundibles. Uno, es viajero empedernido (más allá de que así lo deba ser, en razón a su desempeño profesional). Y dos, es americano, del América de Cali (también empedernido). Hoy nos trae su propia historia sobre la pandemia. Andaba en China y… (mejor, léanlo). Gracias, Camilo. Cuídense por favor, porque el bicho sigue vivo y nada mejor que mantenerlo a distancia durante el largo tiempo que nos espera de cuarentena por propia cuenta.

Arrancaba este nuevo año y estaba en Bélgica en la mitad de un invierno bastante cálido. Había viajado a Europa a visitar a mi novia y a tomar algunos días de vacaciones para recargar energías para el nuevo año. 

Después de una conversación con mi jefe, parecía un buen momento para viajar a China y terminar de definir algunos proyectos para este 2020. Después de todo, faltaban sólo unos días para el Año Nuevo Chino y ya muchas fábricas ya estaban cerrando, el volumen de trabajo había disminuido y tendríamos mucho más tiempo para trabajar en estos nuevos proyectos. 

Los primeros días transcurrieron de forma normal en Shenzhen, megaciudad al sur de China donde están ubicadas nuestras oficinas. Al trabajar en esta compañía por 10 años, estoy bastante familiarizado con China y, a pesar de viajar regularmente, siempre tengo un buen sentimiento cuando viajo a este país. En Shenzhen, específicamente, me impresiona encontrar siempre algo nuevo a pesar de haberla visitado 3 meses antes y este sentimiento va acompañado con algo de nostalgia por la Shenzhen “vieja” que conocí hace 10 años y de la cuál tengo muy buenos recuerdos. 

Por otro lado, aprovecho para encontrarme con viejos amigos que a pesar de no trabajar juntos seguimos en contacto. Y, por supuesto, está la gastronomía, Shenzhen al ser una ciudad relativamente nueva y percibida como una ciudad de oportunidades, atrae a trabajadores de todo China por lo que no es fácil escoger entre las múltiples opciones, por supuesto las que tienen menú disponible con fotos ….ja ja. Siempre mi favorita es la de Sichuan. 

Dos o tres días antes de regresar a Bélgica, empezaron a llegar las noticias del llamado COVID-19 y de cómo Wuhan, en la provincia en Hubei, entraba en cuarentena total para tratar de contener los contagios. Todo esto en el medio del frenesí de la población china por viajar a sus pueblos / provincias en lo que se conoce como la migración humana más grande del planeta. 

Shenzhen está a más de 1000 kms de Wuhan, así que no estaba muy preocupado de contagiarme, pero esos últimos días pude ver como empezaría a ser la nueva realizad. Todas las personas usando tapabocas y una ciudad casi desierta debido a la pandemia y al éxodo de trabajadores para la celebración. 

Finalmente, no cambié las fechas de mi regreso ya que un par de días no hacían mucha diferencia. Al salir de China ya estaban realizando pruebas de temperatura y más o menos el 80% de las personas en mi vuelo venían con tapabocas. Al ingresar a Europa no tuve mayores problemas, sólo un poco de preocupación de mi suegra quien me hacía lavar las manos varias veces cuando llegaba a su casa.  

Una semana después volaba de vuelta a Colombia vía Estados Unidos y un día antes del vuelo, leí un artículo que decía que Estados Unidos no aceptaría el ingreso de visitantes que hubieran estado en China en los últimos 14 días. Ahí también me di cuenta de que este virus no era un problema de China solamente, era un problema global y que viajar iba a ser muy complicado en los próximos meses. 

Finalmente me enviaron por otra ruta donde no hacía escala en Estados Unidos y llegué a Colombia donde el COVID-19 todavía parecía muy lejano. En las próximas semanas estuve en Estados Unidos y Canadá por trabajo, ya empezaba el brote en Europa y afortunadamente pude regresar antes de que Colombia cerrara sus fronteras. 

Mi rutina como tal no ha sido tan afectada por la pandemia. Ya trabajaba desde casa cuando estaba en Colombia por lo que he aprendido a disfrutar el tiempo en mi apartamento. 

Obviamente he pasado por todas las etapas normales de esta cuarentena: he visto todas las series en Netflix, estoy haciendo ejercicio en casa, hemos celebrados cumpleaños vía Zoom, aprendí a cocinar platos nuevos, renové los electrodomésticos y, finalmente, he aceptado que este virus se va a quedar con nosotros por un tiempo por lo que toca ajustarse a la nueva realidad, buscar siempre lo positivo de todas las situaciones y ser agradecido por las cosas que algunas damos por sentado. 

Viernes, 5 de junio. Llegar a casa

Una simple actividad como tomar una foto puede proporcionarnos momentos de esplendor y admiración. Esos pequeños detalles hacen que nos demos cuenta que el oxígeno es muy importante y aún los gobiernos no lo cobran

Como cada uno de nosotros, Weimar mira la actual cuarentena desde su propia perspectiva. Y si nos guiamos por las fotos que comparte, ese ángulo es envidiable. Al fin y al cabo, tener contacto permanente con la naturaleza se ha convertido en lujo. Gracias Weimar por compartir sus reflexiones y cuídese mucho, al lado de los suyos.

Hace poco más de dos meses nuestros días transcurrían incólumes, invadidos por una cotidianidad enquistada bajo la promesa efímera de una renovación que nunca llegaba. Así, venía a casa después de una larga jornada de trabajo, reuniones, audiencias y un cúmulo de ocupaciones diarias que nos distrajeron de esos pequeños detalles que le dan sentido a la vida.  

El arribo no era más que una acción mecanizada y frívola al no advertir los innumerables y maravillosos recursos alrededor de esa llegada que pueden recargarnos de energía y buena vibra al momento de ser recibidos en casa. Quedamos inmersos en lo rutinario, aplazando iniciar ese tan anhelado curso de manualidades, desarrollar el hobby en torno a la lectura, tañer un instrumento y un sin número de cosas que durante toda la vida hemos querido hacer y siempre postergamos. Eso, sin mencionar la gran cantidad de tiempo que nos quita la tecnología al adentrarnos en la visualización de redes sociales y otros, mermando de sobremanera los momentos en familia, los abrazos filiales, los juegos de mesa, hasta llegar al punto que la comunicación tendría que ser por whatsapp.

El aislamiento ante la inmensa inactividad obligatoriamente me llevó a detenerme y hacer una reflexión de por qué siempre aplazaba mi renovación. Fue ahí cuando me detuve en la inmensidad que nos proporciona el universo en el diario vivir, tan solo, llegar a casa y dedicar el tiempo mínimo para advertir los detalles de la naturaleza, la misma que apreciamos en publicaciones ajenas sin darnos cuenta de que la tenemos al alcance de nuestro tacto y mirada.

Me di cuenta que sólo teníamos dos alternativas – regocijarnos o lamentarnos –  fue así, como escogí lo primero y  he dedicado tiempo a hacer las fotografías que les comparto, dándome cuenta lo bendecidos que estamos para afrontar esta calamidad, mientras que la mayoría pasa sus días en apartamentos y hogares que no van más allá de las cuatro paredes, con vista a una jungla de cemento. Nosotros en cambio gozamos de un ambiente natural y desde donde adquiere significado la frase aquella que dice “Felicidad se encuentra en los detalles más pequeños”, haciendo referencia que una simple actividad como tomar una foto puede proporcionarnos momentos de esplendor y admiración. Esos pequeños detalles hacen que nos demos cuenta que el oxígeno es muy importante y aún los gobiernos no lo cobran, y que cada día en el mundo mueren miles de personas por falta del mismo, y otras tantas están conectadas ahora mismo a respiradores artificiales luchando por su vida.

De todo ello concluyo que la cuarentena ha tocado nuestras fibras más sensibles, como también hemos mejorado la comunicación en nuestro entorno. Hay solidaridad, respeto y trabajo mancomunado para mejorar nuestro Conjunto. Por eso, no bajemos la guardia para que el hecho de superar este suceso no converja en devolvernos a las costumbres anteriores, explotemos las once virtudes que según Aristóteles debemos practicar para llegar a la felicidad. Aprovechemos pues este entorno, teniendo en cuenta que la obra maestra de la naturaleza es la familia, dediquemos el tiempo para fortalecer los lazos y demos gracias a Dios por todas las cosas que pone en nuestro camino, siendo más las buenas. Al final verán que saldremos adelante y con paso firme de esta pandemia.