Desde Dinamarca, ese delicioso país que sirve de ´puente’ entre muchas culturas, nos escribe Patricia Caroc, para contarnos cómo la suma de pequeñas cosas elabora en estos tiempos una nueva cotidianidad, gracias, Patricia. Cuídate mucho al lado de los tuyos. También ustedes, amigos lectores. No olviden escribirnos y contarnos cómo pasan estos días y qué reflexiones hacen en torno a ellos.
Tiempo de cambios. Por Patricia Caroc.
El año pasado había decidido que en los primeros seis meses del año 2020 iba a hacer SOLAMENTE lo que me gusta, por ejemplo, enseñar español, viajar, leer mucho, escribir y, por supuesto, compartir más tiempo con mi marido y el resto de la familia.
Entonces llegó el confinamiento. Y tuve que empezar a “reinventar mi vida”. Esto toma tiempo, es difícil cambiar, pero he aprendido que SI ES POSIBLE CAMBIAR NUESTROS HÁBITOS, NUESTRA ESTRUCTURA DE VIDA.
Lo mejor de este tiempo de confinamiento es que tengo mucho tiempo. Si el tiempo es oro, entonces soy millonaria. Estoy aprendiendo a “llenar el calendario” de otra forma.
Estoy muy agradecida de estar junto con mi marido, un danés, y la razón por la cual estoy aquí, en Dinamarca.
Pienso que ayudar a los demás me da mucha energía. Hablo por teléfono con familia y amigos.
Trato de no preocuparme. La preocupación es una emoción inútil, pero a veces es difícil dejarla. Pienso que hay que ocuparse, no preocuparse. Eso le digo siempre a mi madre, pero creo que el mensaje es más para mí que para ella.
Hago gimnasia virtual, a veces con la familia, juntos pero cada uno por su lado.
Leo mucho, he retomado algunos libros que tenía en la lista de “leer más tarde, cuando tenga tiempo”.
Estudio historia. Alguna historia, cada día. Nunca había tenido tanto conocimiento de mi propia ignorancia.
Y escribo. Me gusta escribir artículos especialmente relacionados con historia, los comparto con mi familia y con los participantes de mi salón de español en Dinamarca.
¿Los retos? Volver a la vida de antes del coronavirus. O quizás no. Pienso que la vida ya no será la misma de antes, ahora somos más sabios. En estos últimos dos o tres meses he aprendido mucho. He aprendido que somos frágiles y vulnerables y que debemos aceptar que no podemos cambiar, controlar o manipular todo como quisiéramos.
He aprendido que si se puede vivir a pesar de la incertidumbre. He aprendido a hacer un uso más eficiente de las tecnologías de información y comunicación. He aprendido a apreciar lo que tengo, lo que es importante en la vida, y sobre todo, a agradecer a Dios por la familia y los amigos que tengo.
Ahora podemos salir en Dinamarca con precaución. Puedo ir a la iglesia reservando por anticipación un lugar, puedo ir a la biblioteca, al gimnasio, puedo ir al cine, al parque y visitar a los amigos. Pero ya no quiero salir. He cambiado tanto en este período de confinamiento que me he acostumbrado a esta vida. Ahora tengo que volver a empezar la nueva vida “después del confinamiento”.