Con guitarra y bicicleta Hermes viajó al continente de la gente feliz, aún en cuarentena
Hermes María Tarallo, un joven fisioterapeuta italiano, con su guitarra, su mochila y su bicicleta, vino a dar a Cali (Colombia) en medio de la cuarentena, luego de rodar entre la Amazonía brasilera y colombiana y el municipio de Timbío (Cauca), viajando y trabajando en el estilo de vida que escogió desde el momento mismo en el que se graduó de la universidad, para ¨vivir tranquilo, lejos de la rutina, sin la presión del dinero y del tiempo¨.
Viajen,
Que viajar enseña
A dar los buenos días a todos,
sin importar
De qué sol venimos,
Que viajar enseña
A darle las buenas noches a todos,
sin importar
De las tinieblas que nos llevamos dentro..
Entre la India – Australia y Sur América. ¨En la India trabajé con acupuntura en un hospital, luego me fui para Australia. Yo viajo y trabajo como fisioterapeuta o sino como voluntario para enseñar lenguas o a tocar instrumentos musicales. Hago trabajo social con las comunidades, con los niños y los jóvenes, trabajo con la tierra y la agricultura¨.
Allá en su tierra, en Bari (Puglia), está su familia de médicos, sus padres y su hermana, quienes trabajan en el hospital de la ciudad y con quienes mantiene contacto permanente porque están en contacto permanente con enfermos del Covid 19. Entre tanto él, a inicios de año y ante las recomendaciones y consejos que la gente le daba sobre cómo se vive y se siente este continente voló hasta la Amazonía brasileña.
Un continente donde la gente es feliz. ¨De Suramérica todo el mundo me hablaba muy bien de la comida, de que es económica para vivir, que la gente es gentil, que hacen música y que siempre están felices. En Europa la gente está centrada solo en trabajar y trabajar. Acá la vida es como más lenta, más suave, y quería trabajar y estar tranquilo, lejos de la rutina…sin escuchar la presión del dinero y del tiempo¨.
La Amazonía brasilera. ¨Antes de llegar a Colombia, estuve en la Amazonía brasileña, porque quería tener la experiencia de vivir unos días en el Amazonas. Me fui a un pueblo llamado Santo Antônio do Içá, fue una experiencia muy gratificante, allí me hospedé en una iglesia y trabajé con la comunidad durante dos semanas ayudando a pintar la iglesia, hablando con las personas y siempre trabajando con la agricultura¨.
Sur de Colombia. Con su guitarra, su mochila y su bicicleta, desde Leticia (Amazonas colombiano) Hermes fue a dar a un municipio, Timbío, a solo 16 kilómetros de Popayán, la capital del Cauca. Ahí este joven se fundió con la comunidad, hizo lo que le gusta. ¨En Timbío la experiencia fue diferente, vivía en una habitación normal, trabajé con la agricultura y ayudando a construir una pista para bicicletas y un pozo para tomar el agua. Todos los muchachos querían tocar instrumentos y hablar conmigo, yo practicaba italiano e inglés con ellos y para mi practicaba el español. Fue algo muy colaborativo¨.
Cali y el confinamiento. ¨Cuando se empezó a cerrar a la población por el Coronavirus, yo era el único extranjero en Timbío, por lo que el dueño del lugar donde estaba, me recomendó que lo mejor era que me fuera para Cali. Estoy en un hostal en San Antonio ya hace casi tres meses, con otros seis europeos, la gente es muy amable.
Las colombianas son como las ´mammas´ italianas. ¨Son un pueblo muy abierto con los extranjeros, nunca he tenido una situación mala, siempre que he necesitado algo he encontrado ayuda en los colombianos. Las colombianas son como las ´mammas´ italianas, son señoras que saben mucho de la vida, saben cocinar, cuidar de la familia, es muy lindo el tema que los hijos están con los padres, toman vacaciones todos juntos, hasta 20 personas¨.
Acá me quedaré. ¨Me gusta mucho como los colombianos están combatiendo el Covid 19. Ahora que hay más gente en la calle, todas las personas andan con la máscara, todo el mundo respetando las reglas y no hay mucha gente en un lugar… Yo no voy a regresar a Italia, no hay razón para volver porque estoy bien acá…¨.
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La vida en Roma durante el confinamiento
Por Tiziana Carpentieri*. Este año parece ser un año complicado y difícil. Mi papá estaba muy enfermo un mes antes del inicio de este 2020 y pasó mucho tiempo en diversos hospitales de Roma. Cuando lo iba a visitar me pareció extraño que, a menudo, como compañero de cama, había otro enfermo afectado por neumonía.
Desafortunadamente mi papá nos dejó a mitad de enero. El tiempo del dolor, la cercanía de la familia, confortar a mi mamá que se encontró sola a la edad de 85 años, realizar los trámites administrativos que siguen a todos estos terribles eventos: los días pasaron muy rápido, con la cabeza envuelta en recuerdos y, al mismo tiempo, la necesidad de quedarse en el presente.
En aquel periodo los medios hablaban de un virus desconocido y muy contagioso que en una región de la China estaba afectando a muchas personas, provocando neumonía, a menudo mortal. Me acuerdo de las noticias que salían de los noticiarios a la tv., cada vez más apremiantes. Parecía algo lejano, se hablaba de un origen del virus relacionada a las costumbres alimentares de los chinos de comer animales salvajes. Por eso, nada que nos pudiera concernir, que pudiera pensarse nos ocurriera en nuestro mundo, tan diferente de China por cultura y costumbres.
En febrero se presentaron los primeros casos en Italia, los datos registraron un alza de contagiados, sobre todo en el norte. Yo escuchaba siempre muy cuidadosamente los noticiarios; no era la única, porque me acuerdo que ese era el tema de conversación recurrente con los amigos y compañeros de mi trabajo: que va pasar con este virus, que ahora es una realidad concreta y tangible en Italia.
Seguía yendo a mi trabajo utilizando los transportes públicos y, como la empresa donde laboro es una multinacional, en la oficina encontraba mucha gente de otras regiones de Italia y de otros países de Europa y Latinoamérica.
El miedo de contraer la enfermedad se infiltraba en la mente de todos a medida que llegaban las noticias del aumento del contagio en Italia y de la situación cada vez más difícil de los hospitales y la sanidad pública italiana para hacer frente a esta enfermedad.
Fueron días complicados por la confusión, las diferentes noticias que se seguían y las diferentes explicaciones e hipótesis que los científicos y expertos proporcionaban. ¿Qué hacer?, era la pregunta que las instituciones, la colectividad y el ciudadano común se hacían. Las miradas de la gente eran incrédulas, me acuerdo que subía la tensión, la decisión de mi empresa de reducir la presencia en oficina extendiendo el teletrabajo a la mitad de los empleados como medida contra la difusión del contagio.
Hacía parte de la mitad que tenía que ir a la oficina y estaba incómoda de hacerlo porque tenía miedo de contraer la enfermedad sin tener el síntoma y llegar a contagiar a mis queridos y los demás sin darme cuenta. Hasta al momento en que fue declarada la pandemia mundial, el virus ya se estaba difundiendo en otros países europeos y en otra parte del mundo. Desde el 8 de marzo estoy trabajando en mi casa.
Afortunadamente mi novio estaba conmigo y los días se sucedieron sin grandes cosas para hacer si no tele trabajar, hacer ejercicio físico en casa, dedicarse a cocinar algo especial (y la cocina italiana propone un montón de platos gustosos), estar en contacto (por teléfono o a través de las redes sociales) con mi mama, mi familia y los amigos, feliz cada vez de saber que todos estaban bien.
Pan casero La cola del mercado
En este tiempo de confinamiento en casa, junto a las noticias del avance de los contagios, la cuenta diaria de los muertos y las condiciones de estrés de los médicos, enfermeros y otros operadores de los hospitales, también llegaban otras noticias, las de los científicos quienes notaban una disminución de los indicadores de polución cada día. De hecho, estaba prohibido salir de casa con consecuente reducción drástica del tráfico y parada la producción industrial en todo el país porque se habían cerrado muchas empresas de productos no considerados esenciales.
Se coló el silencio y el trinar de los pájaros se empezó a escuchar siempre más fuerte a medida que la primavera se iba acercando, en el barrio donde habito, construido hacia 1970, con bloques de 8 pisos, calles estrechas y con pocos amaneceres. Para mí fue un descubrimiento increíble, que en poco tiempo se produjese un cambio así de evidente en los datos sobre la polución en toda Italia y no solo acá, en toda Europa, a medida que aumentaba el contagio del virus se aplicó el confinamiento.
En los medios dijeron que todo esto que estaba pasando podía servir para que nos diéramos cuenta de las consecuencias de las acciones de los seres humanos sobre la naturaleza y que podía ser la ocasión para que algo cambiará orientado al desarrollo de las actividades humanas. Una reflexión sobre lo que realmente es necesario producir para vivir y cómo hacerlo de manera que se preserven los recursos naturales lo más posible. Este debate duró unos días.
Ahora que a mitad de mayo se ha roto un poco el confinamiento y se está con juicio, volviendo a la normalidad, una ´nueva normalidad´ digamos, esta reflexión no me parece haya producido efectos todavía, el tráfico ha aumentado, la gente desea volver a las actividades de trabajo y de descanso como antes. Sin duda todo esto es legítimo. El principal problema en este momento es promover la recuperación después de la crisis económica consecuencia del periodo de confinamiento total adoptado para parar la difusión del contagio.
Me parece bien lo de seguir cristalizando la idea de una manera diferente de consumir y de vivir más con respecto de la naturaleza, hasta donde sea posible. Quizá esta experiencia podrá ayudarnos a nivel colectivo e individual a encontrar, en un futuro muy próximo, una solución adecuada que tenga que ver con la sobrevivencia de todas las especies vivientes.
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Noruega en la pandemia
Por Enrique Salinas desde Oslo. Situado al norte de Europa, este país escandinavo, con una población de 5´367.580 habitantes (censo 2019), empezó a recibir la crisis del Covid-19, a partir del 25 de febrero pasado.
Cuando se conoció que este virus fue clasificado en pandemia en otros países de Europa, como Italia y España que tomaron decisiones tardías y donde los enfermos fallecían a diario; en Oslo, la Primera Ministra, Erna Solberg, manejaba la situación con mesura consultando con el Instituto de Salud Pública = Folkehelseinstituttet (FHI), que recomendó cerrar de inmediato los terminales aéreos, terrestres y puertos fluviales, a la vez que en coordinación con la Organización Mundial de la Salud (OMS), crearon los protocolos de bioseguridad para frenar el contagio indiscriminado que se tenía en países vecinos.
Primera Ministra, Erna Solberg
Comenzaría por ordenar el aislamiento de todos los habitantes de Noruega: jardines para infantes, escuelas, universidades y demás instituciones cambiaron su manera de laborar; llegaría un nuevo sistema nunca antes experimentado, el de trabajar desde la casa por un periodo indefinido, en unión con la familia y con todos los cuidados exigidos, lo cual se tornaría estresante con el pasar de los días.
Noruega, un país turístico por tradición, empezó a ver las calles desoladas, los almacenes y centros comerciales cerrados, donde solo funcionan los supermercados con algunas estanterías vacías para evitar el contagio de persona a persona; todos obligados a usar guantes, a mantener la distancia de una a otra, afortunadamente, en algunos centros comerciales donde funciona el auto-servicio la persona escoge su compra, paga automáticamente, empaca por mismo sus artículos y así, no corre ningún riesgo, pero esto crea un estrés más en su rutina diaria.
Con casi dos meses de cuarentena, la situación económica del país ha tenido su caída más drástica en la Bolsa de Valores de Oslo, en especial el petróleo que descendió un 4% registrando números en rojo. Personalmente puedo decir, que desde hace unos 26 años, cuando llegué acá procedente del Reino Unido, no se veía que el litro de gasolina costará 11,oo NOK = $4.217,oo COP, mientras algunos productos de la canasta familiar han subido y otros pocos bajan de precios, pero la ciudadanía no protesta porque mientras se reciba el sueldo completo no existe ningún tipo de preocupación. Noruega es rico, envidia de muchos países, porque sabe cuidar sus finanzas, con lo cual garantiza para las próximas cuatro generaciones su pensión.
Noruega que se ha caracterizado por su alto nivel humanitario, el mes pasado declaró la Primera Ministra Solberg el aporte de USD 200 millones a la OMS para la investigación de una vacuna contra el COVID-19, igualmente realizó una donación de USD 1 billón para la Alianza de Vacunas (GAVI), así mismo, ayuda económicamente a organizaciones para la infancia y Fondos de alimentación internacional.
La cultura noruega puede ser considerada un tanto diferente a la de otros países industrializados, puesto que tuvo un proceso de urbanización algo más tarde que los demás, ya que hasta principios del siglo XX era todavía un territorio formado mayoritariamente por agricultores, pero que en la actualidad es estimada como una las economías más ricas y avanzadas a nivel mundial.
Este vertiginoso desarrollo ha dejado su impronta en el pueblo noruego al considerarse el país más feliz del mundo por parte de la Naciones Unidas, felicidad que va cambiando paulatinamente cuando se empiezan a conocer los primeros infectados y las primeras muertes; a finales de abril, los fallecidos por coronavirus sobre pasaban las 200 personas que oscilan en edades de 80 a 95 años, algunos de ellos sobrevivientes del Holocausto de la minoría judía residente, quienes muy seguramente se han estresado recordando los sufrimientos vividos en los aislamientos durante la invasión alemana, para sentir ahora el aislamiento obligatorio por la pandemia.
El COVID-19 ha traído cambios radicales en la forma de vida de los noruegos, en sus costumbres y en su cultura, que se acrecienta con los cambios climáticos sufridos últimamente, cuando el invierno sin nieve parece más un otoño o la primavera que por su calor se asemeja al verano; llega entonces, la preocupación con el pasar de los días, unos mirando hacia el techo o leyendo periódico y viendo televisión para informarse de lo que sucede en el exterior, pero sin trabajo, otros laborando desde la casa por video conferencia y con los niños en casa que acuden a sus clases de igual manera, para acatar la cuarentena que cada día es más estricta. Todo un mundo nuevo y extraño al que se fue acomodando espontáneamente.
Ahora empezando de nuevo, gradualmente los jardines y las escuelas van a retomar las clases, algunas oficinas privadas y gubernamentales harán lo mismo en un 50% de su personal a partir del 7 de mayo donde con un máximo de 50 personas entrarán a laborar, si todo va normal, esta cantidad se ampliará a 200 personas después del 15 de junio, así lo ha manifestado el Ministro de Salud, Bent Høie.
Este es Noruega, un país donde todos sus habitantes tienen un compromiso de responsabilidad, de colaboración, pero sobre todo de unión incondicional como lo hicieran en épocas anteriores, no solo soportando otros virus o pandemias, sino también soportando situaciones económicas drásticas, o la más recordada, la ocupación alemana, donde el país se levantó como un todo a rodear a su gobierno, por eso Noruega siempre se levanta como ejemplo para otras naciones en el mundo.
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Cuarentena de una italiana en India
Por Irene Garcés Medrano. Una historieta hindú narra de cinco ciegos que habían escuchado hablar de elefantes, querían saber cómo eran hechos y les trajeron uno ante ellos. El primer ciego, tocándole la trompa, dijo: es como una gran serpiente. El segundo le tocó un colmillo y exclamó: ¨no, lo que parece es una lanza puntiaguda¨. El tercero, tocando el costado del animal, dijo: ¨la verdad es que es similar al muro de mi casa¨. El cuarto, contorneando una pata, afirmó: ¨amigos, el elefante es como un gran árbol¨. El último que había tocado la cola dijo: ¨se equivocan todos, el elefante es similar a una cuerda con un moño¨.
Quien quiera describir la India se encontrará más de una vez en la misma situación. De este inmenso país que constituye un mundo variado y en sí mismo, completo y heterogéneo, se puede hablar con conocimiento de causa, sólo después de haberlo visitado. Annalisa Simeoli, joven italiana, de Turín, residente en Goa, India desde hace 5 años, nos cuenta detalles de su vida cotidiana durante la cuarentena decretada por el gobierno indio, el pasado 23 de marzo para contrarrestar la propagación de la pandemia del Codiv19.
IG: ¿En qué momento se detectaron los primeros brotes de coronavirus en India? AS: Los primero casos se presentaron en el Estado de Kerala, algunos jóvenes hindúes estudiantes en China, aprovecharon las vacaciones del Año Nuevo Chino para regresar ya enfermos. De inmediato el gobierno cerró la frontera con China y, luego, decretó el distanciamiento social.
IG:¿Cómo son sus jornadas con la cuarentena? AS: Desde que comienza la jornada, limpio, cocino, practico yoga y meditación para conocerme y mejorar mi estado físico. Dedico tiempo para hablar con mis padres y tíos en Italia. De vez en cuando salgo a caminar alrededor del espacio verde de la unidad residencial donde vivo y noto a alguien, que como yo, camina. En realidad los hindúes no son para nada ´fit´, pero la cuarentena forzada hace que todos sientan la necesidad del movimiento.
IG:¿Cuánto ha cambiado su rutina diaria? AS: Antes gran parte de mis jornadas transcurrían movilizándome en autobús o caminando para ir a mercar y hacer diligencias, alternado con lecciones de yoga, almuerzos y jornadas con amigas hindúes cuyos maridos trabajan. Mujeres que se cansan de buscar un empleo bien remunerado y sobre todo gratificante. En Goa, las fuentes de empleo son escasas y los salarios bajísimos.
IG: ¿Qué teme? AS: Siento temor de la crisis económica que, en diferentes formas y dimensiones, aportará a nivel mundial sufrimientos inimaginables, en especial a las personas de escasos recursos. Situación que nos debería hacer reflexionar en un mundo cada vez más globalizado, interconectado, rígido y, a veces, despiadado.
IG: ¿Desde cuándo empezó su interés por India? AS: A los 20 años empecé a interesarme de India, para mí era el sitio ideal por su historia, sus contrastes, sus tradiciones, la espiritualidad, la tierra del Buda, pero nunca contemplé la posibilidad de echar raíces aquí. Son sorpresas que a veces la vida nos da. Viajé para especializarme como profesora de yoga, luego conocí a quien hoy es mi marido, nos casamos y decidimos vivir aquí. Sucedió todo por casualidad, me considero afortunada, este es un país hermoso que tiene muchas cosas para enseñar, al menos una vez en la vida, vale la pena visitarlo. Al mismo tiempo, tratándose de un territorio vasto y densamente poblado, está lleno de contradicciones que no siempre son fáciles de superar. Guardo gran respeto por todo, amor por mi marido, por su familia, pero no me siento parte integrante de la comunidad, después de cinco años, todavía me siento huésped.
IG: Yoga para reforzar el sistema inmunitario… AS: Estudié contabilidad, diseño publicitario y frecuenté la facultad de Letras en la ´Università degli Studi di Torino´. Empecé a practicar yoga desde muy joven, como autodidacta y luego decidí especializarme como instructora. Después de tantos años, no he dejado de tomar lecciones y aprender. La yoga es una disciplina amplia que abraza muchos aspectos de la vida. Entre otras, refuerza el sistema inmunitario y ayuda a descargar el stress, por ello aconsejo de practicarlo durante esta pandemia.
IG: ¿Qué tipo de Meditación practica? AS: La Meditación Vipasana, “Mirar las cosas como son”. Dicen que es la meditación que practicaba el Buda, hoy se enseña gratis en todo el mundo, en los centros que siguen las enseñanzas de S.N. Goenka. Desde hace más de 20 años, es parte integrante de mi vida. He visto los beneficios, me ayuda a desarrollar mi propia conciencia y sobre todo, me permite observar cada cosa desde una perspectiva amplia sin perder la ecuanimidad.
IG: ¿Tiene nostalgia de Italia? A.S. Hay momentos en los que extraño algunas cosas, especialmente la parte laboral, he trabajado siempre en el ámbito cultural, en el mundo de los libros, del cine. A veces extraño hablar la propia lengua con desenvoltura, los amigos, comprender y saber que los demás te entienden cuando hablas. Aunque si cocino italiano y a veces hago una fusión entre ambas culturas, algunos sabores me hacen falta, sobre todo por qué algunos productos no se encuentran con facilidad.
IG: ¿Conoce escritores hindúes? AS: En India hay escritores excelentes, cuyos libros, en los últimos años han sido traducidos en todo el mundo. Entre mis preferidos está Chitra Banerjee Divakaruni Sister of my heart (Hermana de mi corazón), extraordinario, con un estilo narrativo que te encanta, esencialmente femenino. Rohinton Mistry, A fine balance (El perfecto equilibrio), gran escritor para entender la cultura y la historia de India. Está la escritora Arundhati Roy The God of small things (El Dios de las pequeñas cosas), ha publicado solo dos novelas y muchos ensayos, es líder y activista social en diferentes proyectos. Sus novelas se caracterizan por un estilo narrativo que no es simple para el mundo occidental, pero no por ello menos interesante, vale la pena leerla.
IG: ¿En los escritores hindúes modernos encuentra similitudes con algunos relatos latinoamericanos? AS: Clasificar los escritores hindúes es muy difícil, se trata de un Subcontinente enorme que abraza escritores muy diferentes, algunos usan lenguas nativas o el inglés, y con base en ello cambian tradiciones y costumbres. Ciertos escritores clásicos narran historias con divinidades, algo mágicas, impregnadas de enseñanzas filosóficas y espirituales. Con respecto a los escritores latinoamericanos es diferente, la hindú es una literatura fuertemente ligada a la cultura de la gente, al modo de pensar y de vivir. Si se ama la literatura es justo el momento para conocer escritores hindúes porque encontrará cosas sorprendentes e interesantes. Me gustan ambos.
IG: ¿Piensa que esta Pandemia nos hará mejores? AS: Dependerá de nosotros mismos si logramos transformarla en una experiencia de crecimiento interior. Si seremos capaces de interrogarnos, de no quedarnos en la superficie, de ir un poco más al fondo de las cosas.
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Con la instructora Carla Charlie, desde la Macchia (Liguria), gimnasia para todos vía Facebook
¨En el momento en que nos detenemos y miramos todo lo que está pasando ante nuestros ojos; el hecho de que la naturaleza se esté revitalizando, que las relaciones entre las personas estén mejorando, que ahora sea todo completamente diferente, es una ocasión, una grandísima oportunidad de cambiar punto de vista y cambiar también nuestras expectativas frente a las cosas que buscamos, las cosas que nos impacientan tanto… En este momento, habremos entendido el mensaje escondido dentro esta pandemia¨: Carla Charlie.
Por Irene Garcés Medrano. Carla Charlie es una instructora de aeróbica que a causa de las restricciones por el coronavirus que obligan al aislamiento social a sesenta millones de italianos, decidió apropiarse de los instrumentos que ofrece la tecnología para no interrumpir el contacto con sus alumnos. A través de la apertura de un canal You Tube que lleva su nombre Carla Charlie y de su página Facebook, de lunes a viernes a las 10:30 a.m. hora italiana, transmite en directo lecciones de gimnasia desde su habitación a 20 kilómetros del mar, en un recodo de pintorescas casas en piedra, a orillas del río Vara. Es un sitio tranquilo, rodeado de montañas y bosques, en los que crecen frondosos pinos, abetos, árboles de castañuelas y acacias, llamado la Macchia.
Nacida de un matrimonio mixto entre una italiana piamontesa y un argentino de Buenos aires, Carla recuerda su infancia como una variada mezcla de culturas que se encuentran y se unen hasta aflorar en la edad adulta en pequeños gestos, hábitos que hoy no la sorprenden porqué sabe que son el producto de esa mezcla, cómo esa atracción por el dulce de leche, al que no puede renunciar. Cuando le expliqué que el ´dulce de leche´ argentino en Colombia se llama arequipe si se prepara en Bogotá y cuando llega al Valle del Cauca se trata del ´manjarblanco´ y se vende en totumas de calabaza, Carla, con gran entusiasmo me propuso preparar la versión italiana del exquisito dulce navideño.
Carla creció y estudió en Italia. Le encanta el español, lengua paterna que hoy le permite descifrar las letras de las canciones que amenizan las clases a las que se entrega, da instrucciones, suda, sonríe mientras transborda con energía y entusiasmo contagioso. Empezó con su primer diploma de instructora de pesas y a partir de allí prosiguió estudios y especializaciones en Pilates, Zumba, Totalbody, Step, Feet box y Gimnasia Postural con tanta pasión por lo que hace y, en especial, por la música latinoamericana que canta en voz alta mientras baila a la perfección.
Carla y el caleño Beto Pérez, creador de Zumba.
IG. Cómo está viviendo la Pandemia del Codiv19? CCH. La emergencia del corona virus no la estoy sintiendo, porqué aquí en la Macchia la vida sigue igual. Es todo muy tranquilo, hay cosas que hacer afuera, hay que llevarle de comer a las gallinas, cortar la leña y seguir con los quehaceres de casa. Con la cuarentena en algunos supermercados no se encuentra la levadura para preparar nuestro pan, entonces, me dediqué a experimentar una levadura madre y así, hasta he encontrado la posibilidad de hacer cosas nuevas. Claramente, no estoy yendo al trabajo, estoy más tiempo en casa y puedo dedicarme aún más, a todas estas cosas.
IG. ¿Ha tenido miedo de las consecuencias de esta pandemia? CCH. No siento miedo, noto que las personas están muy angustiadas, casi aterrorizadas pero se me ocurre pensar que es porqué miran demasiada televisión, algo que yo no estoy acostumbrada a hacer. No soy una fanática de telenoticieros, prefiero mirar una película, así, cuando tengo el tiempo, me distraigo un poco, pero no me dejo abrumar por los reportajes. También porque vivo convencida que los periodistas tienen la necesidad de escribir noticias, aunque cuando las cosas no son tan graves. Es claro que es más fácil narrar noticias cuando las cosas parecen gravísimas. Con esto, no quiero decir que el Coronavirus no sea menos grave, digo simplemente que si cada uno asume su propia responsabilidad y sigue las reglas, no hay porque tener miedo.
IG. Que es lo que más le preocupa? CCH. Sinceramente nada, porque los recursos esenciales no faltan. Tampoco se habla de posible escasez de alimentos que podría ser la preocupación más grave de todas. Puede ser que más adelante esta situación genere una crisis financiera, pero todo ello dependerá de la gestión política de parte de quien está administrando la emergencia.
IG. Describa una jornada de cuarentena. CCH. Mis jornadas son exactamente igual a antes, porque en la Macchia, tratándose de un lugar pequeño las labores son siempre las mismas: me despierto en la mañana, doy de comer a los perros, abro la puerta para que salgan, doy una vuelta por la cocina, planeo el almuerzo, me dedico a hacer cosas en el jardín, cuido las plantas, luego preparo el almuerzo, a veces sola, a veces para dos, porque Tiziano, mi compañero, quien va a trabajar en este periodo, viene a almorzar. Juego con los perros, me ocupo de adiestrar a la más pequeña, es importante porque está en una edad, en la que asimila más el aprendizaje y si no aprovecho, dentro de unos meses crecerá y será muy difícil educarla. Lo único que ha cambiado es el hecho de no poder ir fuera, a otro sitio, pero sabes, cuando una esta bien en su propia casa, no le hace falta el hecho de ir afuera.
IG. ¿Cómo surgió la idea de las lecciones de gimnasia a través de internet? CCH. La idea de las clases de gimnasia a través de la red, surgió de la necesidad de no abandonar a mis alumnas, me daba cuenta de que era importante, mantener una cita, un hábito que para ellas más que tonificar el cuerpo, es un momento de distracción, importante a nivel emotivo y mental. Igual para mí, porque es mi trabajo, mi pasión. Algo que nació de un pasatiempo, de la necesidad de entrenarme yo misma, y de allí se volvió un entrenar a otros.
IG. ¿Qué dificultades se le presentaron en este proyecto virtual? CCH. Las dificultades técnicas son dadas fundamentalmente por el mal tiempo atmosférico, pues si llueve fuerte podría saltar la energía eléctrica y la conexión. Por lo demás, la sensación que estoy viviendo es que la emergencia por la pandemia, nos ha acercado mucho más. Porqué cuando se piensa de encontrar las personas en cualquier momento, en realidad no lo notamos. En el momento en que hay un límite, entonces, se vuelve importante. Paradójicamente hoy me estoy comunicando con muchas más personas que antes. Tengo una tía en Argentina que cada día sigue mis clases vía web.
lunes a viernes,10:30 a.m. hora Italia.
IG. Dónde está la fuerza de una buena instructora. CCH. Tengo 40 años y me dedico a esto desde el 2004. La ventaja de saber tantas disciplinas y poder mezclarlas, me permite dar respuestas a las exigencias de mis alumnos. Sobre todo, porque me ocupo del cuidado de las personas y es importante poder hacerlo a 360°. Además, el hecho de haber practicado por tantos años la meditación, la introspección, me ayuda también a entender el impacto psicológico que puede tener en cada individuo en la propia estructura física. Porqué tantas veces una mala postura, es debida a un desequilibrio más que todo psicológico y emotivo.
IG. Primero me hablaba de Jodorowsky, ¿lo conoce? CCH. Sí, soy una lectora apasionada de Alejandro Jodorowsky (escritor, director de cine, filósofo) porque se ocupa del ser humano en un modo irreverente. Él no te cura, no te hace razonar con mimos y atenciones, sino que te golpea con la verdad en la cara, y eso, en mi opinión, es lo que al final funciona.
IG. ¿Qué piensa que dejara esta Pandemia? CCH. No lo sé, porque sinceramente veo que las personas se están dejando dominar por el miedo y no logran ir más allá del miedo. No logran entender cuál es el lado positivo de todo esto. En el momento en que nos detenemos y miramos todo lo que está pasando ante nuestros ojos; el hecho de que la naturaleza se esté revitalizando, que las relaciones entre las personas estén mejorando, que ahora sea todo completamente diferente, es una ocasión, una grandísima oportunidad de cambiar punto de vista y cambiar también nuestras expectativas frente a las cosas que buscamos, las cosas por las que nos impacientamos tanto; las famosas 40 horas semanales de trabajo por una gran cantidad de años para después gozarse la vida cuando ya eres demasiado viejo para poder hacerlo. En este momento, si dejáramos de lamentarnos por estar encerrados en casa con miedo de aburrirnos y empezáramos aprovechar la ocasión para hacer todas esas cosas para las que nunca tenemos tiempo, entonces sí, habremos entendido el mensaje escondido dentro esta pandemia.
Tiziana Carpentieri*. Italiana residente en Roma, trabaja en el área de seguros en la principal empresa italiana de electricidad.
Excelente gracias por transmitir este conocimiento
Sí una experiencia de cómo se vive en un país tan lejano la misma situación…